Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Los dos lados del rojor

Érase una vez en alguna parte del mundo, dos hermanas bastante especiales, usuarias de una magia casi tan peculiar como ellas. Sus nombres eran Loyce y Verna.

La magia con la que ambas nacieron, la de amor y sus relacionados, al igual que las de destrucción, creación, conservación y otros conceptos complejos para muchos seres; era considerada como un regalo, a la vez que maldición o bendición. Eran escasos los usuarios existentes al tratarse de una que podía salirse de control.

Pero al igual que existen varios tipos de amor y razones para amar a alguien, la magia obedecía al significado que le daba su usuario al sentimiento.

Para Loyce, el amor tenía que ser puro y sincero, aguantar todos los obstáculos que se pudieran encontrar en el camino por severos que fueran; además de que no debía mirar a la clase social, apariencia física y otros aspectos que ella consideraba impuros.

Verna, en cambio, poseía una concepción diferente a la de su hermana melliza. Veía al amor como algo que se tenía que ganar con esfuerzo, séase romántico y, en especial, material. Una persona incapaz de garantizar comodidad económica o regalos exclusivos a su interés especial o pareja, no era digna. Solo los mejores postores eran los indicados para una relación.

Era esa diferencia la que llevaba a los miles de encontronazos entre ambas. Loyce veía a su hermana como una que jamás iba a quedar satisfecha porque siempre había alguien mejor. Y para Verna, Loyce era una ingenua que creía en la mentira del amor romántico que lo aguantaba todo.

Una noche en la que el mundo cercano dormía, tenían una de sus típicas conversaciones.

—Tú jamás me vas a entender. Vives encerrada en una burbuja de fantasías. —Verna se quedó con un tono aburrido de voz, cansada de explicarle a su idealista hermana que su visión del amor era mejor.

—Tú no sabes apreciar un buen corazón o sentimientos verdaderos. No sabes lo qué es amar en verdad.

—Te equivocas. Claro que valoro el detallismo y el tiempo de calidad que para nada son incompatibles. Si no es capaz de sacarse una parte de sus días para mí, no vale la pena.

—Tú lo que buscas es un inalcanzable. Lo perfecto con grandes riquezas; un ente multimillonario que solo tenga ojos para ti y te esté persiguiendo el tiempo entero.

—Es que yo me lo merezco —respondió Verna.

— ¿Y tú que ofreces? ¿Tu presencia? —Loyce hizo una pregunta a la que sabía que su hermana respondería con que ella vale mucho. —Quiero que me digas una respuesta original. Qué tienes tú para ofrecer que pides tanto.

—Enajenada. Quédate con tu idealización.

Como sabía que la discusión iba a durar demasiado, que de nuevo no llegarían a un punto en concreto, Loyce tuvo una idea que acabaría por siempre con el problema.

—Vamos a terminar con esto de una vez. Hagamos una treta. —Loyce tomó un chocolate y lo devoró en un segundo—. Usemos nuestros poderes para enamorar a una pareja. La que obtenga mejores resultados y complementación entre ambas partes, ganará la disputa.

—Es la mejor idea que tuviste en mucho tiempo, hermanita.

—Verna, voy en serio. Que se haga esto en el plazo de un ciclo magno.

—Lo tomo.

Verna cerró el trato.

Un ciclo magno era el equivalente de un año. Si bien las parejas tardaban más en concretarse y formar una relación sólida, los poderes de ambas servirían para ir al punto que de verdad les importaba.

El desafió empezó.

Las dos hermanas se pusieron en formación. Pasaron muchos días para que encontrasen a sus candidatos perfectos, en especial Verna que no encontraba a nadie que cumpliese con sus expectativas. Con Loyce fue lo opuesto. No tardó ni la mitad de tiempo en encontrar al candidato ideal.

Llevaron a sus prospectos de pareja hacia dos muchachas en busca del amor. La primera se trataba de una muchacha de familia pudiente, no tan rica ni tan pobre; ella soñaba encontrar un hombre romántico y detallista que solo tuviera ojos para ella, no para nadie más en el mundo. La segunda escogida era una mujer de par edad a la que Loyce seleccionó; igual de clase pudiente con un gran sentido de la ambición y de lo qué quería en la vida.

Si bien pudo haber tomado a una de par situación, Verna se decantó por una de mayor nivel para darle una lección extra a su hermana. Aunque, las dos elegidas eran lindas y agraciadas a la misma altura.

Antes de que pudieran pasar más meses sin avances, llegó el momento de usar la magia.

Loyce se preparó detrás de los muros de una casa vieja y sin ser vista por la muchacha que sería su sujeto de prueba, sacó un dibujo echo por ella misma del joven del que haría enamorarse.

Aunque magia y brujería de amor eran distintas, para hacer lo primero se requería tan solo de una imagen u retrato del ser anhelado; para lo otro, era un proceso más elaborado que incluía unos cuantos rituales de por medio; profundos en cuestión.

Loyce frotó sus manos hasta generar un polvo rosado platinado casi imperceptible para los que no eran usuarios de magia. De un soplido voló a Elat, su escogida que, al sentir el aroma dulzón, los ojos se le volvieron grandes y vistosos; por un segundo se vio en ellos un rosa, señal de que los efectos no tardarían en llegar. Entonces, Loyce mandó de otro soplido el retrato dibujado del muchacho.

Cuando Elat lo encontró se quedó prendada y se lo llevó hacia el chico, tenía que encontrarlo costase lo que costase.

En un punto distinto del pueblo, Verna consiguió llamar la atención de su escogida haciéndose pasar por una veedora de la suerte. Mientras le leía lo qué le deparaba del futuro, le dio una espirituosa bebida mezclada con su polvo que un inicio sabía amargo, pero mejoraba su sabor al final. Tiami, la segunda escogida se quedó en un estado en el que los ojos eran por completo fucsias, a lo que Verna aprovechó para susurrarle al oído el nombre del hombre del que dijo que se enamoraría.

Elat y Tiami aceptaron sus destinos como si de un capricho de la vida se tratase. Horas después, el mismo día, se encontraron con sus nuevos amados.

—Eres perfecta. —El hombre escogido para Elat le tomó de las manos, viéndola a los ojos con un brillo incomparable. —Quiero que seas mi novia.

—Yo, ¡acepto!

Con Tiami, el asunto fue distinto.

En una plaza ataviada de gente, uno de los hombres más ricos e importantes de la nación soberana, se presentaba con un ramo de flores, joyas y un presente especial para entregárselos a la mujer que llamó la indicada.

«Esto es lo que me merezco. Esa vidente no era una estafa», pensaba Tiami al ver al candidato que pretendía su corazón. Estaba feliz al ver que luego de haber rechazado a tantos —pero no ser rechazada por ninguno ni antes ni después— por fin encontraba alguien a su altura.

Establecidas las parejas, las hermanas celebraron a su modo.

Loyce se acongojaba en unos pastizales cercanos, cantando con aves y mamíferos. Mientras tanto, Verna fue invitada a uno de esos lujosos bailes en los que asistía la crema de la crema, todo por cortesía de Tiami que, a pesar de ser ambiciosa, no olvidaba a los que le tendieron la mano.

La siguiente fase de la treta daba inicio.

Verna y su hermana se dispusieron a seguir de cerca a las muchachas que escogieron. Mientas que una se escondía detrás de los muros de la pareja de su escogida, la otra disfrutaba de enrollarse de manera disimulada entre la vida de la suya. Y no creo que haga falta explicar quién es quién.

En la casa de Erit que en realidad era la de su pareja, no faltaban los detalles como flores frescas recién recogidas, tentempiés y el buen humor. La risa era fundamental, por qué para Loyce, qué mujer no se enamora cuándo le sacan una sonrisa.

—Soy la chica más feliz del mundo —Erit se regocijaba cuando pasaba momentos de calidad con su novio. No importaba que no fuese el hombre más guapo, encantador, rico o valiente. Con que fuera él, era suficiente.

—Me haces la mujer más especial de todas —Tiami le decía a su pareja después de que él le comprara el par de zapatos con los que deliró por un tiempo. —Estoy tan orgullosa.

Para el joven escuchar esas palabras eran suficientes para sentirse amado y valido. Le aumentaron las ganas y la alegría de proveer siempre para ella, así dándole lo mejor de lo mejor que, para Tiami, era lo que merecía.

En la casa de la pareja tutelada por Verna, los grandes lujos materiales, el dinero, y en sí, la abundancia, nunca faltaban. Pero, no significaba que los detalles románticos estuviesen presentes, tampoco el tiempo de calidad que a la muchacha le encantaba. Era un sueño, uno hecho realidad.

Y así como los sueños se cumplen y el amor es uno de ellos, la realidad es que todo tiene su lado oscuro o no tan amable.

A unos meses de que la apuesta se diera entre las dos hermanas, la magia no duraría para siempre.

Una mañana fresca en la que los vientos pasaban por las colinas, los pájaros silbaban llenos de dulzor, el muchacho de los llamados sentimientos puros vio a una chica risueña con hoyuelos y largo cabello rojo que vibraba con el paisaje rural de casas alejadas una de la otra y pastizales verdes que no se terminaban. Además del color tan peculiar ante los ojos del chico, su cuerpo con atributos más desarrollados, acompañado de una delicadeza al andar, hicieron que él incluso en compañía de Erit, se voltease a ver la nueva con una cara de anonadado.

Erit se sintió algo triste al ver que su novio se fijó en otra. Entonces, para no perderlo, decidió embellecerse y ser más amable de lo que era.

Y, en el caso de Tiami, era ella la que perdía el interés en su pareja luego de encontrar a un hombre de mejor posición económica, aspecto físico, poderío social y estatus del que tenía en ese momento.

—Tenemos que hablar —le dijo a su amado que pronto dejaría de serlo. Él, sabiendo el significado de no tan provisorias palabras, se dispuso a escucharla como siempre lo hacía. — Ya no me causas el mismo sentimiento de antes, no es que no te ame, pero siento que tú y yo ya no somos compatibles.

El chico, a costa de endeudarse para recuperar el amor de la mujer a la que tanto amaba, compraba los mejores regalos para ella, retrasando lo inevitable.

Tiami rompió con él, quedándose con los lujosos presentes a costa del que ahora era ex amado estuviese a punto de endeudarse hasta el cuello. Decidió irse con el nuevo hombre que estaba un peldaño más arriba del anterior.

Lo inevitable para Erit fue que su novio se besara con la hermosa pelirroja recién mudada al pueblo. Incluso con la escena de infidelidad en sus ojos, decidió dejarlo ir. «Porque el amor todo lo perdona y lo puede», era uno de los lemas de Loyce que fueron contagiados a la chica.

Verna, por su lado, no se separaba de su elegida que gracias a las habilidades sociales que poseía, encontraba la manera de hallar un hombre mejor que el otro.

Los paralelismos no tardaban en formarse.

Erit perdonaba cada una de las malas acciones de su pareja que iban desde encuentros con chicas que no eran ella, hasta golpes o moretones. Tiami pasaba por el ciclo ser encontrada por un muchacho, ser novia de él por un tiempo y después dejarlo porque venía uno mejor.

—No, no, no. —Dijo Loyce con miedo de que su escogida fuera asesinada a golpes por su propio novio. —Esto no tiene que estar pasando. No puedo dejar que Erit muera, no solo porque es mi escogida.

Y, en una parte distinta y alejada del pueblo, una cansada Tiami se lamentaba por no encontrar a un hombre que pudiera satisfacerla. Sus estándares eran tan altos que ella siendo lo que era, no encontraba uno digno.

Por el propio bien de la chica, era tiempo de que Verna le quitase por completo la magia. Pero cuando las dos hermanas intentaron poner el fin, era demasiado tarde.

Erit se llenó de heridas de las que tardaría en recuperarse, y, sin embargo, aún amaba al muchacho del retrato. Tiami a la que no encontraba ninguno de su nivel que la buscase o fuera suficiente, se sentía frustrada con el amor.

La magia prohibida se insertó tanto en los cuerpos de las jóvenes mujeres que se volvió imposible que se retirasen. Ni con la ayuda de Loyce y Verna se podría volverlas a la normalidad.

—Esto no tendría que estar sucediendo. Mi manera de amor es perfecta. —Verna miraba con tristeza lo qué pasó con su escogida.

En el pueblo, Loyce tuvo que intervenir con un escudo hecho de su polvo para proteger a Erit.

—Cómo es posible. Mi manera de amar no puede estar equivocada. —Intentaba consolarse mientras cuidaba de la chica.

Y, al final, ninguna de las dos admitía su derrota estrepitosa. ¿Cómo era posible que no tuviese la razón alguna de las dos?

Ese fue un problema menor. El verdadero lío vino de la mano de uno de los magos de la nación, que después de seguir el caso de Tiami y seguir el de Erit, concluyó que el responsable del problema era la magia.

Con la ayuda de los pobladores logró capturar a las hermanas. Fue fácil reconocerlas por el color rosado tan especial que tenían en el cabello.

—Por órdenes de la nación quedan arrestadas —dijo aquella que fue tras ellas.

—No puede ser cierto. Se supone que a estas personas jamás les importó que fuéramos usuarias de una magia prohibida a cambio de que no la usáramos con ellos.

—Tiempo pasado.

La maga dejó caer una jaula cubierta de escudos anti-magia forjados por magos-alquimistas, estos estaban por dentro y por fuera para impedir que las hermanas escapasen.

Así fue como lo dulce se volvió amargo, y como los dos lados del rojor, resultaron equivocados.

Los pobladores no volvieron a saber de Verna y Loyce que ni ellas conocían del tiempo de condena que pasarían.

En cuanto a Erit y Tiami, ninguna se recuperó de los efectos de la magia. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro