Capitulo 1
Desastre. Sobrevivientes. Muertos.
Lynx corría de un lado para el otro mientras intentaba localizar a su hermano mayor. A la persona que la había apoyado hasta en su más ridículos decisiones. Pero lo vio, Jayce lo tenía entre sus brazos, corría hasta que el humo ya no lo dejaba a la vista. ¿Pero qué podía hacer?
Narrador, Lynx.
Movía mi pierna inquieta por saber que había pasado, pero estaba más concentrada en acompañar a mi quería amiga en su más reciente pérdida. Mi hermano. Mi maldita rata de laboratorio. No sabía a dónde se lo había llevado Jayce Tallis, pero ya me estaba preocupando de más. Caitlyn no ha llorado.
Es más fuerte de lo que pude imaginar.
— Fue una mujer grandiosa, una muy buena amiga — dijo Mel apareciendo con pasos cuidadosos debido a los cientos de pedazos de cemento que habían en el suelo. Su mano la había apoyado en el hombro de Caitlyn intentando darle comfort —. No sé cómo enfrentaremos esta crisis sin ella.
Yo bajé mi mirada sin decir nada. Mis dedos jugaban entre sí, sin saber que hacer o cómo apoyar las palabras de Mel.
— Lynx — entonces alce mi cabeza com un ligero temblor en el cuello y mire a la morena que había mencionado mi nombre —. Necesito que vengas conmigo. Será breve, lo prometo.
— Por su puesto — pero antes de que yo pudiera moverme otra vez, el ruido desgarrador de unas ruedas hizo que soltara un jadeo lleno de disgusto.
— Y pensar que estuvimos apunto de darles soberanía — dijo Salo, un rubio engreído con el ego a los cielos, ahora parece que no podía caminar —. A las criaturas que hicieron esto, estamos cargo en disponer el orden. Y nos quedamos dormidos en nuestros puestos. Pues yo ya abrí los ojos. No habrá más cuentas de paz hasta limpiar nuestro sótano de sus demonios y la peste que debemos eliminar.
Cuando dijo las últimas palabras, no pude evitar mirar al suelo, el me había asesinado con la mirada.
— Buen discurso, ¿acaso practicaste antes de venir acá a perturbar La Paz de los perdidos? — murmure mientras veía el polvo levantar del suelo debido al fuerte viento que entraba entre los agujeros del lugar.
— Ya que estamos en guerra, y que tenemos a una ejecutora en nuestra sala — el concejal miró de reojo a la mujer de piel morena que estaba parada detrás de él —. Decidí pedir un consejo de una persona experta. ¿Por qué no te pedimos un consejo a ti, ejecutora?
— Cuida tus palabras, consejal Salo — se interpuso Mel con un todo amenazante —. Lynx es una de nuestras mejores expertas. No podemos tomarnos el privilegio de molestarla.
— ¡Pero es una de los suburbios! — exclamó el hombre intentando levantarse pero cayó nuevamente en la silla. Quise reír.
— Tenemos que abordar el tema en cuestión...gente está asustada, están sufriendo, necesitan saber que sus líderes tiene todo bajo control.
— Una demostración de fuerza — se apresuró a decir Salo interrumpiendo a la otra consejera —. Hay que inundar el distrito con vigilantes armados de Hextech.
— Inocentes morirán en vano — me atreví a interrumpirlo aun que no era nada de mi incumbencia, solo era la sombra de ellos.
— ¿¡Cuántos concejales más tienen que salir volando en pedazos para que despierten!? ¡Estamos bajo Asedio! — todos se miraron entre sí, mi mirada se dirigió a Caitlyn y suspire —. ¿Qué hace ella aquí?
— Ella dijo que vio el ataque en persona — mire a Salo, apretando el borde de la mesa apenas en pie con todas mis fuerzas para no dejar a aquel hombre inválido de pies a cabeza —. Confirmo que fue el acto de una sola persona trastornada.
— Jinx.
Mire nuevamente a Caitlyn. Por un segundo pensé que me había nombrado. ¿Jinx?
[...]
Me había ido en busca de tranquilidad, tenía mi típico uniforme negro apretando todo mi cuerpo. No se cuanto tiempo había pasado desde que salí de aquella sala en ruinas, pero estaba más tranquila caminando bajo la lluvia y reflexionando toda mi maldita vida.
— ¿Violet? — nombre a la innombrable. La chica de cabello rosado me miró, tenía una botella en su mano que parecía tener grietas —. ¿Estás bien?
Ella tenía sus brazos sobre sus rodillas y recostó su cabeza entre ellos, soltó un suspiro y lanzó la botella muy cerca para mi gusto. Pero enseguida el quejido de alguien nos alertó a ambas.
— ¡Uh!
— Lo siento — se disculpó Violet para mi sorpresa.
Me arrodille frente a Vi y acaricie su cabello con duda. Esta chica era capaz de matarte solo por que intentaste consolarla. La chica gruño pero se dejó llevar por mis delicadas caricias sobre su cabello.
— No soy buena para consolar a las personas — admití y sentí su mirada pesada sobre mi, inmediatamente me sonrojo de la vergüenza —. Uhm... ¿yo estoy aquí para cualquier cosa que necesites?
— Eres pésima para esto — murmuró Violet y solté una risita al ver su pequeña sonrisa salir.
Un hombre de aspecto fornido y demasiado fuerte para mi gusto, se sentó de golpe en el suelo soltando un gruñido.
— ¿Estás bien? — preguntó el hombre mirando a Violet, luego suspiró y sacó algo de su abrigo —. ¿Perdiste a alguien en el ataque?
Antes de que yo me pudiera dar cuenta, ya era de día y ambas personas estaban sobre una fuente, Violet parloteaba acerca de Caitlyn y sus decisiones y aquel hombre fingía dormir para no decir nada.
Vi tomó otra botella y le dio fondo como si fuera agua con gas —. ¿Yo? ¿Unirme a la patrulla de maní? Y creí que no tenia sentido del humor.
— Vi, creo que deberías de parar con el alcohol por hoy — le intenté explicar con una voz algo baja y tímida. Pero creo que con los ronquidos de ese hombre no me escucho.
— Me gusta el maní.
— Su papá tiene razón... no tiene caso que se quede a cargo — alargó la última letra y volvió a cerrar los ojos —. Aún que... fui yo quien creó al monstruo.
Cuando intento tomar mas la detuve —. Ya no tiene...
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