Capítulo 8°: Mis decisiones, tus elecciones
Mis decisiones, tus elecciones
El único consuelo es entrar en el caos, volverse caótico también
—Mario Benedetti
La cosa sobre la tierra es que tiene casi tantas reglas como el cielo y muchas de ellas no tienen absoluto sentido para mí, pero las reglas deben cumplirse.
Casi siempre.
Como la puntualidad.
Gi se ha despertado hace un hora y se ha ido a bañar porque se le ha hecho tarde.
Tarde es un concepto que me parece relativo, pero Yoongi dice que no lo es, y que la puntualidad es una virtud y que realmente hoy no puede acompañarme a darme una ducha y que tendré que hacerlo solo.
Él ha entrado primero, hace 12 minutos con 23,67 segundos y cuando sale está empapado, su cabello es un desastre mojado y solo está cubierto por una toalla azul cobalto desde la cintura hasta la parte inferior de sus rodillas y caigo en la cuenta de que nunca lo había visto desnudo antes.
La piel de Gi es realmente clara y lisa y su cuerpo tiene bordes, curvas, límites y raspaduras y hay color rosa en el blanco.
El rosa es un buen color; significa amabilidad, suavidad, protección y creo que puede ser mi color favorito porque sus codos son rosas igual que las puntas de sus dedos, sus mejillas, la punta de su nariz, el lóbulo de sus orejas, sus labios y el borde de sus ojos.
Pienso en eso y casi de inmediato tengo una reacción desconocida en mi cuerpo. Siento calidez en la parte baja de mi abdomen, recorre todo el camino hasta la punta de mis pies y caigo en la cama por la sola sensación abrumadora.
No sé qué es y eso no es normal porque puedo conocer casi todas las sensaciones humanas y reconocerlas cuando las experimentos, pero esta debe ser una que no necesito en mi estadía, por eso no es normal.
Trago duro porque comienzo a sentir calor y Yoongi sigue caminando semidesnudo por toda la habitación buscando su ropa elegante y sus zapatos.
—Tendrás que quedarte aquí, ¿De acuerdo? —está diciendo sin mirarme y me obligo a separar mi mirada de su cuerpo porque no es como si no hubiese visto un cuerpo humano desnudo antes, he visto el mío muchas veces —No me siento cómodo con la idea de que estés solo aquí, ¡No porque no confíe en ti! —se apresura a aclarar —es porque puedes aburrirte y porque estar aburrido es bastante malo como para estarlo, también, en un doceavo piso donde no hay mucho que ver y-
—Estás hablando mucho, ¿Estás nervioso?
—¿Nervioso? —se ríe, pero es un sonido feo y enloquecido —por supuesto que no estoy nervioso, ¿Qué es estar nervioso? Min Yoongi no conoce esa palabra, los nervios no existen en mi diccionario, cariño, Min Yoon-
—Min Yoongi puede golpear a un hombre veinte centímetros más grande que él en la mandíbula.
—No me dejarás en paz con eso ¿Verdad? —Me levanto y camino hacia él, ignorando la extraña sensación creciendo en mi cuerpo. Cuando lo he alcanzado coloco mis manos en su rostro frío y funciona como un analgésico para hacerlo dejar de temblar, provocándome una clase diferente de satisfacción el tener ese pequeño poder sobre sus reacciones, el poder creer que puedo ocasionar en él una pequeña parte de lo que es capaz de ocasionar en mí.
—Lo harás bien, Gi, estoy totalmente seguro, pero siempre puedes pedir un deseo, lo sabes.
Yoongi sostiene sobre su pecho blanquecino la ropa que va a colocarse y en su mano libre unos zapatos diferentes a los que le he visto, estos son negros y brillantes y parecen de charol.
Asiente y me separo de él.
Se dirige al baño y yo vuelvo a la habitación, buscando el borde de la cama para sentarme, pero antes de que me relaje, él ya ha vuelto, y es un Yoongi totalmente diferente al que ha entrado y sé que ha dejado de ser Gi por completo.
Ahora es Min Yoongi el estudiante de arquitectura.
Lleva un traje de dos piezas color carbón y una camisa negra de fondo sin corbata; se ha colocado los zapatos y se ha peinado con una línea divisoria en medio de su cabello y parece un príncipe oscuro con su mirada chispeante y su rostro inexpresivo.
Me gusta más su cabello desordenado pero la visión que presencio es imponente y elegante y no puedo concebir un universo en el que Gi no consiga convencer a nadie de obtener el puesto de trabajo.
O en el que no logre convencer a nadie de cualquier cosa en absoluto.
—¿Qué tal? ¿Crees que los impresione? —Extiende sus brazos y da un giro, rompiendo en una sonrisa que se parece más a él que cualquier traje de apariencia costosa.
—Te ves como alguien sofisticado que ya es dueño de una empresa y de la mitad de la ciudad —Yoongi resopla y camina de nuevo hacia mí en la cama. Me coloco de pie y me siento nervioso, muy nervioso, porque su presencia es intensa
—Es un puesto bueno como maquetador en un proyecto de vivienda urbana—dice —y yo ni siquiera soy un graduado, pero he trabajado en muchos proyectos en mi antiguo empleo, aunque fuese solo de asistente y uno de mis profesores me ha recomendado, puede que esté yendo hacia una pared o puede que esté encontrando una puerta, pero es una gran oportunidad.
—Suena como algo realmente bueno, Gi... ¿Quieres desearlo? —niega rápidamente, sin pensar y sonrío —Es una buena opción, después de todo, pero me alegra que decidas encontrar las cosas por tu cuenta —se ríe.
—No soy tan honrado, cariño, lo digo porque me prometí no pedir ningún deseo si eso significa que te harás daño —ruedo los ojos y él hace una mueca.
—No soy un humano Gi, o por lo menos no como tú, y se supone que ese es mi único trabajo así que —me encojo de hombros —siéntete libre de usarme de las maneras en las que más me necesites.
Tose y parece que se está ahogando hasta que carraspea y se endereza de nuevo, pareciendo confundido por un momento para luego cambiar su expresión a una seria.
—No lo haré, Jin, no si tengo algo qué decir al respecto —me mira y no sé decir qué veo en sus ojos, pero hay tensión en ellos así que lo dejo ir —No le abras absolutamente a nadie a menos de que sea mi hermano o Hoseok y no los dejes quedarse... a nadie Jin, ¿Entendido?
—¿Y si viene tu madre?
—Eso no pasará nunca, pero de suceder, tampoco le abras y finge que la casa está vacía.
—Está bien.
Yoongi no tiene que explicarme el funcionamiento de nada, solo me dice que puedo tomar la ropa que desee colocarme luego de darme una ducha, dónde están sus gafas de aviador oscuras y que puedo prepararme lo que quiera para desayunar y de comer durante el día porque tendrá clases hasta muy tarde y yo solo asiento.
Estamos en la puerta cuando él se da la vuelta por última vez para despedirse y no puedo evitar colocarme frente suyo y envolver mis brazos en su pecho. Pasan 1.35 segundos antes de que Yoongi rodee mi espalda con sus brazos hasta que me ha apretado contra su cuerpo con fuerza.
—Ten un buen día, Gi —Su mejilla está presionada en la parte superior de mi cabeza que he escondido en la curva de su cuello y lo siento sostener el aire.
—Lo tendré ahora, cariño —Sonrío.
Me gusta que me diga cariño.
★★★
La sombra de su abrazo sigue conmigo incluso cuando me bajo del tren y camino unas pocas cuadras hasta el imponente edificio que me espera como si de las mismísimas puertas del infierno se tratara.
No soy dramático, pero puedo ver las nubes de azufre y el fuego que se dispara en mi dirección desde lejos y el rugido de la bestia llamando mi nombre mientras cientos de almas en pena se arrastran sobre sí mismas para arrancarme las ropas y desgarrarme el espíritu.
Llevo mi currículum en un maletín de cuero que ha visto mejores días y miro la hora en el reloj negro de imitación que me regaló mi hermano para mi cumpleaños número veinte y que he cuidado con mi vida desde entonces.
Estoy temprano.
Suspiro para llenarme de valor y camino entre los empresarios que andan por la acera como si el mundo estuviera entre mis manos y me siento más importante de lo que realmente soy mientras me abro paso entre ellos.
Cuando entro al infierno, no me tomo el tiempo de preguntar nada en la entrada y voy directamente al ascensor. Sé que hoy es el día de las entrevistas y puedo reconocer a un aspirante desde lejos porque tienen olor a miedo.
Estoy tan acostumbrado a formar una imagen conveniente que puedo disimular mi nerviosismo con facilidad, pero ellos se delatan a sí mismos. Ninguno de ellos se colocaría un traje de solo dos piezas porque el chaleco los hace ver siempre más correctos, ellos se pondrían corbatas, aunque los asfixiaran y jamás llegarían totalmente de negro porque buscarían colores que los hicieran distinguir pero que no fuesen escandalosos. Ellos llevan carpetas como sus cartas de presentación, bien organizadas y pulcras, el cabello engominado y siempre llegan primero a recepción para ser anunciados como si estuvieran presentándose a un baile del medioevo.
He pedido trabajo tantas veces en mi vida que he aprendido a actuar como si ya el puesto fuese mío, como si la jodida empresa entera me necesitara. Si bien a veces la seguridad me hace resaltar más entre los postulados como un posible rasgo de carisma, lo que en realidad sucede es que soy consciente de que son muchas las probabilidades de que no consiga el empleo.
Así que decido divertirme en el proceso. No me gusta incomodarme por casos perdidos.
Y eso me ayuda a olvidarme de mi maldito desasosiego y los nervios que tengo.
Quizá habría sido buena idea traer a Jin para calmarme.
Las puertas del ascensor se abren en el piso veinticinco y me obligo a respirar adecuadamente y a no caminar como si estuviera en una pasarela, pero los pisos tan brillantes casi me están llamando a hacerlo. Tengo ganas de andar en puntas y fingir movimientos de ballet por lo sofisticado que se ve todo.
Hay un vidrio que separa el pasillo de la recepción de las oficinas que pertenecen a las empresas de Korean Architecture&Designe y la joven chica que está sentada detrás luce concentrada en su computadora, pero puedo ver a través de sus lentes de montura gruesa que está jugando Candy Crush.
Me dirijo a ella y antes de delatar mi presencia recuerdo a Hoseok y decido que puedo jugar un poco, y mi mirada confiada/descarada hace su aparición cuando me inclino sobre el escritorio de la mujer joven.
Coquetear es divertido, y más cuando eso me ayuda a pasar primero en los turnos de entrevista.
Para cuando entro en la oficina del que sería mi jefe, mi buen humor y la confianza que he adquirido se desvanecen por completo y quedan detrás de mí cuando la puerta se cierra.
Kim Sang-Joong es un hombre de rostro amable y sonrisa contagiosa. Sus preguntas son fáciles, elogia mi confianza, está impresionado por mis antiguos trabajos, me da consejos para mi inminente graduación y es lo más accesible que el dueño de una empresa debe ser. Soy consciente de su tiempo, de que no es común que un jefe se tome el trabajo de entrevistar a sus empleados, de que es un hombre poderosos y de que las apariencias engañan, pero mi trabajo ha pasado a un segundo plano cuando mi mirada capta una foto en el escritorio del hombre.
Hay un niño en esa foto y es tan parecido a Jin que casi me caigo de la silla de cuero en la que mi trasero reposa... pero no es Jin, no, sus ojos son distintos y su cabello y la forma de sus labios al sonreír y pienso que debo estar jodidamente afectado si estoy viendo su rostro en el de un chico genérico que, posiblemente, es el hijo de mi potencial jefe.
A medida que los minutos pasan y mi vista sigue clavada en la foto es que me doy cuenta de que realmente no comprendo de dónde me ha parecido familiar, así que pienso que, realmente, Jin me ha afectado.
Me despido y me voy rápidamente porque hay ansiedad subiendo por mi garganta y no me tomo el tiempo de observar a la coqueta recepcionista o a los aspirantes que me miran con recelo. Mi rostro está en blanco, pero yo solo quiero irme a casa.
Quiero estar en casa. Quiero irme a casa.
Pero no puedo, tengo que ir a clases todo el día y no puedo deshacerme de la sensación de asfixia.
Me he quitado la chaqueta, me he arremangado la camisa hasta descubrir mis codos y he deshecho los dos primeros botones que parecen evitar la entrada del aire.
Estoy tan desenfocado que no sé en qué momento he llegado a la universidad. Siento mi garganta secarse y mi pie se mueve de arriba abajo cuando ya estoy en el auditorio, pero, a pesar de la presencia de mi cuerpo, mi mente ha viajado varias galaxias a la deriva.
Juego con los lapiceros, me paso la mano por el cabello, suspiro unas cuantas veces y tomo notas rápidamente, Hoseok llega tarde a la única clase que compartimos al ser de diferentes carreras, como siempre, y me cuenta algo que no recuerdo mientras juega con las manecillas de mi portafolio. Hoseok me pregunta sobre la entrevista y volvemos a prestar atención, pero cuando miro el reloj por encima de la puerta, solo han pasado veinte minutos de la primera clase y estoy a solo un segundo de arrancarme los vellos del brazo con los que he estado jugando los últimos dos minutos.
Mi cabeza se va hacia atrás y cuando enfoco las pequeñas luces en la zona del proyector comienzo a pensar en mi estrella y las cosas que se han revolucionado dentro de mí tras su llegada a mi vida, pero las hago a un lado.
Estás confundido, Min Yoongi, es solo tu necesidad de no sentirte solo y tu maldita tendencia a la dependencia emocional.
Cuando llego a casa ya es bastante más tarde de la hora en la que esperaba llegar y siento la tensión en mis hombros y el agarre mortal en mi maletín y la chaqueta.
El ascensor no sube lo suficientemente rápido y mi cabeza comienza a formar escenarios absurdos donde el cielo se ha abierto en dos y se ha tragado mi apartamento con todas mis cosas y Jin ha desaparecido, cada escena más trágica que la anterior y no puedo evitar sonreír con autodesprecio.
Aquí estás, siendo un lío y maximizándolo todo.
El ascensor se abre con el sonido de un timbre y salgo disparado con la mirada fija en mi puerta hasta que soy detenido por una pequeña mano femenina que aprieta mi antebrazo con fuerza suficiente como para hacerme dar dos pasos hacia atrás.
Hyo-Joo, la nieta de mi vecina, me observa desde abajo con el ceño fruncido. No me gusta que las personas toquen mi piel, no me gusta que invadan mi espacio personal, pero nuestra situación ya es lo suficientemente tensa como para hacer cualquier movimiento brusco.
Verla me descoloca y el jodido torbellino de emociones que he cargado en el día se disipa y siento un extraño frío y vacío agujero negro tragándose todo en mi interior.
—Deja de esconderte de mí —su voz es baja y contundente y posee la seguridad y la fuerza que en algún momento me gustó y ahora solo me deja un sabor a nada. Quiero que quite su mano de mi brazo, pero estamos en una especie de lucha de miradas y ninguno se decide a apartarla.
—No me he escondido, no hay razón para que me esconda de ti —ella ríe sin humor y casi tengo que morderme el interior de la mejilla para no hacer ninguna mueca.
—Estoy buscando una conversación ¿De acuerdo? Llevo meses intentando hablar contigo y siempre te escabulles. Sé que terminamos hace mucho tiempo y sé, muy bien, que ya lo superaste, pero yo sigo necesitando una mierda de explicación, Yoongi.
Una explicación. Una explicación de cómo ambos nos utilizamos mutuamente para aparentar, para sentirnos normales, para que ella pudiera fingir que no era una adicta al trabajo y que podía tener una vida intima y yo para mantener una fachada más aceptable.
Jungkook había tenido razón al decir que nunca he tenido un novio, pero en cuestión de relaciones dañinas tengo algo parecido a la experiencia, y la prueba material está de pie en frente de mí con la expresión más pellizcada que le he visto jamás.
Yo no planeé que mis sentimientos se volvieran tan profundos, yo no planeé que, aún con ellos, no pudiese ser capaz de acostarme con ella sin sentirme obligado a ello. Tampoco planeé que ella se enamorara.
De alguien que no era yo.
—¿Una explicación? Hyo, tú terminaste conmigo.
—Terminamos por mutuo acuerdo.
—¡Estabas enamorada de alguien más! ¿Qué querías que hiciera? ¿Necesitabas que me arrastrara? ¿Que me humillara? ¿Para qué? ¿Para que al final te fueras con otra persona de todas maneras?
—¡Esperaba que lucharas por mí! Esperaba que, cuando vieras que podías perderme, intentaras hacer algo al respecto, nuestra relación se quebró porque nunca te importo.
Retrocedo, haciendo que su mano se suelte de mi brazo y me llevo los dedos al puente de la nariz.
Estoy enojado, malditamente enojado.
—Solo quieres actuar como si fuese mi culpa porque no sabes qué decirle a la maldita gente. Quieres actuar como la pura y santa, Hyo, solo di la verdad, di que terminamos hace tres meses y para cuando sucedió ya tenías una semana de noviazgo con el otro chico... no actúes como si, por ser hombre, la culpa fuera mía, como si todo lo tuviese que hacer yo.
Ella niega, con el ceño fruncido y luego comienza a gritar y me recuerda que no me gustan los gritos y no sé por qué me he permitido olvidarlo. Ella dice cosas absurdas sobre mi masculinidad y sobre cómo no sabe por qué su abuela sigue insistiendo en que ellos podrían funcionar y es solo hasta que Ji-Hye, su hermana, aparece por la puerta y la entra a su casa que me doy cuenta de que no había estado respirando todo este tiempo.
Ji-Hye es dulce y creo que somos amigos y por eso es por lo que me obligo a corresponderle a la sonrisa que me lanza, una sonrisa avergonzada y de disculpa.
No sé por qué sigue doliendo, pero lo hace, y sé que no es por Hyo y por nuestra relación fallida de un año y medio, y sé que no es porque llegué a querer a sus amigos y ellos solo se alejaron cuando todo terminó, y sé que no es porque Ji-Hye ha dejado de saludarme cuando su hermana está cerca. Solo me duele, porque creo que se supone que una herida debe doler antes de comenzar a sanar y tres meses no es tiempo suficiente para una herida que comenzó a crecer desde el primer día de noviazgo.
Suspiro y muevo mi dramático ser hasta la puerta y no me lleva mucho tiempo girar la llave y entrar.
El departamento está totalmente a oscuras y la única luz que puedo ver está detrás de las puertas corredizas que dan al balcón. Las cortinas están cerradas y hacen que la luz que se ve luzca amarillenta y difusa y mi corazón se estremece.
—¿Jin?
No hay respuesta y temo lo peor.
Por favor, que esté aquí, por favor.
La casa está limpia, realmente más limpia que ayer, y sobre el mesón de la cocina está mi frasco con las dos luces flotando muy opacas y supongo que Jin lo ha sacado.
¿Dónde mierda se ha metido?
Sigo caminando hacia las puertas del balcón y cuando descorro la cortina me trago una maldición, mis ojos se quedan guindados y mi aliento se atora.
Jin está sentado en posición de loto en el piso del balcón y lleva uno de mis pijamas puesto, sostiene con su mano derecha una esfera de luz de diámetro considerable y parece que la pesara entre sus dedos y jugara con ella.
Sonríe y mira hacia la persona que está sosteniendo su mano libre y lo mira como si no pudiera creer que lo tiene en frente y es cuando reconozco que es mi hermano quien lo está tocando y mirando con adoración.
¿Pero qué mierda?
★★★
Jungkook ha llegado justo a la hora del almuerzo cuando me preguntaba si era necesario comer para mí. Ha traído comida china y dijo que sus clases de la mañana terminaron temprano y que no tenía mucho más que hacer por la tarde.
Hemos estado en el balcón desde entonces.
Jungkook me ha hecho preguntas que ni siquiera yo me había planteado, pero no he respondido la mitad porque no quiero y él no puede obligarme a nada.
Me ha dicho que no conozco el concepto de la ternura y por eso no me he dejado manipular, pero se equivoca, yo conozco la ternura, pero la suya no tiene ningún efecto y casi me golpea cuando se lo hago saber.
He aprendido que Jungkook es casi tan irritable como Gi pero es menos constante, sus estados de animo son muy volubles y es mucho más sencillo de manejar de lo que creí que sería.
—Y ¿Dices que tienes más heridas en el abdomen? —Me pregunta cuando el sol ya se está escondiendo y conozco por primera vez una experiencia diferente: extrañar a alguien.
—Me he quedado dormido y he comido más de lo que necesito, pero mi cuerpo humano necesita comer, así que es un dilema. Tengo que comer y dormir como los humanos porque mi cuerpo lo requiere, pero mi base de energía se sobrecarga, así que encuentra una forma de liberarse si mi ente corpóreo no lo puede contener, por eso ha salido por donde ha encontrado lugar.
—¿No puedes hacer nada? ¿Tienes que aguantar que tu cuerpo se lastime?
—Puedo curarme a mí mismo, pero me gustaría poder controlar la salida de mi energía.
—¿Cómo Dragon Ball Z?
—¿Qué es eso? —Hago una mueca porque Jungkook hace muchas referencias a programas, revistas y libros que no conozco y a estas alturas siento que lo hace solo para burlarse de mi confusión.
—¿Es igual con los deseos? —cambia de tema y se lleva a la boca una cucharada del helado que hemos estado compartiendo. Ladeo la cabeza.
—Si y no. La energía que sale de mí con los deseos es un sacrificio que hago a consciencia, siempre sabiendo qué es lo que voy a dar, así que no me lastima igual como una gran cantidad de energía comprimida que hace presión contra mi piel hasta que logra salir. Pero aún así me hace daño porque, al ser un sacrificio, no sale de la energía que me sobra, sino de la propia... de mi esencia.
—¿Qué? —Jungkook hace una mueca.
—¡No enloquezcas! En el universo existen energías diferentes ¿Sí? Los deseos son algo especial, algo no concebido en el orden y el universo está hecho de caos. Y como en el caos debe haber un cierto equilibrio, el universo necesita de vuelta algo a cambio de "las excepciones" que hace —Realizo las comillas en el aire y suelto un suspiro —No corro ninguna clase de peligro porque no existe ninguna cantidad de deseos o un deseo tan grande que pueda acabar con una estrella.
—Y esta energía de tu esencia... ¿Puedes recuperarla?
—Puedo recuperar mi energía, pero no mi esencia —Jungkook me mira con confusión y yo me río —Soy un ser complejo como los humanos, pero ahí donde ustedes tienen cientos de componentes que van desde el musculo hasta la célula, yo soy básicamente esencia y energía, que a su vez están compuestos de materia del universo entero y de voluntad. Mi esencia es lo que ustedes entienden como alma, y la energía es lo que mueve mi ente luminoso, lo que sería su cuerpo-
—¿Cómo mis clases de filosofía? ¿El dilema mente-cuerpo de Descartes? —Me encojo de hombros y me siento satisfecho de poder entender su referencia.
—Somos complejos y no me harás explicarlo, hay reglas y ya he roto suficientes. La cosa es que, cuando descanso puedo recuperar la parte de mi energía que hace funcionar mi cuerpo, pero ya he sacrificado la parte que es irrecuperable, la que me hace ser una estrella particular entre la entretejida red de millones de constelaciones
Muevo mis dedos y hago que un poco de energía salga y forme un pequeño circulo y es solo una proyección de mi verdadera energía porque ya he liberado lo suficiente por mi piel que posee pequeños cortes por donde se ha visto afectada durante la salida. Esta es manejable porque no existe presión ni contención en ella, esta es controlable y puedo usarla como desee como cuando hice funcionar los bombillos en la vieja casa de los Min o puse un poco en los circuitos del celular de Gi.
Jungkook ha dejado de sonreír y parece escandalizado. Me muerdo el labio inferior sin saber si he dicho algo incorrecto y antes de que pueda abrir la boca el chico se ha acercado a mí y ha tomado mi mano libre entre las suyas con los guantes de lavar los trastes que le he dado hace un rato.
—Está bien, hyung —Su expresión es severa mientras me habla y mi sonrisa tiembla, pero la mantengo —sé lo suficiente como para comprender que nada de lo que te diga hará que desistas de hacer el trabajo que tienes, pero te aseguro que tus sacrificios van a valer la pena ¿Sí? Aunque nada de esto haya sido tu elección, valdrá la pena.
Escucho un ruido en la cortina del balcón, pero lo ignoro porque tengo la necesidad de responderle a Jungkook, necesito decirle, necesito sacarlo y que lo sepa y ni siquiera estoy seguro de lo que diré, de si tiene algún sentido más allá de las palabras que saldrán de mi boca o si los conocimientos que albergo en mi memoria son válidos de alguna manera. No obstante, lo digo.
—Te equivocas mucho, Jungkookie —murmuro —Todo esto ha sido mi elección desde que me dieron la capacidad de tener consciencia...bueno, en su mayor parte, el castigo no lo elegiré y probablemente muchas de las cosas que sucedan o han sucedido no me han tenido en consideración, pero ¿Kook? —él me mira preocupado —Min Yoongi fue mi elección y todo lo que vino después de él ¿Romper las reglas, mis sacrificios? Todo ha sido mi elección, y no lo haría de otra manera.
Los ojos de Jungkook están concentrados en los míos y están llenos de emoción mientras brillan y bailan por todo mi rostro en busca de la mentira y su expresión se transforma con la luminiscencia de una estrella. Jungkook sería una buena estrella.
—¿Es eso posible? —Murmura y yo asiento.
—Estaba destinado a ser así, Jungkookie. Tuve la oportunidad de elegir y lo elegí a él, con todo lo que se venía y no lo haría de otra manera.
La esfera de luz se ha vuelto pesada en mi mano y me siento abrumado porque lo que acabo de decirle ni siquiera estaba seguro de saberlo... solo lo supe de repente.
—Pero no entiendo... ¿A que te refieres con...?
—Hay reglas, Jungkook.
La esfera desaparece de mis manos cuando decido liberarla y nos quedamos a oscuras en el balcón, ha anochecido ya pero no alcanzo a ver luces en el cielo por el brillo de la ciudad. Mi aire sale de mis pulmones expulsado como por un propulsor y mi corazón late muy fuerte. No puedo dejar de confiar en Jungkook aun cuando no quiero cargarlo más de lo que ya lo he hecho, pero lo hago, porque algunas cosas son de la forma en que tienen que ser.
Jungkook se separa de mí justo cuando escuchamos un ruido a nuestras espaldas y mi pulso se desboca aun más al oír la voz de Yoongi diciendo: —Bueno, ahora yo necesito una jodida explicación.
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N/A:
En el capítulo anterior me olvidé de mencionar que la canción de 'cuna' que no es canción de cuna cantada por Jin es Saturn de Sleeping at last, del álbum Space. Creo que a lo largo de la historia se darán cuenta de que el grupo y, en especial, ese álbum, es importante para mí y, en parte, comparte muchos sentimientos con la historia.
Espero que estén teniendo realmente días buenos y que me acompañen por mucho más tiempo. ¿Lo harán?
Aprovecharé para hacer de este un espacio de: dudas, reclamos, preguntas, sugerencias, comentarios. Me gustaría leerles. [Y ella muere ignorada].
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