Capítulo 45°: De la trayectoria circular de los cuerpos celestes
De la trayectoria circular de los cuerpos celestes
Miramos las mismas estrellas, pero vemos cosas tan diferentes.
—G. Martin.
Hay segundos que mueren en el vacío del silencio, y se escapan de mi mente como si contarlos no valiese la pena.
Segundos, nanosegundos, milisegundos, realmente no importan.
Descubro que es posible crear barreras de quietud entre sus sombras y la mía, y que las miradas se rehúyen cuando se evita decir algo.
Hoseok parece un reo descubierto en su plan de escape y creo que, tanto Jungkook como Yoongi, tienen la misma expresión que siento cruzando mi rostro: total y profunda confusión.
—¿S-Seokjinnie? Creí que estaban en la sala.
—Estábamos —se apresura Jungkook a responder —pero estaban tardándose demasiado así que nos escondimos tras la puerta para vigilar que no explotaran la cocina.
—Y escucharon... ¿Todo? —Es Yoongi quien pregunta, bajando la mirada a sus manos como si se sintiese culpable de cualquier cosa que hubiese dicho, así que le sonrío en esa corta distancia que parece seguir separándonos, esperando que sepa que entiendo, que entiendo su miedo, que entiendo que su confianza esté junto a mis dedos, pero que aun soy incapaz de agarrarla, y espero que él entienda también, espero que entienda que está bien, que sanaremos de a poco.
Devuelvo mi atención hacia Hoseok, esperando, de igual manera, que mi sonrisa sea comprensiva. Sin embargo, hay una parte de mí que se siente levemente inquieta, como si lo que estuviese a punto de escuchar distara de una conversación calma.
Descubro que, en la tierra, todo el mundo guarda secretos.
—Deberíamos comer primero —Hoseok asiente para sí mismo —será una larga charla y ni siquiera sé por dónde comenzar.
El comedor se queda en silencio mientras almorzamos e incluso si hay un poco de tensión en el aire, podemos respirar con tranquilidad.
Yoongi está sentado a mi lado, con su mano libre acariciando mi muslo de vez en cuando y se siente como un recordatorio de que estamos en el mismo espacio justo ahora. Él a veces gira su rostro y me descubre mientras lo observo fijamente, y es vergonzoso, sé que me sonrojo por ello, pero a él parece no importarle porque me sonríe suave con un leve color rosa subiendo por sus mejillas.
Me gustan los sonrojos de Yoongi porque nunca son demasiado fuertes, demasiado rojos, no son como los míos delatores. No, los suyos son sutiles, como todo él, calmos y secretos, como si solo tuviesen permitido verlos quienes adquieren el permiso de estar demasiado cerca.
Jungkook, por su parte, sigue robándole comida del plato a Hoseok mientras este último finge que está demasiado distraído como para darse cuenta.
Cuando los platos se van quedando más y más vacíos, me quedo pensando, a demasiadas galaxias de lejanía, y no puedo concebir que haya una pizca de mentira en alguna parte del tiempo en el que he conocido a Hoseok, así que solo me acomodo en el silencio relativo de un almuerzo calmo y sigo esperando a que sean sus palabras las que encuentren la claridad que necesito.
—No sabía lo que eras —Hoseok habla de repente, más bajo y tranquilo de lo que le he escuchado alguna vez. Siento a Yoongi tensarse a mi lado y puedo ver a Jungkook dejar ir su plato con los ojos bien abiertos para prestar atención, mientras yo levanto mi mirada hacia el frente, observando directo al rostro incomodo de nuestro amigo.
—¿No lo sabías?
Niega.
—Volviendo a nuestros primeros encuentros, como te referías a los humanos como si tú no hicieras parte de ellos y...en general, todo, era obvio para mí que eres especial, pero no tenía idea de lo que exactamente eras hasta que Yoongi me lo ha contado.
—¿Cómo es eso?
Hoseok suspira, elevando su mirada al techo y frunciendo los labios, dudando al parecer de hablar o no hacerlo. La tormenta en sus ojos los hace ver extrañamente más oscuros y su garganta sube y baja antes de que se decida a hablar —¡Ugh! No soy bueno en esto, la abuela Min es mucho mejor que yo para contar historias.
—¿Cómo es que mi abuela-?
Hoseok interrumpe con un resoplido, cerrando los ojos y haciendo un sonido frustrado, como si aun buscara la manera de encontrar las palabras correctas.
—Inténtalo —respondo simplemente —He escuchado historias de muchas personas, historias de todo tipo, creo que puedo prestar atención.
Sonriendo, él asiente, suavizando su mirada hacia mí mientras parece analizarme como si fuese la primera vez que realmente me ve. —Conocí a Jimin —Toma aire profundamente y asiente en reiteradas ocasiones, ahora sin mirarme realmente, enfocando su mirada en algún lugar entre mi novio y yo —Conocí a Jimin el mismo día en el que conocí a Yoongi...hace más de veinte años. Nos conocimos de forma extraña, espero que lo recuerdes.
Yoongi sonríe, obviando el punto central de la conversación para intervenir —¿Cómo olvidarlo? Fue como un montón de casualidades: ambos llegamos tarde porque nuestros uniformes se perdieron, éramos los únicos niños en ropa de civil ese primer día de clase, a ambos nos intercambiaron el horario de asignaturas con otras personas y fue como terminamos en el mismo salón de niños de ultimo año. Fue un poco gracioso luego, pero estábamos tan asustados sentados en la dirección cuando no sabían qué hacer con nosotros.
—Ahora sabemos que las casualidades no existen —dice entonces Jungkook, mirándome con una sonrisa en los labios, como si supiera.
—Lo sé ¿Cierto? —Yoongi frunce el ceño un poco —aun así, no creo que nos hubiésemos hecho amigos si no hubieses sido tan insistente en hablarme. Yo solo quería irme a casa.
—¿Cómo es posible que lo recuerdes, hyung? Tenías cuatro años —Jungkook parece divertido.
—Fue traumático para mí ¿De acuerdo? No puedo olvidarlo.
Hoseok suelta una pequeña risa que va desapareciendo poco a poco antes de continuar.
—Bien. Te hablé porque quería ser tu amigo, pero la única razón por la que insistí tanto fue por Jimin, y se lo agradezco mucho, realmente.
—¿Uh?
La habitación se queda en extrema quietud, pero el silencio no hace daño en nuestros oídos, es calmo, algo cómodo a medias, un poco cargado de confusión, pero pasajero cuando Hoseok suspira y se incorpora, colocando su espalda recta y cuadrando sus hombros.
—La noche antes de ir a la escuela no podía dormir, estaba profundamente preocupado. A pesar de lo que soy ahora, cuando era niño nunca fue fácil hacer amigos, siempre me sentí algo... algo fuera de lugar. Yo no era muy divertido tampoco y los niños eran crueles conmigo porque era demasiado delgado para mi estatura —Hoseok se encoge de hombros, como si ya no importara —así que estaba allí, despierto y ya era muy tarde, cuando una luz entró por mi ventana.
Hoseok hace el gesto dramático con las manos, riendo un poco mientras lo hace y manteniendo nuestra atención fijamente, como si hubiese mentido y contar historias fuese su especialidad.
—¿Jimin entró por tu ventana? —pregunto cuando Jungkook deja de reír.
—Como caído del cielo. Era una luz pequeña que flotaba con suavidad a través de la ventana abierta y yo me asusté tanto, ¡Jesucristo! Incluso me caí de la cama —se ríe, tapando sus ojos y negando — Uh, y cuando me asomé por el borde ¡Que no me lo creen! había un chico sentado en mi cama, de piernas cruzadas y que me miraba feo.
—Mi Jimin no mira feo
Yoongi bufa —Sé que le quieres, pero debes admitir que mira como si estuviese buscando una excusa para sacarte las tripas.
—Pero no entiendo —interviene Jungkook —¿Por qué estaría en su cama, hyung?
Y entonces, Hoseok baja las manos, bajando su voz a un tono menos eufórico, menos divertido, pero sin dejar ir la pizca de añoranza tiñéndolo —Nos quedamos en silencio mucho tiempo, para estas alturas me es casi imposible recordar los detalles, pero no podría olvidar aquel día. Recuerdo lo cálida que se sentía la habitación de repente y como, después de unos minutos, su expresión pasó de no dar una mierda a ser completamente exasperada.
—Suena como él —se ríe Yoongi.
—Y que lo digas, me tomó en brazos y me lanzó a la cama ¡¿Comprendes?! Pero recuerdo que en ningún momento tuve miedo de él, incluso cuando me regañó y me dijo que era de mala educación no responderle a la gente cuando le hablan.
—Suena mucho más como él—murmuro yo.
Hoseok asiente.
—Jimin me dijo que estaba allí en nombre del cielo, realmente no me explicó mucho al respecto, y si lo hizo no puedo recordarlo, creo que mencionó que estaba allí para vigilarme porque mi madre no podría hacerlo.
—¿Tu madre? ¿La señora Jung? —Hoseok se ríe ante la pregunta de Yoongi, como si fuese tonta en lugar de obvia antes de negar.
—No creo que se refiriese a mi madre-madre —un poco de reconocimiento cruza por mi cabeza, pero aun sigue siendo muy pequeño como para agarrarlo, así que todos nos quedamos muy callados, trepando entre palabras aun no dichas hasta que Hoseok logra reunir sus ideas y seguir hablando.
Suspirando, eleva sus ojos al techo quizá por cuarta o quinta vez, continuando lentamente.
—Él me dijo que era especial, de alguna manera, no de la forma en la que se lo dicen a los niños pequeños. Me dijo que alguien allá arriba lo sabía porque a veces, solo a veces, puedo ver la luz que sale de las personas la primera vez que las veo. Algunas personas tienen una luz más oscura que otras, algunas ni siquiera tienen luz y, algunas otras, las especiales, brillan con color —Hoseok cierra sus ojos un segundo, frunciendo el ceño, como si intentara recordar —Recuerdo que Jimin me dijo que, al día siguiente, conocería a alguien cuya luz era del color del aguamarina, un poco azul, pero no del todo, un poco verde...pero no del todo, y que debía hacer lo imposible por ser su amigo, dijo que no me decepcionaría —sonríe —tuvo mucha razón.
Vuelve a bajar sus ojos, observándome directamente, como esperando a que yo diga algo, a que le ayude con lo que quiere decir, pero mi mente ha volado lejos con pensamientos alocados sin limite de velocidad hasta que aterrizan de golpe en medio de la mesa y mi boca se abre en asombro, aunque una parte de mí, quizá lo sabía.
—¡Eres un hijo del cielo! ¡Oh, por Andrómeda! ¡¿Cómo no me di cuenta?! ¿¡Cómo no lo sospeché?!
—¿Hijo del cielo? —Yoongi y Jungkook preguntan al mismo tiempo, sin entender mi emoción, sin entender la casi sonrisa de Hoseok cuando me levanto como si un resorte me disparara de la silla, rodeando la mesa justo hacia donde él está sentado, arrodillándome a su lado porque de repente su rostro me parece más brillante y quizá sus ojos tienen un borde distinto que no había reparado en el pasado y su sonrisa es levemente familiar en las memorias que he perdido.
—Es un hijo del cielo igual que yo, igual que Gi.
—¿Yo? — giro mi rostro hacia él, confundido.
—¿No lo sabes? ¿Cómo no puedes saberlo? No habría un lazo destinado si no fueses un hijo del cielo.
—Creo que no lo sabe Seokjinnie.
Una parte de mí se remueve y se agita con expectación al ver el rostro claramente confuso y perdido de Yoongi, al ver la mueca vacilante de Jungkook y la casi pero no del todo completa sonrisa de Hoseok, Hobi hyung, otro hijo del cielo.
Me pongo de pie, alejándome un poco de la mesa para poder mirar los tres rostros directamente —Las reglas del cielo son una cosa muy curiosa, por eso a nadie le sorprendió cuando un humano en un millón y un ente del cielo en un millón, encontraron una conexión que antes no existía, como una extensión de sí mismos, pero es casi hilarante que tres de esas singularidades estemos aquí —suspiro —Cuando era pequeño, podía distinguir el movimiento de los cuerpos celestes sin pensarlo siquiera, una capacidad otorgada por el dios sol al ser mi padre, Hoseok hyung puede ver el alma de las personas...el alma ¿comprendes eso, hyung? ¡Eres hijo de Psique! ¡¿Cómo pasé eso por alto?!
—¿Psique? —Hoseok se queda observándome como si no tuviera idea de lo que le estoy hablando —Jimin nunca mencionó a una Psique, ¿No es eso mitología?
—Eso explicaría por qué Ji-Hye parece detestarte, eres hijo de la diosa que se llevó el alma de Endimión —comenta Yoongi, un poco entre divertido y aun confuso. Claramente deleitándose con el rostro patidifuso de su mejor amigo.
—¿Ji-Hye? ¿Qué tiene ella que ver? ¿Endimión? Creo que he dejado de entender de lo que están hablando chicos.
—En todo caso —continúa Yoongi, evadiendo, para nada sutilmente, la pregunta —¿Cómo es que sigues recordando a Jimin? Recuerdo que cuando mi primer deseo sucedió seguí pensando que era un sueño y lo olvidé por completo creo que la misma semana.
Hoseok se queda pensando un segundo, olvidando los tópicos anteriores y fijándose en la reciente pregunta, como si hubiese estado esperando esa en específico — Es porque Jimin fue una constante en mi vida durante muchos años, me decía que me cuidaba a cambio de pequeños favores a nombre de mi madre, favores que nunca entendí, como visitar a la abuela Min un día especifico de los primeros días de diciembre cada año, o invitar a Yoongi a dormir a casa cuando era su cumpleaños y dejar la ventana de la habitación abierta —se queda en silencio un rato —luego no volví a saber de él un tiempo, no sé, teníamos como dieciocho o algo así... hasta que Seokjinnie llegó, entonces él volvió a aparecer de vez en cuando, pidiéndome pequeños favores más como amigos de viejos tiempos que por algo a cambio, pequeños favores como dejar solo a Seokjinnie en el museo para que así pudiese hablar con él, o contándole sobre Yoongi alguna que otra cosa.
La habitación se queda en silencio un tiempo, mientras los presentes absorbemos la información como algo lo suficientemente obvio como para haberlo sospechado desde hacía mucho tiempo. Entonces, Jungkook vuelve a hablar.
—Hay algo que sigo sin entender. Seokjin hyung ha dicho que son hijos del cielo y hace tiempo me ha explicado cómo es que todo eso funciona, pero entonces ¿De quien es el protegido Yoongi hyung?
—¿Oh? Gi ¿No lo has sospechado ya?
—No tenía idea de que...era un hijo del cielo realmente, no estoy seguro de comprender del todo que quiere decir eso.
—Ah, amor mío, es bastante fácil, eres hijo de la noche, de la madre Nix. Así como la luna, eres hijo del cielo nocturno. Por eso mientras la noche esté sobre tu cabeza, sin importar la hora, nunca va a sucederte nada, incluso si son las dos de la madrugada y camines por un callejón peligroso, esa es la razón por la que, cuando miras hacia arriba, y el cielo sabe que lo estás mirando, la noche se asegura de encender todas sus estrellas y darte los mejores espectáculos.
★★★
Cuando las puertas se cierran y somos de nuevo Seokjin y yo, hay paz en la casa incluso si nuestros pechos se agitan en anticipación. La información sigue sin digerirse del todo en alguna parte de mi cabeza hasta mi estómago, pero no es como si algo pueda sorprenderme ya.
Alzo mi mirada hacia mi estrella y él luce pensativo y algo desanimado mientras recoge los platos del almuerzo llevándolos hasta la cocina, y como si de un hilo invisible atado a mi meñique se tratara, yo voy detrás de él.
—Estás triste —murmuro detrás de su oreja cuando lo alcanzo, abrazándolo por la espalda y dejando reposar mis manos a través de su pecho. Jin se inclina en el toque, apoyando su cabeza junto a la mía y respirando profundo como si de repente sintiera tranquilidad.
—Un poco.
—¿Qué va mal?
Jin se da la vuelta aun envuelto entre mis brazos, lanzando los suyos a mi cuello y estirándose en la punta de sus pies para dejar un pequeño beso en mi frente antes de caer de nuevo a la tierra y ocultar su rostro debajo de mi mandíbula. El roce de sus labios enrojece toda mi piel y me estremece en nervios que se arremolinan en mi estomago como si fuese la primera vez que lo tengo cerca de mí, y es gracioso como cada vez es igual o más intensa que la anterior.
—No va nada mal, pero siento que me estoy perdiendo de un gran trozo de información, y no me gusta.
Mis brazos se aprietan con más fuerza por su espalda y de alguna manera comenzamos a mecernos tranquilamente, fundidos en un abrazo cálido en medio de la cocina que aun huele a pasta y salsa de tomate.
—Yo también siento lo mismo, pero... a diferencia de las otras ocasiones en las que me he sentido así, esta vez creo que está bien ¿Sabes? Creo que algunas veces no importa desconocer algunas cosas.
Jin tararea, asintiendo despacito y haciendo que sus labios húmedos rocen la piel sensible de mi cuello. Por inercia, mis manos se aprietan solo un poco más.
—Jin...
—Gracias —retrocede un poco hasta que logra elevar su rostro, rozando su nariz con la mía dos veces —Gracias por no darte por vencido conmigo, incluso con todo lo que sabes y no sabes de mí, y todo lo que sabes y no sabes de toda la situación.
El beso que sigue a sus palabras destruye todas mis determinaciones y mis nervios, reconstruye, unifica, ensambla y se aloja en mi pecho con la intensidad de mil tormentas. Jin es una tormenta, un ciclón, la marea alta que arrasa con todos los miedos que siempre cargo en la orilla, y sus manos que juegan con los cabellos cortos en mi nuca son el anclaje a un mundo en el que no encontraba sentido hace tiempo.
Mis manos viajan a sus caderas cuando lo hago retroceder hasta la isla de la cocina, besándolo con más fuerza, más ganas, más deseo, más amor del que puedo manejar sin perder la consciencia, embriagándome como un adicto de su presencia.
Sus manos, un poco más pequeñas que las mías, de dedos delgados y yemas frías recorren un pequeño camino por la cadena que cuelga de mi cuello y se quedan un segundo en mis clavículas, antes de subir de nuevo, tomándose su tiempo en el recorrido, rastreando cada trozo de mi piel hasta que logran sostener mis mejillas con delicadeza, como si fuese a romperme con su toque y me sorprendo pensando que realmente no me importaría.
No lo haría, realmente.
Una parte de mí, imposibilitada de pensar, desea que me quiebre en mil pedazos si lo quiere, que se escabulla por las grietas, que se expanda y se extienda y recorra mis venas hasta que logre erradicar cada vacío que ha creado el miedo a perderlo, una parte de mí, la que sigue siendo el niño de cuatro años temeroso de ir a la escuela y no poder hacer amigos, la que sigue siendo el niño de quince que le teme al rechazo y que sigue siendo el chico de dieciocho que se fue de casa con más dudas que dinero en los bolsillos, esa parte que aun existe desea ser destrozada por los labios que profundizan el beso, por los pequeños sonidos de satisfacción que atraviesan su garganta, por el toque cada vez más tibio de sus dedos, por su existencia y realidad.
—Deja de pensar —gruñe, un poco falto de aliento, contra mis labios —estás pensando tan fuerte que puedo escucharte hasta acá.
Jin aun tiene los ojos cerrados y una pequeña sonrisa, la piel de su rostro es a medias abrazada por los rayos de sol que se filtran por la ventana de la cocina y solo puede lucir como alguien dispuesto a quitarle el aliento a cualquiera.
—Estoy pensando en ti, últimamente es lo único que hago, me has monopolizado.
—Eso no está bien —sus ojos se abren solo un poco, sin dejar ir la sonrisa.
—¿Pensar en ti no está bien? —niega.
—Estás pensando de la forma incorrecta —Jin se acerca imposiblemente más a mí, abrazando mi cuello. Mis manos siguen reposando en sus caderas cuando él comienza a balancearnos de nuevo, como si bailáramos alguna clase de canción que solo puede sonar en nuestras cabezas —Cuando me besas —continúa con voz calma, casi seductora, con sus parpados a media asta y su sonrisa salvaje que amo con locura —cuando tú me besas, yo realmente no puedo convencer a mi cuerpo de que actúe correctamente, creo que algunas de mis neuronas solo dejan de funcionar y comienzan a repetir tu nombre por todas partes, y solo puedo sentir y verte a ti...ahora, creo que justo ahora, cuando me besas, solo hay miedo en tu cabeza —la sonrisa de Jin se amplia cuando se acerca, dudando un poco, su respiración vacilando en el proceso hasta que toma mi labio inferior entre los suyos, ejerciendo un poco de presión antes de soltarlo junto con su aliento tembloroso, sus ojos cerrados de nuevo y sus mejillas acariciadas por un rubor que se hace cada vez más oscuro —y eso no es correcto.
Trago duro, porque hace mucho calor, mi piel se siente encendida en deseo, mis labios pican por perseguir los suyos y mis manos se aprietan como si quisieran desaparecer la tela que les impide tocar su piel...y porque tiene razón.
—No puedo evitarlo, cariño —suspiro —apenas has vuelto y-y yo —siento mi garganta cerrarse y tengo que respirar hondo y parpadear fuerte, enfocarme en su sonrisa, en su toque —fueron meses, Jin, meses, yo... no sé cómo se supone que supere eso.
Bajo mi mirada, enfocándola en algún lugar entre nuestros cuerpos. No quiero que piense que no le quiero aquí, no quiero que piense que mi desastre es su culpa, no quiero que piense que no estoy feliz de que haya vuelto. Sin embargo, sus manos vuelven a elevar mi rostro, topándome con su sonrisa brillante, con sus ojos tiernos y cálidos y simplemente hermosos y creo que puedo pensar que todo está bien, que todo va a estar bien.
Jin se separa de mí sin decir nada al principio, tomando una de mis manos y entrelazando nuestros dedos como un agarre seguro, un polo a tierra, guiándome hasta la puerta sin que su mirada se aleje de mí, sin desaparecer su expresión a medias feliz, a medias salvaje.
—Vamos, Gi, vamos a convencerte de que estoy aquí de una vez por todas.
Los labios de Jin dejan marcas por todo mi pecho, besando, lamiendo y succionando con fuerza hasta que la piel blanca se oscurece. Los vergonzosos sonidos que salen de mi boca parecen divertirlo, porque su cabeza se eleva de vez en cuando para conectar sus ojos risueños con los míos, soltar una pequeña risa sinvergüenza y volver a su labor.
—¿D-Desde c-cuando eres tan...atrevido? Mñn...
Jin vuelve a reír, trepando por mi cuerpo, pasando mi torso desnudo hasta que su rostro y el mío están a la misma altura, sosteniéndose con una de sus manos sobre mi cabeza en el brazo del sofá donde hemos terminado.
—Verás Gi, cuando tienes varias experiencias cercanas a la muerte, adquieres y pierdes tus poderes, encuentras y pierdes y vuelves a encontrar al amor de tu vida y caes a la tierra desnudo, no una, sino dos veces... como que comienzas a darte cuenta de que vestirse de vergüenza es muy limitante —besa mi frente con la expresión llena de adoración mientras recorre mi rostro con su mirada —además, yo confío en ti y tú en mi ¿No es así?
Asiento incluso cuando no ha terminado de hablar y él suelta una risita, atacando mi cuello y mis clavículas y ganándose un espantosamente alto gruñido de mi parte cuando inclina su cuerpo sobre el mío, creando fricción.
—Ha-Hazlo de nuevo...por favor —el rostro de Jin está completamente rojo y sus ojos fuertemente cerrados cuando ambas manos se apoyan detrás de mi cabeza para encontrar impulso —Dios, te amo.
Tomo su rostro con mis manos, quizá más brusco de lo que esperaría, atrayéndolo hacia mí para atacar sus labios, porque es la única forma de llamar a la colisión de su boca con la mía. Jin recarga todo su cuerpo sobre mí, perdiendo totalmente la batalla. Mis piernas rodean su cintura, manteniéndolo en su lugar y, cuando lo dejo ir para no explotar mis pulmones, me encuentro con su mirada desenfocada y borrosa bailando por todas partes menos mi rostro y sus orejas y cuello ruborizadas.
—No sé...ahora no sé qué hacer—susurra con una pequeña risita, intentando moverse sobre mi cuerpo, olvidando por completo que estamos en el sofá y no en la cama.
Caemos con un ruido sordo sobre la alfombra, en un desastre de piernas y brazos y risas escandalosas porque su codo ha ido a parar a mi costilla y mi pierna en sus omóplatos, y mis labios siguen buscando la manera de encontrarse con los suyos hasta que es él quien está de espaldas en la alfombra y yo sobre su cuerpo, sosteniendo sus muñecas por encima de su cabeza, dejándolo indefenso.
Mis caderas apresando las suyas comienzan a realizar movimientos circulares sobre él casi como si tuvieran mente propia y soy testigo de cómo su espalda se arquea y sus ojos se cierran, retorciéndose debajo de mí mientras el placer va construyéndose por toda mi espina dorsal, recorriendo todo el camino hasta las puntas de mis pies que se curvan contra el material de la alfombra.
Poco a poco mis manos van dejando ir las suyas, recorriendo su piel con la yema de mis dedos con suavidad hasta que llego a su pecho, masajeando, adorando, y de alguna manera su camiseta vuela y da a parar a algún lugar igual que la mía, desaparecida, y de alguna manera me las arreglo para entender cómo desabrochar un pantalón cuando mi cerebro parece haberse fundido en algún lugar entre sus labios y su cuello.
Creo que hemos empujado la mesa de café cuando hemos dado vueltas en el piso y ahora Jin está encima de mí, explorando cuánto puede con sus manos, jugando con el elástico de mi ropa interior hasta que sus dedos tocan mi carne sensible, dejando ir un jadeo por la sensación electrificante que fue totalmente intencionada, seguida de sus pequeñas risas contra mis labios.
No puedo evitarlo, yo también me río, con mis manos en su trasero, sus piernas, su espalda, trazando marcas rojizas y pequeños caminos de besos por todas partes, pellizcando, sonriendo contra la piel que pinto con mis labios como una obra de arte que egoístamente dejo en exhibición privada.
Y entonces ya no hay ropa.
Nos vestimos en cambio con jadeos mezclados con risillas que han dejado de ser nerviosas hace tiempo. Nos envolvemos en abrazos interminables, en la profundidad de un beso que parece eterno y movimientos circulares y constantes en velocidades variables de nuestras caderas unidas.
Me veo a mi mismo como en una experiencia extracorporal, demasiado agitado, demasiado caliente, adorando demasiado para ser sano al ser que se deja caer en la alfombra demasiado exhausto, pero pidiendo más. Mis manos apresan el material junto a su cabeza con fuerza y cada vez hay menos pensamientos, menos control, y luego es su cuerpo sobre el mío y por todas partes el que me eleva fuera de la tierra y me trae de vuelta con la explosión en mi bajo vientre que me deja la cabeza en blanco.
Y luego, creo que pasamos más de una hora mirando al techo, algunos minutos recuperando la respiración entre risas y pequeños empujes de juego con comentarios triviales y las mejillas rojas. Muy rojas.
—¿Gi?
Jin suspira, buscando mi mano a través de la alfombra, alcanzando mi dedo meñique y entrelazándolo con el suyo, creo que ambos seguimos concentrados en un punto fijo hacia arriba. Casi puedo asegurar que escucho la sonrisa en su voz.
—¿Mmm? —y es bastante obvia la sonrisa en la mía.
—No importa qué pase después de este momento. Cuánto nos lleve cumplir las tareas o lo que nos cueste. No hay nada que me haga renunciar a ti. Incluso si aun piensas que estás dentro de un sueño y tienes miedo a despertar o si llega el momento en el que decides que tu amor por mí se ha acabado, estaré siempre a tu lado, Min Yoongi, ¿Me crees?
Mi cuerpo se gira hacia él, apoyándome en mi costado y lo descubro observándome fijamente, no sé desde hace cuánto, con la expresión más serena y llena de convicción que le he visto jamás.
Como si fuese físicamente posible para mí dejar de amarlo.
Sonrío.
—¿Me crees? —repite, más suavemente, devolviéndome la sonrisa.
—Ciegamente, amor.
——————————————————————————————————————————————————
N/A: Si hay algo que no se entienda, por favor, avísenme, como siempre no he editado el capítulo.
Les amo mucho.
Tengan días maravillosos.
Estoy segura de que me he volado varios fun facts, pero es que no he podido recordar qué era lo que quería decir *emoji llorando* *emoji llorando*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro