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4. Confesión | abrazarse

Rarepair week 2023 - Día 4

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Prompt: Confesión | abrazarse

Pareja: Algol x Asterión

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Confesión | abrazarse

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El Santuario, Grecia

Asterión llego a una sala común destinada únicamente a los caballeros plateados aquel día por la mañana, había quedado con Algol para entrenar juntos o pasar el día acompañados el uno del otro. Al ingresar en el silencioso salón fue que escuchó una voz que parecía recitar una plegaria en voz muy baja, se aproximó despacio al interior del mismo observando a su amigo orando en la pose característica mirando con dirección a Meca.

El joven respetaba mucho las obligaciones religiosas de su colega así como la fe que este profesaba por lo que, no tuvo inconvenientes en esperarle haciendo guardia al frente de la puerta. De esta forma nadie le interrumpiría mientras oraba con fervor.

Mientras Algol dedicaba sus plegarías de esa mañana, Asterión pensó un poco en cómo era que ambos se habían llegado a conocer y tratar con confianza y cercanía, aun más que la que este tenía con Moses. La mente del santo del sabueso se fue directo al pasado, a sus días de entrenamiento en el lejano y misterioso monte Brocken, cuando su maestro le hacía pasar horas y horas emulando el espíritu embrujado de la montaña ubicada al noroeste de Leipzig.

—El "espectro de Brocken" es un efecto atmosférico en esa montaña que debía igualar hasta el más mínimo detalle —pensaba Asterion saliendo de sus recuerdos volviendo la atención a Algol quien había concluido con sus oraciones por ese día.

—Me da gusto verte —comentó el santo de Perseo alistandose para salir de la sala de reuniones.

—¿No has tenido problemas con Gigas por dedicar tiempo del día a orar?

—No, por fortuna siempre hay quien me cubre aunque, sé que debería olvidar estas tonterías y dedicar mi tiempo a venerar a la diosa, pero no me es del todo posible sabes. Creo en lo que ella representa, pero mi fe...

—No tienes que excusarte de nada —no era la primera vez que Algol se avergonzaba por sus creencias y por dedicar más de una plegaría a Alá durante un día.

Tanto Asterion como los demás santos plateados, todos defendían a Algol de cualquier persona que se metiera con él o sus creencias además, el santo de Perseo era uno de los más fieles a los ideales del Patriarca no dudando en sacrificarse por su causa. Realmente el joven tenía la simpatía de cuantos le rodeaban.

Asterion lo sabía desde que se conocieron una tarde en la árida Brocken.

El maestro del santo del sabueso se reunio con otro buen colega suyo a las afueras de Leipzig. Delante del jovencito aspirante a la armadura, se presento un hombre de cabellos negros, alto y fornido quien introdujo a su discipulo llamado simplemente "Algol", este saludo de acuerdo a su costumbre mientras Asterion hacía lo propio aunque no era la primera vez que se veían. Ellos eran dos, entre el grupo de aspirantes a la armadura, que se postraron ante el Patriarca antes de dejar Atenas para dirigirse a sus respectivos lugares de entrenamiento.

—Hace mucho que no sabía de ti, Algol —comentó el danes tomando asiento a su lado mientras sus maestros parecían ponerse al día con algún asunto apartándose de los chicos.

—Lo mismo digo, han pasado unos cuantos años. Mi maestro quiso venir hasta acá aprovechando que nuestro lugar de entrenamiento está relativamente cerca. En Innsbruck.

—Asi que entrenas en Austria, no lo imaginé. Pensé que habrías vuelto a casa para entrenar.

—Lo habría preferido al terrible frío de la montaña —comentó Algol saboreando el plato con salchichas alemanas que tenía enfrente—, estoy más acostumbrado al calor del desierto.

—O al clima cálido de Grecia.

—Por lo menos aquí la comida es deliciosa.

Asterion lo miró comer mientras se le abría el apetito, pero más que eso analizó el rostro de su amigo como no lo había observando antes. Sus cabellos castaños, sus ojos oscuros y su piel apiñonada que se diferenciaban mucho de su maestro. Debido a su instructor, fue que Algol no perdió el contacto con sus raíces recibiendo una instrucción que balanceaba al culto a la diosa pero que jamás dejaba de lado la palabra de Alá.

Las enseñanzas de Mahoma tenían el mismo peso en la vida de Algol que las órdenes y deseos del Patriarca.

—Esa nublada tarde en la montaña, fue el sitio donde nos reconectamos —pensó Asterion mientras ambos iban escaleras abajo buscando donde charlar.

De hecho, los dos aspirantes llegaron a compartir campo de entrenamiento por varios días donde Asterión tuvo la oportunidad de mostrar y evaluar su técnica del "ataque de un millón de fantasmas" a su amigo, quien le hizo observaciones pertinentes ayudándole a mejorar durante su estadía en Brocken.

—¿Por qué la gente teme a estas montañas? —preguntó el árabe una mañana muy temprano cuando estaba por amanecer y la neblina aún no se había disipado en su totalidad— He escuchado de boca de tu maestro el asunto del "espectro".

—Se dice que en estas tierras ocurre un fenómeno donde las formas de las sombras crean misteriosos efectos ópticos cuando la luz del sol refracta por encima de las capas de nubes que rodean a la montaña.

Algol lo observaba con toda atención mientras su compañero hablaba con una elocuencia que no le conocía, gracias a la voz hipnótica del danes es que el aspirante a la armadura de Perseo sentía que algo dentro de él se tornaba cálido; le gustaba mucho como contaba las historias de la montaña, las cuales los habitantes cercanos se referían como malditas o el sitio donde se reunían demonios, brujas y demás seres de la noche.

—Goethe usó este lugar como inspiración para su libro "Fausto".

—Lo leeré apenas pueda —Algo le dedicó una profunda sonrisa que hizo que el corazón de Asterión diera un leve respingo sonriendo levemente.

De igual forma, durante esos días fue que el sabueso supo de las tradiciones que, tanto Algol como su maestro, observaban estrictamente. Asterion recibió la indicación de respetar las creencias de Algol y el sabueso lo respetaría, más porque el practicante era su amigo que por otras razones. El danés podía observar al árabe orar y orar sin problema alguno esperando pacientemente a que terminara su tarea diaria.

—Oye Algol —le dijo un día dejando ver su nerviosismo a flor de piel.

—¿Qué sucede Asterión?

Ese dia sería el último de la visita pues más tarde, tanto Algol como su maestro, dejarían esa zona volviendo a Innsbruck para retomar sus actividades. Apenas supo esto, Asterión no perdió tiempo no estando seguro de su reacción a lo que Algol respondería cuando revelara lo que estaba oculto en su corazón.

—Debo decirte algo antes de que te vayas —el latir de su corazón amenazaba con estropear todo su plan—: yo... yo... –dijo tomando aire lo mas que podia– ¡me gustas mucho entiendes!

—Vaya forma de decirlo —la confesión lo tomó por sorpresa y aún más por el hecho de que Asterión lo dijo de tal forma que se notaba su nerviosismo a leguas—. Pues... no sé qué decir, salvo qué... me tomas por sorpresa y bien, estos días he tenido la oportunidad de conocerte un poco mejor.

—Sé que casi no nos hemos tratado en el pasado, pero espero que consideres mis sentimientos.

—Lo haré —Algo no estaba muy acostumbrado a esa clase de muestras de afecto, pero hizo lo mejor que pudo abrazando fuertemente a su amigo frente a él—. Te vere a nuestro regreso al Santuario.

Ambos se despidieron con efusividad esa tarde mientras Asterion lo observaba a la distancia.

Su mente lo trajo de regreso al presente mientras ambos estaban en los coliseos de entrenamiento observando a los demás santos de plata sumidos en las actividades del día, en medio del sano buen humor y ambiente que siempre los acompañaba. Asterion estaba al lado de Algol sonriendo ampliamente mientras ambos entrelazaban sus manos discretamente por debajo de sus brazos cruzados.

—¡Es tu turno, Algol! —Moses lo invitó a unirse a la practica seguido por Asterion.

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FIN

*Notas: Dedicado a Paxito por la inspiración para esta pareja. 🙂

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