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Capítulo 24°: Un poco más humano


Un poco más humano


Así que todo el mundo ha estado mal y todo el mundo ha hecho lo que ha podido. Con sus heridas, sus pesares, sus nuevas alegrías y el tiempo que pasa. Más lento y torpe que un caracol prehistórico unas veces, y otras rápido como el viento, para acabar fingiendo que se alcanza lo que se ha perdido para siempre. 

El beso más pequeño - Mathias Malzieu


Hoy no hay colores en mi habitación cuando me despierto con la agradable melodía de la radio y el armonioso tarareo de Seokjin en la ducha con alguna canción que me hace recordar a las rondas infantiles del prescolar.

Es extraño no verlo a penas abro mis ojos y es cuando recuerdo haberlo sentido sobresaltarse unas horas atrás y murmurarme: pesadilla, abrazándose a mí como un pequeño koala para seguir durmiendo.

Las cortinas están cerradas y el cuarto se ha teñido de un desagradable tono opaco que oscurece aún más el lado vacío de la cama y me hace sentir frío, aunque sé que el sol está pronto a salir.

Me levanto de la cama con dificultad y hago mi camino hacia el baño donde la cortina de vapor empaña las puertas corredizas que ocultan el cuerpo, seguramente desnudo, de mi estrella, y tengo esa sensación de nuevo recorriendo mi cuerpo, la sensación que provoca el deseo, y es bastante irónico, así que me río de mí mismo.

Me lavo los dientes y me quedo quieto un rato, esperando el momento en el que Seokjin salga de la ducha con la toalla mal enrollada alrededor de su cuerpo delgado y me sonría con todos sus dientes como si bañarse hubiese sido la mejor experiencia que ha vivido en la tierra.

Adorable.

No sé cuántos minutos pasan cuando eso sucede y yo agradezco tener mi cuerpo apoyado en el lavabo porque era demasiado probable que me hubiese caído de culo.

Seokjin sale gloriosamente desnudo de la ducha, enrojecido y empapado, con los cabellos, ahora de nuevo plateados, peinados hacia atrás, dejando al descubierto su rostro humedecido. El vapor sale de la ducha arremolinándose por los bordes de su cuerpo y levantando la bruma que me nubla la vista. Luce casi como un ente celestial, un dios antiguo e imponente que surge de la nada con sus ojos brillantes y sus labios rojos.

Tengo que mantenerme enfocado para que mi vista no viaje más allá de su rostro, pero es demasiado difícil. Seokjin tiene el ceño fruncido cuando se da cuenta de mi presencia y noto cómo su rostro enrojece con más fuerza cuando su mano derecha recorre su pecho hasta su hombro izquierdo, donde aprieta con inseguridad, bajando la mirada.

—Buenos días —me dice y su voz suena oscura y grave, haciendo que tenga que apretar mi mandíbula y mis piernas y mis puños por la oleada de electricidad que me recorre la columna.

Me gusta demasiado y el deseo que provoca en mí es enloquecedor e incontrolable -insoportable- cuando se supone que era algo que mi cuerpo rechazaba. Jin despierta en mí cosas que creía muertas o que simplemente jamás habían nacido, pero él tiene el poder de levantarlas y aniquilarlas a su antojo.

Tranquilo, Min, ya lo has visto desnudo antes ¿Recuerdas?. Pero es inútil porque nada me había preparado para esto que es nuevo, para esto que es simplemente Seokjin.

Yo quiero protegerlo de la misma manera que él me protege, y a veces es tan inocente que puedo descolocarme con su mirada salvaje, pero me gusta. Me gusta que se vea tan pequeño y frágil en mis brazos, y que, aun así, sea capaz de apretarme con tanta fuerza que me roba el aliento. Me gusta que sea tan dulce y feroz a la vez.

Jin es algunas cosas, y otras, unos días sí y otros también, y me encanta. Me encanta querer recorrer su cuerpo con delicadeza y querer destruirlo a la vez. Me encanta que sea igualmente capaz de hacer lo mismo conmigo.

¿Acaso has enloquecido ya, Min Yoongi?

Pues sí. Es bastante obvio que sí.

—Buenos días, cariño —murmuro y mi voz sale más grave de lo que pretendo.

Jin luce hipnotizado aún en la puerta de la ducha, sin moverse ni un centímetro mientras sus ojos buscan, creo yo, la toalla, y es cuando me doy cuenta de que la ha colocado en el lavabo, junto al lugar donde mi cuerpo está apoyado.

Una parte de mí quiere esconder la toalla detrás de mi cuerpo y no sé si estoy siendo muy estúpido, si pretendo presionar demasiado, si dejarme llevar es bueno o es malo, pero Jin está mirando mis manos y sus ojos recorren mi pecho descubierto hasta llegar a mi rostro. Hay bruma evidente en sus orbes también.

—Y-Yo...voy por la... —él señala hacia mí cuando da un pequeño paso al frente y yo me inclino un poco hacia atrás en el lavabo, llevando mis manos a los lados de mi cuerpo para apoyarme en el material solo para tenerlas ocupadas. Jin da pequeños pasos que lo llevan en mi dirección y yo siento como el vapor que sale de la ducha ya cerrada comienza a asfixiarme.

O quizá es solo él quien tiene ese poder sobre mí.

Mi estrella llega a solo unos centímetros de mi cuerpo para tomar la toalla y siento que ya no soy yo quien controla mi respiración, que ya no soy yo quien tiene el poder sobre mis manos o mis labios o mis ojos cuando mis dedos alcanzan la piel humedecida de su muñeca y la rodean con delicadeza.

Apenas puede llamarse un toque de piel contra piel, pero Jin se sobresalta y me mira con ojos muy abiertos cuando comienzo a tirar solo un poco de él hasta que logro colocarlo delante de mi cuerpo inclinado, que provoca que lo mire desde abajo por una minúscula diferencia. Puedo ver como la manzana de adán de Jin sube y baja cuando sigo empujándolo un poco más hacia mí y él se deja hacer, se deja guiar por mí y yo no tengo tiempo de pensar en nada más cuando la piel descubierta de sus piernas roza el material delgado de mis pantalones de dormir.

—Hoy despertaste temprano —digo en voz baja y veo su pecho subir y bajar, con sus mejillas demasiado coloradas como para hacerme creer que tiene fiebre. Jin muerde su labio inferior con fuerza y lo deja ir lento mientras se encoje de hombros —Estás especialmente callado esta mañana.

Él me sonríe con sorna a pesar de su evidente timidez y puedo sentir que su humor es volátil ahora.

—No soy callado —susurra, dando un paso más cerca de mí incluso si ya no hay espacio que nos separe. Nuestros pechos están a milímetros de tocarse —solo no entiendo por qué no me has besado todavía.

Trago duro mientras mis ojos se conectan con los suyos y las paredes del cuarto de baño pierden el color cuando cobran vida y me aplastan el razonamiento lógico. Sonrío y mis manos viajan automáticamente a su rostro que sigue rodeado de una pequeña capa de agua y le acerco a mí lo más que puedo, hasta que tiene que colocar sus manos calientes sobre mi pecho tibio para no caerse y nuestras piernas están enredadas, conectando nuestros cuerpos con una pequeña fricción que me hace enrollar los dedos de los pies.

Jin suelta un jadeo diminuto y nuestros labios están a punto de tocarse cuando susurro contra su boca: —Eres una estrella sinvergüenza.

Es él quien atraviesa el insignificante espacio que separa nuestros labios y el beso que provoca es más intenso que una tormenta ciclónica.

Mis manos viajan por todo su rostro, delineando a ojos cerrados los bordes de su mandíbula con mis dedos, la extensión de sus labios con mi lengua, la calidez de su pecho con el mío y todo es demasiado intenso cuando son sus manos las que bajan hacia mi cintura y sus pulgares ejercen una pequeña presión en el hueso de mi cadera, pegándome más a su cuerpo por inercia, y electrificando cada zona de piel viva.

Es tan fuerte que tengo que sostenerme de las hebras sueltas de su cabello que han aterrizado en su nuca y estamos tan juntos que sus brazos han tenido que rodear mi espalda, provocando mayor fricción entre nosotros por el pequeño balanceo que provoca la intensidad de nuestro beso.

No quiero presionar, me repito que no quiero presionar, me repito que Jin es básicamente instinto cuando se trata del contacto físico, pero soy un ser poco evolucionado ahora, soy un ente sin razonamiento, un pequeño cúmulo de materia orgánica moldeable entre los dedos de una estrella, entre los labios de un humano con esencia celeste y no puedo solo detenerme.

Tengo que tocar, deseo hacerlo, y no puedo dirigir los movimientos de mis manos por su cuello estilizado, por sus hombros anchos, por su pecho cálido, por su cintura estrecha, y entonces están viajando por su cadera, bajando por sus muslos, dándonos la vuelta para que sea él quien se apoye en el material frío a nuestras espaldas.

Logro levantarlo sin darme cuenta de qué es lo que estoy haciendo y entonces su trasero desnudo está apoyado en el lavabo y sus piernas suaves y sus muslos están rodeando y apretando mi cadera y el calor es insoportable.

Nuestros labios se separan solo milímetros cuando el aire parece haberse escapado por completo y mis parpados solo me permiten ver sus belfos hinchados y rojos y sus ojos cerrados cuando su respiración agitada se sincroniza con la mía enloquecida.

Las manos de Jin siguen dibujando caminos ciegos por mi pecho y las mías se mantienen fijas en sus muslos porque no puedo moverlas sin estar seguro de perder el poco control que intento recuperar, así que solo doy pequeños masajes en el mismo lugar, esperando a que él me aparte si decide que estoy yendo demasiado lejos.

Tampoco sé qué es ir demasiado lejos, tampoco sé qué estoy haciendo.

Mis labios viajan como si ya supieran todas las respuestas que desconozco y estoy besando su mandíbula, su cuello, guardando en mi memoria para siempre cada pequeño sonido que atraviesa su garganta y la imagen etérea de un ser perfecto que me mira con adoración apenas bajo sus párpados caídos.

Me pregunto cómo puede ser perverso, cómo puede estar prohibido adorar a Seokjin, desearlo, anhelarlo, cómo los ojos críticos de los otros pueden llegar a decirme que tocarle está mal, que besarle en medio de un baile es inapropiado, que agarrar su mano por la calle es incómodo, que rodear su cuerpo con el mío, que marcarle pequeños mordiscos en la piel sensible de su cuello, que rozar su piel con la mía...

¿Cómo pueden decirme que quererle está mal?

Vuelvo a besar sus labios cuando nuestros pequeños movimientos de vaivén sobre el mueble desatan el infierno fuera de nosotros y de repente todo es demasiado brillante para mantener nuestros ojos abiertos.

¿Cómo pueden decirme que entregarle mi corazón a Seokjin es pecado?

★★★

He aprendido alrededor de cuatro cosas sobre la fisionomía humana en las últimas dos horas, pero de alguna manera, mi cerebro se siente aún entumecido y hay cierta bruma acogedora que me embota los sentidos mientras camino por la acera y es una sensación de la que no me quiero deshacer.

El sol está brillando con fuerza en lo que puedo divisar el local y me descubro pensando en lo que ha ocurrido unas horas atrás y que no sé explicar con palabras.

Hormonalmente hablando, me siento un desastre.

Y entonces quiero correr y quiero abrazar a todo el mundo al mismo tiempo, y me gustaría tomar el mismo tren en el que he estado el día anterior con Hoseok y conocer más allá del camino que hemos tomado. Quiero hacer todo en un solo momento y a la misma vez quisiera estar en el apartamento de Yoongi, con Yoongi abrazándome o besándome o mirándome.

Sacudo la cabeza, porque una parte de mí siente que no es sano el rumbo que toman mis pensamientos y tomo todo el aire que mis pulmones pueden atrapar mientras la puerta transparente del salón de entretenimiento me saluda.

El cielo está un poco nublado, luciendo un día triste y solo espero que no llueva porque tengo la sensación de que la lluvia es el llanto del cielo, y no me gusta ver llover.

Pequeños pensamientos como ese me atraviesan de vez en cuando y no tengo idea de dónde salen porque en mi corta estadía en la tierra no he podido presenciar la tristeza de las nubes hecha agua.

Quizá al pequeño Jinnie con cabello de arbusto pequeño no le gustaba ver llorar al cielo.

La puerta se abre cuando la empujo con un pequeño chasquido y el tintineo genérico de una campana que anuncia a un nuevo visitante me da la bienvenida junto con el sonido de algunas cajas cayendo de repente en algún lugar del enorme salón aún medio vacío.

—¿Hola? —pregunto lo más alto que mi voz nerviosa puede articular y hay ruido de pasos que provienen detrás del mostrador y que revolotean hasta que dos rostros aparecen casi a la vez por la pequeña puerta que da a, lo que yo supongo es, la bodega.

—¿Kim Seokjin? —dice una de las personas y me toma solo 5,67 segundos darme cuenta de la mayoría de los detalles.

Son dos hombres y el que ha hablado es solo un poco más bajo que el otro, quizá de mi estatura. Lo reconozco como la persona que me ha hecho la entrevista el día anterior y sigo pensando lo mismo de él. Tiene el cabello del color del chocolate y los ojos amables. Su sonrisa es amplia y tiene un acento chistoso porque parece pronunciar las palabras con demasiado dramatismo.

El chico más alto viste un abrigo elegante que contrasta demasiado con el suéter demasiado grande y desgastado y el beanie color negro de la persona a su lado, y me parece que jamás en mi vida lo he visto. Su cabello es rubio cenizo, y sus ojos son igual de amables y su sonrisa igual de amplia, pero es curiosa, casi rayando lo estuporoso atravesando su mirada.

—Soy yo, señor Wang.

—¡Ah, niño! ya te he dicho que no soy demasiado mayor que tú. No soy señor, que no te consta. Llámame hyung.

—Lo lamento, hyung —mi nuevo hyung me sonríe, encogiéndose de hombros y yo solo alcanzo a pensar en que, de saber Hoseok que le he llamado hyung a otra persona, estaría montando una escena muy dramática.

—Bueno, pequeño Kim, quiero presentarte al gran Kim — ¿Kim? Kim. A nadie parece impresionarle que haya muchos Kims en una habitación a la vez y supongo que es por lo que Yoongi ya me ha contado sobre la regularidad del apellido. Pero su Kim suena diferente al mío, más elegante, mayor incluso, y no me doy cuenta cuando Jackson, el chico de las entrevistas ha seguido hablando —Es mi amigo y dueño de este lugar que, por fin, se ha dignado a venir desde la capital. ¡Tan desconsiderado! ¿No crees?

El hombre que me mira con expresión dubitativa me sonríe tentativamente antes de romper en una gran sonrisa que crea dos hoyuelos parecidos a los de Hoseok en su piel un poco más tostada.

—Pequeño Kim ¿Eh? Soy Kim Namjoon, y no, no soy el dueño, Jackson, ya quedamos en que somos socios.

—¡Mis reverendos huevos!

—No tendremos esta discusión de nuevo, menos en frente de un empleado.

—Pero, señor Kim —murmuro lo suficientemente alto para que ambos hombres dejen de enfocarse en sus propias miradas irritadas y recaigan en mí —yo no soy un empleado, vengo solo a ayudarle a hyung con el inventario porque le gusta mi manera de contar.

—Ah, sí, olvidaba que a los niños de hoy en día les gusta formalizar todo. Chico, si voy a pagarte por estar aquí, eres ya un empleado. No seas como Namjoon, que cree que eso es ser un socio.

Aprendo rápido que Kim Namjoon y Jackson Wang son un desastre ruidoso. Kim es muy tranquilo y me explica la mayoría de las cosas que esperan obtener, lo que han idealizado desde que han tenido la idea de abrir un pequeño negocio juntos cuando ambos se dieron cuenta de que los planes que tenían no estaban resultando. Wang grita muchas cosas sin sentido cuando algo se le olvida o cuando el señor Kim no le da la razón en lo que dice.

Aprendo que el señor Wang siempre tiene la razón, incluso cuando no la tiene.

Solo somos tres personas por ahora, me ha dicho Jackson mientras el señor Kim intenta darnos el castigo del silencio como ha llamado al ignorarnos por no dejarle seguir tomando las cajas que Wang ha traído de la bodega. Me ha contado que, si las cosas salen bien, la apertura sería dentro de otra semana más y que, quizá, el negocio rinda mayores frutos de lo que esperan a juzgar por la cantidad de personas que han respondido los anuncios.

—Aunque, claro, no veremos nada de esos frutos para la primera temporada —ha dicho.

Kim Namjoon se encarga de hacer planos que no comprendo y dárselos a Jackson, quien es el encargado de mover las cosas mientras yo sigo haciendo cuentas que tampoco comprendo del todo y colocarlas en una planilla mientras relaciono números de serie, precios, cantidad, numero de factura, garantía, y otros términos muy elegantes.

En medio de todo el desastre, sentado de piernas cruzadas, escucho algunas historias que Jackson y Namjoon dicen en voz alta, como si quisiesen que yo los conociera sin la responsabilidad inmediata de revelármelo en una conversación, como si lanzaran la información al aire sin importar si decido agarrarla o aventarla más lejos en el viento.

Entonces descubro que el señor Kim Namjoon es una persona bastante compleja que ha intentado complacer a todo el mundo la mayor parte de su vida, que no le gusta hablar de su familia y que es hijo único en una familia extensa; descubro que es realmente inteligente, pero considera que su inteligencia no le ha servido para tomar buenas decisiones y que odia el café cargado que prepara Jackson, pero se lo bebe porque no es capaz de rechazarlo cuando Wang es una persona tan irritable que no suele hacer nada por nadie.

Jackson, por su parte, es una persona feliz y plena, y es el prototipo de ser humano que me gustaría llegar a ser, que me gustaría que la gente quisiera ser. Descubro que sus maneras malcriadas salen a relucir solo en presencia de su mejor amigo el gran Kim, y que solo tiene a su madre que es una señora mayor con un corazón muy grande porque el resto de su familia vive en China de donde ellos emigraron cuando su padre, que en paz descanse, obtuvo una propuesta laboral importante.

Ninguno me hace preguntas que no quiera responder y me hacen sentir en confianza de contar algo sobre mí, solo que no sé qué decir y ellos solo me sonríen y me dicen palabras agradables cuando murmuro que quiero estudiar en la universidad y que tengo un novio al que no puedo besar en la calle porque a la gente le molesta.

La conversación se vuelve triste algunos segundos hasta que Namjoon deja caer algo apropósito y vuelve el ruido que es más agradable.

Descubro que hay personas con una vida rota que pueden llegar a ser muy felices y plantar pequeños bonsáis en macetas demasiado grandes para decorar un salón de entretenimiento. Aprendo que es bueno tener sueños diminutos y que a veces es bueno no tenerlos, que no se puede vivir de expectativas y que siempre te hará feliz mantener a las personas que quieres cerca de ti.

Como Jackson y Namjoon.

Y aprender eso me hace feliz mientras pienso en la pequeña alcancía que Gi me ha dado esta mañana luego de salir de la ducha, en donde ha escrito SEOKJIN'S WISHES con letras muy oscuras, haciéndome sostenerla contra mi pecho como él ha hecho con el frasco de luces antes, prometiéndome a mí mismo que haría lo posible por cumplir mis propios deseos, por muy pequeños que estos fuesen.

Aprendo una cosa importante, también, cuando el mediodía ha pasado hace bastantes horas y nuestros cuerpos agotados nos tumban en el piso embaldosado con cafés de sabor extraño en nuestras manos y algunas hojas de cálculo regadas por todas partes, algo que, posiblemente, ya sabía.

Aprendo que la tierra está llena de personas maravillosas y que solo debes salir a buscarlas.

Para cuando el cielo se vuelve algo más lila, hay algunos billetes en mi bolsillo y abandono el local que ahora luce más acogedor que cuando he llegado, con la decoración pacífica y de tonos claros que contrasta con el equipo tecnológico del área de entretenimiento, lleno de antigüedades de gusto exquisito y con toda la magnificencia del día colándose por las grandes ventanas.

Es bastante temprano, no es ni siquiera media tarde, así que pienso que, quizá, es buena idea tomar el tren como he querido hacer más temprano, llegar un poco más allá del límite interpuesto por mi propia desconfianza y dejar entrometerse a mi humanidad en la vida que, arbitrariamente, estoy construyendo.

Después de todo, soy un humano ahora. Incompleto, desconocido, y aun un poco asustado. Pero humano, después de todo. 



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N/A:

¡Tengan días maravillosos!

#FunFact16: Este capítulo iba a ser publicado el viernes (mientras yo pensaba que era jueves) y luego dije, Lo publicaré el sábado, y se me olvidó :c


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