Capítulo 44°: Humano de nuevo
Humano de nuevo
No hay ser humano, por cobarde que sea, que no pueda convertirse en héroe por amor.
—Platón.
Hay horas que pasan de forma diferente que otras horas.
Cuento dos segundos en cada respiración profunda de Yoongi y a veces cuento solo uno porque me pierdo en los detalles de su rostro. A veces pasan tres en el revoloteo de sus pestañas cuando intenta despertar y a veces creo que no pasa ninguno, porque parece que el tiempo se detiene cuando se remueve en sueños y busca mi mano a ciegas mientras está aún dormido, como si, aunque su consciencia nadara en aguas muy lejanas a nuestro océano, siguiese despierto en él el miedo de que me haya ido.
Por eso creo que solo ha pasado una hora, pero en realidad han pasado tres.
Yoongi se ha quedado dormido sin que ninguno de los dos lo previera, como si hubiese estado con los ojos abiertos por siglos y esta fuese la primera noche que se permitiese cerrarlos. Fue solo un parpadeo, uno lento, y entonces su respiración encontró un ritmo más pacífico y no volvió a abrir sus ojos, estaba profundamente dormido con sus dedos flojamente entre los míos y dejándome con las palabras en la boca.
No hice nada más que sonreír, porque, Cielo santo, me hacía tanta falta esto.
Me hacía tanta falta él.
La mano que no está apresada entre las suyas hace su camino hasta el colgante que reposa sobre el colchón, al final de la cadena que rodea su cuello donde la luz azul brilla con intensidad, titila con decisión, y mis ojos se humedecen sin poder evitarlo, tan de repente que llega a sorprenderme cómo todo comienza a desenfocarse por la inundación.
—Casi muero —susurro en medio de la oscuridad de la habitación, aguantando el sollozo que he contenido por mucho tiempo en mi pecho, por fin permitiéndole al miedo hacer mella, desquitarse y luego desaparecer con la vista del rostro de la persona que amo frente a mí, otorgándome la paz que no sabía que había estado buscando con tanta desesperación —de verdad espero que esta luz en tu cuello no me haya delatado... que pienses que no sufrí —suspiro —no podría vivir con la culpa.
Trago duro, esperando que Yoongi jamás pregunte por las cicatrices que aún conserva mi piel allí donde la luz me desgarró desde dentro. Y me permito sonreír, porque a una parte de mí le gustan mis cicatrices, algunas más pequeñas que otras, que me muestran donde dolió, pero me muestran que he sanado también.
Cierro los ojos, dejando ir el aire de mis pulmones para recuperarlo de vuelta cuando siento al viento soplar desde la ventana abierta que deja entrar la luz de los edificios aledaños, alborotando nuestros cabellos con fuerza y erizándome la piel.
Escucho un ruido minúsculo, casi insignificante que me hace levantar la cabeza de entre las almohadas. El ruido no se repite, así que regreso a la misma posición hasta que 5,63 segundos después, aparece de nuevo, un poco más fuerte.
—¿Sigues adelante con el plan B? — Me sobresalto.
La voz viene desde el alfeizar y, cuando levanto mi cabeza de nuevo, apoyado en el marco color hueso, mi Jimin me observa con una pequeña sonrisa en su rostro, sus cabellos de plata igual a los míos y su vestimenta blanca que lo hace ver como un ángel.
Su sonrisa es cálida como la mía cuando deshago mi agarre de Yoongi, con cuidado de no despertarlo, y me levanto despacio, de nuevo acostumbrándome a la gravedad en la tierra, tambaleándome a medias, mientras me acerco a él.
—Seguiré adelante con él, hyung, sé que, si tengo a Yoongi conmigo, todo estará bien... lo lograré.
Jimin me observa un rato, solo con su sonrisa y sus ojos inexpresivos, teniendo el brillo de la luna de fondo, más opaco de lo habitual.
—Se pertenecen el uno al otro, Seokjin, quiero que entiendas que haberte lanzado de nuevo y haberte colocado tantas tareas no ha sido un castigo, ha sido un requerimiento.
—Lo sé.
—Sé que te lo prometí, pero fue lo mejor que pude hacer.
—lo sé, hyung —sonrío más amplio, pero mi sonrisa se desvanece un poco y creo que mi respiración se atasca en asombro cuando creo ver una emoción cruzar el rostro, generalmente neutro, de mi Jimin, una emoción que, simple vista, no logro reconocer —¿Hyung?
Los brazos de hyung se extienden hasta agarrar los míos con fuerza, rodeándome con rapidez en un abrazo que jamás me habría esperado.
Porque puedo sentirlo.
La calidez se extiende todo el camino hasta mis lagrimales y mis manos son capaces de tocar el material satinado de su traje ¿Él está aquí? ¿Está aquí conmigo?. Apretando más el agarre a mi alrededor, Jimin lleva su mano a mi cabeza, sobando mis cabellos y susurrando cerca de mi oído con intensión —Quiero que seas muy feliz, Seokjin, vas a ser muy feliz.
—Hyung...
—Siempre estuve ahí, Jinnie —murmura y puedo sentir la profundidad del sentimiento que impregna sus palabras, enredándome más contra su cuerpo que ya no puedo diferenciar si está aquí o no —Siempre estuve y siempre lo estaré. Incluso si no me veías, incluso si no me ves. Siempre he tomado tu mano en cada paso...pero creo que ya es momento de que comiences a caminar por tu cuenta ¿No es así? Creo que puedo soltar tu mano ahora, Jinnie, porque lo estás haciendo bien, lo harás bien. Serás muy feliz.
Y entonces cierro mis ojos, envolviendo mis brazos, intentando mantenerlo conmigo el mayor tiempo que pueda, hasta que dejo de sentirlo y el aire a mi alrededor se vuelve un poco frío, mis manos se sienten un poco vacías y la habitación se ve un poco oscura.
—¡Jin! —Grita Yoongi en sueños, llamando mi atención nuevamente y provocando que mi corazón encuentre su cauce otra vez, así que vuelvo a hacer mi camino hasta la cama, entrelazando de nuevo nuestros dedos y observando como su cuerpo en tensión se relaja visiblemente, suspirando ante la imagen de su rostro tranquilo y creo que Jimin tiene razón.
Seré muy feliz aquí.
Dos grandes bultos enormes y pesados caen sobre mi cuerpo despertándome con un sobresalto, sacándome el aire por la boca y solo atinando a escuchar una pequeña risa de fondo antes de que la avalancha de preguntas me abarrote los oídos.
—¡Hyung!
—¡Seokjinnie!
—¿Cuándo has llegado?
—¿Dónde has estado?
—¿Te encuentras bien?
—¿No volverás a irte?
—¿Por qué no escribiste o llamaste?
—¿No podías comunicarte?
—¿Nos extrañaste?
—¿Pensabas en nosotros?
—Pensé que habías terminado con Min.
—¡Hyung no digas eso!
—¿Por qué estás vestido como un hombre mayor de los ochenta?
Intento acomodarme debajo de ambos cuerpos, visiblemente más grandes que el mío, dejándoles acostarse a cada lado de mí para poder respirar con facilidad, ellos tomando mis brazos como almohadas para sus cabezas y rodeando mi cintura con brazos y piernas como si fuesen una especie de cárcel.
Del otro lado de la habitación se escucha el gruñido de Yoongi —¿Cómo se enteraron de que Jin había vuelto? ¡Pensé que lo tendría más tiempo para mí solo!
—¡Tú! ¡Ser egoísta, rata de cloaca! ¡No planeabas decirnos! —Hoseok lo señala con un dedo acusador desde su cómodo lugar en la cama.
—No lo sabíamos —responde Jungkook con rapidez, acomodándose mejor con todo su rostro siendo eclipsado por su gran sonrisa —cuando has abierto la puerta te vimos un moretón en el cuello... no había manera de que pensáramos en otra persona que no fuese Seokjin hyung.
Los brazos de Jungkook me aprietan más y se ríe como si de un niño pequeño se tratase, ocultando sus profundas ojeras y sus ojitos cristalizados.
—Además, nos sonreíste Min, una sonrisa real, no había visto tus encías en meses —Hobi se acerca más a mi oreja, murmurando —por algún tiempo creí que algún diente se le había caído.
Yoongi gruñe una vez más antes de lanzarse sobre nosotros, quedando en parte sobre mi cuerpo, en parte sobre el cuerpo de su hermano y, aunque su rostro luce enfurruñado, lo conozco mejor. Conozco bien el sonrojo leve en sus mejillas y el brillo de sus ojos oscuros.
Así que, a pesar de haberme quedado sin aire por segunda o tercera vez, me las arreglo para sonreírle.
—Por cierto —murmura Hoseok cuando hemos logrado acomodarnos los cuatro —Seokjinnie tiene una agenda ocupada ahora que ha vuelto.
—¿Agenda ocupada? —el tono solemne me deja confuso, y supongo que a Yoongi también cuando lo veo elevar una ceja.
—Ya sabes —continúa Kook —mamá ha preguntado por Jin hyung, igual que la abuela Min, y el señor Min, y papá, y Jackson y Namjoon hyung, hay muchas personas que van a querer verte.
Me tenso, y sé que tanto Jungkook como Yoongi lo han notado, sin embargo, no dicen nada —Sí...yo también necesito ver a mucha gente.
★★★
Jin se ríe. Se ríe mucho. Y yo solo sonrío medio estúpido medio enamorado mientras mi mejor amigo le cuenta lo aburrido que he sido los últimos tres meses y básicamente el desastre que soy sin él. Y entonces me mira, consciente y muy profundo, con ojos de corazón, que no sabía que fuesen físicamente posibles de identificar.
Amar a Jin es lindo, más que lindo es maravilloso, pero ser amado por Jin... es un mundo diferente de fantasía, como una lluvia tibia eterna sobre mi corazón que revitaliza todo lo que esté marchito. Es sencillamente hermoso y puro y siento que no puedo manejarlo, siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento y que mi respiración se atora, que estoy asustado, asustado de perderlo de nuevo.
Asustado, sigo asustado, ¿Y si es un sueño?
—¿Gi? —Su voz tranquila me saca de mi mundo oscuro, observándome desde el otro lado de la cocina donde llevamos un rato los cuatro, él sentado encima del mesón, sosteniendo los platos que Hoseok le pasa y yo sentado sobre la isla frente suyo.
Me sonríe, como preguntándome sin decir nada si todo está bien, y yo pienso que sí, en tanto siga aquí, está bien, y pienso que este miedo quizá nunca se vaya del todo, y pienso que el recuerdo no se va a borrar, pero no importa, porque está aquí ahora.
Es un sábado tranquilo a media mañana cuando mi hermano y mi mejor amigo se quedan dormidos viendo un programa de variedades en la sala, Jin y yo seguimos en la cocina, esta vez ambos sentados en la isla, encarando la ventana sobre el lavavajillas que nos deja observar algunos rascacielos a lo lejos y el sol que brilla intenso.
—¿Vamos a hablar ahora? —pregunto suavemente y él asiente despacio. Nuestras piernas cuelgan de la isla y se balancean con lentitud y mis dedos apoyados en el material frío comienzan a buscar los suyos como si fuésemos dos adolescentes demasiado avergonzados de tomarnos de las manos.
Mi meñique logra enganchar el suyo como una especie de promesa cuando alcanzo a captar el atisbo de una sonrisa.
—¿Crees que podemos hablar en la habitación? —giro mi rostro por completo cuando su voz tiembla un poco y Jin tiene la mirada clavada en nuestros pies en movimiento y las orejas rojas como un tomate salvaje al igual que sus mejillas. Jin lleva el cabello un poco más largo, peinado hacia un lado dejando a la vista su frente y sus cejas fruncidas, sus ojos que vaguean en cualquier sitio menos en mí.
—¿Cariño? ¿Por qué estás nervioso? —observo cómo muerde su labio inferior y lo deja ir lentamente antes de mirarme a los ojos con un poco de duda.
—N-No es nada.
—No mientas.
Salto de la isla, aun con su dedo meñique sujetando el mío y me coloco entre sus piernas que cuelgan a cada lado de mi cadera, posando mi mano libre en su muslo con suavidad y buscando darle un poco de confianza —Puedes decirme lo que sea.
Jin suspira.
—Estoy nervioso porque... —sus labios se unen en una línea fina, soltando mi mano para, con lentitud y duda, colocar ambos brazos sobre mis hombros. Su mirada luce de nuevo culpable y triste, rehuyendo de la mía a cada oportunidad —Es la primera vez que me siento como un humano de verdad...que tengo miedo de hacerme daño, de hacerle daño a otra persona, físicamente. Siento que la gravedad me afecta con más fuerza y al-al recuperar-al recuperar mis recuerdos de niño siento una permanente sensación de vacío en mi pecho y es tan...doloroso.
—Jin-
—Los extraño —su voz se quiebra y puedo ver como busca arreglárselas para mantenerse firme, apretando aún más sus labios, respirando controlado —y ni siquiera puedo recordar bien sus rostros...ninguno de ellos, ¿Y si ese día en la bodega no me hubiese escondido por horas? ¿Si hubiese salido a ver a aquella persona? ¿Me habría reconocido? ¿Habría sabido que soy yo? Y yo podría recordarlo, porque estoy seguro de que era Tata...estoy seguro.
Los labios de Jin se curvan hacia abajo, mirándome con ojos enormes y brillantes, con tanta incertidumbre que mi pecho se hunde y surge de nuevo, balanceándose en una especie de vaivén descontrolado. Suspiro, acariciando su mejilla con suavidad cuando se apoya en mi toque.
—¿Puedes esperarme un segundo? —Jin me mira con confusión, sin embargo, asiente.
Corro hasta mi habitación, buscando mi agenda por todas partes hasta que logro encontrarla por debajo de una pila de papeles en el escritorio. Cuando vuelvo a la cocina, Jin se encuentra en la misma posición, mirando a lo lejos a nada en realidad.
Acercándome, bajo mi voz para no asustarlo —Cuando te-cuando tuviste que irte, sucedieron algunas cosas. No sé si fueron casualidad, no sé si yo las busqué inconscientemente, pero me gustaría mostrarte algo.
De la agenda saco un pequeño trozo de papel plastificado, no más grande que la palma de mi mano y lo extiendo hacia él cuando recobro mi posición frente suyo.
Jin sigue mirándome confuso, y cuando toma la fotografía entre sus dedos y baja la mirada, casi puedo asegurar el momento exacto en el que lo veo dejar de respirar.
Los ojos de mi estrella se anegan en lágrimas hasta que es difícil distinguir sus pupilas y sus manos tiemblan mientras suben la imagen cerca de su rostro enrojecido, apretando tanto su mandíbula que creo que se hará daño.
—Creo que ahora puedes reconocerlos —Jin rompe en un sollozo que se escucha por toda la cocina, agarrando la fotografía como si temiera que desapareciese —Taehyung si terminó siendo mi jefe ¿Recuerdas que hablamos de él? Es un gran tipo... ha crecido muy bien, y el pequeño... él es Woo-Jin. Tu sobrino.
Jin alza la mirada tan rápido hacia mí que me estremezco, y es en ese momento que las lágrimas se permiten deslizar por sus mejillas rosadas, sonriendo tan grande cuando lleva la foto a su pecho, abrazándola con fuerza y mirándome como si tuviera algo por lo que agradecerme.
No tardo mucho en envolverlo entre mis brazos, sobando su espalda cuando oculta su rostro en mi cuello y puedo sentir la humedad de sus ojos sobre mi piel, y Jin tiembla, como los rascacielos del paisaje ante un sismo, pero yo lo sostengo contra mi pecho, siendo más fuerte que el terremoto.
—Espero que no lo decepcione que jamás haya aprendido a atarme los cordones de los zapatos.
★★★
¿Es posible que un corazón sangre y sane a la vez?
Yoongi deja pequeños besos en mi cabello cuando ya estamos en la habitación y hay un montón de fotos pequeñas esparcidas por todo el colchón. Algunas son mías, de algunos meses atrás, y otras son recientes, no las conocía.
Gi me abraza desde atrás, sentados con su pecho presionado contra mi espalda mientras organizo las fotos en una pila para devolverlas a su agenda. Hace unos minutos he dejado de llorar.
Ya es momento.
—No tengo permitido contarte todo lo que sucedió mientras no estuve aq-
—¡¿Por qué no?!
—¡Reglas, Gi! Y no me interrumpas.
Yoongi se ríe y me abraza con más fuerza antes de volver a la posición inicial, recostándose en la cabecera de la cama para mirarme desde ese lado.
Algo que omití decirle, es que en parte me siento nervioso porque su presencia es mucho más intensa ahora a mi alrededor, y no sé si tenga que ver con mi completa humanidad o si tenga que ver con el hecho de haberlo extrañado tanto, pero su piel contra la mía, incluso la sombra de su respiración, me ponen nervioso.
—La...la cosa es que al haber utilizado la energía de Ji-Hye, la poca que aún quedaba en mi cuerpo se conservó, lo suficiente para un pequeño deseo más.
Los ojos de Yoongi se expanden ligeramente —¿Y aun puedes concederlo?
Niego con la cabeza —Lo gasté.
—¿Cuándo? —casi puedo sentir mis orejas enrojecer.
—Pediste un deseo justo antes de que cayera, a pesar de no ser más una estrella, me dejaron concederlo —Yoongi se incorpora, mirándome con el ceño fruncido y no puedo evitar sonreír porque es algo típico de él —No lo recuerdas ¿Verdad?
—¡No deseé nada!
—¡Lo hiciste!...deseaste no sentirte más como un alma en pena —Sus parpadeos perdidos lucen casi adorables hasta que reconocimiento parece brillar en sus pupilas.
—Y entonces caíste...como la primera vez.
—Si bueno, aun no puedo creer que me lanzaran de nuevo, como si no fuese demasiado doloroso atravesar la estratosfera. Fue casi una burla, en mi consciencia no pensé que mi presencia fuese el cumplimiento del deseo, de haberlo sabido no te habría concedido nada porque igual iban a lanzarme como una pelota al agua.
Yoongi me sonríe con cariño —A estas alturas es un poco ofensivo que no sepas que mi felicidad viene contigo.
—Me das demasiado crédito.
—Para nada, pero tú estás evadiendo el tema principal de nuevo.
Suspiro —Bien. Bien. Así que hicimos un trato.
—Me lo supuse.
—Con el castigo de noona, y mi desaparición de la tierra, vinieron algunas consecuencias, involucrando a muchas personas que están relacionadas entre sí, incluyéndonos, claro. El universo me dio como requerimiento para volver, el restaurar las líneas temporales que se cruzaron en las vidas de esas personas, por eso las cinco tareas. Si siguen sus vidas en el curso que debían haberlo hecho de no haber muerto, entonces el universo estará a mano conmigo, yo podré seguir aquí en la tierra porque todo lo demás seguirá como... si nunca me hubiese ido. Te sorprenderá saber que, la mayoría de las cosas, no habrían cambiado mucho.
—Y entonces ¿Todo se restaurará?
—Algo así. Claramente no podemos retroceder el tiempo, no podemos evitar mi muerte ni los veinticinco años que han pasado desde entonces. Pero podemos arreglarlo a partir de aquí. Si hacemos eso, como si la línea temporal no se hubiese alterado, puedo seguir en ella, como si nunca me hubiese ido.
—¿Por qué me siento en un película de Christopher Nolan? ¿Líneas temporales? ¿Hay más de una?
—¡Concéntrate en el punto, Gi!
Yoongi gruñe, tapando su rostro con ambas manos —Lo siento, es solo que tengo miedo de escuchar cuáles son esas tareas. En todo caso, ¿No se supone que todo esto tendría que hacerlo Ji-Hye?
—Por supuesto, pero no confío en ella ni para que me sirva un vaso con agua sin derramarla. Y haberme ofrecido fue la única razón por la cual me dejaron volver de todas maneras.
Destapando su rostro, mi novio lanza un suspiro cansado.
Con el pasar del tiempo se me hace cada vez más fácil reconocer los distintos tipos de suspiros, de sonrisas, de miradas; agotadas, enamoradas, tristes o felices, asustadas, nerviosas, de duda, de consideración, casi como un reflejo de las mías, un poco más profundas, un poco más perdidas.
Así que el suspiro que sale de mí es un poco diferente, y estoy seguro de que él también puede identificarlo cuando sus manos vuelven a rodear mi cintura y un pequeño beso en mi nuca, sin palabras, me dice: Está bien, estamos juntos en esto.
Así que le cuento y vuelo entre los recuerdos borrosos de una memoria que ya no me pertenece, que parecen ser de una estrella lejana en el cielo que ya no soy, y él me escucha, sin pestañar, sin soltarme.
Yoongi me escucha mientras le digo que Jungkook debería haber escogido la universidad de la capital en la cual le habían ofrecido una beca por deportes, pero la cual rechazó por quedarse cerca de Yoongi, por no dejarle solo en todas aquellas crisis que no sabía cómo manejar por su cuenta. Le cuento que en esa universidad aun lo esperan, pero que Jungkook no ha querido irse.
Me escucha mientras le digo que Namjoon siempre fue alguien que le gustaba complacer a otros y que su último, y quizá su único, acto de rebeldía fue el rechazar su puesto en la empresa de arquitectura de la familia Kim, lo cual lo dejó perdido y quizá demasiado asustado de hacer algo más que fuese en contra de lo que otros esperaran de él, como confesarle sus profundos y muy antiguos y arraigados sentimientos a Jackson hyung. Le cuento que Jackson y Namjoon deberían haber comenzado su propia historia hace tiempo.
Me escucha, también mientras le digo que Tata realmente ha cortado casi toda relación con nuestros padres hace tiempo, alejándolos cada vez más y más mientras los años pasan y la brecha se vuelve un abismo y los días se sienten como siglos. Le cuento que eso nunca debió haber pasado... en absoluto.
—Tres.
—¿Hmm?
—Van tres tareas, faltan dos —me apunta con el lápiz que no sé en qué momento ha tomado, dejando de apuntar furiosamente en su agenda con muchos símbolos alrededor de ciertas palabras.
—Bueno, las últimas dos tareas dependen una de la otra y son, posiblemente, las más difíciles.
Otro suspiro, este es de incertidumbre, y lo reconozco cuando la agenda da a parar a la mesa de noche y su rostro se vuelve un poco más serio —Desembucha.
Muerdo mi labio, dejando morir los segundos, con mis manos jugando con el dobladillo de mi camiseta antes de girar mi torso para poder mirarle —Encontrar el verdadero lazo de Hyo-Joo noona y...romper el lazo que aun los une a ustedes dos.
Yoongi lanza la mirada al techo con un gruñido exasperado —¡Jin! ¡¿Cómo se supone que hagamos eso?!
—¡Calma! ¡Calma!
Me doy la vuelta, arrodillándome en el colchón para luego llevar mis manos a sus hombros en busca de impulso para sentarme a horcajadas sobre él. Yoongi me abraza incluso sin pensarlo, mirándome con el ceño fruncido y los labios en un mohín pequeño.
—¿Recuerdas que te comenté sobre un plan B?
—Has estado diciendo eso todo el tiempo.
Asiento ante sus ojos en blanco, dejando un pico rápido sobre sus labios que lo aturde por solo un segundo. Segundo que me tomo en estirarme hasta la mochila que ha estado a los pies de la mesa junto a la cama, sacando con facilidad el frasco de luces que había visto más temprano en la mañana y sus ojos se abren solo unas pulgadas cuando lo coloco entre nuestros cuerpos, abrazándolo contra mi pecho y sintiendo la calidez y la familiaridad de la energía corriendo.
—¿Nunca te preguntaste por qué siempre te obligaba a pedir deseos? —obtengo un pequeño asentimiento y otro puchero, los ojos mirando con cariño las luces —Cuando aún no había identificado todos los sentimientos que me habían golpeado estando en la tierra, incluso desde el primer día, sabía que habría un momento en el que tendría que irme. Las estrellas como yo...como yo lo era, o creía que era, no durábamos mucho tiempo, solo hasta que nuestra tarea estuviese realizada. Una vez cumplida nuestra labor, volveríamos a hacer parte del universo.
—¿Desaparecidas?
—Para siempre.
—Me hace feliz que no fueses una estrella como las otras.
—A mí también, pero incluso en ese momento supongo que estaba perdido por ti, tanto tiempo observándote a escondidas, sintiendo tus tristezas, conociendo tus pasiones, y lo único que pasaba por mi cabeza era: si me voy...si me voy quiero que siga teniendo el cielo en sus manos. Es por eso por lo que mi plan B siempre fue que, aunque yo no estuviese, aun pudieses pedir deseos que te hicieran feliz.
Yoongi parpadea como si no tuviera idea de lo que hablo y entonces pasa, el momento en que la verdad llega a su cabeza como una explosión incontrolada —¿Me estás diciendo lo que creo que me estás diciendo?
Sonrío, agitando el frasco como si de una esfera de nieve se tratase —Son deseos, Gi, energía que pide el universo. Siguen haciendo parte de él, solo que tuvimos la ventaja de haberla atrapado... si pides algo sosteniendo una luz, va a cumplirse, el universo va a tomarla como ofrenda —Yoongi niega, sonriendo y negando, colocando sus manos sobre las mías que sostienen el frasco.
—Ah, mi estrella inteligente. Tengo la sensación de que es terriblemente contra las reglas poner estas luces en cautiverio ¿No es así? ¿Nos meteremos en más problemas?
—No lo creo. Hacemos parte del universo, Gi, así que técnicamente las luces fueron entregadas en ofrenda, solo que el cielo no las ha reclamado aun y ya sabes, reutilizar es bueno.
Sonrisas y un beso, y mis brazos se lanzan y aprietan sus hombros, los suyos rodeando mi cintura, tocando la piel por debajo de la camiseta, mis muslos. Yoongi me mira con amor profesado, impoluto, casi mágico en sus ojos brillantes que no quiero dejar de observar.
—¿Crees que podamos cortar ese lazo con un deseo?
Niego, estamos tan cerca que su nariz roza la mía con cada movimiento de mi cabeza —pregunté un poco aquí y allá. Lo habíamos estado haciendo todo mal, Gi. Si encontramos el receptor original del lazo de Hyo y logramos que hagan contacto, el lazo natural va a buscar su propio camino, deshaciendo la conexión errónea.
—Y ¿Entonces seré libre?
—Libre y oficialmente mío.
Yoongi se ríe, tan brillante y tan real que mi corazón se ahoga en un mar de burbujas que consume todo espacio dentro de mi cuerpo.
—Tuyo he sido siempre ¿A qué juegas? ¿Te gusta escucharlo? —más risas, más roces — Tuyo, siempre tuyo, siempre mío.
El beso que sigue después de eso se siente como una galaxia en formación, con miles de explosiones, con tanto caos y, de alguna manera, se siente como debe ser, encajando con naturalidad como dos dientes de león que se encuentran en el cielo por el viento.
—De verdad, Min, ¿Por qué siempre tenemos que encontrarlos de la misma manera? ¿Qué no tienen respeto porque hay un bebé en casa?
Nuestras miradas se conectan cuando separamos nuestros labios y nuestras risas eclipsan cualquier sonido en la habitación. Ni siquiera tenemos que mirar hacia la puerta para saber quiénes nos miran, seguramente, recostados en el marco de la puerta.
—¡Hyung! Ya no soy un bebé —gruñe Jungkook.
Hablo de mí, mocoso, yo soy el bebé, ¡No tienen respeto por mis solteros ojos!
★★★
Reutilizar deseos suena como una mala idea.
Es una jodida mala idea.
Y por eso Jin cree que funcionará.
Cinco tareas que deben cumplirse en un plazo menor a un mes, pero Jin parece no estar preocupado en absoluto mientras se sienta con las piernas cruzadas en la alfombra, detrás de mi hermano trenzando su cabello que ha crecido considerablemente y preguntándole cosas triviales sobre su día y lo que ha hecho los últimos tres meses.
¿O quizá no son cosas triviales?
Desde donde estoy puedo ver cómo los hombros de mi hermano van perdiendo tensión a cada pregunta que sale de la boca de mi estrella, y cada vez que los delgados dedos de Jin tuercen y enredan algún mechón, él luce más y más cómodo para dar respuestas, como si en el fondo hubiese estado esperando un momento así hace mucho tiempo, tener a alguien con quien hablar.
—Jungkook-ah, ¿Hace cuánto no te peinabas?
La risa de Jungkook se escucha por toda la casa, provocando sonrisas en el resto de nosotros porque, demonios, ¿Cómo no me había dado cuenta de que hacía mucho no lo escuchaba reír en voz alta?
Y entonces, cuando encuentro la mirada cariñosa de mi estrella y sus pequeñas risas, comprendo que quizá Jin no está pensando en su tiempo nuevamente limitado, ni en las tareas y obligaciones, quizá solo está siendo Jin, el mejor amigo de mi hermano, intentando cumplir la promesa que le hizo.
—¡Min! —el chasquido de dedos que pasa frente a mis ojos me hace parpadear aturdido —¿Quieres, por favor, dejar de acosar a tu novio con esa mirada de borrego enamorado y, quizá, terminar de picar las verduras? ¡No vamos a almorzar nunca a este paso!
—Oh, sí, lo siento —sacudo mi cabeza, volviendo a la tarea que me fue asignada hace algunos minutos y en la cual me he llevado más tiempo del necesario —Es solo que...
—Solo que ¿Qué? —Hoseok prende la estufa y pone una olla a hervir, dándose la vuelta y hablando con suavidad —Sabes que puedes decirme cualquier cosa ¿Cierto?
—Lo sé, pero es una tontería.
—Como toda tu vida —bufo, apuntándolo con el cuchillo a una distancia prudente.
—No te pases, Jung.
—Ya, ya. Dime, ¿Por qué luces tan...perdido?
—Porque —comienzo a jugar con la punta del cuchillo en la tabla de cortar, mirando fijamente el tomate que he cortado en pedazos tan pequeños que parecen pasta —Porque lo he extrañado tanto por tanto tiempo que siento como si realmente no estuviera aquí, como si fuese otro de los sueños en los que me sumergía tanto a veces.
—Es...un poco exagerado ¿Sabes? —La mirada de Hoseok se desvía, rascando su oreja como un pequeño gesto de incomodidad —No me malinterpretes, por favor. Pero...
—Pero ¿qué?
—No lo sé, Min. Los últimos tres meses estuve preocupado hasta la mierda por todo el mundo, en especial por él, porque no tenía idea de qué había pasado. Y sentía como que todos sabían algo que yo era el único que ignoraba, y no me importaba ¿De acuerdo? Todo el mundo tiene secretos, pero siguen actuando como... como si Jin hubiese muerto.
Hoseok niega con la cabeza, bajando la mirada hacia sus pies con el ceño fruncido y la mirada triste, dolida.
—Todos tenemos secretos —repite, mirando sus manos como si contemplara los suyos propios con demasiada concentración en ellas, bajando la voz, casi hablando consigo mismo —algunos son más grandes que otros, pero creo que hemos sido amigos el tiempo suficiente para que sepas que puedes confiar en mí. Si no lo haces ¿Cómo esperas que yo también confíe?
Cuando levanta la mirada hacia mí, luce contrariado, como si la conclusión a la que ha llegado fuese la respuesta ideal a todos sus problemas. Frunzo el ceño, dejando el cuchillo de lado para darle toda mi atención a mi mejor amigo.
—Está bien, esto parece haber dejado de tratarse sobre mí. ¿Algo ha pasado? ¿Algo que quieras contarme?
De inmediato, Hoseok se coloca a la defensiva —Oh, no, ni creas ¡He preguntado primero!
Cruzándose de brazos, eleva una ceja en pregunta, esperando que diga lo que sea que tenga que decir, y yo solo pienso: ¿Debería?
—No vas a creerme.
—Inténtalo, hombre. ¿Es un criminal con rostro afable? ¿Por eso tuve que conseguirle una identificación?
No hay burla, pero tampoco hay escepticismo en su voz y eso me hace fruncir aún más el ceño, mordiendo mi labio porque no estoy seguro de qué seguiría después.
¿Debería? De verdad ¿Debería? Siento que mi piel se eriza y comienzo a sudar frío, demasiado nervioso de nuevo. Tartamudeo algunas palabras incoherentes, mirando mis uñas como si la pequeña piel levantada en mi dedo pulgar fuese un sabio que me recitara el horóscopo.
—¿Y bien?
Y bien...
La pasta ya está hecha y a punto de servirse y Hoseok y yo estamos sentados en la encimera en completo silencio. Han pasado solo unos minutos desde que he dejado de hablar, sin respirar mientras las palabras salían como metralla de mi boca sin posibilidad de detenerse. Le confieso que Jin no es humano, que es una estrella hipotética, que era la luciérnaga de mi sueño, que nunca fue un sueño, cuando era niño, que era mi amigo imaginario, y que lo había perdido...dos veces.
Me quedo en silencio porque no quiero contarle mis mayores miedos, ni todo el entretejido de información que viene acompañando la vida de mi estrella, ni todo lo que posiblemente venga con los días que se avecinan.
Sigo sudando frío.
Sigo mirando la piel de mi dedo pulgar.
Hoseok sigue en completo silencio.
Otro minuto o un poco más y le oigo suspirar.
—Entonces...
—Sí.
—Y es por eso...
—Ajá.
—Oh...
—Oh.
Más silencio, el olor a pasta se extiende por la casa y será cuestión de minutos para escuchar los pasos de mi estrella y mi hermano para almorzar, aunque hace algún rato dejamos de escuchar sonido alguno. Tomo aire profundamente.
—Sé que es muy loco y que no hay manera de que me creas y que es tonto pensar que-
—Te creo.
—es cierto todo lo que digo, pero-
—Min, te creo
—En realidad, realmente te juro que... ¿Ah?
Escucho la risilla de Hoseok, sin humor, y me giro a verlo con los ojos expandidos. El cabello castaño me impide ver sus ojos, pero puedo distinguir la sonrisa estricta pegada en su rostro.
—Que te creo, Min, te creo —Hoseok gira esta vez a verme, rompiendo en una gran sonrisa que no llega a sus ojos y que parece más una mueca —La verdad... tiene bastante sentido.
—¿Q-Qué?
Hoseok se baja de la encimera, dándome la espalda para destapar la olla de la pasta, revisándola como si no hubiese estado lista hace tiempo.
—Ya sabes, quizá te creo por los ojos peculiares que insistían en decir que eran lentillas, ¿En serio?, sin identificación, la piel estúpidamente caliente en invierno, sin contar la vez de la lampara, creí que estaba ebrio todavía, pero yo vi jodidas luces saliendo de ninguna parte. Quizá te creo porque he sido tu amigo por veinte años y me dices que era un antiguo amigo de la infancia como si yo no supiera distinguir tus cochinas señales mentirosas — Hoseok mira hacia nuestros pies cuando toma aire y parece debatirse entre seguir hablando o no, abriendo la boca unas cuantas veces y cerrándola otras tantas hasta que por fin parece decidirse —O quizá te creo...quizá te creo porque
—¿Porque?...Quizá lo hago porque conozco a Jimin.
No tengo tiempo de procesar absolutamente nada cuando la puerta lateral de la cocina se abre con rapidez —¡¿Que tú qué?!
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N/A:
Les amo mucho
¡Tengan días maravillosos!
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