Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 34°: La fuerza del miedo y los no puedo

La fuerza del miedo y los no puedo

Como una fuerza que debes tener en cuenta, un gran océano o un beso suave, te amaré con cada cosa que tenga. Como una ola gigante nosotros haremos un desastre, calmar las aguas si eso te sirve mas, te amaré sin ninguna cuerda que me amarre. 

Two-Sleeping at last


Cuando era niño, creía que al cerrar los ojos y esconderme debajo de las mantas me convertía en un ser invisible. Mi procesamiento infantil era claro, si yo no los veo, ellos tampoco pueden verme; no podrá verme mi madre para obligarme a comer vegetales y no podrá verme mi maestra cuando le diga que no he hecho la tarea.

Pero, al crecer, aprendí que, aunque cierre los ojos a lo que no quiero ver; aunque cierre mis oídos a lo que no quiero oír; aunque cierre mi corazón a lo que no quiero sentir; no quiere decir que lo que está afuera no exista, no quiere decir que aquello sea invisible, o insonoro, o indoloro.

Como ahora, que el miedo hace acto de presencia en la forma de una mujer.

Ji-Hye está sentada en una banca de descanso del otro lado de la piscina, con sus piernas cruzadas y su postura correcta, me observa con una mueca divertida. Sin embargo, su mirada está llena de preocupación y de temor, casi como un reflejo de la mía.

Estoy paralizado. Como, literalmente, paralizado. A solo un metro del cuerpo tranquilamente inmóvil de mi estrella, pero sin poder hacer físicamente nada para alcanzarlo. Puedo ver su respiración acompasada, como si estuviese durmiendo, viéndose tan hermoso que es, hasta cierto punto, doloroso.

—¿Q-Qué está pasando? —susurro con voz ronca y temblorosa, esperando que ella pueda escucharme. Sus cejas, perfectamente delineadas, se lanzan hacia arriba.

—¡Oh, vamos! eres inteligente Yoon, a estas alturas estoy segura de que puedes inferir quién soy, ¿No lo crees? Es bastante obvio ahora.

Frunzo el ceño, con la duda creciendo como una raíz en mi pecho. Ella aparta su largo cabello oscuro de su hombro y su mirada, ahora color marfil, parece analizarme de pies a cabeza.

—¿Qué haces aquí?

—Oh, nada realmente —dice con simpleza, mirando sus uñas. Es una falsa postura relajada, como si quisiera proyectar una imagen que ya no sabe cómo representar. Ji-Hye, o quién quiera ser, se levanta con lentitud, pasando sus manos pequeñas por toda la extensión que puede alcanzar de su largo vestido blanco. De pie, parece mucho más imponente, con la mirada triste pero fuerte, con el semblante tranquilo, pero intimidante. De alguna forma pienso que lo que intenta es apelar desde los lados más amables, pero es algo que no funciona para alguien que está hecha para imponer.

—Entonces ¿Qué es lo que quieres? —mi voz sale más dura de lo que pretendo mientras intento, en vano, estirar mis brazos, mover mis piernas, con mis ojos vagando entre ella y él y con solo el propósito de llegar hasta mi estrella.

—Vine a advertirte —dice simplemente señalando a Jin con la cabeza —pero necesitaba que me prestaras atención.

—¿Advertirme? ¿Buscas amenazarme? ¡Yo no te tengo miedo! ¡¿Qué le has hecho a mi Jin?!

Ji-Hye rueda los ojos, dejando ir una pequeña risa sin humor, cruzando a través de la piscina como si el agua no pudiese tocarla.

—No amenazarte. Aunque sea difícil de creer, he aprendido mi lección. Vengo a advertirte sobre Jin — Su presencia llega hasta el cuerpo de Seokjin, agachándose a su lado para pasar una mano delicada por la piel sonrojada de su mejilla — Va a morir.

Mis pensamientos se desvanecen y el latir acelerado de mi corazón, de repente, se vuelve nada, convirtiéndome en el agua que espera su caída, evaporándome en el aire por la temperatura de sus palabras, quedando funcionalmente inutilizado y roto, y quebrado, y destrozado.

—¿Qué? —es lo único que logro susurrar.

—Su energía se agota y su tiempo en la tierra es prestado —me responde con firmeza —Necesito que lo dejes volver conmigo antes de que su prorroga termine para pedir un nuevo trato. Que le permitan volver y arreglar lo que solo él podría arreglar. Que restauren su energía, aunque su esencia se esté agotando.

Ji-Hye se levanta nuevamente, acercándose con la profundidad insondable de su mirada puesta sobre mí.

—Escucha, esto comenzó como una venganza ciega que no pude controlar y que afectó a terceros que no tenía que afectar, no pude preverlo, pero ahora, esto...esto es serio. Necesito que vuelva antes de que no podamos recuperarlo.

—No te creo... no te creo, eres una egoísta, no te importa nadie más que tú —digo, con todo el angustiante veneno que puedo impregnar en mis palabras, quemando mis cuerdas vocales a medida que viajan por mi garganta, inundando mis ojos de ira. Una pequeña luz lastimada parpadea en su mirada y desaparece tan pronto como ha aparecido.

—Lo sé —bisbisea — sé que soy egoísta, incluso no puedo ocultar que tengo segundas intenciones con esto. Si Jin desaparece, estaré condenada a este maldito cuerpo humano quién sabe cuántas vidas más, igual que tú, condenado a regresar una y otra y otra vez hasta que su alma vuelva y ¿Adivina qué? — su voz se quiebra con miedo —No va a volver si su alma se desvanece.

El miedo corroe las partes más profundas de mi cuerpo, creciendo a medida que inunda la sangre de mis venas, como una gran nube negra y putrefacta que busca destruirme desde dentro. Mis músculos se sienten débiles, a punto de caer si no estuviese paralizado.

—¿Q-Qué quieres de mí? —pregunto tan bajo y derrotado que estoy casi seguro de que ella no ha podido escucharme.

—Que lo convenzas —responde —el cielo sabe que no hay manera de que yo lo haga, y mucho menos de que lo lleve contra su voluntad sin incurrir en otra falta...él no volverá por decisión propia tampoco, por ti. No hay manera de que él lo haga si piensa que está dejándote.

—¿Quieres que actúe a sus espaldas?

—Oh, no, claro que no, él puede oírnos. Pero necesitaba que estuviera callado mientras hablaba. Él no confía en mí.

—¿Y lo culpas?

Ella cuadra sus hombros, mirándome con seriedad y una mezcla de emociones que no pensé que un rostro pudiese reflejar a la vez.

—Lo que hice no lo puedo cambiar, aunque quisiera. Cuando fui castigada perdí todo el poder que poseía sobre los humanos, por lo tanto, no puedo cumplir ningún deseo, no puedo cambiar sus destinos, no puedo reestablecer lo destruido, pero él si puede. Lo necesito —una lagrima solitaria se desliza por su rostro imperturbable, como si no se diera cuenta, brillante como una esquirla de diamante hasta que cae al agua, confundiéndose en la profundidad —He lastimado a mi humana y es algo que no puedo perdonarme.

» No, no te puedo mentir y decir que estoy arrepentida por lastimarte a ti o lastimarlo a él... pero mi humana. Necesito arreglar esto para ella, y si para eso necesito de ustedes, voy a utilizarlos. Mi sinceridad debe servir para ti, no miento al decir que Jin va a desaparecer, y entonces todos estaremos jodidos. Su cuerpo no pertenece a la tierra y mucho menos su espíritu, debe volver a donde pertenece antes de que sea tarde.

Mi cuerpo entero se estremece con la intensidad de su voz y casi puedo ver el encanto que tiene la luna.

No lo estoy considerando, no puedo considerarlo, pero ¿Y si tiene razón? ¿Qué pasa si lo pierdo para siempre?

—¿Qué pasa si lo dejo ir contigo y ellos, quien quiera que sean, no quieren hacer otro trato? ¿Qué pasa si no vuelve?

—Es un riesgo que debe correrse, no pienses en lo que te pido, piensa en él. Él quiere volver a la tierra, él quiere conocer a su familia y sí, estoy jugando sucio, pero es cierto. Déjame intentar arreglarlo, convéncelo de que vuelva conmigo.

Suspiro, intentando bloquear mis sentimientos como una vez aprendí en el pasado, intentando pensar las cosas con cabeza fría, pero simplemente no puedo, no quiero.

—¿Cuánto tiempo tengo?

—No mucho —responde simplemente, cerrando los ojos y diciendo en voz baja una palabra que no puedo escuchar, haciendo que todo el peso de mi cuerpo regrese a la normalidad al tiempo en que ella desaparece.

Y Jin cae al agua.

★★★

La abuela se había quedado dormida con un pequeño suspiro, tan de repente y tan silenciosa que casi me asusta.

Recuerdo haberme puesto de pie para entrar a su casa y traer una manta, porque la capital es muy fría y el viento había comenzado a arreciar. Pero entonces escuché música y no pude detener a mis pies cuando la comencé a seguir.

Y así, todo se sintió como un sueño en el cual oía palabras que provenían de todas partes y estaba enojado, tan enojado, hasta que escuché mi nombre de los labios de Yoongi.

Ahora he sentido el impacto del agua contra mi cuerpo, más fuerte que una caída a un millón de metros de altura, con tanto frío y el pánico haciendo su camino a través de mi garganta.

Muevo mis músculos lo más que puedo, como he visto en la televisión, pero en lugar de avanzar, siento que cada vez llego más hondo, a un trillón de metros de profundidad imposible para una piscina comunitaria en donde no puede llegar la luz.

El frío se cala por mis huesos, haciéndome abrir la boca en busca de aire y provocando que mis pulmones se comiencen a llenar de agua. Intento gritar, porque no sé si estoy solo, no sé si alguien pueda escucharme porque estoy asustado como para pensar, porque no tengo fuerza en mi cuerpo.

Mi pecho duele y parece a punto de explotar cuando siento una fuerza conocida que me arrastra hacia arriba, dejando de luchar por completo cuando la piel de Yoongi hace contacto con la mía.

Pasan 6,23 segundos antes de que podamos llegar a la superficie.

Estoy tosiendo y no puedo abrir los ojos, pero son sus brazos los que me aprietan con fuerza contra su pecho y es su rostro el que se presiona contra el mío con una respiración temblorosa. Mis brazos rodean su cuello, intentando buscar más contacto, más calor, más presencia.

Pasan 4,82 segundos antes de que pueda abrir los ojos y mis oídos puedan destaparse, permitiéndome escuchar la respiración agitada, los pequeños jadeos en busca de aire y los susurros entrecortados que deja caer.

—Te amo...te amo.

Recuerdo de inmediato toda la situación y mi cuerpo se estremece con un sollozo contenido.

Me separo de Yoongi solo un poco rápidamente, lo suficiente para poder ver su rostro, tomándolo entre mis manos y juntando nuestras frentes en busca de su atención. Sus brazos en mi cintura que me mantienen a flote hacen más presión cuando sus ojos se abren y me enfocan.

—N-No puedes creerle, Gi, n-no puedo creerle.

Yoongi abre la boca para responderme, pero no le dejo, por el contrario, le beso con fuerza, necesitando sentirlo más imposiblemente cerca, necesitando que la falta de aire en mis pulmones sea por él y nada más. Solo necesitándolo a él.

—No llores, Gi —susurro contra sus labios —estoy aquí contigo, te lo prometo.

—No quiero perderte, Jin, no puedo hacer eso.

—Lo siento, perdóname por hacerte preocupar todo el tiempo. Yo lo arreglaré Gi, no confió en ella, no puedo.

Lo miro suplicante, deseando que confíe en mí sin saber exactamente por qué quiero eso, pero es que solo no puedo dejar de pensar en ella y en su seducción, en sus palabras, en la manera tan injusta en la que me tiene girando en su dedo meñique sin que yo pueda resistirme a ello. No puedo solo dejar de pensar en que ella miente.

—Está bien —dice bajito, con la mirada cansada y el cuerpo tembloroso, antes de volver a besarme despacito, con adoración, con suavidad, con amor.

Y es como magia. Hasta que el grito del padre de Yoongi nos sobresalta.

—¡Hey! No deberían estar en la piscina comunitaria si está cerrada ¡Par de delincuentes!







La abuela Min, con un vestido rojo intenso, sus lentes de sol y su sonrisa divertida, nos despide en la puerta de la estación de trenes junto a su hijo, quien nos ve con expresión recelosa, pero con toda la amabilidad y la nostalgia en la sonrisa de alguien que va a extrañar el ruido de otra presencia.

Yoongi, por su parte, está tenso, agarrando mi mano casi como un salvavidas, intentando a toda costa no perderme de vista en ningún momento y conozco la culpabilidad por ser el causante del estrés que encrespa sus niveles de consciencia.

Su pulgar sigue haciendo pequeños círculos en la piel del dorso de mi mano, su mirada sigue cada uno de mis movimientos y, mientras esperamos, de pie frente a las puertas de acceso, él se coloca detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos, entrelazando sus dedos con los míos y ocultando su rostro en la curvatura de mi cuello, como un koala enorme que se aferra.

No hay mucha gente que nos note, mucho menos que nos regalen segundas mirada, convirtiéndonos en dos granos de arena en una enorme playa desierta, donde no importa si nuestras partículas están demasiado juntas, si nuestros cuerpos se funden bajo el calor del sol, porque al fin y al cabo hacemos parte del resto de la tierra, como una gran isla flotante en medio del universo, donde realmente no importa si somos esos granos de arena o el viento, si somos las olas que se acercan a la orilla o la espuma de mar.

Sé, sin embargo, que somos esos granos de arena en la extensión de la playa, y que nuestros elementos temen a la gran inundación de la costa, que arrastra y a veces no devuelve.

Sé que tenemos miedo, y el miedo es dañino, hace tomar malas decisiones, te aleja de los objetivos. No obstante, mi miedo es esa misma ola pasajera, que se recoge con la fuerza del océano, una fuerza diferente a la que posee mi incertidumbre, una fuerza con nombre y apellido, que me abraza por los hombros susurrando: —Vamos a casa.

El tren llega silenciosamente a la estación de partida, siendo un monstruo de acero con ventanas solo un poco más grandes que el tren que nos ha traído, más parecido al que suelo tomar a diario luego de salir del trabajo para dar una vuelta, con sus enormes puertas automáticas que parecen a punto de tragarnos.

—Lo que pasó hoy —murmura Yoongi una vez nos hemos acomodado en la cabina —¿Por qué no me dijiste que era Ji-Hye? Todo este tiempo... ¿Siempre fue ella? —él parece profundamente dolido mientras me pregunta y yo puedo entenderlo perfectamente.

Yoongi me contó una vez que Ji-Hye era una de sus personas favoritas en el mundo. Siendo casi una hermana mayor cuando la conoció el mismo día de haberse mudado a su actual apartamento, fue su apoyo cuando tuvo miedo de hacer cosas que no se suponía que él hiciera, como pintar su cabello de colores extravagantes igual que los ídolos de la televisión, muchas veces su confidente cuando sintió que había palabras que no podría pronunciar a otros oídos, incluso su amiga, una muy querida.

Así que yo puedo entenderlo.

—No quería que la odiaras —respondo, manteniendo mi voz estable y calmada, con mi cabeza apoyada al respaldo alto del asiento, encarándolo en la misma posición y observando directamente sus ojos cansados —No quiero que la odies. Por favor no lo hagas.

—¿Cómo puedes pedirme eso? —me pregunta de vuelta con la misma calma —Ella se merece ese odio.

—Pero tú no mereces guardar ese sentimiento en tu corazón —extiendo mi mano hacia su rostro, acariciando la piel suave de sus pómulos con la yema de mis dedos hasta llegar al poco bello facial que no se ha rasurado esta mañana.

Yoongi se inclina en el toque rápidamente, girando solo un poco el rostro hasta dejar un beso diminuto en la palma de mi mano, como siempre, antes de regalarme una pequeña sonrisa que no llega a sus ojos.

Nos quedamos así, mirándonos a los ojos y respirando pausado por un rato más, con todo el sonido exterior amortiguado por las paredes de la cabina.

—¿Sabías que tengo un hermano? —Es lo siguiente que pregunto, porque quiero mantener nuestras mentes ocupadas, quiero que Yoongi deje de mirarme como si estuviese a punto de desaparecer frente a sus ojos. Él regresa de su mundo de pensamientos oscuros y su mirada parece captar el atisbo de emoción que creí haber ocultado en mi voz.

—De hecho, no te he contado sobre alguien que conocí hace poco.

Pasamos una hora hablando del trabajo de Yoongi y de su jefe y el hijo de este, cuyos nombres son difíciles de registrar en mi memoria. Retiro el papel de mi corazón en nuestra charla y me obligo a no mirar en el pozo de interés que me llama a su caída profunda, porque he aprendido que tener esperanza es doloroso, y yo no quiero pensar en la familia que aún me espera y su propio dolor.

—No importa si son ellos, Gi, ¿De qué me serviría saberlo ahora? Lo más importante para mí es buscar la forma de resolver mi estadía en la tierra.

—Respecto a eso...

—No vamos a discutirlo, por favor, no me digas que lo estás considerando—digo rápidamente, conservando mi tono suave, intentando trasmitirle la calma que tan desesperadamente estoy buscando sentir —Voy a tener que volver pronto, eso ya lo sabemos, y estoy seguro de que he cumplido mi tarea con rigurosidad —suspiro —pero antes de irme tengo que saber que vamos a estar bien, tú y yo, no quiero ir con ella sabiendo que puede solo quererme quitar del camino.

Hay algo que he estado pensando, algo que no me había atrevido a decirle y que me asusta, pero supongo que es el momento. Me acerco un poco más a él, inclinándome para tomar su rostro entre mis manos, acercándolo al mío, y hago un último salto de fe.

—Min Yoongi —susurro, labios contra labios y miradas conectadas con profunda seriedad —La voluntad de un hombre no solo reside en su intensión, la voluntad habla también de libertad, de decisión...Es por eso que, aquí y ahora, en este tren y con solo estos muebles de testigos, te concedo a ti mi voluntad —Yoongi se tensa, sosteniendo el aire y mirándome con el ceño fruncido —quiero que seas tú quien tenga la última palabra, si quieres que me quede, me quedaré, si quieres que regrese, regresaré, y no sé qué clase de peso tenga mi palabra, pero te estoy concediendo ese derecho —mis ojos escocen, cada vez más cerca, con nuestros corazones a millas de distancia de nuestros cuerpos, intentando hacer un camino juntos.

—No, Jin, yo no puedo —su voz se quiebra y yo presiono más mis manos en sus mejillas, haciendo que sus labios se abulten.

—Sí puedes, mi... mi vida —sonrío, intentando no sentirme demasiado avergonzado — Al fin y al cabo, siempre han sido mis elecciones, y tus decisiones ¿No?. Te lo dije, también —dejo un pequeño beso en la punta de su nariz, esperando que mis manos sean lo suficientemente fuertes para sostenernos a ambos —Me quedaré el tiempo que decidas que me quieres contigo, ¿Recuerdas?

Por favor, que él quiera que me quede.

No oigo respuesta y por un segundo, un misero y dolorosamente exacto segundo, creo que lo he arruinado para los dos, que quizá mi salto de fe no fue suficiente para hacerle saber que mi confianza ciega estaba puesta en sus ojos, que mi amor impuro e ignorante buscaba desesperadamente un sitio junto al suyo, para ser digno de ese lugar metafórico en su pecho, porque lo que quería era inundar toda nuestra isla con él.

Sin embargo, Yoongi suelta nuestras ataduras, dejando ir su mochila, los abrigos, los miedos, los no puedo, hacia algún lugar entre el suelo de la cabina y el resto del universo. Él deja ir mis lágrimas, repentinamente pequeñas en el océano que comienza a coquetear con la orilla y deja ir la tensión de nuestras pequeñas partículas de arena en algún lugar de mi playa imaginaria.

Porque Yoongi me besa, como la representación de algo que es más que físico. No es solo labios, manos, piel; es corazón, es una promesa, es contención, es -sí, santo cielo- amor.

Y es más fuerte que cualquier otra cosa que haya sentido alguna vez.

——————————————————————————————————————————————————

¡Feliz fin de semana!

Disculpas por haber tardado una semana o algo así. La yo con pocas defensas ha estado enferma varios días. Pero, ya estoy mejor, ¿Cómo están siendo sus días?

#FunFact26: Así me imagino el cabello de Jin a estas alturas de la historia, más largo y color sonrojo:

¡Tengan días maravillosos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro