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Capitulo 2

El humo aún se disipaba tras el discurso de Mel, dejando un aire pesado y tenso en el lugar. Lynx, con los músculos tensos y la mirada fija en la criatura que se retorcía ante ella, sentía el eco de las palabras de la consejera resonar en sus oídos. De su amiga.

No eran palabras de aliento, sino un recordatorio frío de la línea delgada que existe entre los suburbios y Piltover de La Paz.

La criatura, un monstruo del Shimmer, gruñía y escupía una saliva corrosiva. Su piel, un de un color grotesco de carne y metal, brillaba bajo la luz de las lámparas de la ciudad. Era más grande que un hombre, con garras afiladas como cuchillas y una fuerza descomunal.

— ¡Todos corran! — gritaban los vigilantes de Piltover.

Pero al fondo Lynx escuchaba una motosierra, y eso la asustaba.

Lynx inhaló profundamente, centrándose en el monstruo que tenía enfrente. Había entrenado toda su vida para esto, para ejecutar cualquier mal que aseche en la ciudad del progreso.

Desenvainó sus espadas gemelas, el metal pulido reflejando la luz en destellos cegadores. La criatura rugió y se abalanzó sobre ella, sus garras rasgando el aire.

Lynx esquivó el ataque con una agilidad felina, el nombre que le habían dado de niña nunca había sido tan apropiado. Sus espadas se movieron en un rasgado de acero, cortando la carne putrefacta del monstruo. Hasta le dio asco verlo. Un chillido agudo resonó en el aire, seguido de un hedor nauseabundo. La criatura se tambaleó, pero no cayó.

El Shimmer que corría por sus venas lo mantenía en pie, reparando el daño casi instantáneamente.

Lynx sabía que no podía ganar en un combate de fuerza bruta. Tenía que ser rápida, precisa, encontrar la debilidad de la criatura. Se movió con fluidez, esquivando los golpes salvajes del monstruo, buscando una abertura. La criatura intentó agarrarla con una de sus enormes manos, pero Lynx rodó bajo su brazo, sus espadas cortando los tendones de su pierna trasera.

El monstruo rugió de dolor, cayendo de rodillas. Lynx aprovechó la oportunidad. Saltó sobre su espalda, clavando sus espadas en la base de su cráneo. La criatura se convulsionó violentamente, sus movimientos cada vez más débiles, hasta que finalmente se desplomó en el suelo, inerte.

Lynx se puso de pie, respirando con dificultad. La pelea había sido corta, pero intensa. Miró el cuerpo sin vida del monstruo, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad.

La paz, como había dicho Medarda, era frágil.

Vio a Caitlyn a lo lejos disparar a una criatura que amenazaba a un hombre y un escudo de metal.

— ¡Dispara a los tubos! — exclamó Lynx mientras se acercaba a Caitlyn, pero en un segundo al menos cinco de esas bestias rodearon a todos.

Caitlyn hizo como Lynx dijo y continuó disparando a los tubos, pero un estallido de luz azulada los puso a todos en guarida. Rápidamente me colocó frente a Caitlyn y espere a que el humo se dispersara.

— ¿Estás bien? — preguntó Lynx en un leve murmullo, su ojo derecho estaba cerrado y lagrimeaba.

— En un homenaje... — murmuró Caitlyn mientras apretaba sus dientes y apoyó su cabeza en el hombro de su amiga.

— Tranquila.

[...]

Tras la radio, un par de ejecutores al igual que Lynx llamaron a su compañera. Una niña estaba en persecución. ¿Razón? No tenía la menor idea.

Caminaba y saltaba por los techos cuando de momento escucho un grito demasiado chillón, que le hizo molestar a Lynx en sus oídos.

Cuando Lynx localizó a sus compañeros, unos hombres excéntricos y con dinero, dio un salto hasta caer en el suelo junto a sus compañeros.

— ¿Me están diciendo que quieren matar a una niña? — soltó Lynx con aires de burla y luego miró a la chica que estaba detrás de la pequeña, luego vio las tarjetas que estaban detrás de ella y volvió su mirada —. Oh.

De un solo movimiento, la peli azul le disparó a los hombres justo entre los ojos, pero debido a la agilidad de Lynx, solo logró darle en la pierna. La niña se tapó los oídos asustada.

Lynx de un salto se subió a las tuberías rotas que estaban a tres metros y miró su pierna.

— Buen tiro — alago Lynx con una mueca mientras sacaba la bala con sus propios dedos —. Con que, Jinx.

— ¿Y tú? — se atrevió a decir la chica de cabello azul mientras levantaba su cabeza para tener mejor visión de la mujer que estaba a tres metros de ella. Ella volvió a alzar su arma con pereza y la apunto —. ¿Buscas algo, muñeca?

No — entonces Lynx lanzó la bala que había sacado de su pierna y se lanzó a la niña que estaba entre las piernas de Jinx —. Pero no me habían dicho que la más buscada tenía una hija.

— Alejate, niña — Jinx pareció recordar a la niña, entonces agacha su mirada y suelta un fuerte bufado y soltó una pequeña risa que le puso la piel de gallina a Lynx. Volvió a alzar su mirada y sus ojos estaban cada vez más morados —. ¿Lo sienten?

Lynx frunció sus cejas al ver a la peliazul jugar con su arma al aire —. Ese zumbido detrás de los ojos...

— Maldita loca — murmuro Lynx rascándose la nuca con incomodidad.

— Tal vez no lo sepas, muñeca-— Jinx alzó su mirada y simulo que la iba a disparar — No sabes si todo podrá hacer poow en algún momento. Es la mejor sensación del mundo niñas.

Lynx bajo de un salto de la tubería sintiendo como su pierna dolía cada mil demonios, vio las etiquetas que Jinx miraba con el ceño fruncido y la burla grabada en su rostro.

— Oh, si... esa soy yo — se quiso hacer la loca, diciéndole a la niña que aún estaba sentada en el suelo. Ella se levanto mientras parecía querer dar un discurso — Si algún día necesitas maldecir a tu hermana o a tu familia o una sociedad completa, mi tarjeta.

Jinx quiso irse del lugar, pero un disparo no más dejó. Ella se dio la vuelta y vio a Lynx con un arma en su mano izquierda.

— Ni creas que te dejaré escapar tan fácil.

— Te deseo suerte en eso — dijo Jinx con burla y tiro una de esas típicas bombas que salen de la nada y un montón de bruma cegó sus ojos —. ¡Hasta luego, muñeca!

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