2. Atracción mutua | sonrojarse
Rarepair week 2023 - Día 2
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Prompt: Atracción mutua | sonrojarse
Pareja: Marín x Aldebarán
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Atracción mutua | sonrojarse
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El Santuario, Grecia
Aldebarán observó la fecha en el calendario, era 18 de Marzo, día en que ella cumplía años, haciendo que el santo dorado del segundo recinto se llenara de sentimientos cálidos, nuevos y diferentes. Desde el día en que ella lo cuido amablemente, cual buena enfermera, luego del ataque el dios guerrero es que su percepción de la amazona cambió considerablemente.
Fue Marín quien le atendió y cuidó esas noches aunque, en un inicio, el toro dorado pensó que ella solo iba a verle ansiosa de obtener información, no obstante apenas volvió de Asgard le buscó preocupada por saber cómo se encontraba.
—No quiero que pienses que solo te visite para obtener información —comentó ella esa tarde cuando subio a Tauro para charlar y aclarar algunas cosas—, por supuesto me interesaba saber cómo te encontrabas luego del ataque.
—No hay nada que disculpar —comentó Aldebarán ya totalmente recuperado tomando asiento delante de ella luego de ofrecerle café—. Sé que hacías tu trabajo a fin de cuentas, Seiya es y siempre será tu discípulo, es obvio que te preocupes por él en momentos difíciles.
—Lo sé, aunque debería darle el beneficio de la duda ya que es muy capaz y yo solo causé molestias.
—No es verdad, tenías buenas intenciones. Tal vez... solo te precipitaste.
—Tienes una forma muy considerarla de decirlo.
Marín pareció sonreír bajo su máscara mientras Aldebarán la observaba discretamente siendo esa la primera vez que la veía con detenimiento. La joven estaba sentada delante de él, al otro lado de la mesa, recargada sobre el respaldo de la silla adoptando una actitud soñadora y pensativa. Llevaba su ropa de entrenamiento y se le veía jovial y relajada como pocas veces desde que la conocía.
Desde ese dia que ella lo cuido, algo dentro del toro dorado cambio sin estar del todo consciente.
—Quiero probar el café —comentó animada mientras Aldebarán se giraba dándole la espalda gesto que ella reconocio ya que era una gran muestra de respeto de su parte—. Te agradezco por el café y por girarte aunque sería mejor charlar de frente.
—Quizás, pero sé lo observadora que eres de las reglas y yo también las respeto —el hombre sonrió por lo bajo escuchando como ella bebía y charlaba alegremente sobre el desenlace positivo de las recientes batallas.
Aldebarán la dejo continuar sin interrumpirla ya que, en esos momentos, el tono de voz de Marín le pareció el más suave y bello del mundo, podría compararlo con la melodía de un piano o un violín. Cerró los ojos por un momento dejándose llevar por las palabras de la chica perdiendo la noción del tiempo.
Hasta que una mano lo tocó suavemente en el hombro haciéndole dar un leve respingo que, al parecer, no paso desapercibido para la pelirroja dibujando una sonrisa que Aldebarán jamás podría ver pero que ella sabía que estaba ahí. Era la primera vez que un joven daba un respingo a su tacto, la transparencia del santo de Tauro le agradó mucho ya que, en otros casos, ella había esperado esa misma reacción sin embargo, el exceso de control en el carácter de algunas personas lo hacía difícil.
—Lo siento, llevo unos minutos hablándote, pero creo que mi plática te ha aburrido.
—No, nada de eso —Aldebarán se apresuró a cambiar esa mala impresión dejada en su acompañante—. Te pido disculpas si mi torpeza te ofendió.
—Oh no, bueno supongo que no es difícil que alguien se distraiga si tiene que dar la espalda a la persona que habla —Marín sintió que el que Aldebarán se quedara ausente por un rato era debido a que no podía mirarla de frente cuando bebía café lo que dificultaría una interacción más allegada.
—Esa no excusa para ser maleducado —Aldebarán la observó de frente ya que llevaba su máscara puesta no pudiendo evitar sonreír suavemente.
Ambos se quedaron un momento así volviendo a la realidad un instante despues, Marín habló cambiando un poco su tono de voz.
—¿Quieres que te ayude con algo, podría poner a calentar más agua?
—No, eres mi invitada. Lo haré yo —apenas el hombre se puso de pie, ambos chocaron levemente sintiendo la piel de sus brazos por unos breves instantes.
Marín sintio unas leves descargas eléctricas mientras lo observaba debajo de la máscara siendo esa la primera vez que reparaba en su altura, su constitucion y la bondad de su caracter; sus cabellos negros, cortos y alborotados la invitaban a pasar la mano por la cabeza del santo dorado repetidas veces deseosa por despeinarlo.
Aldebarán sintió algo similar ya que algo dentro de él se agito agradablemente al tocar levemente el brazo de la chica. De hecho, esa leve interacción entre ambos le agradó lo suficiente tratando de no pensar en nada inapropiado dedicando su atención a llenar la tetera para calentar un poco más de agua. Marín lo observaba atentamente desde el otro lado de la habitación privada del segundo templo dibujando una sonrisa soñadora en sus labios.
El tacto del hombre la había hecho sonrojar y sonreír deseosa de compartir otro rato a su lado. Se sentía bien estar con alguien con quien parecía resonar de muchas formas.
—Por cierto, te compre esto —el joven llevo a la mesita una pequeña tarta de chocolate rojo con cobertura blanca—. Revisé el calendario, hoy es tu cumpleaños y no sé si alguien más te haya felicitado, pero iba a llevarla a tu cabaña aunque... —trataba de no tartamudear reuniendo todo su valor para continuar hablando— te adelantaste y asi es más sencillo compartirla.
—Nadie me ha felicitado hoy —respondio la chica tratando de modular su voz ya que el gesto amenazaba con quebrar su tono—, eres el primero.
—¿De verdad? —Aldebarán no oculto su sorpresa tratando de que sus expresiones no se notaran.
—Estos días no hay nadie en el Santuario, recuerdalo —Marin tomo asiento nuevamente a la espera de la tarta y el café—. Casi todos se han tomado unos días de descanso, creo que solo estamos tu y yo, tal vez Shaka, por ahora.
—Cierto, lo olvide —por lo bajo, el santo de Tauro agradeció que no hubiera nadie alrededor ya que, él y Marín, podrán compartir más tiempo juntos charlando.
Tauro se creyó afortunado por poder pasar un poco más de tiempo a su lado aunque no pudiera decirlo en voz alta.
—Por cierto —dijo la joven—, no es necesario que te gires para no ver mi rostro sin máscara. Hay que resolverlo de otra manera, si tuvieras un antifaz para dormir, podrías usarlo ya que me agradaría que estemos de frente cada vez que charlemos.
—No la tengo por ahora, pero lo conseguiré —respondio alegre—. ¿Te molestaría si me giro para quedar de perfil con la vista a la pared?
—Es mejor eso a que estés de espaldas.
Mientras compartían la tarta, Aldebarán no se percató que el pan era rojo como el cabello de la amazona frente a él. Uno de esos actos inconscientes felices que no podía decir en voz alta.
—Espero que podamos repetir una tarde como está, más adelante —dijo de pronto el santo de Tauro creyendo que sus palabras habrían sido imprudentes.
—Me encantaría —respondio Marín girándose un poco para que no hubiera forma de que él la viera sonriendo.
Aldebaran no sabía hacía dónde se dirigía todo eso, pero pintaba prometedor.
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FIN
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