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Capítulo 23°: Donde las almas inmortales descansan eternamente

Donde las almas inmortales descansan eternamente


El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada 

Gustavo Adolfo Becquer 


He aprendido, durante mi corta estancia en la tierra, que los humanos pueden ser luz y sombra a la vez; que pueden ser espacio despejado y pueden ser nubes de lluvia; que pueden ser luna que alumbra tenue para alguien, y pueden ser el sol que ilumina el cielo de alguien más.

Y, así como los humanos, las situaciones tienen variantes curiosas. Un fragmento en el tiempo puede ser feliz y ser guardado en la memoria como un acontecimiento amargo; un momento triste, así mismo, puede recordarse con una sonrisa en el rostro.

Los seres humanos son-

Los seres humanos somos volubles y complejos, casi tanto como el universo; casi tanto como las estrellas; casi tanto como la luna.

Madre luna me observa desde el balcón de la terraza, y mi espalda y mi piel entera sienten el frío del viento cuando atraviesa la rendija abierta de las ventanas de cristal. Mi rostro se sostiene contra el marco a la altura en la que puedo llegar mientras estoy sentado en el piso, en posición de loto, justo en el lugar donde la alfombra da paso al concreto del balcón.

Hoseok se ha quedado medio dormido mirando el televisor, con las piernas encogidas contra su pecho y su boca medio abierta en el brazo del sofá, soltando respiraciones cortas y acompasadas mientras sus ojos espabilan con pesadumbre hasta quedarse cerrados definitivamente.

Gi no ha llegado aún.

—Madre luna, quiero que seas sincera conmigo —susurro y mis ojos arden desde que he decidido no parpadear —Ji-Hye noona, ella ¿Es tu mensajera? ¿Es cierto lo que me ha contado Jimin? ¿Tú has estado manipulándome a través de ella? —suspiro con fuerza y mis ojos arden, pero no es por el aire sino por la acuosidad que retienen mis lagrimales —Dime la verdad madre luna, ¿Lo que ella me ha contado ha sido verdad?, ¿Por qué me has hecho venir?, ¿Ha sido todo causa tuya? —sollozo en silencio y mis ojos arden porque algunas gotas saladas han comenzado a salir —¿Qué es lo que está pasando, madre?

Escucho como el cerrojo de la puerta hace un pequeño sonido de clic y me apresuro a secar las pequeñas lágrimas que se me han escapado. Sin embargo, me quedo quieto donde estoy, mientras el viento frío se encarga de secar la humedad que ha quedado en mis mejillas y la luna sigue estática en el cielo, mostrando su menguante orgullosa, guardando silencio.

Siento las pisadas de Yoongi, que ya son fáciles de reconocer para mí: zancadas cortas y rítmicas en su camino por la casa, mientras entra al departamento, tropezándose con la alfombra y maldiciendo en voz baja. Le oigo entrar a la cocina y la fricción que ocasionan las bolsas que seguramente trajo se oye lejana.

Llevo una de mis manos a mi pecho porque de repente la perspectiva de ver a Yoongi luego de algunas horas con nuestros caminos separados, me acelera los latidos de una forma agradable. Le siento, realmente no puedo verlo desde mi posición, pero siento la fragancia de su colonia masculina, siento el roce del material de su saco contra la seda de la camisa de color claro, siento su presencia y nada más que eso porque el mundo a mi alrededor se enmudece cuando Yoongi hace presencia... entonces me pregunto qué se supone que eso significa.

Se siente casi como desesperación. Se siente casi como si quererlo ya no fuese suficiente, pero no logro entender por qué el conocimiento de ello me da mucho dolor.

El aire pasa oscilante sobre mi cabello cuando Yoongi se sienta a mi lado en la alfombra. Mi cabeza da un giro brusco en automático y la pesadez en mi pecho se hace a un lado cuando sus ojitos brillantes y oscuros me sonríen incluso antes de que sus labios lo hagan.

La sonrisa que cruza mis labios es más genuina de lo que pensé que sería y es tan grande que me cierra los ojos.

Me hace feliz, y aprendo que, antes de este momento, no era consciente de ello de verdad. Porque la felicidad es diferente a las emociones efímeras, la felicidad no es como la alegría, la felicidad no se da en momentos diferenciados por espacios de tiempo, no se da en el instante de un beso, o el segundo en el que una buena noticia se desliza por su voz.

La felicidad está en una existencia, sin límite de horas, sin lugares específicos, está en sus ojos color ónix, en la tibieza de su piel, en las ganas de verle, en las sonrisas fáciles y los latidos acelerados que le pertenecen.

La felicidad tiene nombre y apellido en mi mundo reducido que abarca el universo entero.

Descubro que la felicidad, dentro de mi corazón, es querer a Min Yoongi.

—Te extrañé —susurro cuando mi mano busca la suya y él entrelaza nuestros dedos y casi no puedo ver su rostro porque la gruesa cortina de la ventana oculta la luz de la ciudad que podría iluminarlo, la misma luz que alcanza a alumbrarme por medio de la rendija que he abierto y que cubre mi cuerpo del halo de la luna.

—Oh, cariño, no tienes idea —estamos demasiado lejos, sé que ambos lo notamos, pero ninguno de los dos se mueve para acortar la distancia y es extraño. Su mirada baja hacia nuestras manos que es el punto único donde nuestras pieles se tocan y sus dedos comienzan a jugar con los míos —¿Qué tal fue el día de hoy? ¿Estuviste nervioso? —sonrío con un poco más de suavidad.

—Yo debería ser quien preguntara sobre tu día. Debió ser bastante agotador —asiento para mí mismo —pero si quieres saber, fue algo gracioso llegar al lugar y descubrir que no es un salón recreativo sino una cafetería temática, porque el encargado de hacer los anuncios se ha equivocado. Por otra parte, estoy bastante seguro de que tengo muchas probabilidades de tener el puesto, no mucha gente se presentó para ese cargo —la mirada de Gi se dirige nuevamente hacia mi rostro

—Entonces...¿Por qué luces triste?

Pasan 47,72 segundos de puro silencio que solo se ve medianamente interrumpido por los sonoros ronquidos de Hoseok en la sala de estar. Estoy respirando con fuerza, bebiéndome su imagen como si hubiese estado sediento toda la vida y delineo con mi mirada la curva delicada de su nariz y la pequeña sombra enrojecida en el borde inferior de sus ojos. Tomo el aire, avaricioso de él, demasiado ambicioso para convertirme en pecador y las ganas de llorar siguen allí, puedo reconocerlas, pero mis ganas de abrazarlo son más fuertes, mis ganas de sentir nuestra realidad son gigantescas.

Y me pregunto por qué nuestra humanidad nos inhibe, por qué mis pequeños miedos me prohíben aprovechar el tiempo.

Y como no tengo respuesta a ello, solo me levanto sobre mis rodillas y voy por ello.

★★★

Mi pecho se agita dentro de mi cuerpo y se mueve por todas partes, desprendiéndose de mis arterias y atravesando mis costillas y mis vertebras cuando Jin me rodea con su cuerpo, apresando mi cintura entre sus piernas y sus brazos alrededor de mi cuello, su cabeza descansa sobre mi pecho, con su cabello de un negro artificial haciéndome cosquillas en la barbilla y tengo miedo de quedar en evidencia.

Tengo miedo de que sepa el tremendo poder que tiene sobre mí.

Lo aprieto contra mi pecho con fuerza y ambos nos mecemos con tranquilidad, suspirando casi al tiempo.

—Dime qué sucede, amor, dime qué puedo hacer para borrar la tristeza de tus ojos.

Le siento negar despacio hasta que se separa de mí con una pequeña sonrisa en sus labios que no llega a su mirada. Los dedos de Jin viajan a mi rostro y siento como sus yemas repasan mis mejillas con suavidad, haciendo que mi cuerpo tiemble por su cercanía y tengo que morderme el interior de las mejillas para evitar hacer cualquier cosa apresurada que le incomode.

—Yo soy feliz, Gi, soy feliz por ti y contigo, solo...solo me siento perdido —susurra cuando sus ojos llegan a los míos —cuando llegué aquí, incluso antes de eso, pensé que tenía todo bajo control, pensé que todo podía saberlo, pensé que no necesitaría nada más.

—¿Y ahora?

—Ahora creo que no tengo idea de qué está pasando, o de qué estoy haciendo y eso me asusta, Gi —sus manos toman mi rostro con mayor fuerza y noto en su mirada un brillo particular mientras se esfuerza por buscar palabras correctas, mordiéndose el labio inferior —Me asusta cometer errores.

Es extraña la manera en la que puedo sentir la velocidad de sus pulsaciones a través de su toque, cómo puedo comprender el temor que atraviesa sus pupilas como si este fuese mío, como si sus emociones pudiesen acampar junto a las mías y conocerse, complementándose con el transcurso de los segundos. Le sonrío solo un poco, llevando mis manos a las suyas en mi rostro.

—¿No habías conocido esa sensación hasta ahora? —Jin sacude la cabeza inmediatamente.

—No, no si se trata de ti... pero, todo lo demás, es aterrador. —cierro los ojos solo por un segundo cuando siento las yemas de sus dedos moviéndose contra mi piel y suspiro.

—¿Te cuento un secreto? —asiente —cuando te conocí, yo sentí mucho miedo. Y a veces, aún lo siento. Cuando supe que te había hecho daño, cuando comencé a sentir cosas por ti, cuando pienso en el futuro y no puedo evitar imaginarme las peores posibilidades. La cosa es que, supongo que el miedo es normal y es inevitable, y a veces es tan pesado que te detiene de hacer cualquier cosa. Te hace casi imposible seguir adelante si estás asustado.

—¿Tú lo has hecho? ¿Seguir a pesar del miedo? —ahora soy yo quien asiente —¿Y cómo te ha ido con ello?

—Estás aquí, conmigo, ¿No es así? Creo que incluso si el miedo me hubiese arrancado la respiración, nada me hubiese detenido de llegar hasta aquí, contigo.

—¿Y no piensas que te has equivocado? ¿No te arrepientes?

Le miro a los ojos que ahora brillan con cientos de estrellas mientras me observan sin vacilar, con una mueca de concentración que divide su sonrisa y pienso. Pienso en qué hubiese pasado si me hubiese dejado llevar por el miedo cuando Jin cayó del cielo y lo vi sumergirse en la profundidad del lago, en qué hubiese pasado si temiera creerle y lo hubiera terminado por dejar en la granja, en qué hubiese pasado si por miedo no lo hubiese besado, si por miedo no hubiese tomado su mano, si por miedo no se lo hubiese presentado a mi familia, si por miedo lo hubiese alejado.

—No me arrepiento ni un maldito segundo, cariño. Me has ayudado en maneras que no estoy seguro de que puedas imaginar, me has hecho feliz —beso la punta de su nariz y Jin suelta una pequeña risa temblorosa cuando mis labios se separan de él —Me has hecho bien, cariño, tú me haces bien.

—Vaya hombre, esto es tan hermoso, Min, creo que incluso estoy llorando.


La noche pasa volando con Hoseok teniendo un momento emotivo que ha terminado con un pequeño discurso sobre cómo las personas que se quieren deben apoyarse las unas a las otras y en medio de todas sus palabras y sollozos exagerados ha dicho algo que no puedo dejar de pensar que es cierto.

—Sabes que alguien es la persona indicada cuando es capaz de mostrarte cuál puede ser la mejor versión de ti mismo, e incluso cuando ya lo ha hecho, te hace darte cuenta de que puedes hacerlo mejor, te ayuda a buscar la felicidad por tu cuenta y te hace fuerte.

Y cuando lo dice, mis ojos viajan hacia Jin y casi puedo escuchar su voz diciéndome que ser patético no es malo, diciéndome que soy especial y que merezco el universo, casi puedo verme cada vez, creyéndoselo. Puedo verlo tomando mi mano en público sin miedo, deteniéndome de golpear a alguien fuera de una cafetería, diciéndome que soy capaz de conseguir un empleo, que lo haré bien, pidiéndome que vaya a la fiesta de mi madre, que le haga compañía, que llame a mi padre, que no sea rencoroso y que salude a Hyo por las mañanas, que no interrumpa a las personas cuando hablan. Veo cómo a través de Jin he querido ser quien mire las estrellas con otros ojos, quien conteste las llamadas con menos acidez, quien pueda expresar mejor sus emociones para poder valerse de sí mismo.

Y es increíble cómo ni siquiera me había dado cuenta de eso.

Al finalizar el día he recibido una llamada del salón recreativo que ha derivado a ser una cafetería en la cual Jin ha sido entrevistado, y cuyo nombre aún no puedo pronunciar, ya que ha sido mi número el que ha ido a parar a su hoja de vida.

—Así que... —digo cuando he terminado de cerrar la puerta y mi estrella ha colgado el teléfono con una extraña expresión confusa —¿Para qué han llamado? Creí que estarían haciendo entrevistas, por lo menos, toda la semana.

—No me han llamado para darme el empleo, el chico que me ha entrevistado quiere que me reúna mañana con él y su otro compañero porque necesitan ayuda y yo le he dejado impresionado.

—¿Debería preocuparme? ¿Actuar como un novio celoso ahora? —Jin rueda los ojos en un gesto de exasperación antes de darme el celular y reír.

—No creo que se haya quedado impresionado de esa manera, Gi. Por otro lado, creo que van a pagarme por ir a ayudar, así que estoy yendo mañana desde temprano a la cafetería.

Le sonrío y tomo su mano cuando vamos camino al dormitorio, puedo ver muestras de la presencia de Jin por todas partes y cómo la cantidad de fotos que he acumulado se ha expandido por cada pared de un apartamento que antes estaba casi vacío.

—Oh, ellos van a saber lo maravilloso que eres y, antes de que te des cuenta, serás gerente o, quizá el socio, y luego de eso abrirás tu propio negocio por el cual tendrás ganancias para viajar por el mundo o hacer lo que quieras hacer.

—Quiero ir a la universidad —me dice asintiendo para sí mismo cuando llegamos a la habitación —y quiero un perro.

—¿Quieres un perro? ¿Tan de repente?

—O un erizo, son lindos, pero no deberían ser mascotas, tienen una baja expectativa de vida, ¿Quieres saber algo fascinante? Los erizos pueden ver todo de color amarillo ¿No es increíble? —Me río solo porque Jin tiene una mirada muy adorable cuando se emociona y empieza a contarme datos sin parar mientras nos cambiamos de ropa, dándonos la espalda para generar algún tipo de privacidad.

—¿Qué es lo que quieres estudiar? —pregunto mientras me peleo con los pantalones del pijama —me has dicho que quieres ir a la universidad. ¿Astronomía como le has dicho a Hoseok? —Jin suelta una pequeña risa avergonzada antes de responderme.

—Quizá. Tengo este pensamiento loco que no sé realmente de dónde viene en el que me veo siendo maestro en una escuela primaria, pero es tonto ¿Sabes? Creo que en el cielo deben burlarse de una estrella que está planeando tener un futuro en la tierra —Me doy la vuelta cuando creo que es prudente y lo descubro ya vestido y sentado en medio de la cama, en posición de loto.

—¿Me has estado observando cambiarme todo este tiempo?

—La cosa es que, empezar por trabajar en la Cafétéria des Champs-Élysées me parece un buen comienzo ¿No lo crees así? —suspiro por su evidente cambio de tema cuando comienzo a rodear la cama para acostarme del lado izquierdo.

—No entiendo por qué le han puesto un nombre tan estrafalario y difícil.

—Es un buen nombre. Los campos Elíseos son una parte del cielo donde las almas inmortales pasan la eternidad. La descripción del lugar encaja mucho con la ambientación: el lugar siempre da contra el sol por su construcción, eso me lo has dicho tú, en cualquier época del año, y Elíseo es una abreviatura de Helios, o sea, sol. Es muy ingenioso si lo piensas.

—Aún sigo pensando que es demasiado —Jin se encoge de hombros mientras empuja mis brazos con fuerza, lanzándome a la cama para acostarse encima de mí, cayendo sobre mi cuerpo con un golpe sordo que me saca un jadeo exagerado —Tú llevas eso de dejarme sin aliento a otro nivel.

Jin se ríe, repartiendo pequeños besos por mi mandíbula, distrayéndome de cualquier otro argumento que quiera salir por mi boca.

★★★

Jimin no aparece para mí esta noche, pero puedo sentirlo rondando cerca de mí cuando muchas imágenes se forman en mi cabeza. Es extraño, porque creo que pueden ser sueños, solo que nunca he experimentado uno, así que no puedo saberlo con certeza, pero casi puedo ver cómo los colores se esparcen de la nada y crean imágenes que nunca he visto.

Por lo general, lo que sucede en mi cabeza cuando duermo es una profunda nada que a veces es invadida por fotogramas de recuerdos, y en ocasiones puedo ver a Jimin, pero no está allí realmente, es como un conocimiento implícito de mi inconsciencia.

Ahora veo como aparecen símbolos y hierba bajo mis pies, que se extiende hasta donde mis ojos pueden llegar y no sé de dónde ha salido el cielo de colores pasteles y el sonido del viento que no puedo sentir en mi piel.

Mi cuerpo se viste de blanco y mis pies descalzos se hunden en la hierba húmeda que no moja mis plantas cuando un hermoso lago se forma en medio de la llanura. Puedo escuchar aves y aleteos, y puedo ver colores brillantes de flores y plumas que caen de ninguna parte.

—Debo estar soñando con los campos elíseos — me río de mí mismo porque es bastante tonto que mi primer sueño sea producto del nombre de una cafetería hasta que escucho una voz sin procedencia.

—¿En serio crees que es una casualidad? —la voz viene de todas partes y es profunda y calma. Es familiar de una manera desconocida que me entristece.

Me entristece.

—¿Qué no es una casualidad? —pregunto tan bajo que creo que yo mismo no puedo escucharme mientras camino tranquilo mirando hacia todas partes.

—Que hayas venido a mí, incluso si fui yo quien te buscó primero —esta vez la voz fue ligeramente diferente, más brillante, más jóven, distinta con cada palabra pronunciada.

—¿Quién eres?

—¿Jinnie? Es papá —la voz cambia de nuevo y comienzan a surgir palabras y frases incompletas, como una cacofonía que retumba por las paredes de mi sueño mientras el cielo empieza a oscurecerse y tengo que correr para no mojarme con la tormenta que ha surgido de la nada.

Caen gotas pesadas que inundan mis ropas y me pesan los brazos que no me dejan avanzar.

—¡No me lo quites! ¡Es mío! —hay más gritos y voces femeninas y masculinas que se mezclan y me perturban —Jinnie es especial ¿No lo crees?; Deberías intentar remediar tu error; tu egoísmo ha sido el culpable; déjalos ser felices ¡Déjalos!

Y, entonces, silencio, hasta que el cielo que, de repente, se ha quedado sin sol, deja de llorar. A lo lejos, Ji-Hye noona me observa, cubriendo el cuerpo de un hombre que está de pie detrás suyo, ocultando su rostro con los cabellos castaños que bailan con la brisa.

El hombre, con sus manos en los hombros de la chica, se acerca a su oído, susurrando tan bajo que no sé cómo logro escuchar: —Es tu culpa, Hye, tú lo empujaste, ahora debes arreglarlo.



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N/A: 

Hoy el día ha estado nublado pero las pequeñas luces de mi habitación me han dado paz.

¿Cómo están siendo sus días? Lamento la demora, pero, ¡Hey, que ya he cerrado semestre y he salido invicta! 

Los profesores no pueden conmigo.

#FunFact15: Las frases que coloco al comienzo de cada parte, muchas veces, no tienen nada de relación con la historia, sin embargo, intento que capten el sentimiento general del capítulo. En su mayoría son de libros que he leído y que me han hecho experimentar la misma sensación que quiero/intento reflejar.

¡Tengan días felices!

¡¡Y stream Tonight by Jin!!

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