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Capítulo 21°: Luciérnagas y máscaras


Luciérnagas y máscaras
(3/4)


Y de pronto llegará alguien que baile contigo, aunque no le guste bailar, y lo hará porque es contigo y nada más.

J. Luis Borges


Las noches son los escenarios perfectos para la magia. Magia como el viento que mueve los cabellos ahora grises de Yoongi, magia como las estrellas que guían nuestro camino hacia el Hotel Aquamarine.

El camino de piedra que lleva hacia la entrada hace que el taxi que nos ha recogido dé algunos tumbos durante el pequeño trayecto y estoy nervioso y expectante a partes iguales.

Yoongi me ha contado que la familia Jeon tiene demasiado dinero y son personalidades influyentes en la ciudad. Me ha dicho, sin embargo, que su padrastro jamás ha querido hacer parte del negocio textil de su familia y que, por lo tanto, ni él ni su hermano se han visto beneficiados de los lujos que poseen. Son solo noches como estas en las que Ji-Won, su madre, deja que la matriarca de los Jeon tome las riendas por algunas horas y se haga cargo de la preparación del gran evento del hijo mayor de la familia: su aniversario.

—Así que solo nos vemos una vez al año —me ha dicho Gi mientras se remueve incómodo en el asiento —lo cual es más que suficiente.

Le sonrío para tranquilizarlo mientras aprieto su mano con la mía, como una pequeña muestra de apoyo que he visto siempre en la conducta humana. Yoongi me devuelve la sonrisa justo cuando el conductor se detiene y tenemos que bajar.

Una vez el primer pie cae fuera de la cabina segura, inmediatamente me siento fuera de lugar. Yoongi rodea el auto justo cuando comienza a dar marcha en reversa y estira su mano para tomar la mía de nuevo, pero yo estoy demasiado concentrado en la vista como para siquiera escuchar lo que me está diciendo.

Hay muchas personas entrando al hotel y me siento agobiado. Vestidos de seda y tacones demasiado altos, cristales de swarovsky que devuelven el brillo de las estrellas con orgullo y trajes de tres y mil piezas. Colores opacos, rostros estoicos, inexpresivos, en los hombres y mucho polvo y color extravagante en los rostros femeninos y peinados de reinado con joyas incrustadas entre las hebras de los cabellos.

Todo fabricado y diseñado que me hace sentir maravillado y aturdido.

—Vamos, la fiesta es en el pent-house —dice Yoongi, con el rostro parecido a quienes hemos visto entrar con anterioridad. No le gusta estar aquí, puedo notarlo, así que me esfuerzo por sonreírle, por hacerle ver que el brillo artificial también proporciona luz.

Puedo diferenciar de inmediato a la familia Jeon de la familia materna de Yoongi. Los Choi llevan vestidos más sencillos y bonitos, elegantes, sofisticados, serios y tranquilos, sonrisas más tensas pero reales y labios rosas con pestañas largas y cabellos sueltos. Espontaneo y libre. Diferente.

Entramos a un ascensor vacío y le oigo suspirar, apegándose más a mi cuerpo y apoyando su frente en mi hombro como si ya estuviese agotado. Antes de que pueda apretar el botón del pent-house, Yoongi se me adelanta y presiona el que va directo a la azotea.

—Pensé que iríamos al piso-

—Lo sé.

—Yoongi, no me interrumpas —ruedo los ojos y él se ríe, mirándome lo que parecen ser horas hasta que las puertas se abren y me conduce por un pasillo que solo posee una puerta gris y pesada al fondo.

—¿Qué estamos haciendo aquí?

—Quería mostrarte algo cliché y predecible primero —me sonríe de medio lado y yo asiento mientras caminamos por el lugar deshabitado, haciendo eco en las paredes con nuestros pasos hasta que Yoongi abre la puerta de un solo empujón.

Fascinante.

El lugar no es una azotea, es un invernadero, con un techo abovedado de cristal que difuminan las estrellas y parece llegar hasta donde alcanza mi vista. Hay hileras y estantes con hierbas y flores que cuelgan por todas partes y hacen todo un desastre de color con un mágico brillo azul que viene desde el cielo.

—Woah, Gi... es hermoso.

—Lo sé —Yoongi se ha desplazado delante de mí, ofreciéndome su mano que no dudo en tomar mientras camina de espaldas por el centro del lugar —Creo que pertenece a uno de los excéntricos viejos que viven aquí. Lo descubrí tres o cuatro fiestas atrás cuando intentaba esconderme de mi madre.

Suelta una pequeña risa y yo miro por todas partes. Hay pequeñas luces que titilan y bailan por encima de las flores. Luciérnagas. Y una corriente de viento que casi no logro sentir por las capas de ropa que llevo puestas.

—¿Tenemos permitido estar aquí? —él se encoge de hombros.

—No lo sé, nunca he visto a nadie aquí. Vengo con bastante regularidad, incluso creo que el cuidador ya me conoce. A veces lo ayudo a regar —sonríe —no le hago preguntas y él tampoco me las hace.

—Vaya... no sabía eso.

Desde donde estamos se puede oír una melodía tranquila que, supongo, proviene del lugar de la fiesta y en conjunto con los ojos oscuros que me observan, me siento mareado y cómodo.

—Hay muchas cosas que quiero que conozcas de mí, cariño, y quiero pensar que tenemos toda una eternidad para eso —suspiro y estoy a punto de decir algo cuando él niega enfáticamente, esperando que le deje terminar —Hay algo que quiero preguntarte, y he querido hacerlo desde hace unos días, pero no estaba seguro de cómo hacerlo y creo que antes no lo he hecho bien.

—¿Qué cosa? —Yoongi frunce los labios y respira profundo antes de acercarse más a mí y tomar mis manos con fuerza.

—Al terminar la noche, e incluso, antes de eso, cuando crucemos las puertas que nos lleven con la familia Jeon, quiero poder decirle a todos los que pregunten que tú y yo estamos juntos, que somos compañeros, que somos pareja... pero antes necesito saber si tú quieres lo mismo, cariño —Yoongi retiene la respiración y alza la mirada hacia mí, con anhelo — Sé que es apresurado y no tienes que responder ahora, pero... ¿Lo haces? ¿Quieres ser mi novio, aunque esta sea la peor propuesta de la vida?

El viento mueve los cabellos de mi nuca mientras la luz azulada cae como un halo sobre Yoongi. Angelical, sonriente, sublime. Y tengo repentinas ganas de llorar porque mi corazón se siente enorme dentro de mi pecho y no cabe y lo expande y me amenaza con destruir todas las paredes que me encierran, todos los recuerdos, todas las inseguridades, los miedos, la oscuridad del futuro que no ha dejado de rondar mi cabeza hora tras hora.

—Quiero —susurro —lo quiero todo contigo.

Estamos sentados en medio de flores rojas y amarillas mientras esperamos a que Yoongi reciba un mensaje de su hermano indicándole que ya ha llegado. Mi humano me mira como si fuese la cosa más maravillosa que apreciar incluso si el techo abovedado deja entrever la luna en su cuarto menguante y estamos rodeados de rosas.

Me hace sentir nervioso y lo sabe, está divertido con ello y por eso no me sorprende la carcajada que suelta cuando decido levantarme del pequeño banco y caminar por el invernadero a ver las flores.

Me siento extraño. Un sentimiento de nostalgia cuando las flores rozan mis dedos y la fragancia se queda impregnada en mi piel y las telas de mi ropa. Llego a un pequeño callejón sin salida cuando un diminuto papel bajo una maceta pequeña llama mi atención.

—¿Eh? —el nombre de la flor me causa piel de gallina.

Le murmure de Jinnie.

—Ok, mira que es curioso —la voz de Yoongi me sobresalta y solo hasta ese momento noto que ha estado detrás de mí todo el tiempo. Su rostro es pensativo mientras lleva sus manos a mi cintura y descansa su mejilla junto a la mía —Tiene tu nombre.

Niego.

—No, no. Mi nombre es Seokjin. Jinnie era quien llamaba Ji-Hye noona.

—¿No es lo mismo?

—No lo siento así, pero... ¿Tienes idea de quién es el dueño del invernadero? —Yoongi besa mi mejilla antes de alejarse

—No, pero podemos ir a averiguarlo —Toma mi mano y comienza a caminar en dirección a la salida —Vamos, Kook ya ha llegado.

★★★


El ascensor vuelve a abrirse en un pasillo con paredes transparentes que ya conozco. El bullicio de quienes ya han llegado me hace zumbar los oídos, pero mantengo mis quejas para mí cuando noto lo sonriente y fascinado que Jin se ve.

Observa todo con sus grandes ojos curiosos y me pregunta cada cosa que se le viene a la mente hasta que llegamos a la puerta del pent-house y tres trabajadores flaquean la entrada.

—Buenas noches. Min Yoongi y un acompañante —le digo a la chica que mantiene una cantidad de hojas y bolsas pequeñas a un lado de su pequeña mesa

—Oh, sí, por supuesto, señor Min. Tome —Ella me da dos bolsas pequeñas y señala la entrada mientras yo suspiro.

Había olvidado que a la abuela de mi hermano le gustaba realizar fiestas temáticas.

—Bueno, al parecer, este año es carnaval y creo que nos hemos vestido muy lúgubres para la ocasión —Jin me sonríe mientras abro una de las bolsas y saco un antifaz de intrincados negros y una máscara blanca que llega hasta casi tapar mi labio superior —el antifaz será para ti, quiero poder ver tu sonrisa en todo momento.

Él se ríe y niega mientras rueda los ojos, sin embargo, toma el antifaz entre sus dedos y se lo coloca. Yo hago lo mismo y ambos nos tomamos de las manos, caminando a través de las puertas dobles de madera de roble que son lo único que nos separa de la fiesta.

Al entrar, mi madre es la primera en reconocerme por la corbata de cordón que le pertenecía a mi abuelo y se toma algunos minutos para alabar la apariencia de Seokjin antes de intentar reprenderme por mi osada elección de tinte.

Ella lleva un hermoso vestido de seda color hueso, con detalles en perlas negras por toda el área del cinturón, y solo pienso que no es nada parecido a ella y sus enormes suéteres de algodón suave y sus vaqueros desteñidos, así que supongo que ha sido regalo de la abuela Jeon. Ella se ve, sin embargo, resplandeciente, con su cabello a medio lado en hondas suaves y su siempre sonrisa fácil.

Mamá no me dice nada, ella me conoce lo suficiente y, los últimos años, su relación con mi padre se ha vuelto lo suficientemente civilizada como para convertirse en un par de amigos que les gusta chismear sobre la vida de su hijo en común.

Aun así, mi corazón se sigue sintiendo lo suficientemente eufórico como para saltar a la primera señal y hacer un comentario patético como:

—Mamá ¿Ya conociste a mi novio? Se llama Seokjin —Jin se ríe con sorpresa y puedo sentir que sigo teniendo mi mirada de imbécil sobre él y la sonrisa más tonta incluso cuando siento que mi piel quema por la vergüenza. Mi madre me sonríe con cariño y puedo ver que sus ojos brillan y bailan entre nuestras miradas y como nuestros dedos se tocan de vez en cuando como si fuésemos un par de adolescentes.

—¡Yah! Min Yoongi, hemos estado hablando como por diez minutos y hasta ahora tienes el descaro de presentarlo de manera formal ¡Yo no te he criado así! —ella es casi tan escandalosa como yo, pero su regaño sigue siendo divertido, mis mejillas se sienten aun más calientes porque ella, en otro momento, habría tenido una reacción totalmente diferente, pero nuevamente me sorprendo al recordar que las cosas han cambiado, que no debo vivir con los rencores del pasado y eso es algo que he aprendido gracias a Jin.

Además, por sus conversaciones con mi padre, seguramente era algo que ya esperaba.

—Es un placer conocerla de nuevo, señora Je-

—Por favor, llámame Ji-Won, así no me siento tan vieja —Jin se tensa mientras mi madre sonríe y sé que es porque no le gusta que le interrumpan, sin embargo, se muerde la lengua y me fulmina con la mirada cuando hago un amago de risa. Y yo también me muerdo la lengua para evitar decir ridiculeces como: Deberías regañarla también, yo soy tu novio y no me parece justo que solo me regañes a mí.

Y me recuerdo que se supone que soy un adulto y esas reacciones no son propias de mí.

—Lo lamento, Ji-Won noona.

—Ah, tan encantador.

—Lo sé —respondo antes de detenerme y los ojos de Jin son los que sonríen por él. Mi madre se ve radiante cuando rompe en una pequeña risa y se acerca a mí con los brazos extendidos.

Tengo que atender a los otros invitados, realmente espero que disfruten de la fiesta y se diviertan esta noche —Jin asiente y ella le da un pequeño abrazo que no le hace daño porque Jin ha aprendido a controlar un poco las radiaciones de su energía. Él queda un poco aturdido después del intercambio y me mira, con ganas de reírse.

Ella se acerca a mí y su expresión cambia, se vuelve suave, se condensa en una pequeña sonrisa tranquila que arruga la piel del borde de sus ojos solo un poco en las esquinas. Ella me abraza, con corazón y fuerza, y me susurra algunas palabras al oído: —Se nota en tus ojos que le quieres de verdad, Yoonie, yo sabía que allí en tu corazón siempre ha estado esa enorme capacidad de amar que tienes, solo estabas esperando a tu persona.

—Mamá —susurro de vuelta, pero ella me interrumpe con un chasquido de su lengua y supongo que esa mala costumbre la he adquirido de su lado de la familia.

—Lo has traído a la guarida de los lobos, Yoonie. Pero no te preocupes, si tú le quieres, yo le quiero también, y si alguien está en contra de ello, entonces juntos les patearemos el culo.

—¡Mamá!

Ella se aleja riendo y nos quedamos solos, mirándonos a la cara, solos, en la entrada del gran salón. Jin me hace una seña, como preguntándome si estoy listo para lo que venga, y yo solo puedo mirar sus ojos y pensar que, realmente, puedo ser capaz de hacer cualquier cosa.

Tomo su mano y él entrelaza nuestros dedos automáticamente mientras nos abrimos paso. Lo primero que logro captar es la sonrisa particular de mi hermano, con sus pequeños dientes frontales siempre asomándose más que el resto cuando es una sonrisa completa. Está junto a Hoseok y algunos de nuestros amigos de la infancia, todos con sus antifaces o máscaras incómodamente colocadas y sus trajes muy elegantes con corbatas de moño, luciendo casi todos iguales, a excepción del traje fucsia de mi mejor amigo y el traje azul cobalto de mi hermano.

Muy seguramente, cortesía de su abuela, también.

—Para ser un carnaval, todos se ven demasiado melancólicos y la música es deprimente —murmura Seokjin cuando Nocturne op.9 No.2 de Chopin comienza a sonar por los pequeños altavoces adecuadamente distribuidos por toda la estancia.

—¿Has ido alguna vez a un carnaval? —él bufa.

—Por supuesto que no, genio, pero conozco de ciertas festividades culturales, y esto no luce nada como un carnaval... ¿Dónde ha quedado el desenfreno? —Me río fuerte con el último comentario, ganándome algunas miradas desaprobatorias de algunos Jeon que solo reconozco vagamente.

—¡Seokjinnie! ¡Tu cabello! —el grito de Hoseok rompe el aire y a lo lejos puedo escuchar la carcajada de mi hermano al notar que mi mejor amigo se ha tapado la boca fingiendo estar avergonzado.

En parte creo que esta es la razón principal por la que mi madre y su esposo lo invitan cada año, para que haya algo de naturalidad en todo este relajo de control aristocrático propio de una familia adinerada de una ciudad pequeña de Corea del Sur.

—¡Hyung! —mi hermano se acerca a mi estrella con la sonrisa brillante y lo abraza con fuerza antes de enfrascarse en una pequeña conversación sobre como hemos llegado a tener estos colores en el cabello y, mientras, Hoseok me mira divertido.

—Así que gris ¿Eh? ¿Debo agradecerle a Seokjinnie por la elección?

—Me pareció una buena idea, no me des problemas ¿Quieres? Ya estoy lo suficientemente tenso.

Jung hace una mueca con los labios mientras asiente y mira sin mucho disimulo a su alrededor. Hay varios pares de ojos que nos miran con desaprobación y otros que nos ignoran directamente, pero, a lo lejos, logro ver dos rostros familiares que me sonríen y son como un trago de agua dulce.

—¡Jin!, quiero presentarte a mis abuelos maternos.

—Uh, ya estamos presentando a la familia importante, vaya, cómo escalan las cosas, Min, y eso que hasta hace poco insistías en que solo eran amigos.

El comentario es dicho de manera inocente, pero me cala hasta los huesos. Hoseok tiene razón. ¿Y si estoy cometiendo un error al presentárselo a mi familia tan pronto?

Sin embargo, no puedo ahondar en ese pensamiento cuando ya veo a las dos figuras acercarse casi como si encontrar mi rostro entre tantos fuese un gran alivio.

—¡Yoonie! —grita mi abuela mientras lleva a rastras a mi abuelo hasta donde estamos. Jin parece tenso a mi lado, pero su sonrisa siempre es cordial —¡Oh, mírate, muchacho! ¡Mira cuanto has crecido! ¿Cuántos años tenías la ultima vez que te vi? ¿Cinco? —ruedo los ojos y río porque esa siempre ha sido la forma especial de mi abuela de decirme que debo recordar llamarla más seguido.

—Nos vimos hace un mes, abuela, en tu cumpleaños —ella me da un gran abrazo que hace que su antifaz ridículo se mueva un poco y el abuelo me da unas palmadas en la espalda antes de saludar a los demás presentes en nuestro pequeño circulo.

—Abuelos, quiero presentarles a alguien importan-

—¡Oh, mira, Choi! ¡Este debe ser Seokjin! —grita ella al abuelo y yo solo suspiro porque las noticias vuelan.

—Es un placer conocerlos a ambos —tartamudea Jin mientras busca mi mano desesperadamente por los nervios, haciendo que se sienta un poco más cálida que momentos atrás.

—Ah, sí, es Seokjin, mi pareja —el abuelo asiente un poco incomodo mientras que la abuela le da un codazo en el estómago para nada disimulado.

—Nuestro Jungkookie nos ha hablado de él, ya que tú nunca nos llamas a contarnos nada. Pero no teníamos idea de que fuesen...novios.

—Eh, sí, lo hemos hecho oficial esta noche, abuela.

—Hyung ¡¿Cómo se guardan algo como eso?! —salta mi hermano de inmediato al mismo tiempo que Hoseok decía:

—¿Ya no lo habían hecho oficial antes?

El resto de la noche transcurre de la misma manera: miradas incómodas, sonrisas tensas y música tétrica, donde, por lo menos, la mayoría de las personas en el salón no saben quienes somos gracias a los antifaces.

—Solo esperen al baile principal —había dicho mi hermano —la canción es aun peor porque yo la elegí.

—¿Cuál?

—El solo de Víctor en El cadáver de la novia.

Hoseok y él comienzan a discutir cuál habría sido una elección más hilarante mientras estamos en la mesa que nos han asignado, cuando siento el cuerpo entero de mi estrella casi colapsar contra el mío.

—¿Estás agotado? ¿Crees que deberíamos irnos? —El niega con su cabeza en mi hombro.

—No estoy cansado, solo quería abrazarte, pero hay una pareja detrás nuestro que me ha puesto incómodo.

Sé quienes son, pero no le digo nada, solo tomo su mano entre las mías. Tampoco le digo que no es solo una pareja, que ha sido más de la mitad de la sala.

Suspiro y cuando la canción principal comienza a sonar y veo a mi madre y algunas parejas acudir al centro del recinto, tomo una decisión.

—Honorable caballero que ha prometido defender mi pequeño culo con capa y espada, ¿Me concedería esta pieza de baile? —imito lo mejor que puedo la voz de la abuela de Jungkook, quien ha dado un discurso hace una hora y escucho como Jin se ríe.

—Tu trasero no es pequeño, Gi, es moderado —toma mi mano, sin embargo, y hace una mueca cuando me levanto y estoy dispuesto a llevarlo conmigo —Pero, yo no sé bailar, Gi, no quiero avergonzarte frente a todas estas personas.

—Y ¿Crees que me importa en algo? —digo suave, consciente de que, sí me importa, pero no quiero que lo haga, no quiero que las expectativas y opiniones de otras personas sigan dictándome qué hacer —En todo caso ¿Quién te ha dicho que yo sé bailar? Vamos, amor, baila conmigo.

Jin se muerde el labio y mira hacia todas partes, a punto de negar nuevamente hasta que un comentario detrás de nosotros nos detiene en el acto: Menos mal hemos decidido dejar a los niños en la casa, ¿Qué crees que hubiesen pensado si viesen a esos dos juntos?

Los ojos de Jin chispean con fastidio cuando, al final, me responde: —¿Sabes una cosa? Vamos a bailar, y vas a besarme cuando todo el mundo nos esté mirando.

—Lo que usted diga, mi caballero.

Nuestras manos están entrelazadas cuando llegamos al centro de la pista y veo a mi madre girar entre los brazos de su esposo como si nada más existiera, así que tomo la cintura de Jin entre mis manos, tomándolo desprevenido y haciéndolo reír, casi logrando que toda la sala a nuestro alrededor se paralice.

Jin mueve sus pies como yo muevo los míos: sin limitarnos por el ritmo, y descubro, más temprano que tarde, que Jin es muy rápido aprendiendo, y pronto logra hacer todos los movimientos que intenta imitar de mi madre. Dando vueltas y más vueltas hasta que las paredes son las que giran y no nosotros y nuestras risas apenas mueren cuando le hago caso y le beso.

Le beso al son de una balada que no conozco, como si nunca lo hubiese besado antes, como si no tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo, con el material de los antifaces rozándose y la bruma de nuestras respiraciones bloqueando cualquier otra fragancia.

Cuando nos separamos solo puedo escuchar los aplausos de mi madre y las risas de mi hermano y mi mejor amigo.

—Van a hablar de esto por las siguientes tres reuniones familiares.

★★★

Estamos saliendo del hotel Aquamarine y no puedo decir que sepa la hora exacta que marque el reloj.

Gi me ha dado a beber cócteles con sabores extraños que han explotado en mi boca y burbujeado en su camino por mi garganta y me siento emocionado y mi piel se siente caliente y solo tengo muchas ganas de besar a Gi.

Como por todas partes.

Y solo ese impulso es el que me obliga a mantenerme a mi mismo a raya porque no sé de dónde ha venido y no sé por qué es tan difícil de controlar.

—Quieres oír algo Fascinante ¿Gi? La Aguamarina es la piedra de tu nacimiento. Si ya estuviésemos en marzo, hubiese estado todo diseñado a la perfección.

—La noche ha sido perfecta, amor —susurra y no sé en qué momento hemos llegado al edificio, pero Gi entrelaza sus dedos con los míos mientras caminamos por el pasillo justo como lo había deseado y solo intenta abrir la puerta del apartamento cuando habla de los planes del día de mañana.

Algo curioso sobre los humanos: les gusta hacer planes. Y creo que me estoy volviendo muy parecido a ellos porque tengo un catalogo de planes para el futuro.

Un futuro con Yoongi, mi pareja.

Me río de mí mismo cuando ya estamos dentro de la casa y no pierdo el tiempo en empujar a Gi contra la puerta cerrada, desvaneciendo el espacio que nos separa y reclamando sus labios con los míos, con más fuerza de la que pretendía.

Yoongi jadea contra mi boca y yo me robo su aliento, tomo todo lo que esté dispuesto a darme mientras sus manos sacan la chaqueta del traje que llevo puesto y no sé dónde colocar las mías.

Nos separamos apenas para buscar aire y me siento desenfocado y tembloroso.

—E-Estás ebrio ¿No es así?

—Creo eso —recuesto mi frente contra la suya y ambos nos quedamos así un rato, solo respirando, en una especie de abrazo que dice más que cualquier palabra.

Estoy aquí y te quiero.

—Vamos a dormir, cariño, mañana será un día interesante para los dos.

Asiento, porque sé que tiene razón, y una parte de mí solo anhela la cercanía de su cuerpo, de la manera que sea, de la manera que quiera.

Yoongi camina por delante de mí hacia la habitación mientras yo voy por un vaso con agua para obtener un poco de lucidez, pero toda la bruma que cargo se desvanece cuando veo a Jimin, apoyado contra la isla de la cocina, cruzado de brazos y con una expresión solemne en el rostro.

—¿Hermano? ¿Qué haces aquí?

—Tenemos que hablar, Seokjin —su tono me preocupa y me acerco a él, aunque sé que es una proyección y no puedo tocarlo, pero tengo la repentina necesidad de tranquilizarle.

—¿Ha sucedido algo mal? —asiente.

—Se trata de nuestra madre... tengo malas noticias, noticias que no te van a gustar.

—¿Madre luna? ¿Qué ha pasado? No he escuchado de ella desde... bueno, desde nunca.

Hago una mueca y Jimin desvía la mirada, demasiado serio y demasiado preocupado.

—¿Hermano? Sabes que, sea lo que sea, puedes decírmelo. Soy más fuerte de lo que parezco, estoy preparado para cualquier cosa que tengas que decirme.

Ambos nos sobresaltamos cuando escuchamos un fuerte golpe desde la habitación y un Yoongi gritando: —¡Estoy bien!

Jimin suspira.

—Ahora no es buena idea. Estás cansado y no tenemos mucho tiempo, de todos modos.

—Podemos hablar en sueños —niega y me brinda, quizá, la sonrisa más sincera y cansada que le he visto alguna vez.

—Ve a descansar, Seokjin. Hablaremos después.

Pero estoy seguro de que no voy a poder dormir. 


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N/A: 

(Maratón 3 de 4)

#FunFact13: No estoy familiarizada con las expresiones románticas y todo lo que envuelve el sentimiento, así que, en su mayoría, esta historia es una primera vez para mí, por eso, lo lamento si algunas situaciones se sienten forzadas, poco detalladas o carentes de emoción. 

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