Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30°: Para el universo y en voz alta

Para el universo y en voz alta

Y su sonrisa...maldita sea ¿Alguna vez has visto un atardecer en la playa? Pues la misma calma, la misma magia, pero en su boca.

Heber Snc Nur

Estoy tarareando la canción favorita de Seokjin con todo el corazón y la voz que no tengo para cantar.

Cariño, te ves un poco cansado, ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

Entra y siéntete como en casa, quédate todo lo que necesites.

Dime, ¿Hay algo mal? Si hay algo mal puedes contar conmigo, sabes que me arrancaría el corazón limpiamente si ayuda al tuyo a latir.

Mis dedos pasan con cuidado por el cabello de mi estrella mientras lo divido en partes iguales para aplicar el producto rosa bastante escandaloso que, dudo mucho, y quede del mismo tono en su cabello.

Ambos nos hemos duchado y hemos desayunado cereal con café cargado porque se nos ha acabado la leche sin darnos cuenta y ninguno quería salir. Al final, terminamos comiendo la mitad de las cosas que había en el refrigerador y la encimera.

Sin remordimientos.

Ahora estamos en el baño, que Jin ha bautizado como su lugar favorito de la casa, y hemos traído un taburete alto de la cocina para lograr vernos en el espejo, yo detrás suyo, peinando su cabello como si estuviese manipulando cristal. Él se burla de mí, con su risilla tímida tan diferente, de los rostros de adoración que seguro mantengo mientras lo hago.

Y no es como que me importe. Así que río un poco también, deteniendo la canción que se reproduce en mi cabeza. Él, por otra parte, está más tranquilo que hace una hora, pero yo no puedo decir lo mismo de mí en lo que nuestra improvisada clase de educación sexual continúa.

—Entonces, ¿dices que eso es normal? ¿Por qué no sabía eso? —murmura con ojos grandes y labios entreabiertos, mirando mi reflejo desde el espejo con genuino e inocente interés mientras yo siento que nunca había estado tan incómodo y abochornado en mi vida.

Ni siquiera cuando Oh Sehun, en quinto grado, me descubrió la colección de álbumes y fotografías de las Pussycats Dolls. Ni cuando, en primer año de universidad, uno de mis compañeros me encontró teniendo una conversación/discusión dramática con el espejo del baño de la primera planta del edificio principal.

—E-Estoy bastante seguro de que es normal.

Bastante no es completamente.

Trago duro.

¿Desde cuándo soy yo el nervioso en esta relación?

—Bueno, ya te he dicho que no tengo experiencia práctica al respecto con chicos, pero, basándome en mi propio cuerpo... sí, es lo normal que suceda. De hecho, si no sucediese sería extraño —Coloco pequeñas pinzas en su cabello para separar cuatro partes iguales que, en lugar de hacerlo lucir ridículo como a mí, le hacen ver adorable junto a su mirada brillante de ojos grandes que no puedo dejar de relacionar con su expresión jadeante y enrojecida de hace un par de horas.

Jin sigue mirándome desde el espejo, siguiendo todos mis movimientos en lo que tomo la toalla vieja que pienso poner sobre sus hombros y saco el bote de espray, agitándolo un poco antes de abrirlo.

—Y —murmura —¿Te gustaría tener experiencia práctica conmigo?

La tapa del espray sale volando y una ráfaga de producto casi fucsia da a parar en medio de la nuca de Seokjin, dejando una mancha alargada escandalosa que llega hasta sus omóplatos.

—¡Min Yoongi! —me quedo muy quieto, mirando el desastre que he hecho, antes de alzar la mirada con cautela y observar la boca totalmente abierta de mi estrella mientras sus hombros están encogidos como si acabara de dispararle por la espalda.

Silencio, áspero y profundo.

Hasta que ambos comenzamos a temblar por la risa. Porque él sabe y yo sé, que acabo de manchar de Fucsia mi camiseta favorita.

—Espero que eso pueda lavarse fácil —digo cuando he dejado de reírme un poco —Lo siento, cariño, me has tomado por sorpresa.

—Yo solo... quiero saber —su voz es suave y lenta cuando murmura las palabras con algo de duda en ellas —Y confío en ti para ello ¿Sabes eso? Confío mucho en ti.

Me siento sofocado y quizá vergonzosamente emocionado de repente, pero me recuerdo que soy el mayor en la relación y soy el que ha sido humano mayor tiempo, no quiero lastimarle o que se sienta presionado de alguna manera por lo que hemos hablado durante toda la mañana, pero tampoco quiero que se sienta rechazado por mí, así que solo dejo el bote en el mueble del lavamanos, rodeando sus hombros con mis brazos y escondiendo mi rostro en su cuello, dejando la sombra de un beso sobre su piel cuando lo siento recostar su espalda en mi pecho.

—Esperaremos a que te sientas realmente listo —susurro, abrazándolo con más fuerza —ambos sabremos cuando llegue el momento. Y yo tengo fe en que tendremos la eternidad para ello, solo no pienses que es una obligación o algo así.

Seokjin hace un mohín involuntario con sus labios antes de suspirar y regalarme una pequeña sonrisa en lo que me aparto a retomar mi labor, que me tomo muy en serio.

Prendo mi celular y coloco una emisora conocida porque sé que a Jin le gusta escuchar música cuando se tiene que quedar quieto y encontrarle significado a lo que está oyendo y, desde que la radio ya no funciona, nos ha tocado ser recursivos.

La canción que suena es algún blues de unos años atrás y la voz femenina que atraviesa mis pequeños altavoces es fuerte y llena de pasión mientras canta la canción que ya conozco. Sonrío por el evidente sonrojo que comienza a cubrir el cuello y las orejas de mi estrella.

Golpea una cerilla y préndeme fuego, míralo arder y las llamas cada vez más altas. Tú me enciendes, dulce y viejo deseo. Entonces ¿No te acercarás a mi fuego?

Comienzo a moverme con el ritmo marcado por la guitarra eléctrica y el bajo mientras coloco la toalla sobre sus hombros. Me gusta el sonido y las ganas que tengo de bailar en medio del baño y, de alguna manera, me gusta la reacción casi nerviosa de Seokjin mientras me mira por el espejo como deslumbrado y algo más que no estaba en sus ojitos peculiares antes.

Curiosidad.

Mi cabeza se mueve de un lado al otro en lo que limpio su nuca con cuidado, dejando que mis dedos vaguen como si nada en la piel sensible, rozando la piel de gallina que puedo sentir y sonriendo como si no acabara de sentirle sostener el aire.

No quiero presionarle, claro que no, nunca he querido hacerlo, pero está esta parte de mí que ha existido siempre, la que le gusta jugar y lanzar miradas lascivas y bailar en un bar hasta las dos de la mañana sin dejar que nadie llegue realmente hasta mí, dejándolos mirar y preguntarse, dejándolos orbitar sin realmente traspasar mi campo. Pero esta vez quiero, un deseo tan malditamente fuerte, que Seokjin atraviese hasta mi lugar, que conozca, que sienta, que recorra hasta que se me olvide que alguna vez quise una cosa diferente.

La canción acaba y la siguiente que suena es mucho más movida y causa menos estragos que la anterior, así que procedo a aplicar el producto que, seguramente, quedará rosa pálido en lugar del fucsia fuerte que muestra en la caja, suspirando para alejar cualquier pensamiento inapropiado.

Hasta que, claro, Jin murmura como si nada: —Entonces, ¿Me explicas de nuevo qué es la excitación sexual?



El cabello rosado de Jin combina perfecto con el rubor apenas perceptible en sus mejillas mientras nos abrimos paso en la estación de trenes. Se ha emocionado cuando le he dicho que son unas cuatro horas de camino hasta la capital y que podrá conocer mucho más del paisaje que observa diario cuando sale de trabajar.

Yo me siento nervioso, mucho más de lo que esperaba sentir, y estar en la estación lo hace aún más real. Ver a la abuela después de tanto tiempo, estar con mi padre en la misma casa por más de unos minutos. De no ser por la insistencia de Jin al salir, habría llamado para cancelar.

Suspiro, porque esto es algo que no sabía que necesitaba hacer.

—¿Crees que a la abuela Min le agrade conocerme? —me pregunta abruptamente cuando estamos sentados en las bancas junto a las puertas de ingreso. Jin se ve incluso más pequeño con sus enormes ojos observando todo con interés y sus manos jugando con el borde de la camiseta blanca por un momento y luego con los flecos que sobresalen de los agujeros en las rodillas de los jeans.

—A ella le encantará, creo que papá le habrá contado todo lo que sepa sobre ti de todas maneras, y a ella siempre le gustaron los niños cachetones que comieran mucho.

—¡Yah! mis mejillas son de tamaño promedio.

—Lo que te deje dormir por las noches, cariño —Jin me sonríe enorme, haciendo que sus ojos se cierren y enviando proyecciones de luz por todas partes solo con la fuerza de esa sonrisa.

—Espero que de verdad si le guste, quiero su ayuda para tu regalo de cumpleaños —ruedo los ojos.

—Ya hemos hablado de esto —nos ponemos de pie porque el tren llega con un fuerte chirrido — no necesito que me regales nada.

—Esto no es sobre ti, Gi —responde con petulancia —es sobre queriendo darte un regalo, no lo arruines —me río mientras esperamos que el tumulto de gente vaya disminuyendo para entrar, atrayéndolo hacia mí por la cintura antes de dejar un pequeño beso en su mejilla

—Eres un tonto, no puedo creer que esté tan perdido por ti —lo digo casi a voz en grito, casi como si deseara que hasta la estrella más lejana lo entendiera, y no me importa que dos personas hayan hecho un comentario hiriente, ni que un tipo desconocido nos haya mirado con asco, no me importa porque Jin vuelve a sonreírme, y solo eso vale cualquier cosa.

Sé que haría cualquier cosa por esa sonrisa.

★★★

No tengo razones para estar nervioso.

No tienes razones para estar nervioso.

Es lo que se repite una y otra vez en mi cabeza mientras juego con las tiras de la mochila que Yoongi ha empacado el día anterior. Pero intento apartar cada pensamiento oscurecido de mi memoria en lo que entramos al monstruo de metal.

Este tren es diferente a los que suelo tomar a diario después del trabajo en la cafetería, alejándome de la calle familiar para conocer toda la ciudad. Este tren es más grande y tiene pequeñas cabinas paralelas en lugar de filas con asientos, se siente mucho más cálido con sus pequeñas luces amarillas aquí y allá, pero me hace extrañar los enormes ventanales que dejan entrar la luz del sol.

No es como si el sol se haya estado asomando mucho últimamente tampoco.

No sé mucho de lo que sucede en el trayecto a la capital porque me quedo dormido sobre el hombro de Yoongi cuando solo llevamos 10 minutos con 12,53 segundos en movimiento, lo que echa por tierra nuestros planes de que conozca el paisaje. Es solo que mi energía se ha ido agotando con mayor rapidez y a medida que el tiempo pasa es cada vez más difícil recuperarla al dormir.

Tiempo que se me ha ido agotando todavía más velozmente también.

Para cuando abro los ojos por, quizá, la cuarta o quinta vez, Gi me hace quedarme despierto para comer el pequeño almuerzo que hemos empacado, totalmente en silencio, pero sin sentirnos incómodos.

Dejamos morir los minutos mientras él toma mi mano de vez en cuando, o me observa como si fuese la primera vez que lo hace, rozando el cabello de mi frente que ha crecido considerablemente para llevarlo hasta mi oreja, a veces lo descubro sonriendo a la nada y suspirando con una clase de nostalgia que no conocía.

—¿Sabes? Mi padre está muy emocionado porque lleguemos —dice cuando ambos sospechamos que el ambiente en la cabina ha comenzado a volverse pesado —él realmente me ha estado enviando mensajes cada diez minutos para saber cuándo llegaremos. Dice que nos esperará.

—Es un buen hombre, y te ama mucho, te lo había dicho ya —Yoongi sonríe y asiente. Por debajo, sé que está nervioso de llegar.

—Lo sé, me has dicho muchas cosas ciertas. Creo que, si no fuese por ti, probablemente no estaría viajando hoy.

—¿Por qué dices eso?

—Porque es cierto. Me has hecho un poco más valiente de lo que era antes —dice sin mirarme, jugando con el envoltorio vacío de su comida —a veces, incluso, me sorprendo imaginando tu voz alentándome a hacer algo que no haría en otras circunstancias. Como llamar a papá en primer lugar, por ejemplo.

Me quedo en silencio, sopesando sus palabras y preguntándome posibilidades antes de hablar.

—Crees... ¿tú crees que eres diferente a lo que eras antes de conocerme? —Yoongi sonríe un poco más amplio.

—No creo que haya cambiado, sinceramente. Creo que he ¿Avanzado? —ríe un poco —No lo sé. Dijiste que era especial, creo que estoy intentando ser esa persona, quiero sentirme de esa manera y supongo que estoy dando pasos pequeños hacia eso. ¿Estar en este tren? Hace parte de todo. Antes de conocerte era un poco más impulsivo, desinteresado, era un desastre emocional que canalizaba todo en la soledad, estaba un poco menos abierto a recibir las visitas de otras personas y no solía saludar a mis vecinas. Creo que estaba demasiado encerrado dentro de mí mismo...supongo que me hiciste desear salir, me hiciste desear cosas que creía que no merecía.

Mi mano viaja instintivamente a su rostro, acariciando con las yemas de mis dedos los límites de su barbilla y mandíbula, deseando que pueda ver en mis ojos todo lo que no estoy seguro de poder decir con palabras y mi corazón se expande tanto dentro de mi pecho que me corta la respiración.

—Eres una persona bastante maravillosa Min Yoongi. Espero que siempre, siempre lo sepas.

Cuando las ruedas del vagón frenan con un sonido chirriante y agudo, se escucha una voz a lo lejos que grita que ya hemos llegado pasada la media tarde. Yoongi y yo esperamos que algunos minutos pasen antes de salir para no vernos envueltos en el embotellamiento de personas saliendo de las demás cabinas al mismo tiempo.

Gi se toma el tiempo de ayudarme a colocar su abrigo azul cielo porque dice que en la capital hace mucho más frío que en casa y él se coloca su abrigo negro con la gorra oscura que oculta gran parte de su cabello, porque dice que quiere sorprender a la abuela Min con el color gris ya que ella siempre se burlaba de que él terminaría teniendo más canas que ella.

Al salir ya no hay tantas personas como al entrar en el tren, dirigiéndonos rumbo al estacionamiento donde el padre de Yoongi prometió esperarnos y me estoy preguntando si debería tomar su mano para caminar, o si debería pasar mi brazo por su cintura y que él rodee mis hombros como suele hacer cada vez que jugamos a bailar las noticias en la sala.

Mis pensamientos se cortan cuando un fuerte empujón en mi espalda me aleja de Yoongi y me hace caer de rodillas al suelo sin pavimentar, rasguñando mis palmas y la piel expuesta de mis piernas enviando ardor y dolor por cada nervio de mi cuerpo.

No tengo demasiada fuerza en mi cuerpo como para resistirlo y mis oídos se tapan, enviando energía y luz a mis heridas para sanarlas, pero no sucede, estoy demasiado cansado como para que tener algún tipo de resistencia. Mis músculos tiemblan por el impacto de la caída y el sonido emborronado de carne contra carne envía escalofríos por toda mi piel mientras intento levantarme sin mucho éxito.

Mis oídos se destapan cuando siento unos brazos desconocidos que me rodean la cintura y el miedo se dispara desde mi cerebro hacia mis extremidades, inutilizándolas. Forcejeo, pero el agarre es fuerte y me mantiene en el mismo lugar hasta que puedo escuchar lo que me dice.

—Hey, hey, tranquilo, ya se han ido.

La voz del señor Yoon-Jae es temblorosa y agitada y me hace abrir los ojos casi de inmediato para ver un tumulto de personas que rodean a un par de hombres que están siendo escoltados por los guardias de la terminal.

Entre ellos Yoongi.

—¿Estás bien?

—¿Q-Qué está pasando? ¿Por qué se lo llevan?

El padre de Yoongi me ayuda a estabilizarme en mis pies y sostiene mis brazos como si pensara que en cualquier momento saldré corriendo. Cosa muy cierta. Y cuando lo veo de frente es que noto la profunda línea de preocupación en su frente y un pequeño hilo de sangre salpicada en el puño de su camisa.

—No te preocupes, solo lo llevan a la caseta de seguridad para poner la denuncia. Esos imbéciles intentaron atacarlos —parpadeo, porque en mi cabeza no cabe ninguna explicación lógica para lo que acaba de pasar —¡Oh, vaya! sí que te han lastimado.

—E-Estoy bien, necesito ir con Yoongi.

—Él estará bien, se encontrará con nosotros cuando salga de allí, ahora, vayamos a desinfectar eso ¿De acuerdo?

La voz del hombre mayor es suave y dista mucho de la palpable emoción que podía escuchar la única vez que le vi, y mi cabeza se pierde entre el murmullo de la gente, intentando reformular en mi cabeza lo acaba de pasar.

Los hombres. Ellos estuvieron en la acera, a nuestro lado, mientras esperábamos la llegada del tren, ellos nos miraban con desaprobación, ¿No les gustamos? ¿Querían golpearnos porque no les gustamos?

Conozco entonces lo que es la profunda ira y la frustración y quiero salir huyendo, destruir algo con mis manos mientras expulso toda la energía que vibra en mi fuero interno con creciente desesperación. Pero no puedo, Yoongi no querría que yo hiciera eso y tampoco confío en tener fuerzas suficientes como para separarme del abrazo a medias en el que me envuelve el señor Min mientras intenta llevarme a otro lugar.

—Hay una pequeña enfermería adentro —murmura, como si supiera leer mi mente con facilidad y supongo que eso hacen los años, te dan la capacidad de saber ciertas cosas sobre otros solo con observar las líneas de sus rostros —Parece que te hubiesen arrastrado, ¡Que malnacidos!

—No sé qué pasó.

—No te preocupes por ello, aún pareces un poco conmocionado y me gustaría que revisaran eso, no sé si te golpeaste la cabeza, no pude verlo, fue todo muy rápido.

—Rápido —repito como en estado de trance mientras mis ojos bailan enloquecidos por todas las luces y las personas y el ruido. Demasiado ruido y Yoongi no está.

—Aún estoy muy enojado, sé que no quieres saber, pero en serio me siento enojado —Su mano se aprieta a mi alrededor causándome un sobresalto hasta que la afloja inmediatamente, regalándome una sonrisa apenada.

—¿Usted se encuentra bien?

—Solo fue la sombra de un golpe, me alegra de haber llegado temprano —hace una mueca, como si, de igual manera, le doliera —espero haberle partido la nariz, por lo menos. Y no me malentiendas, sé que la violencia no debe enfrentarse con más violencia, pero solo no podía quedarme allí mirando cómo dos trogloditas intentaban hacerles daño.

El señor Min suspira al tiempo que nos detenemos frente a una puerta blanca en un pasillo estrecho de color azul claro, casi del mismo tono del abrigo que Yoongi me ha dado y que ahora tiene pequeñas gotas de sangre que solo podrían verse si les prestases atención y mucha tierra en algunos lugares.

—Le dije muchas cosas estúpidas a Yoongi en el pasado —continúa el hombre, más como si estuviese hablándose a sí mismo que a mí o a cualquier otra persona y luce tan derrotado que una pequeña parte no tan agotada de mí quisiera darle un abrazo —Fueron muy, muy estúpidas y todas guiadas por mi ignorancia, cosas que ni siquiera sentía de verdad. Pero ¿Esto? Esto es una mierda.

Quiero decirle que no haga eso, que no debería seguirse atormentando por el pasado, que su hijo realmente lo ha perdonado, que el hecho de haberlo defendido hoy es más importante que cualquier cosa. Pero no lo hago, porque una mujer menuda abre la puerta y parece que el momento se ha perdido y el hombre a mi lado recubre todas sus tristezas bajo la sombra de una sonrisa amable.

—¿Puedo ayudarlos?

Lo demás pasa como una sucesión de hechos sin importancia en mi cabeza, ardor en mis manos y rodillas y algunas vendas que no son tan cómodas y no son puestas con la delicadeza que ha hecho Yoongi alguna vez.

Yoongi, ¿Cómo estás? Pero su padre no me dice nada mientras los minutos mueren en un pequeño cuarto con olor a antiséptico y el silencio.

Hay un pitido, después de algunos minutos más, que suena en el bolsillo del señor Min, quien sostiene la mochila de Yoongi entre sus piernas mientras la enfermera coloca algo alrededor de mi brazo y luego de un rato pasa una luz incomoda por mis ojos porque piensa que estoy conmocionado aún.

¿Cómo le explico que tres de mis cinco sentidos salieron huyendo cuando he oído el inconfundible gruñido de Yoongi cuando he caído? ¿Cómo le digo que los latidos de mi corazón son erráticos porque no tengo idea de dónde está, de si está bien? ¿Cómo decirle que mis ojos están cristalizados porque no puedo evitar sentirme horriblemente culpable?

—Ha sido Yoongi —interrumpe mis pensamientos el señor Yoon-Jae —dice que ya ha salido, pero no encuentra la enfermería ¿Crees que podrías quedarte aquí en lo que voy por él?

Me sonríe, una sonrisa tranquilizadora que él realmente no siente, así que muevo mi cabeza en afirmación antes de que se vaya para no preocuparlo de más, dejándome la mochila y el mutismo de una habitación vacía.

Pasan 62, 01 segundos antes de que me aburra y comience a jugar con la mochila, abriendo y cerrando la cremallera despacio y luego rápido, unas cuantas veces, hasta que siento que se atasca y el sonido de un papel arrugándose.

—¡Oh, no! —Mi pulso se acelera porque no sé si haya dañado alguna cosa importante, así que me apresuro a destrabar ambos materiales solo para descubrir un conjunto de hojas que parecen haber sido estrujadas con anterioridad.

Me tranquilizo un poco hasta que el encabezado de la primera página llama mi atención.

Para Jin.

Suspiro entrecortado y mis dedos no son lo suficientemente rápidos para desdoblar por completo el material e incurrir en lo que, probablemente sea, invasión a la privacidad.

Para Jin.

Jin.

Querido Jin.

Seokjin.

Ya no sé ni siquiera cómo debería llamarte.

¿Cariño?

Hay alrededor de un millón y un poco más de cosas que llevo atoradas en mi garganta desde que pensé que una estrella fugaz estaba cayendo a la tierra delante de mis ojos. Pero nunca he sido realmente bueno con las palabras y por eso estoy recurriendo a un guion con la esperanza de que, al final, cuando todo haya dejado de sangrar de mi pecho, mi corazón y mi cabeza puedan llegar a un consenso de qué es lo que quiero decirte. Y así, en lugar de gastar tinta y dejar pasar el tiempo mirando hacia el balcón, podría mirarte a los ojos y poner en voz alta lo que pretendo.

Pero es que, ¿Debería decirte? ¿Incluso si la perspectiva de perderte sigue flotando delante de mis ojos como la propaganda de desinfectante que estuviste cantando durante una semana?

De cualquier manera, espero que los deseos que le estoy pidiendo ahora mismo a la luna se cumplan y pueda llegar a ti esta noche, mientras sigues durmiendo, con tus brazos alrededor de mi almohada y tus cabellos revueltos cubriendo tus ojos, y no te alejes de mí como lo has hecho la última semana.

Sé por qué lo haces, sin embargo. Sé que tu alma está tan rota como la mía, sé que tienes tanto miedo como yo, pero, Jin, mientras la vida me permita seguir sosteniendo tu mano con la mía, y tu corazón siga latiendo al mismo tiempo que el mío, sé que no habrá poder en esta tierra ni fuera de ella que me mantenga lejos de ti, que me haga renunciar a ti.

Y es tan tonto ¿No lo crees? Porque hace un tiempo ni siquiera había un mínimo de posibilidad en mi mente de encontrar esto, antes de ti ni siquiera creí que fuese posible que mi piel ansiara otra piel, que necesitara escuchar todos los variantes de tu risa, o contar los intervalos de tus parpadeos cuando estás concentrado, aprenderme de memoria el camino de las venas delgadas de tus manos o el tiempo que te tardas en comer los cereales para que no pierdan la textura.

Antes de ti pensaba que la felicidad era una cosa que le pasaba a otras personas y no a mí, sin vivir ninguna emoción realmente y sin importarme nada demasiado. Asintiendo cuando debía asentir, sonriendo cuando era oportuno, dando palabras de ánimo cuando era apropiado, siendo tan correcto como otras personas esperaban que fuese, siendo fuerte como otras personas creían que era, pero sin serlo en realidad.

Y entonces colisionaste contra mi campo gravitacional como si supieras que necesitaba ser derribado y deslizado hacia abajo como las avalanchas de nieve que se hacen más grandes a medida que van llegando abajo. Mas o menos creo que así fue con nosotros.

Cada vez más profundo y más grande que no me dio tiempo de intentar detenerlo, ni hacer control de daños. Y tampoco quería hacerlo, que es lo más gracioso.

Entonces, esta mañana cuando desperté y ya te habías ido, me di cuenta de que no había colores en el cielo que se reflejaran en tu rostro, y que no estaba el sonido de la ducha o el ruido de la radio, y que nunca antes de ti había estado y nunca antes de ti lo había necesitado, haciéndome preguntar alguna cosa que no sabía que tenía que responder.

¿Te quiero porque te necesito? ¿Porque cumpliste mis deseos y llenaste un vacío que no sabía que quería llenar? Incluso si sonaba correcto en mi cabeza no se sentía correcto. Entonces no lo era, porque realmente no había ningún vacío, llegaste y me hiciste notar que realmente no había ningún agujero, que yo no estaba dañado, apareciste para hacerme cerrar las grietas que recorrían kilómetros en mi pecho y tomaste mi mano cuando creí tener mi puño cerrado.

Me di cuenta, entonces, de que, por el contrario, te necesito porque te quiero, y hay un mundo de diferencia en ello.

Así que me levanté y coloqué mi álbum favorito desde mi celular mientras intentaba darle sentido a toda mi avalancha emocional y hubo una canción que quise dedicarte en ese momento.

Así que voy a recurrir al plagio ahora sin que el remordimiento cargue mi consciencia.

"El cielo nocturno una vez gobernó mi imaginación y ahora volteo los cuadrantes con cuidadoso cálculo. Después de un tiempo pensé que nunca te encontraría, me convencí de que nunca te encontraría, cuando de repente te vi.

Al principio pensé que eras una constelación; hice un mapa de tus estrellas y entonces tuve una revelación: tú eres tan interminable, como hermoso, eres el universo en el que estoy sumido. Un astrónomo en mi mejor momento cuando lanzo lejos las mediciones.

Como un telescopio te jalaré tan cerca que no habrá espacio en medio.

Y de repente te vi, yo era mil millones de pequeñas piezas, hasta que tú las juntaste. Astronomía a la inversa, fui yo quien fue descubierto."

Jin.

Hay alrededor de un millón y un poco más de cosas que me gustaría hacer contigo, un trillón y un poco más de cosas que me gustaría que supieras, y aun así, creo que todo se resume en una verdad ineludible que ha venido inundando mi pequeño arroyo hasta que ha sido tragado por el océano de tus ojos:

Te amo.

No hay mayor verdad en el universo que esa. 




——————————————————————————————————————————————————

#FunFact22: Todavía conservo las doce portadas que hice diferentes para la historia. Créanlo o no, esta fue la mas decente.

Me gustaría saber qué opinarían de crear un grupo de whatsapp. Quiero saber sus opiniones y si estarían dispuests a ello primero. Incluso si hay lectores fantasmas, no importa. 

¡Tengan días maravillosos!

La canción que canta Yoongi es Two de Sleeping at last, que ya había aparecido. Y la que baila es Close to my fire de Beth Hart. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro