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Cadena de flores

9 de Noviembre.

Amelia despertó con el corazón feliz, brincando como nunca e irradiando todo su amor y compasión a su entorno, resistir la tormenta y animar aquellos que lo necesitan.

Ella estaba por levantarse, sin embargo noto espacio de sobra en su amplia cama, se dió cuenta de que Gabriel no estaba, no había rastros de el, pero Amelia se sentía preocupada, ella sabía que algo andaba raro, pues el hombre no se levantaba temprano, tal vez iría con una amante o algo parecido, con lo reciente de su padre pudo ir a su casa, ella no sabía que sucedía, pero entonces decidió ir a la cocina a desayunar, cuando algo increíble pasó.

Gabriel: buenos días Amelia

Amelia: eh, buenos días, disculpa, qué hora es?

Gabriel: son las 6:06 Amelia, porque?

Amelia creia que era más tarde, algo débil suceder para que el estuviera despierto...

Gabriel estaba sentado en el sillón leyendo correspondencia, algo normal al parecer, estaba atento y serio como siempre.

Amelia: creí que me levanté tarde es todo, como lo siento haré el desayuno

Gabriel: no es necesario

Amelia: que dice?

Gabriel: el desayuno está listo, lo mandé a hacer para que te enfoques a lo demás, también en un rato llegará la comida y la cena, tienes poco trabajo, de acuerdo?

Amelia: enserio? Porque hizo eso señor, lo lamento, debí decir gracias, se lo agradezco mucho Gabriel

Gabriel: jeje de nada Amelia, los empleados de mi padre se quedaron sin trabajo, entonces se quedarán aquí, tu trabajo ahora es hacer lo que quieras

Amelia: no lo puedo creer, gracias Gabriel

Gabriel se levantó de su lugar y dejo las cartas un lado, fue directo a su esposa y le dió un beso en la frente.

Gabriel: de nada, debo irme

Amelia se congeló, sintió ese beso muy cálido, pero deseaba que fuera de otra persona... De Ricardo, su amado Ricardo.

Gabriel se fue a trabajar, sintiendo una emoción nueva, algo despertó en el, pero, no lo comprendía.

Amelia esperaba en su balcón, una carta de su enamorado, con la esperanza de verlo todos los días, poder rosar sus labios con los de el, poder sentir entre sus dedos el cabello del chico, poder tocar sus manos en una sola posición, decirle cada mañana cuánto lo ama y poder acariciar su rostro.

La chica iba todas las tardes a su buzón en el jardín, deseando siempre encontrar una carta, esa carta que tanto anhelaba su corazón, aquel trozo de papel con un aroma de perfume colonial, el manuscrito incrustado con tinta negra, versos llenos de poemas y sentimientos que se quedaron prendados con el tiempo.

En el sobre no se encontraba nunca alguna dirección, referencias o indicios sobre dónde provenía, solo estaba a quien iba dirigida, a dónde, y porsupuesto el contenido. En todas las ocasiones iba acompañada de unas flores, una rosa, un girasol, una margarita, un tulipán, una gardenia, un jazmín, entre otras.

Esa mañana fue más temprano a revisar su buzón al jardín, y fue su sorpresa la que encontró, la carta de cada semana se encontraba ahí está vez con un ramito de violetas como siempre sin tarjeta entonces las tomó y las llevo a su cuarto, se sentó en la silla de madera junto a la ventana, dejo las flores en una mesita y comenzó a leer la carta.

9 de Noviembre

M

i querida Amelia:

Mi bella estrella, mi corazón desea saber cómo te encuentras y que estás haciendo, quisiera estar en estos momentos a tu lado y poder contemplar tu hermosa sonrisa, verte cada día dormir junto a mí y poder escuchar tu voz cantando junto a la mía diciendo cuánto nos amamos. Se que por ahora la vida no nos ah sonreído por completo, últimamente te imagino cumpliendo tus sueños y volando muy alto, yo apoyándote diciéndote que eres increíble, tú me vuelves loco y no es un secreto que quiera ocultar, por favor vuela a mi lado y rescribamos la historia, libera a tu pueblo de la jaula que los hombres hemos puesto yo pelearé a tu lado...

Yo debo de confesarte que no soy la mejor persona en el mundo y no soy digno de una persona tan maravillosa como lo eres tú, usted merece todo el cielo, pero yo solo soy un simple esclavo que te ama, un admirador que te contempla en secreto y no es digno de mostrarse a la luz, pero te aseguro una cosa que no cambiará, tu ocupas un lugar enorme en mi corazón y estas siempre en mis oraciones, quisiera darte la felicidad que mereces porque eres alguien admirable, muy fuerte y hermosa, nunca te olvidaré y siempre te amare.

Con todo mi amor
Ricardo Vera.

Los segundos terminaron, seguidos de los minutos y más tarde las horas. Los días pasaron, luego las semanas y posteriormente los meses, la doncella leía y escribía cartas a su honorable caballero, llenándose de ilusión y amor.

El recuerdo de un adiós días lejanos que se van, cartas viejas en el desván que el tiempo encontrará, acuarelas de amistad en rojo y gris y ahí estaré cada vez que al sonreír resista el amor, de esos versos que escribimos tu y yo corazón de un lienzo que no ah perdido su color, si tus manos y el calor se funden con mis sueños hoy ¿Porque morir?

No hay una razón no hay ningún porque si morir y amar se enredan hilos del amor, cadena de flores, lloraré tu adiós y reíra el dolor pero amarte en esta vida es resistir, luchar vencer la eternidad quedar en pie solo yo.

El recuerdo de un adiós los días pasan son querer si nos falta algo por contar palabras que decir, tu mirada que se pierde tan dispersa como el mar y a pesar de todo contigo seguiré la armonía entrelazada de este amor tú y yo, canciónes que brotarán del corazón y el sonido de tu voz cantará junto a la mía al fin y por una vez...

Si hay una razón, si hay algún porque que morir y amar sean uno al unir, la cadena de flores ríos de pasión llenarán mi mar y por cada piel mil lágrimas de amor y yo cantando junto a ti la melodía sin fin.

Lloraré tu adiós y reíra el dolor y seremos como pétalos en flor que van flotando sobre el mar y enredará este amor al fin tu y yo y yo en ti, no romperá Dios cadenas de una flor.

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Tres años pasaron, Gabriel se portaba mejor después de la muerte de su padre, era más atento con su esposa y con el mundo era más amable, algo en el despertó y lo cambio para bien, al parecer ese pensamiento del bien llegó para quedarse y descubrió que un hombre no debe mandar ni ser dueño del mundo ni dominar al débil, porque las mujeres no son débiles y cometen un error al tenerlas de accesorio, ellas valen mucho más que eso.

Amelia, aquel ángel de la esperanza con ojos azules cuál cielo celeste y cabello amarillos como el oro, destacaba como líder en el pueblo, ya que meses atrás ella y Victoria comenzaron una revolución en el cambio de las leyes, incluso se animó a hacer manifestaciones por toda la ciudad y protestas a favor de evadir el machismo y la desigualdad de género, elaboró grupos de votaciones de todas las edades para decidir el cambio del pueblo que ni siquiera Gabriel pudo evitar.

Una revolución comenzó, la chica fue motivada carta por carta para decidir cortar las cadenas que la mantenía atada al compromiso en casa y a su marido, Ricardo le ayudo a poder comprender no solo la realidad, sino que también en la vida real podía haber felicidad y amor, si nosotros deseábamos convertirla en un cuento de hadas, que siempre la lucha tendrá un propósito y si es posible hacer lo imposible.

Solo ella podía investigar quién era Ricardo, y ella deseaba desde hace tres años ver aquel hombre, el único dueño de su corazón y al que tanto la ilusionaba, gracias a él se abrió los ojos quitándole la venda del prejuicio y liberandola de las rejas de la esclavitud, ella deseaba con toda su alma poder verlo de nuevo, el era su razón para seguir, y en un tiempo cercano...

El saldría a la luz, quitándose la máscara revelando su verdadero ser.

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