━━━Capítulo 02 | La Visita del Señorito
El calor del mediodía se hacía sentir en la vastedad del rancho Jeon, donde las praderas se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El sonido de las ruedas de la carreta avanzando sobre el camino de tierra resonaba en el aire quieto, mientras una ligera brisa sacudía los pastizales.
Dentro de la carreta, Sobong Minsiuk, un joven omega de 21 años, miraba con cierta expectación el paisaje que se desplegaba ante él. Sostenía un parasol celeste que combinaba perfectamente con su ropa elegante, un traje de finas telas que resaltaba su porte delicado y modales refinados. Sus zapatitos de charol apenas tocaban el suelo de la carreta mientras mantenía una postura recta, como dictaban las buenas costumbres.
A su lado, su chaperón, el señor Baek, mantenía una mirada crítica, poco impresionado por el entorno y claramente desconfiado del alfa que habían venido a visitar. Jungkook Jeon, dueño del rancho, era conocido en el pueblo no solo por su riqueza, sino también por su rudeza y falta de modales.
—Señor Baek, ¿no es un día espléndido? —dijo Minsiuk con una sonrisa.
—Señorito, ¿está seguro de que esta visita es prudente? —preguntó el señor Baek, su voz cargada de desaprobación—. Ese alfa… no tiene la mejor de las reputaciones.
Minsiuk esbozó una leve sonrisa, mirando al horizonte.
—Padre dice que es importante establecer buenas relaciones con los terratenientes de la región, y el señor Jeon es uno de los más importantes. No debemos juzgarlo antes de conocerlo.
El chaperón bufó, claramente no convencido.
—Aún así, le ruego que tenga cuidado. No todos los alfas son tan corteses como los jóvenes caballeros de la ciudad.
—Lo sé, pero no es bueno juzgar antes de conocer —dijo el joven sonriendo.
Cuando la carreta se detuvo frente a la mansión de tres pisos, Minsiuk se ajustó el parasol celeste sobre su cabeza, dejando que el fino encaje de su ropa elegante se moviera con la brisa. Los zapatitos de charol reflejaban los rayos del sol como pequeños espejos.
Jeon Jungkook, con su aspecto tosco y a primera vista despreocupado, se acercó a recibir a sus invitados. Su camisa de lino blanca estaba mal abotonada, mostrando una falta de atención al detalle que contradecía el lujo de la mansión. Al ver a Minsiuk descendiendo de la carreta, el alfa se peinó el cabello con una mano y ofreció una sonrisa torpe.
—¡Bienvenidos, señorito Sobong! —dijo Jungkook con una voz grave y algo áspera.
Minsiuk, conteniéndose para no mostrar su sorpresa por el tono grave, esbozó una sonrisa cortés. Sin embargo, no pudo evitar fijarse en la camisa mal abotonada de Jungkook. La visión le hizo arquear una ceja.
—Señor Jungkook, parece que su camisa... —comenzó Minsiuk, señalando amablemente la desalineación.
Jungkook se sonrojó al darse cuenta de su descuido. Sin pensarlo mucho, se quitó la camisa de un tirón, dejando al descubierto su pecho tatuado y musculoso. Minsiuk se quedó boquiabierto, y el señor Baek frunció el ceño con evidente incomodidad.
—¡Señorito Minsiuk, no mire! —ordenó el señor Baek, su voz cargada de desaprobación—. Por favor, mantenga la mirada en otra parte mientras el señor Jungkook arregla su camisa.
Minsiuk, con la cara enrojecida, utilizó el parasol para desviar la mirada, mientras el señor Baek observaba con una mezcla de desdén y preocupación. La situación era inusual y desconcertante para el joven omega, quien estaba acostumbrado a la formalidad y la etiqueta.
Jungkook, torpe en su intento por abotonar la camisa, se dio cuenta de la incomodidad que había causado y se esforzó por recuperar algo de dignidad. Sin embargo, su actitud natural, más cercana a un hombre de campo que a un sofisticado anfitrión, se mantenía inmutable.
—Perdón, señorito Minsiuk. No estaba... preparado para su llegada tan pronta —dijo Jungkook, mientras terminaba de ajustar los botones de su camisa.
Minsiuk volvió a mirar, su sonrisa ahora un poco más genuina pero aún contenida por el desconcierto. A pesar de la torpeza de Jungkook, había algo en su actitud directa y sin adornos que captó la curiosidad del joven omega.
—No se preocupe, señor Jungkook. Aprecio su calidez y hospitalidad, a pesar de... los imprevistos.
El señor Baek, aún visiblemente molesto, dio un resoplido y se adelantó para tomar el brazo de Minsiuk, guiándolo hacia el interior de la mansión con una mezcla de firmeza y desaprobación. Jungkook los siguió, tratando de disimular su incomodidad mientras ofrecía una sonrisa torpe.
—Pasen, por favor. La comida está lista. —dijo Jungkook, tratando de cambiar de tema y recobrar su compostura mientras avanzaban hacia el comedor.
—Gracias, señor Jeon.
El grupo se dirigió hacia el comedor. Al entrar, fueron recibidos por la señora Jung, la cocinera y figura maternal de Jungkook. La mujer, con una expresión amable y una actitud maternal, les dio la bienvenida con una sonrisa cálida.
—¡Qué gusto tenerlos aquí! —dijo la señora Jung—. Por favor, siéntense. Todo está listo.
Jungkook empujó la silla de Minsiuk con una brusquedad que no podía ocultar, pero que a la vez mostró una especie de cuidado que no solía expresar. Minsiuk se sentó con gracia, ajustando su servilleta y arreglando su postura con un estilo impecable. El contraste entre su elegancia y la actitud ruda de Jungkook era palpable.
—Así que, señorito Minsiuk, —empezó Jungkook mientras se sentaba a su lado—, ¿qué les parece el rancho hasta ahora?
—Es impresionante, señor Jeon. —respondió Minsiuk con modales refinados—. Agradezco mucho la invitación.
La señora Jung sirvió los platos, llenos de carnes asadas, verduras frescas y panes recién horneados. Jungkook miró a Minsiuk con curiosidad mientras el omega tomaba un tenedor y cuchillo con habilidad y precisión.
—¿Quiere probar algo de esta carne? —preguntó Jungkook, señalando la pieza de carne en su plato.
Minsiuk levantó una ceja, algo sorprendido.
—¿De qué tipo de carne es, señor Jeon?
—Venado. Lo cazé esta mañana. —Jungkook contestó con orgullo.
Minsiuk miró la carne con una mezcla de interés y preocupación, su mirada se tornó triste por el venado. Aunque trató de mantener una expresión neutral, sus emociones eran evidentes para el ojo atento de Jungkook.
—No, gracias. —dijo Minsiuk amablemente—. Prefiero no comer carne de venado.
Jungkook alzó una ceja, notando la tristeza en los ojos de Minsiuk, pero sin comprender del todo el motivo. Simplemente asintió y le ofreció otra opción.
—Si no te apetece eso, hay más cosas aquí. ¿Qué tal un poco de pan o unas verduras?
La conversación fluyó entre bocados de comida, con Minsiuk manteniendo su compostura y Jungkook haciendo esfuerzos por mantener una conversación educada, aunque su forma ruda de hablar siempre se imponía.
Mientras comían, el ambiente entre ellos se mantenía tenso pero cortés, con Jungkook observando a Minsiuk con una mezcla de admiración y curiosidad, y Minsiuk intentando adaptarse a la crudeza de su anfitrión mientras enfrentaba la tristeza por el venado que había sido cazado.
Cuando terminaron, Jungkook se levantó con un gruñido de satisfacción.
—Bueno, ¿listos para ver el rancho? Creo que les va a gustar.
Minsiuk asintió, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo. El señor Baek, con su porte recto y su expresión seria, se limitó a hacer una ligera inclinación de cabeza.
—Sí, señor Jungkook —dijo Minsiuk con una sonrisa educada—. Agradecemos mucho su amabilidad.
—No hay de qué —replicó Jungkook mientras les indicaba que le siguieran—. Vamos a comenzar con las crías. Ahí es donde el trabajo nunca se acaba.
Los tres avanzaron hacia el corral, donde los potros correteaban de un lado a otro. Jungkook, los llevó a través del establo. Minsiuk observaba con interés y algo de sorpresa.
—Nunca había visto tantos caballos en mi vida —admitió Minsiuk, acercándose a uno de los potros—. Son impresionantes.
—Sí, y no hay nada como la sensación de montar uno —dijo Jungkook con un brillo en los ojos—. ¿Te gustan?
—Muchísimo —contestó Minsiuk, su mirada enfocada en un caballo blanco de crines largas y sedosas que destacaba entre los demás—. Ese es realmente hermoso.
Jungkook se detuvo y miró al caballo que había capturado la atención de Minsiuk. Se volvió hacia él con una expresión desafiante.
—¿Te gusta? —preguntó, frunciendo el ceño—. Bueno, si te gusta tanto, te lo regalo.
Minsiuk parpadeó, claramente sorprendido.
—Oh, señor Jungkook, eso no sería necesario. Es demasiado generoso —dijo Minsiuk, su voz temblando ligeramente—. Pero… no sé montar a caballo.
Jungkook levantó una ceja, divertido por la confesión.
—¿Y eso qué importa? —replicó con desdén—. El caballo es tuyo, así que aprende a montar si te hace falta. Pero primero, dale un nombre.
Minsiuk miró al caballo blanco, su rostro mostrando una mezcla de alegría y preocupación.
—¿De verdad me lo regala? —preguntó, su voz apenas un susurro.
—Sí, de verdad. Ahora, ¿cómo lo llamarás?
Minsiuk sonrió, los ojos iluminados por un destello de emoción genuina.
—Voy a llamarlo "Eros". Me parece que encaja con su apariencia —dijo, acariciando el hocico del caballo con ternura.
Jungkook asintió, satisfecho.
—Entonces es oficial. Eros es tuyo. Ven, vamos a seguir con el recorrido —exclamó sonriendo—. Vamos a ver los sembradíos primero —anunció JungKook, señalando hacia el horizonte.
Minsiuk asintió con una sonrisa cordial, pero su sorpresa era evidente al ver la vasta extensión de campos de maíz, que se extendían en un mar de verdes y dorados.
Al llegar a los sembradíos, algunos de los empleados, trabajando con la tierra bajo el ardiente sol, levantaron la vista. Rieron y murmullos recorrieron el grupo cuando vieron a JungKook en su mejor atuendo, algo raro en él.
—¿Qué tenemos aquí? —gritó uno de los trabajadores con tono burlón—. El jefe está todo arreglado, parece que está en una fiesta, no en el rancho.
Jungkook, sin cambiar su expresión de enfado, lanzó un gruñido mientras sus ojos se encendían en furia.
— ¡Mierda, cuánto me fastidia su falta de respeto! ¡Pónganse a trabajar en lugar de estar chismorreando como viejas de pueblo!—dijo con un tono áspero, lanzando palabras obscenas. Su mal humor era palpable.
Los trabajadores respondieron con risas y murmullos despectivos, sin mostrar ninguna prisa por volver al trabajo. Minsiuk, sorprendido por el espectáculo, cubrió su boca con una mano mientras miraba la escena. No estaba acostumbrado a tal vulgaridad.
El señor Baek, notoriamente incómodo, trató de interceder.
—Creo que es mejor que nos retiremos, Señor JungKook. Este ambiente no es apropiado para el señorito Minsiuk.
Minsiuk, sin embargo, levantó una mano en un gesto de calma y sonrió, tratando de suavizar el ambiente.
—No hay necesidad de irse de inmediato, Señor Baek. Es parte del encanto de un rancho. Permítame saludar a los trabajadores —dijo sonriendo—. Buenos días a todos. Soy Sobong Minsiuk, el hijo del nuevo banquero. Un placer conocerlos.
Uno de los trabajadores, aún con tono burlón, le lanzó un comentario a JungKook.
—¿Por qué no te llevas de esposo al joven Sobong? Tal vez así aprenda un poco de modales, jefe.
Jungkook, sin pensarlo dos veces, agarró una mazorca de maíz de una de las cajas cercanas y la lanzó directamente a la cara del provocador.
—¡Cállate y haz tu trabajo!
La mazorca golpeó su rostro y cayó al suelo, provocando risas entre los demás.
Minsiuk se sonrojó y miró a JungKook con sorpresa. Nunca había presenciado una escena como esa. y le dio una mirada preocupada.
—¿Siempre es así? —preguntó Minsiuk, tratando de mantener la calma.
Jungkook se volvió hacia Minsiuk, tratando de suavizar la situación con una sonrisa torpe.
—Lo siento por eso, señorito Minsiuk. Este lugar tiene su propio carácter —dijo el alfa acomodando su sombrero.
Minsiuk, recuperando su compostura, asintió.
—No hay problema, señor Jungkook. Solo... no estaba preparado para tanta franqueza —admitió aferrado a su parasol.
—Aún así discúlpeme, será mejor que vayamos a ver el ganado —dijo acelerando el paso para ir hacia donde estaba la vacada—. ¿Sabes algo sobre vacas, señorito Minsiuk? —preguntó JungKook, intentando romper el hielo mientras los guiaba por el sendero.
Minsiuk sonrió suavemente.
—He leído bastante sobre ganadería, aunque nunca he tenido la oportunidad de interactuar con ellos directamente. Estoy ansioso por aprender.
La respuesta cortés de Minsiuk hizo que JungKook frunciera el ceño, pero no pudo evitar admirar la calma y el respeto en su voz.
—Espero que no te asustes. Las vacas son menos sofisticadas, pero también tienen su encanto.
A medida que se acercaban al corral, JungKook notó que la tensión en su propio cuerpo se estaba acumulando. Las palabras de Minsiuk, aunque educadas, no ayudaban a calmar su nerviosismo. Era raro para él sentirse tan fuera de lugar en su propio dominio, especialmente con alguien que no encajaba en el perfil rudo y simple del rancho.
Minsiuk, notando la rigidez en la postura de JungKook, decidió hacer algo al respecto. Sin que nadie lo notara, dejó que sus feromonas sutiles y dulces, con aroma a fresitas, se dispersaran en el aire. JungKook, al inhalar el aroma, sintió una ola de calma invadirlo. Su expresión se relajó y, por primera vez, una sonrisa genuina se formó en su rostro.
—Gracias, —dijo JungKook, mientras recogía algunas flores silvestres del suelo—. Pensé que podrías apreciar las flores de campo.
Minsiuk aceptó las flores con una sonrisa que reflejaba su gratitud.
—Son hermosas. Gracias, señor Jeon.
Sin embargo, la atmósfera pacífica se rompió abruptamente cuando una de las vacas, curiosa y sin cuidado, se acercó al señor Baek y comenzó a mordisquearle la camisa con evidente interés. El pobre hombre trató de apartarla sin mucho éxito, mientras sus exclamaciones nerviosas llenaban el aire.
—¡Oh, por favor, ayúdame! —gritó el señor Baek, intentando repeler a la vaca que no parecía dispuesta a soltar su camisa.
Jungkook no pudo contener una risa baja pero genuina, su tensión desapareciendo por completo ante el espectáculo. Minsiuk, a su lado, observaba la escena con una mezcla de diversión y preocupación.
—Parece que una de sus vacas tiene un gusto peculiar, —comentó Minsiuk, riendo suavemente mientras se acercaba al señor Baek para ayudarlo.
Jungkook se acercó también, tratando de apaciguar a la vaca y devolver la calma al lugar.
Mientras trabajaba para desviar la atención de la vaca, miró a Minsiuk con un nuevo respeto. La forma en que manejó la situación, con una combinación de gracia y simpatía, le hizo darse cuenta de que tal vez el omega tenía mucho más que ofrecer de lo que había anticipado.
—Bueno, —dijo Jungkook, mientras finalmente lograba que la vaca soltara la camisa del señor Baek—. Creo que has visto suficiente por hoy. Vamos a regresar.
Minsiuk asintió, todavía sonriendo.
—Sí, ha sido una experiencia interesante.
Mientras regresaban al hogar de JungKook, el ambiente era notablemente más relajado. JungKook, que antes se había mostrado áspero y distante, ahora parecía estar dispuesto a dejar que Minsiuk viera un lado más amable de él.
Minsiuk, por su parte, sentía que la brecha entre ellos se estaba cerrando, aunque aún quedaba mucho por descubrir en su relación.
—Gracias por hoy, —dijo Minsiuk al final del recorrido—. Espero que no haya sido una molestia.
—No ha sido una molestia en absoluto, —respondió JungKook, mientras miraba a Minsiuk con una nueva apreciación—. Quizás haya más que mostrarte en el futuro.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, los dos se despidieron con una promesa tácita de continuar conociéndose, cada uno intrigado por el mundo del otro.
Minsiuk subió a la carreta y sonrió mirando las flores. El campo empezaba a ser agradable para él.
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