Chico castaño

Los rayos de sol golpeaban mi cara y me abrazaba el calor que estos emanaban. No eran molestos ni afectaban mi vista, sino que le daban una vista etérea al lugar el cual ya conocía: El patio de la escuela. Y este se veía tremendamente hermoso.

Parecía haber visto esta escena antes, en un sueño que parecía no recordar perfectamente, pero ahora mi percepción era más cercana que la vez anterior. Mejor dicho, me encontraba parada detrás de ese gran árbol arce color naranja que soltaba destellos dorados desde sus hojas, las cuales caían lentamente en el fresco pasto verde. Pues el atardecer estaba presente a mí vista.

Y detrás del árbol, se encontraba aquel chico castaño, todavía de espaldas sosteniendo una pequeña libreta llena de garabatos y distintos bocetos, algunos más llamativos que otros.

Pero mi curiosidad y asombro al notarle se mantenía intacta, quería saber cómo lucia de frente el llamado "hombre misterioso".

En un instante, intenté acercarme más a él y las hojas bajo mis pies crujieron oyéndose más que el canto de las aves y el fuerte viento que cruzó de repente haciendo que algunos mechones de mi cabello suelto le siguieran. Y entonces, lo que esperaba, sucedió.

Alertando al chico, este se giró para ver quién era la persona causante del sonido. Todo transcurrió en cámara lenta sin que las hojas dejarán de caer del árbol. Algo así como la escena de un reencuentro amoroso que nunca tuve.

Me perdí en esos ojos de un color café claro con grandes pestañas espesas y oscuras que adornaban esa mirada intensa que poseía aquel sujeto. Sus facciones eran suaves y poco marcadas, tenía labios gruesos con un tenue rosado cereza que deseaba ver hasta cansarme. Como podía ser posible que en este chico resultara tener un perfil masculino perfecto. Y como es que yo pudiera ser digna de verlo sin algún tipo de consecuencia.

Oh espera, creo que mi corazón explotara en cualquier momento o se saldrá corriendo a algún lugar.

Y si mi autoestima estaba cayendo levemente al suelo antes de esto, ahora estaba varios metros bajo tierra. Era un hecho.

Me quedé inmóvil sin saber que hacer o decir, parecíamos ser solo nosotros en ese momento -más bien, lo éramos- quería hablarle pero el sueño llevaba limitaciones y esta parecia ser una de ellas, pues al tratar de decir algo, simplemente no salía y mi voz era inexistente.

De un momento a otro, todo comenzó a desvanecerse gracias a un sonido que parecía lejano pero crecía cada vez más hasta molestar a mis bellos y preciados oídos.

Mis párpados se removieron dejando que la poca luz que dejaba entrar las cortinas lilas me cegara un poco. Pero esta vez la alarma que retumbaba fuerte en mi habitación no me borro la gran sonrisa que habitaba en mi rostro.

Apague la dichosa canción molesta y me levanté hasta llegar a mi escritorio donde se encontraban todas mis bellas herramientas de dibujo. Tomé un lápiz al azar junto con mi scratchbook preferido y comencé a dibujar sin detenerme, la inspiración había llegado como un balde de agua fría y debía concentrarme antes de perder la bella esencia de la imagen que aún permanecía fresca.

Tenía que llegar a la escuela y esperar hasta que terminarán todas las clases para dirigirme al club de arte y poder plasmarle. Al diablo el paisaje encantador que tenía en mis planes para el concurso, estaba más entusiasmada por llegar a pintar ese envidiable perfil sin nombre.

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Quiero recalcar que el capítulo anterior sucedió un sábado y este es un comienzo de semana: Lunes.

Y todavía faltan un par de capítulos para llegar a conocer al chico misterioso que ya todos sabemos quién es. Pero les dejé una imagen al comienzo para que tuvieran una idea de como luce el lugar del sueño.