Capitulo 15 - El Último Recuerdo.
Anteriormente:
-¡No lo hagas! - volvió a gritar Taishiro con dificultad desde el piso –De igual forma... todos moriremos-
Katsuki sonrió
– Lo sé- respondió – pero no soportaría verlos morir ante mis ojos... -
Taishiro intentó hablar pero ya no sabía que más decir.
Katsuki volvió hacía los ojos de la princesa, sería el final.
-Yo lo ap…- antes de que Katsuki pudiese sellar la unión el cielo fue tomado por un fuerte estruendo haciendo que todos miraran hacia arriba. De entre el mar de nubes emergió una bola de fuego tan grande casi como el reino, iba directo hacia ellos.
La emperatriz extendió la mano con la palma abierta y la cerro en un puño, la bola de fuego explotó en pedazos que se apagaron al instante. Los ojos del reino se posaban en las nubes grises, tres palidas figuras descendieron de ellas, dos de ellos de pie sobre blancas nubes y el último solo envuelto en un aura blanca. Katsuki sintió un gran latido en su pecho, como si la angustia de los últimas semanas llegará ya a su fin. Yami sonrió después de tanto tiempo.
-Es él... - Dijo Kirishima sintiendo como la fuerza volvía de nuevo a su cuerpo.
-Izu... - Dijo Katsuki en voz baja, sus labios curaron una leve sonrisa mientras sus ojos rojos se posaba en los platas a más alturas.
-El pequeño y pálido sol aparece...- Dijo la emperatriz – Ustedes solo han venido a morir de manera voluntaria... -
Suspendido en el aire la figura del omicron resplandecía como una llama de esperanza hacia todo Shams, en el rostro del omicron se dibujaba una cálida sonrisa, pese a que su llegada marcaría el inicio de la batalla final.
Capítulo 15
El Último Recuerdo.
Ante la mirada atónita de todos en Shams, Izu sonrió al oir las palabras de la Emperatriz, no tenía miedo, tampoco se sentía débil, confiaba en sus habilidades y sobretodo quería recuperar a su sultán, su hogar, su vida.
— Esa sonrisa no te durará mucho tiempo cariño, solo son ustedes tres contra mi, están solos... No tienen oportunidad. — Dijo la emperatriz con aires de grandeza pero Izu sonrió con serenidad.
– No estamos solos... -
Un gran agujero se abrió en el cielo y se expandió veloz tragandose la tormenta y liberando al reino del eterno invierno. Detrás de Izu estaba la luna llena, se veía más cerca y grande de lo que alguna vez fue y su luz cubría todo, las tres figuras pálidas de Oboro, Hitoshi e Izu resplandecieron bajó la luz como estrellas.
-Mi madre siempre está conmigo- Dijo Izu. La emperatriz dejo de sonreír.
—Inko... -Dijo tan bajo que nadie la escuchó –... Siempre has sido una peste en mis asuntos, maldita diosa de la luna— blasfemo la emperatriz y apuño la mano para que las dagas que apuntaban a los cuellos de las personas se clavaran en ellas.
-Anular- Dijo Hitoshi y las dagas de hielo se volvieron agua justo antes de tocar el cuello de los ciudadanos.
-Un usuario de palabras... Pensé que los había eliminado a todos- Dijo la emperatriz.
Las marcas de casta de Yami y Kirishima se iluminaron, ya no sentían el peso sobre sus hombros y sentían el control de su cuerpo de vuelta. Se miraron entre si y sonrieron cómplices.
Yami cubrió a todos los ciudadanos con su sombra y los arrastró lejos hasta una torre poniéndolos a salvo.
La emperatriz no dejaba de ver a Izu lo demás ya no le importaba.
Oboro y Hitoshi descendieron montados en sus nubes las cuales se disolvieron al tocar el piso. Monoma se dividió creando a tres clones de él, dos de ellos obtuvieron alas y emprendieron el vuelo para atacar a quienes pudieran.
Los hombres que vigilaban desde del techo corrieron hasta Katsuki pero Yami y Kirishima llegaron justo a tiempo para cubrirlo.
La piel de Kirishima se endureció volviéndose afilada y puntiaguda como una roca. Yami se volvió una bruna y se incrustó en la piel de Kirishima, volviéndolo un ser oscuro de ojos blancos y dos alas negras se extendieron por su espalda lanzándose al ataque golpeando a los enemigos los cuales se evaporaron a su toque pero de inmediato otros dos más tomaban su lugar era como pelear contra un ejército de cucarachas.
Himiko corrió con una larga sonrisa saltando entre los tejados.
— Estoy agotado- Dijo Mirio deseando poder moverse para ayudar a los demás.
– Esto no está nada bien- dijo Taishiro con dolor, ambos estaban inmóviles en el suelo por culpa de la magia de la emperatriz.
-No se preocupen- Escucharon la voz de Izu en sus cabezas y un círculo envolvió sus marcas de casta, Pronto sus energías volvíeron y el cansancio desaparecío, cruzaron miradas. Taishiro saltó al encuentro con Himiko.
Mirio se giró para encontrar la mirada preocupada de Yosetsu, se inclinó hasta su altura y tomó sus mejillas para que se enfocará solo en él.
-¡Hey!- Dijo con una sonrisa - Despues de esto me gustaría saber ¿Quieres quedarte conmigo?-
Yosetsu se quedó en silencio y pronto su rostro se enrojeció no creyendo haber entendido -¿Eh?- apenas pudo exclamar.
-Tomaré eso como un si- Dijo Mirio para luego plantar un fugaz beso en los labios de Yosetsu y luego salir corriendo.
Katsuki había visto toda la escena y se quedó mirando a Yosetsu, si bien ya había visto a su hermano mirio con ese chico todo el tiempo no había tenido la oportunidad de saber realmente quién era o como se habían conocido y por qué Mirio parecía amarlo tanto.
-¿Quién eres tú?- Volvió a preguntar Katsuki con la ceja en alto.
Yosetsu se enrojeció aún más y nervioso comenzó a jugar con sus dedos.
-En fin... Ya lo averiguaré después, escóndete- Dijo Katsuki y también salió disparado del lugar con una explosión. Iba directo hacia la emperatriz, pero Tamaki se interpuso. Mirio apareció tacleando a Tamaki y sacándolo del camino.
Katsuki alzó su mano al frente y cuándo estuvo cerca de la emperatriz creo una fuerte explosión que se extendió por varios metros de distancia creando una nube de humo y polvo, luego saltó hacia un tejado con una explosión más.
La nube de humo se disipó y había una esfera de hielo en medio del gran cráter que había causado la explosión del sultán, la emperatriz se había cubierto apenas a tiempo, la esfera estalló en afiliados pedazos que volaron directo a Katsuki pero una onda de aura se extendió frente a él a forma de escudo derritiendo los cristales de hielo. Katsuki miró hacia arriba notando la presencia de Izu, intentó saltar para llegar a él pero fue aplastado por una inmensa presión que le hizo arrodillárse contra el suelo.
-La última vez que algo me salió mal fue hace mil setecientos años- Dijo la emperatriz con un rostro ya furioso.
Izu bajó a gran velocidad al ver como Katsuki no podía moverse, aterrizó a su lado y tomó su mano, sus auras se mezclaron tomando un tono dorado. El Alfa dejó de sentir el peso que lo aplastada y pudo respirar con normalidad.
-Es la primera vez en tanto tiempo que alguien puede desafiarme de está forma-
Dijo la emperatriz apuntando hacia ellos con la mano, una lluvia de afiladas agujas de hielo fue disparada en dirección a ellos pero Katsuki extendió la mano generado una explosión más grande de lo que una vez había hecho. Se giró confundido y luego vio que Izu le sonreía. Ambos se elevaron por el cielo sujetos de la mano. La silueta de la emperatriz se veía detrás de las columnas de humo parecía que no había recibido ni un rasguño.
Ambos se arrojaron contra ella quien extendió sus palmas deteniendo el puño de ambos y el hielo comenzó a trepar por los brazos del sultán y el Ómicron.
Izu se estiró hacia atrás lanzando una patada que dio en la cara de la emperatriz lanzándola lejos.
Taishiro se lanzó contra Himiko, pero ella saltó y piso sobre sus hombros, dio un giró en el aire inclinándose y apuntandole en el cuello con sus dagas. El sultán eludió el golpe pero había algo raro en esa daga. Himiko le sonrió y Taishiro sintió que el cuello le ardía, una delgada línea roja se dibujo en horizontal sobre su garganta.
-Imposible, yo lo esquive- pensó Taishiro. Él tenía razón la daga no era común.
Mirio corría en dirección a Tamaki. Las bolas de fuego que Tamaki escupía solo atravesaban el cuerpo de Mirio, era inútil. Frustrado, Tamaki se colocó una píldora esférica en la boca y la masticó. Unas alas aparecieron de su espalda y se alejó del rango de Mirio con la intención de tomar impulso para atacarlo.
El sultán desapareció en el suelo saliendo de la vista de Tamaki quien busco con la mirada entre el caos y se giró al escuchar el aire zumbar detrás de él, Mirio conectó un fuerte golpe con el puño en la cara de Tamaki quien dejó de aletear cayendo y saliendo de su alcance. Mirio se arrojó en picada, Tamaki transformó sus dedos en tentáculos para tratar de arremeter pero de nuevo sólo atravesaba el cuerpo del sultán sin hacerle daño.
Mientras tanto Oboro golpeaba con un largo báculo hacia Monoma. Pero cada vez que destruía un clon siempre era remplazado por otro.
--Fuego- decía Hitoshi sin parar y los clones estallaban en llamas. Pero era inútil no había fin.
Por otra parte Katsuki apuntó con las palmas hacia la emperatriz lanzando le una ráfaga de explosiones en forma de bolas de fuego pero estás solo se desvanecían frente a ella como si hubiese un muro invisible protegiéndola.
Los ojos de la bruja destellaron y Katsuki e Izu fueron encerrados en esferas de hielo. Golpearon con fuerza pero era inútil ninguno podía romperlas.
La emperatriz caminó despacio.
—Bien, el juego terminó... Es su fin…—
Las palabras quedaron a medias cuando unas largas enredaderas atravesaron su pecho dejándola estática a vista incrédula de Katsuki e Izu. Las enredaderas se agitaban esparciendo la sangre roja de la emperatriz por el suelo dejando un charco grande y espeso.
-I-Ibara... - Dijo despacio la emperatriz, la bruja extendió su mano, pero nada ocurrió. Las esferas de hielo que encerraban al sultán y al Ómicron se hicieron pedazos.
-Madre... - Dijo la princesa –Has perdido, he robado toda tu magia. Nunca creí que bajarias tu guardia-
-Traidora asquerosa... ¿Como es posible... Que tú me hagas esto? Supongo que es el final...- Dijo la emperatriz con la voz adolorida.
Todos lo combatientes se detuvieron, viendo como la emperatriz había sido atacada por su propia hija.
-¡Mi señora!- Gritó Tamaki pero Mirio aprovechó el descuido e introdujo su mano en el pecho de Tamaki tomando su corazón con la mano y con fuerza lo aplastó, Tamaki se giró hacia Mirio, se vieron por unos segundos hasta que la sangre salió por su boca y se derrumbó ya sin vida sobre el suelo.
A poca distancia los clones con los que peleaban Yami y Kirishima se deshicieron en el aire. Himiko y Monoma al ver a su reina derrotada decidieron aprovechar para huir.
Ibara movió sus enredaderas, alzó a la emperatriz sobre el aire y la estrelló contra el suelo con tal fuerza que su sangre se esparció en una macha salpicando con largas líneas.
Katsuki no perdió la oportunidad y disparó una gran explosión para terminar con la emperatriz de una vez por todas pero antes de que logrará ser alcanzada el cuervo en el que llegó la emperatriz bajó cubriendola del impacto con el ala. El fuego se esparció alrededor así como cientos de plumas quemadas que volaron al aire por el impacto.
-Isper... Debiste escapar...— murmuró la emperatriz. Las plumas del cuervo se esparcieron en todas direcciones, en segundos aquel colosal animal tomó la forma de un hombre envuelto en llamas. Su ojo era cruzado por una cicatriz y en su abdomen había una gran mancha de sangre, ese hombre caminó hasta la emperatriz y la sujetó con cuidado por la cintura y la cabeza para elevarla sobre sus piernas.
-¿Por qué lo has hecho, Isper...?-
-Rei... Por fin puedo hablar contigo de nuevo - Dijo el hombre abrazándola.
-Morirás por abandonar tu antiguo nombre... - Dijo Reí poniendo una mano en la mejilla de él.
Él la contempló y luego besó su frente sin agobiarse por lo que le decía.
– Si tú no estás, no hay necesidad de seguir viviendo...- le dijo mirándola fijamente con sus ojos azules.
-Esas palabras... es lo mismo que me dijiste hace tanto tiempo... Isper... O mas bien, mi querido Enji- Reí cerró los ojos, recordando por última vez su pasado.
Los haces de luz se colaban entre las hojas de las densas y altas copas de los árboles. Una pequeña niña corría entre los árboles, su cabello rojo y vestido blanco ondeaban por el viento, extendía los brazos y sonreía despreocupada. Debajo de sus pies descalzos crecía una alfombra verde de pasto, corrió hasta llegar a un rio dónde se detuvo cerca de la orilla, se vio reflejada en las tranquilas aguas sonrió, a su alrededor brotaron tallos y se abrieron mostrando hermosas flores.
Las aves revolotearon alrededor de la pequeña, varios animales la veían desde la distancia, su presencia no les intimidaba, ella siempre iba al bosque a jugar con ellos.
Un crujido alertó a la niña y los animales huyeron. Ella solo mantuvo la sonrisa.
-Se que estás ahí ¿Podemos jugar juntos?-
Un chico de cabello rojo se asomo detrás de un árbol, una cicatriz cruzaba su ojo izquierdo.
-¡Vamos, acércate!- Dijo la pequeña.
El chico salió despacio solo llevaba puesto un pantaloncillo corto, caminó indeciso pero la pequeña esperó paciente sin perder la sonrisa.
Cuándo por fin estuvo a su alcance ella lo tomó de la mano y comenzó a correr por el bosque con él. Los arboles solo parecían un borrón café mientras corrían.
“Me habías estado observando por días, pero esa fue la primera vez que me atreví a hablar contigo”
-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó la pequeña mientras tomaba flores y las enredaba en una corona.
El pequeño la observó, le parecía curioso todo lo que ella hacia resultaba extraño para él, pero le era muy cómodo.
-Enji... - Respondió después de un largo momento en silencio.
“La verdad es que desde el primer día quería jugar a tu lado”
Ella caminó y colocó la corona de flores sobre la cabeza de Enji.
-Me llamo Reí- Escondió las manos tras su espalda, sus mejillas estaban rojizas.
Enji palpo la corona de flores y guardó silencio, Rei giró la cabeza y balanceo el pie de atrás a hacia adelante.
-No te gusta... - Lo dijo muy bajo, casi en un susurro e inclinó su cabeza viendo hacia el suelo, pero no recibió repuesta.
Vio los pies de Enji cerca de los suyos, eran más grandes de pronto sintió un beso en la mejilla, confundida levantó despacio la cabeza y encontró la expresión seria de Enji.
“Desde ese momento lo supe, quería estar contigo hasta el final. ”
“Los días pasaron. Comprendí lo que tus silencios guardaban. Nunca entendí lo que estaba en juego, aún así mi madre nunca intentó separarnos, ella también había roto las reglas al enamorarse de un hombre humano”
-¡Vamos Enji!- Gritó Reí desde el lago, se había atado su vestido un poco debajo de la cintura, el agua llegaba hasta sus rodillas. Habían pasado los años y los niños ahora eran jóvenes, las piernas de Rei se habían vuelto largas y delgadas, los vestidos no podían ocultar las curvas delineadas de su cuerpo, pero nunca había perdido su inocente sonrisa.
Enji la observó desde la sombra de un árbol, su torso era ancho y sus brazos fuertes, su expresión parecía molesta, pero Reí veía más allá de eso. Enji caminó dejando las grandes marcas de sus pies impresas sobre la hierba.
Entró al agua y se detuvo frente a ella. Rei levantó la cabeza para encontrarse con los ojos de Enji, había crecido tanto.
Los hombres de la tribu de los cuervos siempre crecían altos y con cuerpos anchos, en cambio las brujas tenían figuras delicadas y una eterna inocencia en sus facciones.
Enji la tomó por la cintura y se inclinó para dar un beso en su cabeza, Rei dejó salir una risa pequeña y lo abrazo enredando los brazos en su cuello, tuvo que ponerse en puntas para poderlo alcanzar.
— Lo pensé por mucho tiempo- Dijo Reí, Enji no apartó sus ojos de los de ella
– Quiero estar a tu lado por siempre... -
Enji mantuvo su expresión de piedra, pero sus mejillas se volvieron rojas.
-Mamá dijo que cuándo dos personas se quieren pueden…. No recuerdo la palabra bien ¿Atarse?- Reí se quedó pensado, pero dejó de darle importancia.
—Bueno la palabra no importa si la acción es la misma. Ella me dijo que dos personas pueden atarse y así vivirán el uno para el otro- Rei sentía como el corazón de Enji golpeaba fuerte contra el pecho, le alegró sentirlo.
-¿Quieres atar tu vida a la mía?- Preguntó Reí y Enji asintió con la cabeza muy lento.
-Creo que ahora debemos intercambiar palabras o algo así- Dijo Rei.
El lago estaba quieto, como un espejo reflejaba la luz del sol. El vestido de Rei refulgía Como un diamante, en los ojos azules de Enji también parecían haber sido cubiertos por el brillo del lago.
-No se que decir- Dijo Enji
Rei sonrió, él nunca había sido bueno con las palabras.
– Está bien, no es para tanto-
-¡No!- Dijo Enji un poco exaltado, Reí estuvo un poco desconcertada, nunca lo había visto alterarse.
– Yo… quiero hacerlo bien-
-Esta bien- Reí dejó un beso en la mejilla de Enji, él se arrodilló quedando casi a la altura del pecho de Rei.
-¿Qué haces?- Preguntó confundida.
-Tu padre dijo que esto es lo que debía de hacer- Enji tomó las manos de Rei entre las suyas y la miro a los ojos.
-Quiero estar a tu lado y…- Enji se quedó en silencio, no sabía que más decir, Rei le sonrió
-Siempre lo estaré- Respondió Reí.
-Quiero caminar contigo por siempre... - continuó Enji.
-¿Y si me canso de caminar?-
- Yo te cargare...- Se apresuró a decir Enji.
-¿Si está muy oscuro?-
-Yo iluminare el camino-
-¿Y si no quiero caminar?-
-Me sentaré a tu lado-
-¿Y si un día ya no puedo seguir viviendo?- Preguntó Reí con una sonrisa.
Enji lo pensó un momento.
– Si tú no estás no hay necesidad de seguir viviendo— respondió Enji y Rei se quedó en silencio y luego sonrió conmovida.
– Entonces viviré para siempre—
Ella se inclinó y dio un beso en los labios a Enji.
“Esos días fueron los más preciados para mí, pero las cosas tomaron un camino cruel”
Enji corría a toda prisa por el bosque sujetando de la mano a Reí, las lágrimas caían de sus ojos.
-Enji, mis padres…- Reí no pudo terminar la oración, sabía que nadie escapaba de los guardias de la reina, una vez iniciaban su casa era el final.
Enji no respondió, del abdomen le escurría a sangre, había sido herido por las garras de las criaturas de los soldados dejándole un profundo hueco en su interior, arrastró a Reí hasta una parte profunda del bosque un lugar al que las brujas no debían ir por órdenes de la reina. La luz se volvió sombras y los árboles verdes ahora eran grises y torcidos, en las cortezas parecían dibujarse rostros deformes que los seguían con la mirada, cayeron por una pendiente y rodaron hasta golpear con unas rocas, respiraban agitados ya no podían seguir más. Rei se arrastró hasta Enji y lo abrazó, sonreía débilmente, era su final.
-Si tan solo mi magia fuera más fuerte...podría protegernos- Sollozo Rei.
En la distancia se escuchó el chillido de las criaturas que los perseguían, estaban cerca.
-¿Deseas poder?- una voz hizo eco, casi como un silbido, Rei levantó la cabeza débilmente y miró a todas partes.
-Yo te lo puedo otorgar- La voz hizo eco otra vez. La piedras que rodaban el lugar se llenaron con una venas de color negro que parecían punzar.
– Dame lo que yo quiero y tú tendrás lo que deseas- Rei no tenía palabras para responder no sabía lo que pasaba, escuchó el chillido más cercano de las criaturas, ya no tenía tiempo para pensar las cosas.
-¡Por favor dame el poder para salvarnos!- Grito Reí y Enji tocio sangre y sostuvo la mano de ella.
-Es un trato- se escuchó en la distancia.
Las venas negras se diluyeron formando un charco oscuro sobre el suelo, aquel líquido se arrastró hasta estar delante de Reí.
-Bébelo... - Escuchó el eco provenir del charco. Rei se inclinó sobre el líquido que gorgoteaba, cuando el líquido cruzó su garganta sintió un ardor terrible, como si tragara fuego, su cuerpo se arqueo y estuvo apunto de vomitarlo, pero siguió adelante hasta que todo el líquido despareció, se sujeto la garganta por el dolor, sentía que no podía respirar.
Su cabello y piel fue perdiendo su color hasta hacerse blancos, sin ningún rastro de vida. Las criaturas llegaron y se detuvieron en la parte más alta de la colina. Sus cuerpos animales eran negros, piel pegada a sus huesos con un aspecto enfermo y aceitoso, eran muy altos y en su hombros no sostenían una cabeza, solo había largos tentáculos que se retorcidan como gusanos.
Las criaturas chillaron una vez más y bajaron a prisa, Rei se puso de pie, alzó la mano y la temperatura descendió muy rápido, las largas piernas de las criaturas comenzaron a cristalizarse hasta que sus piernas se rompieron bajó su peso. Solo se escúchaba el grito de estas, arrastraron su torso intentado ir por su presa pero Rei subío por la colina y extendió su mano; una larga lanza de hielo se creo desde su palma hasta el suelo, uno a uno fue atravesando a aquellas cosas hasta que dejaron de retorcerse. Bajó para encontrar a Enji muy pálido, sus ojos eran de un gris sucio, tomó sus mejillas entre sus manos y plantó un beso sobre sus labios.
-¿Cómo puedo salvarlo?- Gritó Rei.
-Dale un nuevo nombre y una nueva forma- Dijo la voz resonando en su cabeza. - Si el abandona ese nombre y forma su destino continuará dónde se quedó justo en este momento.-
Rei se inclinó pensando, el nombre de su padre podría servirle.
– Tú dejaras de ser Enji, tu nuevo nombre será Isper... -
El cuerpo de Enji se retorció y crujió ante la mirada horrorizada de Rei que solo podía abrazarlo, sus extremidades se retorcían y escuchaba como sus huesos se quebraban, parecía volverse una masa pequeña y sin forma hasta que unas plumas blancas brotaron y un pequeño cuervo aleteaba sin fuerza. Rei lo acuno contra su pecho. Esa noche ella la paso llorando hasta el amanecer.
Todos veían a la Bruja sostenida por aquel extraño.
-Lo siento... - Dijo Rei –No pude mantener mi promesa, no pude vivir por siempre...- dijo con los ojos cristalinos por lágrimas.
-Esperé tanto para decir esto... - Dijo Enji
- Gracias, Rei-
Por último Enji dejó un beso en los labios de Rei y las llamas que estaban alrededor de los dos los envolvieron creando una gran antorcha que se arremolino hasta perder fuerza y desvanecerse dejando solo un rastro de cenizas que se elevó hacia el cielo.
Katsuki sostuvo con fuerza la mano de Izu, por algún motivo sintió una gran pena por aquel hombre e incluso por la emperatriz. Se giró para ver a los ojos al príncipe.
-Katsuki…yo... Perd... - antes de que Izu pudiera decir algo más el sultán lo atrajo hacia él de un tirón y unió sus labios con los ajenos sellandolos en un sutil beso que duró sólo unos segundos hasta que se separó sin dejar de verlo.
-No importa... - Katsuki se alejó un poco sin soltar la mano de Izu.
–Estás aquí eso es lo único que me interesa- le dijo sonriendo leve.
Yami y Kirishima llegaron rodeando a Izu con un abrazo lleno de cariño.
-¡Hermanito! - Gritó Kirishima.
-Izuku estás de regreso – Dijo Yami con alegría pero Katsuki se quedó un momento en silencio analizando cómo le había dicho Yami.
-¿Izuku? ¿Quién demonios es Izuku?- dijo Katsuki con el ceño fruncido.
Izuku carcajeo en alto.– Ese es mi nombré —
Katsuki lo observó confundido.
- ¿Ah? ¿Qué tu nombre no es solo Izu?- Preguntó el sultán sintiéndose como un idiota. Izu negó con la cabeza sin perder su sonrisa.
– Es un apodo que Yami me puso, la verdad es que odio que me llamen Izu—
— Espera un momento ¿Pero en el palacio de la luna tu me dijiste que te llamabas Izu cuando te encontré— Katsuki estaba muy confundido.
Izu sonrió muy alto y señaló a Yami con el dedo – Él fue quién lo dijo, Yo no podía hablar ¿recuerdas?... –
Katsuki elevó sus palmas en amenaza y se produjeron pequeñas chispas y explosiones, su mirada roja estaba clavada en Yami.
—Tú... —
Yami le sonrió nervioso y se volvió una nube de humo que escapó a toda prisa de la ira del sultán escabullendose entre los pasillos.
-¡Espera maldito!, ¡vuelve acá, me las pagarás por haberme engañado todo este tiempo! — Gritó Katsuki saliendo disparado tras él con una explosión.
Izu sonrió divertido y tras un suspiro vio hacia cada rincón, todo estaba cubierto por la nieve aún. Tenía mucho trabajo por hacer, todos en Shams estaban ahora a salvo, la pequeña guerra a la que se habían enfrentado había terminado o por lo menos eso esperaban, la sonrisa de Izuku se borró al recordar que su únion con el sultán aún no estaba del todo completa, faltaba lo más importante.
Miró luego a la hija de la emperatriz que parecía estar quiera observando al cielo.
Continúara.
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¡¡SORPRESA!! apuesto a que no esperaban que la actualización programada para el sábado la publicaramos hoy >w< bueno eso fue debido a que ya estaba listo el regalito que les mencioné desde hace tiempo, es decir la portada del fic. Cuando se la mostré a Dramer le gustó tanto que me pidió que ya publicará el capitulo, así que agradezcanle a él, por que yo pensaba mostrárselos hasta el sábado xD
¿Qué creen que pase en el siguiente episodio? ¿Algo malo obueno?... Las cosas pueden ser inesperadas 7v7...
Por cierto ¿que les pareció la nueva portada?, ¿ya la vieron?. Aquí les dejo la imagen completa UvU fue dibujada por la talentosa YukarietD en twitter créditos para ella :D vayan a apoyarla! Los textos y así los edite yo uvu
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