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Epílogo




El camino más largo tiene su fin; la noche más lúgubre acaba con la llegada de la mañana.

Harriet Beecher Stowe



Algunas estaciones han pasado desde la última vez que Min Yoongi estuvo en este invernadero, con un corazón más salvaje, pensamientos más caóticos, y un montón de sentimientos que no podía identificar.

Este día es diferente, él los puede identificar una vez aparecen, recibiéndolos con los brazos abiertos, incluso sabe cómo son más intensos que en el pasado, y puede, también, señalarlos con el dedo.

Como ahora, quizá, que siente amor, orgullo, alegría y anticipación.

Suspira, moviendo sus cabellos oscuros de su frente. Jin estuvo diciéndole que lo cortara un poco, pero Yoongi lo pospuso por tanto tiempo que, cuando la fecha llegó, ya no valía la pena.

Ahora, en la cornisa del edificio, se ríe de sí mismo porque ha aprendido que siempre es mejor hacerle caso a Jin. Él, en definitiva, toma mejores decisiones de vida.

Mejores decisiones sobre la cena y el vino, mejores decisiones sobre música, sobre ropa y tinte, sobre qué calle tomar para evitar el tráfico, sobre qué pintura de pared comprar, sobre qué shampoo para perro es mejor, sobre qué remedio es mejor para la infección de garganta en niños, sobre qué decir, qué hacer y qué no hacer en los momentos correctos, como solo él sabe y puede.

Yoongi a veces piensa que, de todas sus decisiones, apostar por Jin y luchar por él ha sido la mejor y más notable.

Hmm, ¿Qué estará haciendo justo ahora?

Se apoya en el muro con su espalda inclinada y sostiene la agenda que se ha olvidado de sacar de la maleta y que ha traído al invernadero solo para pasar el tiempo. Tiene escrito con poca gracia en la portada en tinta de bolígrafo rojo: Las cien razones por las que Min Yoongi ES feliz.

Bien, ese titulo es algo engañoso, piensa, porque está seguro de que hay más de cien razones allí, de hecho, hay más fotos de las que realmente caben en la pequeña agenda y algunas de ellas podrían resumirse en una sola razón: Kim Seokjin. Pero a él realmente no le importa.

Tampoco hay nada escrito, si tiene que ser riguroso, porque ¿Qué mejor que los momentos congelados en imágenes? Si tiene que describirlo en palabras, es probable que se quede corto. Así que no vale la pena. Quizá pasen muchos años antes de que Min Yoongi sepa utilizar su vocabulario para expresar sus sentimientos. Pero piensa que tiene mucho tiempo para aprender sobre eso, y mientras su entendimiento tácito con Jin siga intacto, las palabras realmente sobran.

Por el momento, sus fotos son realmente preciadas y son un recordatorio de lo lejos que han llegado.

Las primeras páginas son muy antiguas, fotos de la abuela y el abuelo Min cuando eran jóvenes, fotos de sus padres, de su hermano e incluso el señor Jeon que realmente es una gran persona; algunas fotos de Jin de pequeño que ha conseguido por parte de los señores Kim y que son como su tesoro secreto porque a su chico realmente le causan vergüenza.

Ah, los señores Kim. Conocerlos fue una experiencia llena de primeras veces. Ese día supo que tanto el señor Kim Taeyang como Kim Taehyung tienen el mismo sentido del humor y son ligeramente sobreprotectores con Jin. Ligeramente, pues la mas sobreprotectora es la señora Kim Ha-neul.

Pasa las siguientes paginas y no sabe realmente qué hora es, pero el cielo aun es claro y no hay mucho viento. No puede evitar sonreír -nunca puede evitarlo- cuando las siguientes fotografías pasan como los mismos recuerdos atemporales en su memoria: la cena con los Kim; Jin cocinando con su pequeño -ya no tan pequeño- sobrino, llenos de harina y una dudosa mezcla café; la inauguración del edificio en el que trabajó durante tanto tiempo con el jefe Kim.

Estas son mis favoritas. La evidencia fotográfica del cartón de validación escolar de Jin, y la foto que logró capturar en el momento exacto en el que recibieron la carta de aceptación de Seokjin en la universidad. Y es cuando ve las fotos de su pareja con los niños, a los que aun da clase junto a su amiga docente, que siente una mezcla de orgullo y ternura que conoce más que bien.

Las últimas fotos son más casuales, como el día que adoptaron a Cebolla de un refugio cercano y cómo, el mismo día, adoptaron a Tomate y Lechuga, porque los tres cachorros eran de la misma camada y no los querían separar. También la fotografía en el café donde Namjoon, Jackson y Jungkook están enredados de alguna forma intentando abrazar a Taehyung a un lado de la mesa, mientras del otro, Hoseok y su chica Yang-Mi hacen muecas a Seokjin y a Yoongi. Lucen como una familia extraña.

Pero es que son una familia, después de todo.

A Yoongi especialmente le gusta el dibujo de Jimin que Jin ha pegado en esa misma página. No se parece en nada al astro rey, pero tiene su nombre escrito en letra cursiva con un marcador escarchado azul y el ceño fruncido que es como su marca personal. Min piensa que Jin realmente extraña a su Jimin porque a veces lo sorprende mirando hacia el cielo y haciendo preguntas que nunca consiguen respuesta. 

Cierra la agenda pequeña y la guarda en el abrigo. Justo detrás suyo, las flores del invernadero se mueven suavemente con el viento, haciendo sonidos bajos cuando sus pétalos se rozan.

Yoongi no lo dirá, pero el día de hoy se siente bastante pleno.

Cierra los ojos y pasa sus dedos con cuidado sobre la superficie de una flor azul que tiene el nombre del hombre al que ama, y como si de una llamada del destino se tratase, la puerta pesada del invernadero se abre, revelando a esa persona que ahora lleva el cabello negro y un poco más largo en la parte posterior, adornado con una sonrisa de oreja a oreja. Su traje de tres piezas color carbón hace estragos en la mente más que corrupta de Min Yoongi, incluso si el abrigo pesado tapa gran parte de su atuendo

—Amor, ¿Qué estás haciendo? Llevo buscándote un rato, si nos perdemos la ceremonia serás hombre muerto.

—La ceremonia no puede empezar sin nosotros.

Jin se ríe y rueda los ojos, con un toque divertido, un toque coqueto, una risa exquisita que ha perfeccionado con el tiempo, haciendo brillar sus ojos como si contuvieran galaxias, lo cual es un secreto que solo entre esos dos amantes se grita a voces por las noches y en cualquier momento en que estén solo los dos.

Seokjin ya no es una estrella, pero es la luz en los ojos de Min, la luciérnaga que brilla por las noches más oscuras donde ya no tienen miedo de caminar entre las sombras. Y Yoongi ya no es el humano de Seokjin, ahora es su esposo, el amor de su vida, la persona en el otro extremo del lazo.

Muchas cosas han sucedido entre los dos a través del tiempo, algunas buenas, otras no tanto, unos días sí, y otros también. Y es por eso que se sonríen en privado, como solo los dos saben hacerlo, porque les gusta mantener esas pequeñas cosas en secreto, disfrutar de aquello que comparten y que solo les pertenece a los dos.

—Vamos, ¿Qué clase de padrinos somos? Hoseok está enloqueciendo.

Yoongi no puede evitar reír -nunca puede-, cruzando la distancia que los separa, que realmente es ínfima si se tiene todo en cuenta, y entrelaza sus dedos con los de su estrella, manteniendo la sonrisa, besando su mejilla cuando encuentra la oportunidad, charlando sobre todo y nada en el camino hacia el gran salón de eventos desde donde se escucha un gran tumulto de conversaciones variadas.

Conversaciones a las que no hacemos caso.

Por su parte, Seokjin realmente ama cómo Yoongi luce orgulloso caminando con él de la mano. Incluso después de que creció algunos centímetros de más y sus padres insisten en recordar la edad que debería tener actualmente, Gi sigue siendo el mismo de siempre, protegiéndolo como aquel tesoro invaluable que un día solo cayó del cielo.

Jin ha dejado de contar los segundos hace mucho tiempo y tampoco recuerda cuándo fue la última vez que sintió frío en su pecho, a veces Taehyung lo llama por las tardes para preguntar cómo está y constantemente le dice que lo está haciendo bien, a veces son sus padres quienes parecen haberse enamorado también de Yoongi, a veces se siente estresado aunque antes no habría podido explicar lo que eso significaba, porque tiene mucho trabajo y aún no ha dejado de estudiar, pero cuando todo está dicho y hecho, él puede afirmar que se considera una persona feliz.

Jin y Yoongi son personas felices con una casa de dos plantas cercana a los suburbios que consiguieron con mucho esfuerzo, ahorros y prestamos, tienen tres perros y hacen un viaje mensual a la playa, tienen trabajo sacrificado, amigos escandalosos y un amor que no puede explicarse con palabras, pero que está escrito sobre piedra, que incluso las estrellas pueden observarlo desde la distancia.

Así que, agarrados de las manos, caminan hacia el gran salón de eventos riéndose de cómo los hombros de Jin han crecido lo suficiente como para tener que conseguir otra chaqueta en el último momento.

Somos como un viejo matrimonio, ¿Qué decir?

A nadie realmente le sorprende que, de alguna manera, en la boda de Jung Hoseok y Park Yang-Mi, es Yoongi quien se ha ordenado para oficiar la ceremonia nupcial.

A él le hace feliz, sin embargo -aunque odie hablar en público-, porque puede ver de cerca a su mejor amigo sonriendo como si con ello iluminara la tierra, y puede tocar su hombro cuando algunas lágrimas saltan de sus ojos al ver a la chica que camina con un vestido crema acercándose a él.

Y Jin, como uno de los padrinos, mira a Yoongi y recuerda su propia boda de máscaras donde terminaron perdiéndose de casi toda la celebración por haberse escapado juntos. Es, de sus recuerdos favoritos, el favorito.

Aun hay personas que les preguntan a donde fueron, pero es algo que solo quedó entre los dos.

—Hoseok ¿Aceptas a Yang-Mi como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso? ¿En la salud y en la enfermedad? ¿Amarla y respetarla todos los días de tu vida?

—A-Acepto.

Y cuando la ceremonia termina, cuando las personas se van alejando, cuando los abrazos y las felicitaciones acaban y las lagrimas se secan y los labios se humedecen con besos furtivos, Jin y Yoongi caminan de vuelta con sus anillos brillando en la penumbra, tenuemente alumbrados por el colgante de energía azul que Min aun conserva y que jamás aparta de su pecho y la sensación ominosa de que algunas veces los nuevos comienzos se disfrazan de finales, siendo la representación de un antiguo ciclo que se cierra y un camino sin estrenar que apenas van a descubrir.

Ambos saben que un par de años no son nada comparado con todo lo que les hace falta por vivir, y que, aun si en el futuro, alguna ola llega a golpear su pequeña isla, tienen la fuerza suficiente como para construir una balsa y navegar por nuevas corrientes.

Yoongi, ahora, cree firmemente que lo caótico y lo hermoso pueden coexistir, y que no puede haber armonía sin antes haber existido un desequilibrio. 

Es por eso que agradece aquel huracán que desordenó su vida ese año.

Yoongi es feliz de ese caos que lo llevó junto a Seokjin. 



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Hasta aquí llegamos.

Yo sabía que una parte de mí lloraría al escribir esa última oración. 

Ramé, más que un fanfic o cualquier historia, representa una etapa de mi vida que no fue y no ha sido fácil. Ha sido mi lugar seguro los últimos nueve meses al que le puse corazón y empeño cuando pensaba que realmente algunas cosas no valían la pena para mí, así que estoy agradecida de que me hayan acompañado en este camino con sus buenos comentarios y las buenas vibras.

Así, cerrando el año, cerrando la década, doy por finalizada Ramé así como doy por terminado este ciclo. 

Les amo y gracias por todo. Esperemos que este próximo año sea un gran año y ¡Feliz navidad! ¡Feliz año!

No se olviden de mí :<, pronto publicaré una nueva historia Taejin y un compendio de historias Yoonjin que no sé cuánto tiempo me tomen, así que seguiremos leyéndonos por allí. De igual manera siempre que quieran enviarme un mensaje, soy toda ojos. 

Y bueno, para las personitas que me preguntaron por extras, por favor, espérenme un tiempo. Por el momento, gracias por llegar hasta aquí. 

Dy says bye, bye! 


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