Capítulo 35°: De los gritos del corazón
De los gritos del corazón
Todos tenemos problemas, pero los míos tienen unos ojos muy bonitos
—Andrés Ixtepan
Jin tiene la piel muy suave.
No es como si no me hubiese dado cuenta antes; tampoco es como si no le hubiese prestado atención, porque siempre lo noto. Pero están estos pequeños detalles de los cuales eres consciente pero nunca te detienes a señalarlo en voz alta, y he sabido que su piel es suave desde la primera vez que la rocé con la mía, Jodido cristo, incluso desde lejos puede verse que lo es. Sin embargo, es solo mientras está encima de mí en una pequeña cabina de tren que mi cabeza comienza a gritarme la urgencia de tocarle por todas partes solo para satisfacer la necesidad primitiva de comprobar su certeza.
Los labios de Jin son un mundo diferente de bálsamo para heridas, capaz de curar cada mal en la tierra con una sonrisa, con una palabra, con un beso, como los que le roba mi boca con desesperación y no me importa equipararlo para el resto de la humanidad, porque parecer egoísta por él no me resulta tan malo, tampoco.
Jin está sentado a horcajadas sobre mí sin apoyar su peso en mi cuerpo en absoluto, sosteniéndose sobre sus rodillas a cada lado del asiento y con sus manos en el respaldo de este para equilibrarse. Estoy a un nivel más allá de la comprensión racional mientras una de mis manos reposa con una tranquilidad que no siento en su cintura y la otra mantiene su rostro cerca del mío cuando nos hemos separado por aire.
—G-Gi — susurra entrecortado con el sonrojo más hermoso salpicando sus mejillas, haciendo juego con el cabello que ha caído despreocupadamente por su frente, enloqueciéndome solo un poquito más ante el desastre que da vida a su belleza, haciéndolo lucir casi terrenal, pero con el mismo toque mágico, inalcanzable, que solo ha bajado a la tierra por mí.
No tengo idea de que Jin sepa la clase de poder que tiene sobre mi corazón, no tengo idea de que sepa que, si en este preciso instante, me pidiera cualquier cosa, yo lo haría. Y es aún más hermosa la certeza de que, aunque supiese todo aquello, jamás haría nada que me hiciese algún tipo de daño, que me quitara el control que él me ha ayudado a conseguir por mí mismo.
—E-Estoy casi seguro de que está algo así como prohibido hacer esto —susurra, con los ojos puestos en cualquier otro sitio menos en los míos.
—¿Y qué es esto, cariño? —sonrío.
—Sabes de lo que hablo, no me harás decirlo —Jin golpea suavemente mi pecho, con las mangas del buzo a rayas demasiado largas envolviendo sus manos como garritas o pequeños puños, dejándose caer sobre mis muslos sin miramientos, demasiado cerca de mis rodillas y haciendo que mis brazos viajen inmediatamente a su espalda para evitar que caiga.
Jin cruza los brazos sobre su pecho y me mira con un mohín en los labios, imperturbable ante nuestra posición y mi mirada que, seguro como la mierda, es descarada. Él luce mucho más pequeño de lo que es, el gran suéter dejando ver parte de su clavícula y la piel impoluta de uno de sus hombros. Bajo mi mirada a su cintura delgada y sus piernas flexionadas hasta detenerme en sus rodillas que logran verse a través de los rotos del pantalón negro, dejando a la vista las raspaduras que no se han curado aún.
Frunzo el ceño porque es extraño que no se hayan sanado teniendo en cuenta que Jin puede curarse en segundos. Él nota mi mirada porque de inmediato mi rostro es jalado de vuelta al suyo, obligándome a enfocar sus ojos y devolviéndome a la realidad.
—Así que, está algo así como prohibido —digo entonces, pegando una media sonrisa en mi rostro —en los aviones también, y aun así la gente lo hace.
—Pero no somos la gente, está mal ¿No? Infringir las reglas —Como si él no lo hiciera todo el tiempo.
—Solo si nos descubren —la mirada de mi Jin se vuelve un poco dubitativa, con las manos en su pecho en forma de puños invisibles por la tela de su ropa, hasta que parece dejar de pelear consigo mismo y sus ojos se vuelven un poco traviesos.
Mi estrella mira hacia todas partes hasta llegar a la cerradura endeble de la puerta de la cabina, deteniéndose en ella por unos segundos hasta que me devuelve su atención, sonriéndome con descaro.
—Si nos descubren —susurra antes de posar sus labios sobre los míos, con los ojos cerrados y la respiración detenida, sin moverlos realmente, solo allí, como un punto de contacto, tan suaves, pero firmes. Las manos de Jin llegan a mi cuello tocando la piel solo con las yemas de sus dedos gracias a la tela, apretando mis muslos con sus rodillas.
Mis manos viajan hasta perderse dentro de su camisa y se detienen ante el toque frío de su abdomen.
Frío.
Nos separamos con lentitud, mirándonos a los ojos, antes de que Jin me sonría acariciando mi rostro.
—Estoy bien, es por la falta de uso de mi energía. Mi cuerpo se enfría por ello —Y yo no le digo nada ni él dice otra cosa, no cuando se acurruca contra mi cuerpo dejando pequeños besos en mi cuello hasta quedarse dormido, no digo nada incluso cuando ya hemos llegado a casa y el pensamiento de mi antigua conversación con la luna sigue atormentándome.
Nos dirigimos hacia la puerta con rapidez intentando ignorar el apartamento de enfrente y a la familia que vive en este, intentando enfocarme solo en la mano de Jin entrelazada en la mía y su rostro adormilado sosteniéndose en mi hombro. Apenas está atardeciendo, pero Jin luce como si hubiese vivido el día más agotador de su vida, y yo no lo culpo, no podría culparlo si yo me siento casi igual de agotado.
—¿Qué te está tomando tanto tiempo, Gi? —la voz de mi estrella es amortiguada por el material de mi abrigo, haciendo que entienda solo la mitad de sus palabras, provocando una pequeña risa ronca de mi parte.
—Ya estamos en casa, vas a poder dormir lo que queda del domingo cuando consiga que cenes algo.
—Pero no tengo hambre.
—Ese no es mi problema, señor.
Jin comienza a quejarse, restregando su rostro por mi espalda hasta que pasa sus brazos sobre mis hombros casi colgando todo su peso sobre mí. Me río cuando por fin logro pasar la cerradura y la amplitud de mi sonrisa casi cierra mis ojos mientras pasamos por el umbral.
—¡Yah! No voy a cargarte hasta la habitación.
—¡Sé que quieres hacerlo! —Nos reímos un poco más mientras lo arrastro y es por eso por lo que tardo un poco en darme cuenta de que las luces de la casa estaban encendidas.
—Son asquerosamente lindos, ¿No hyung? —la voz de mi hermano me llega desde el sofá en donde lo encuentro recostado con las piernas encogidas hacia su pecho. Al lado suyo, Hoseok se atraganta con una bolsa de papas prefabricadas, abultando sus mejillas y masticando lentamente.
El televisor está encendido en algún programa de encuentros paranormales y es la razón por la cual ambos están casi abrazados con una sábana sobre sus hombros.
—Penfamof wue llewarían maf tawde —nos dice mi mejor amigo antes de levantarse con ánimos de ir a por Jin y atacarlo con un abrazo asfixiante, llevándolo de mi lado y envolviéndolo como si hubiese pasado una eternidad sin verlo —¿Tienes frío, Seokjinnie? ¡Estás helado!
Mi hermano y yo nos miramos y no soy lo suficientemente rápido como para intentar trasmitirle seguridad.
—¿Cómo entraron aquí? —Pregunto en cambio, cuando las formalidades quedan satisfechas y he logrado hacer que mi hermano recoja el desastre de envoltorios que han dejado en nuestra sala.
—Te lo he dicho, Min, estás criando a un potencial criminal.
—¿Jungkook?
—Solo saqué una copia por prevención, nunca se sabe cuándo necesitarás que cuide de tus plantas mientras estás fuera en algún viaje improvisado, hyung.
—Pero yo no tengo plantas.
—¿Quieres una planta?
Ruedo los ojos sentándome en el sofá y extendiendo mi brazo para atraer a Jin hacia mi costado, con sus ojitos a punto de cerrarse y mi corazón en su mano, realmente preocupado. Él se acurruca, contándole a Jungkook cómo es la casa de la abuela, riendo con Hoseok al hablar sobre la fotografía de la fiesta de aniversario, una risa perezosa que envía corrientes eléctricas por mi espina dorsal. Yo me quedo callado, solo observando como si fuese solo el espectador de una película en el cine, enamorándome perdidamente del protagonista que tiene los ojos más bonitos que haya visto jamás.
★★★
Hay pocos rayos de sol que iluminan las calles mientras camino hacia la Cafétéria des Champs-Élysées, tan temprano porque mi turno siempre comienza antes de que Yoongi salga de casa. El abrigo azul pálido de Gi se envuelve contra mi cuerpo llenando el aire que me rodea del olor de su colonia y mi cabello ahora luce un rosa todavía más pálido gracias a la ducha de esta mañana.
No recuerdo en qué momento me quedé profundamente dormido. Solo recuerdo a medias los brazos de Gi a mi alrededor, algunas voces que se oían demasiado lejanas y un abismo de nada hasta que la alarma en el celular de Yoongi sonó, y él pasó sus dedos por mi rostro con delicadeza hasta que pude alcanzar la consciencia con mis propias manos.
Es muy temprano, las calles están medianamente vacías y algunos negocios apenas comienzan a abrir sus puertas para esperar que la hora laboral inicie.
—¿Qué tal el fin de semana, pequeño Kim? —El señor Namjoon está del otro lado de la barra. Su cabello rubio cenizo peinado hacia un lado se ve húmedo todavía y la camisa blanca del uniforme está remangada hasta los codos, cosa que el señor Jackson siempre nos dice que no hagamos.
—Feliz —respondo, pegando una sonrisa sincera en mi rostro en lo que él me mira, dejando el vaso que había estado limpiando al borde de la barra. Me aproximo, corriendo casi, hasta que logro detener la caída inminente del objeto y solo respirando nuevamente cuando logro atajarlo. Ambos nos miramos, con pánico en nuestros ojos esperando que el poco ruido que hemos hecho no haya alertado al señor Wang. Y solo cuando sentimos que el peligro ha pasado, reímos — ¿Cómo ha sido su fin de semana?
—¡Fantástico! Jackson y yo hemos ido a la casa de mi padre, tuvimos una cena familiar, pero tengo la leve impresión de que a él no le agrada mi familia.
—¿Oh? No tenía idea de que el señor Jackson y usted...
—No, no, no —él se apresura a decir, riendo y negando con ambas manos —No es de esa manera entre nosotros. Jackson suele acompañarme a las cenas familiares porque sabe lo fuera de lugar que me siento. No sé si lo has notado, pero él es experto en hacer sentir cómoda a la gente.
—Pero... ¿Por qué piensa que al señor Jackson no le agrada su familia? A él parece agradarle todo el mundo.
—No, ellos no —aparece el nombrado desde la puerta que da a la bodega, del otro lado de la barra. Jackson sostiene unas cajas pequeñas de té y su rostro no muestra ni una pizca de su agradable ser mientras mira al señor Namjoon acusadoramente —No me gusta la gente engreída —Jackson le frunce el ceño, siendo devuelto por una expresión culpable que me causa una sonrisa por lo poco usual que es. Es entonces cuando mi jefe voltea su rostro hacia mí, iluminando su mirada y regalándome una sonrisa —¡Pequeño Kim! ¿Qué tal el fin de semana?
Me río, y mi día laboral comienza de la misma manera en la que ha comenzado durante las últimas semanas.
La cafetería no es solo una cafetería y eso lo hace ser mi otro lugar feliz. Tiene libros, y juegos que no entiendo, pequeñas luces artificiales y un montón de pequeñas plantas aquí y allá. Siempre parece que entra la luz del sol, incluso cuando el día está nublado, y puedes escuchar el murmullo del señor Jackson mientras dice en voz baja cada cosa que hace como para recordarse a sí mismo su siguiente tarea o su siguiente pedido, la risa estruendosa del señor Kim mientras atiende a cada persona que entra en el lugar y el familiar sonido de la caja cada vez que es usada por mí. Todo es familiar y agradable y calmado que parece el lugar feliz de todo el mundo.
Me gusta mi pequeño trabajo, con los saludos cortos de quienes van a pagar rápidamente, los rostros que son más regulares que otros y la libreta color verde bosque en la cual el señor Jackson me deja escribir de vez en cuando para no aburrirme si la hora está demasiado tranquila.
Y tengo tanto miedo de perder esto.
—Me parece una idea genial eso que tienes en mente, pequeño Kim...Así que, entonces, conociste a tu suegro y a la mamá de este ¿Cómo es que no estás enloqueciendo? ¿Vas así de en serio con ese chico? —me pregunta Jackson, luego de regañarme por tercera vez por llamarle señor. Él me ayuda a contar el dinero del día cuando ya ha atardecido lo suficiente como para estar a punto de cerrar. Del otro lado del local, algo apartado de nosotros, pero siguiendo la conversación, Namjoon, quien también me ha regañado, limpia una de las mesas porque ha insistido en hacerlo por sí mismo.
—No entiendo qué significa eso —le respondo a mi jefe. Jackson hace una mueca, incorporándose y cruzando los brazos por encima de su pecho y observándome detrás de sus pestañas.
—Ya sabes, como que me agradas, pequeño Kim, y me has dicho que es poco el tiempo que llevan viviendo juntos-
—Además —interrumpe Namjoon, estirándose en toda su altura y sosteniendo su cuerpo en una de las mesas, imitando la postura de Jackson —dices que no tienes a nadie más en la ciudad. Solo queremos asegurarnos de que esto con tu chico va en serio —se encoje de hombros —es todo. Y lo parece, la vez que vino aquí a "solo tomar un café" estuvo casi una hora sin apartar la mirada de ti. Fue un poquito tierno y espeluznante.
Jackson y yo reímos por los gestos de Namjoon al hablar mientras se acerca y Jackson empieza a limpiar la barra como en las cantinas de la televisión. Un sentimiento cálido invade mi pecho y no puedo evitar sonreírles al observarlos.
—¿Se están preocupando por mí? —mi pregunta sale más cargada de sentimentalismo de lo que pretendo y mis manos tiemblan un poco, porque es diferente, sus miradas y sus sonrisas, sus preguntas discretas, son diferentes.
—Claro que nos preocupamos, eres nuestro mejor empleado.
—Soy su único empleado —Jackson ríe, pegándome juguetonamente con el trapo que ha llevado en la mano todo este tiempo, antes de ponerse un poco serio y llegar hasta mí junto a la caja, bajo la atenta mirada de Namjoon.
—Nos preocupamos por ti, porque eres un chico estupendo que no nos preguntó qué tanto dinero íbamos a pagarle cuando requerimos su ayuda, incluso cuando le dijimos que era posible que el negocio fracasara y había un mundo de trabajo que hacer.
—Y aún es probable que fracase —dice Nam
—Aún lo es, lo sabes. Y además de todo, te ves justo como nos veíamos nosotros cuando dejamos atrás nuestros lugares seguros —Jackson coloca ambas manos sobre mis hombros, inclinándose un poco para que sus ojos queden a la altura de los míos —Solo nos gustaría que, a diferencia nuestra, tengas a más de una persona en quién apoyarte si necesitas ayuda.
Mi corazón late un poquito más rápido con algo parecido a la emoción. Quiero decirle que tengo personas muy importantes, que está Yoongi, a quien amo, que está Jungkook y Hoseok hyung, que está la señora Min, la señora Jeon, el señor Yoon-Jae, y ahora ellos dos, quiero decirle que mi pecho tiene unas ganas tremendas e incontrolables de tomarlos a todos de las manos y llevarlos a un lugar seguro, donde las tristezas que a veces pintan matices oscuros en sus ojos no existan. Pero no lo digo, porque he aprendido que son más las cosas que decidimos callar que las que salen a flote, así que solo sonrío y asiento, murmurando un pequeño gracias que queda enmudecido por el sonido de la campanilla de la entrada.
Jackson me da una pequeña patada en el trasero para enviarme por los suministros que me ha pedido en la bodega el tiempo que él se queda en la caja. El local se llena de el batiburrillo de unas pocas voces y yo retomo mi camino. Mis pasos son bastante lentos porque estoy apenas aprendiendo a racionar mi energía a diario antes de que el sueño sea demasiado para soportarlo y caiga dormido tan profundamente que ni siquiera pueda recordar haber soñado.
Las mañanas son más fáciles, sin embargo, pero mi cuerpo sigue enfriándose por el poco uso de esa energía, la que he estado cuidando.
La bodega recorre toda la parte trasera del local, también tiene paredes delgadas porque, según Yoongi, es una pared falsa, cosa que no sé lo que significa, y, por ende, es fácil escuchar los sonidos y las voces que vienen de la cafetería. Tengo mi cuaderno en mano, porque a Namjoon le parece buena idea llevar el inventario a la misma vez que se realiza la jornada, para así ahorrar parte del trabajo de fin de mes. Así que solo me agacho en búsqueda de las cajas de té y los granos de café procesado.
La campanilla vuelve a sonar cuando mis dedos rozan la tapa blanda de la agenda y el tiempo se siente espeso entre mis respiraciones.
—¿Qué haces aquí, hermano? —escucho la voz de Namjoon, muy cerca de la puerta, lejos de las mesas, cerca de mí. Es amable, pero recelosa, y yo estoy viendo la luz de la bodega más brillante, mis pulsaciones son más rápidas que hace un rato y siento que me asfixio, que me quedo sin aire, reteniéndolo a voluntad por alguna razón que desconozco, haciendo que una gota fría de sudor me recorra la espalda.
—Es un bonito lugar el que tienes aquí, hyung—me caigo sobre mi trasero al no poder sostener mis piernas en la misma posición, la voz que responde es profunda y oscura, calmada y mi pecho duele, mis ojos se anegan en lágrimas sin razón aparente y solo quiero salir corriendo de allí, perseguir la voz, pero estoy paralizado.
—Me sorprende que tu culo engreído se haya decido a pasar por aquí —contesta Jackson, con un toque de acidez y diversión
—¡Yah, hyungs! saben que no es cierto —la voz desconocida se vuelve un poco infantil rápidamente y una risa ronca se escucha, haciendo que mis ganas de llorar sean más fuertes, que mi corazón duela y sangre.
Me arrastro de rodillas, despacio, dejando salir ráfagas de aire por mi boca con cuidado, hasta llegar a la entrada de la bodega a ojos cerrados. Los dedos de una de mis manos se aferran al marco de la puerta abierta y solo alcanzo a asomar una fracción de mi rostro, abriendo rápidamente un solo ojo para robar una mirada.
Mi corazón se detiene. Él está de espaldas, sosteniendo la mano de un niño pequeño, tiene el cabello casi del mismo tono del de Namjoon y la espalda recta, temblando un poco por lo que parece ser una risa.
No lo sé, no puedo saber nada, lo único que mi corazón me grita es una frase sin sentido: Es él.
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Actualización random porque hoy es un día random.
#FunFact27: A veces sueño con los personajes de la historia. No es como que sueñe con Jin el integrante de BTS sino con Jin, la estrella que ahora tiene el cabello rosa pálido y puede conceder deseos.
Para la próxima actualización me voy a demorar un poco, pero es que quiero hacer una pequeña maratón because si.
¡Tengan días maravillosos!
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