━ 𝐕: Como dos gotas de agua
•─────── CAPÍTULO V ───────•
COMO DOS GOTAS DE AGUA
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RAINE TERMINÓ DE EXTENDERSE la capa de crema que siempre se echaba en la cara antes de irse a dormir y se enjuagó las manos en el lavabo. Acto seguido, se aplicó un poco de bálsamo para mantener sus labios hidratados y salió del diminuto baño con el que contaba su apartamento. Este no era nada del otro mundo, sino que se trataba de un pisito normal y corriente ubicado en el corazón de Charming. Era pequeño, con tan solo dos habitaciones y un aseo, además de la cocina y la sala de estar, pero más que suficiente para ella. Ya llevaba un par de años viviendo sola, y lo cierto era que le encantaba la sensación de libertad que le brindaba su independencia.
Tras regresar de la universidad y no encontrar trabajo de lo suyo, se había negado a reinstalarse en casa de su madre. Más que nada porque siempre habían tenido problemas de convivencia, sobre todo durante su etapa adolescente. Ambas tenían un carácter fuerte y explosivo que hacía que chocaran con facilidad, de ahí que la menor de los Teller prefiriera partirse el lomo trabajando de cualquier cosa para poder pagarse un alquiler.
Se dispuso a apagar todas las luces para acostarse, puesto que ya era tarde y al día siguiente tenía turno de mañana, pero fue entonces cuando alguien llamó a la puerta de su apartamento. Fueron unos golpecitos suaves y discretos, pero alarmaron tanto a Raine que le resultó imposible no quedarse paralizada durante unos breves instantes.
Toc, toc, toc.
Ante aquel segundo llamado —mucho más insistente que el primero—, la rubia se forzó a reaccionar. Avanzó hacia su mesita de noche y abrió el primer cajón para poder sacar su preciado revólver: un Colt Python calibre 357. Que viviera sola e independizada no significaba que Gemma la hubiese dejado desprovista de ayuda y protección, y aquella arma —a la que habían borrado el número, obviamente— era una prueba de ello.
Aferró el revólver con su mano derecha y comprobó que estuviera cargado, para posteriormente dirigirse hacia la entrada. Agradecía estar descalza en aquellos momentos, ya que la planta de sus pies apenas hacía ruido al entrar en contacto con el suelo laminado.
No le quitó el seguro al Colt Python, pero sí condujo el dedo pulgar hacia aquella pequeña palanca en caso de que tuviera que desactivarla. Si había algo que agradecía de haberse criado entre moteros, era que sabía defenderse y cuidar de sí misma. En ese aspecto no necesitaba a nadie.
Apenas llegó a la puerta, se apegó a ella con cuidado de no hacer ruido y observó por la mirilla. A esas horas tan intempestivas de la noche no se hacían visitas de ningún tipo, salvo de las desagradables. Pero, afortunadamente para ella, no iba a necesitar llamar a la policía.
Un tenue suspiro brotó de sus labios al reconocer la figura que se proyectaba a través de la mirilla. Sus músculos se relajaron en un acto reflejo, aunque el corazón seguía latiéndole desbocado bajo las costillas. Dejó el revólver en la mesa del comedor y procedió a quitarle el cerrojo a la puerta.
Era Jax.
Aquel alivio que la había embargado al descubrir que quien se encontraba al otro lado del umbral era su hermano mayor fue sustituido por una creciente angustia. Le resultó imposible no pensar en el pequeño Abel, en que quizás hubiese surgido algún tipo de complicación en su ausencia.
El corazón le dio un nuevo vuelco dentro del pecho.
—¿Ha pasado algo? —consiguió articular con un hilo de voz.
El vicepresidente de los Hijos de la Anarquía lucía demacrado. Estaba pálido y ojeroso, y una expresión abatida ensombrecía sus rasgos faciales. Llevaba puesta la misma ropa que horas atrás, cuando fueron juntos al trastero de su progenitora y luego al St. Thomas, por lo que Raine supuso que no había parado por la Casa Club desde que se había marchado del hospital tan apresuradamente para rendir cuentas con los Norteños.
—No. Es solo que... —comenzó a decir Jackson. Tenía los hombros caídos y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón—. No me apetecía volver al club —confesó, haciendo un mohín con la boca. No mencionó su casa, aquella que le había cedido a Wendy para que tuviera un lugar donde alojarse a pesar de estar divorciados. Aunque no había que ser muy inteligente para saber que, debido a todo lo que había ocurrido ese día con su exmujer y su hijo recién nacido, lo que menos le apetecía era pisar ese lugar—. ¿Te importa si paso aquí la noche? —preguntó.
La más joven negó con la cabeza. Se apartó de la puerta y le permitió el paso a Jax, que se lo agradeció con una sonrisa desvaída. En cuanto el hombre ingresó en el piso, Raine cerró la puerta y volvió a echar el pestillo. Al darse la vuelta pudo reparar en que su hermano contemplaba el Colt Python que había dejado en la mesa del comedor.
—Siento haberte asustado —se disculpó él—. Y lamento aparecer a estas horas. Debí llamar antes para avisarte.
La chica hizo un ademán con la mano, como queriendo restarle importancia al asunto. Por suerte, sus pulsaciones habían retornado a su ritmo habitual.
—No te preocupes —solventó.
Después de eso hubo silencio.
Jax se mantuvo de pie frente a ella, con la cabeza gacha y la mirada perdida. Parecía querer decir algo, soltar todo aquello que le estaba quemando en la punta de la lengua, pero no sabía por dónde empezar. Sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de emociones que le impedían articular una sola palabra coherente.
—Le han operado esta tarde de la gastrosquisis —manifestó Raine, consciente de que aquello era lo que rondaba por su mente. El rubio alzó la vista hacia ella, con una preocupación genuina y desbordante titilando en sus iris azules—. El doctor nos dijo que la intervención ha salido bien, pero Abel está demasiado débil y hay que esperar un par de días a que su organismo se fortalezca para volver a meterlo en quirófano —añadió, procurando que no se le quebrase la voz—. Así que no nos queda otra que ser pacientes.
Jackson asintió, tratando de asimilar aquel pellizco de información. Sus ojos se veían más brillantes que hacía unos segundos y la línea de su mandíbula estaba tensa, al igual que el resto de su cuerpo. Era evidente que se estaba conteniendo, que aquello le superaba.
Raine quiso decirle que todo saldría bien, que Abel se recuperaría y que en unas semanas podrían llevárselo a casa, pero ella no era Gemma. Ella no poseía esa fe ciega, ni tampoco esa convicción acerca de la resistencia de los Teller. O puede que simplemente le diera miedo volver a pasar por lo mismo otra vez; aferrarse a una esperanza que bien podría desvanecerse en cualquier momento, como sucedió con su padre.
De modo que solo podía hacer una cosa.
Se aproximó a Jax, que continuaba inmóvil y silente, preso de sus propios tormentos y emociones, y lo envolvió en sus brazos con una fuerza temblorosa.
Al final sus planes de acostarse y descansar las horas que le quedaban hasta que sonase el despertador se habían visto truncados, pero si era para hacerle compañía a su hermano en esos momentos tan duros y complicados no le importaba lo más mínimo. Como si no dormía en toda la noche, le daba absolutamente igual. Lo único que le interesaba en aquellos instantes era Jax.
Se habían pasado la última media hora conversando acerca de lo ocurrido. A su hermano nunca se le había dado bien hablar de sus sentimientos —cosa que a ella tampoco, para qué mentir—, de ahí que le hubiese costado sacar todo aquello que había estado guardándose para sí mismo desde que se había enterado de lo de Abel. Pero al menos se había abierto a ella y le había comentado sus miedos e inquietudes, aunque solo fuera superficialmente.
Ahora ambos se encontraban en el desvencijado sillón de la sala de estar. Raine se había acomodado de tal forma que sus piernas descansaban sobre el regazo de Jax, quien se había dado una ducha y puesto ropa más cómoda, de esa que había dejado en el armario de la habitación de invitados para cuando pasara la noche allí.
—Deberías ir a verle —le urgió Raine. Ella, por su parte, lucía un pijama de la mítica Betty Boop conformado por un pantalón corto y una camiseta de tirantes—. Mañana podemos ir juntos si quieres. Ya sabes que tengo las tardes libres durante toda esta semana.
El hombre profirió un lánguido suspiro.
—No puedo. Aún no estoy listo, Rae. —Fue su escueta respuesta.
—¿Y quién lo está? —inquirió la menor—. Nadie está preparado para este tipo de cosas, pero a veces simplemente hay que echarle valor. —El vicepresidente del club la observó con ojos vidriosos—. Es tu hijo, Jackson.
El susodicho apartó la mirada y parpadeó varias veces seguidas, recobrando la compostura. Saltaba a la vista que no tenía esperanza, que dudaba que Abel saliera adelante. Aunque ¿cómo culparle cuando hasta los médicos tenían unas expectativas tan bajas? Era como si todo el mundo diera por hecho que no iba a sobrevivir.
—Lo sé, Rae. Lo sé. —Jax exhaló de nuevo—. Créeme, mamá ya me ha echado el sermón antes —apostilló, restregándose los lagrimales.
La rubia tuvo que morderse la lengua para no insistir, para no añadir que si no iba a verle y sucedía lo peor, no se lo perdonaría en la vida. No quería llevar a su hermano al límite —como probablemente habría hecho Gemma—, y menos con todo lo que tenía encima. Aquel día ya estaba siendo lo suficientemente horrible como para empeorarlo con una discusión entre ellos.
—Pues al menos ve a ver a Wendy —prosiguió Raine, incansable. La conversación que había tenido con Tara en el ascensor no dejaba de repetirse una y otra vez en su cabeza—. Me imagino que ya se habrá enterado de todo lo que ha pasado. Y, conociéndola, se sentirá como la mierda.
Jax se pasó una mano por la cara en un gesto cansado. Tenía el pelo, que le llegaba por la mitad del cuello, recogido en un improvisado moño, haciendo resaltar su barba. Realmente no podía decirse que no fueran hermanos, dado que su parecido físico era increíble: los mismos ojos, el mismo cabello, la misma nariz... Y el mismo temperamento. Eran como dos gotas de agua, solo que en sexos opuestos.
—Lo haré, te lo prometo —le aseguró el motero.
La muchacha asintió, conforme con su respuesta.
Después de eso el silencio volvió a instaurarse entre ambos. Tenían la tele puesta, pero apenas le estaban prestando atención. Incluso habían bajado el volumen para que no les molestara a la hora de charlar.
Se mantuvieron así durante un par de minutos más, cada uno inmerso en sus propias cavilaciones, hasta que Raine se aventuró a retomar la palabra:
—Tara ha vuelto —bisbiseó mientras observaba a Jackson de reojo, queriendo ver su reacción ante la mención de la doctora. Al fin y al cabo (y aunque le costara expresarse la mayoría de las veces), para ella su hermano mayor siempre había sido como un libro abierto.
Jax realizó un movimiento afirmativo con la cabeza. Sus orbes celestes estaban ahora fijos en la pantalla del televisor, donde una pitonisa con un turbante de lo más estrafalario estaba echando las cartas del tarot.
—Sí, lo ha hecho.
Raine entornó los ojos debido a su lacónica contestación.
¿Su ex volvía a Charming después de haber estado más de una década desaparecida en combate y eso era todo lo que tenía que decir? Conocía a Jax como la palma de su mano y sabía que el regreso de Tara lo había descolocado a más no poder, rompiendo todos sus esquemas. Y es que nadie hubiera imaginado que después de tanto tiempo desligada de sus orígenes volvería como si nada, fingiendo que todo estaba bien.
—¿Cómo te sientes al respecto? —consultó la más joven, queriendo ahondar en el tema—. Porque tiene que ser... raro. Es decir, no se molestó en mantener el contacto con ninguno de nosotros. ¿Y ahora le da por regresar? —farfulló.
El vicepresidente de SAMCRO alzó los brazos y se estiró todo lo que pudo, emitiendo un pequeño quejido. Lucía despreocupado en todo lo relacionado a la —ahora— Dra. Knowles, pero Raine sabía que aquello tan solo era una fachada.
—Estoy bien, Rae —aclaró él.
La chica apartó las piernas de su regazo y se sentó como un indio sobre la tapicería del sofá, que sin duda alguna había visto tiempos mejores. Ella también tenía el pelo recogido, aunque en una trenza que le llegaba un poco más abajo de los omóplatos.
—La querías. Estabas enamorado de ella —habló con delicadeza y cuidando al máximo sus palabras. Lo último que deseaba era que Jax se cerrara en banda—. Y ahora ha vuelto después de haber estado once años fuera. —Hizo un mohín con la boca, sin poder disimular su desagrado. No era ningún secreto que el retorno de Tara había activado todas sus alarmas.
El hombre volvió a suspirar, justo antes de inclinarse hacia delante y apoyar los codos en sus rodillas. Se frotó nuevamente la cara y esperó unos segundos antes de responder. Sentía que en cualquier momento le iba a estallar la cabeza.
—Era un crío, Raine. —Su voz salió firme y severa de sus labios—. Que Tara haya vuelto no significa nada. No cambia nada —le aseguró.
La menor de los Teller bajó la mirada, no muy convencida. Lo que había sufrido Jax por culpa de Tara no tenía nombre. Empezaron a salir siendo apenas unos adolescentes, y ya entonces se notaba que entre ambos había una conexión especial. Pero un día Tara decidió abandonarlo todo y huir como una cobarde, dejando atrás su vida en Charming... Y a Jackson. Él quedó destrozado y con el corazón roto, de ahí el odio y el rencor que Raine le profesaba a la doctora.
Pero ahora Tara había regresado —supuestamente por motivos de trabajo, ya que le habían ofrecido un puesto en la UNCI del St. Thomas— y la muchacha temía que volviera a poner en danza a su hermano. Que la historia volviera a repetirse.
—Sé cuándo me mientes, Jackie —musitó Raine, a lo que el mencionado viró la cabeza hacia ella—. Solo digo que tengas cuidado, ¿vale? No quiero que vuelvas a pasarlo mal por su culpa.
No le dejó contestar. Descruzó las piernas y se desplazó hacia la orilla del sillón. Sus pies descalzos tantearon el suelo, en busca de sus zapatillas de andar por casa.
—Te prepararé la cama. Nos vendrá bien descansar un poco —señaló a la par que posaba una mano en su hombro y se lo estrechaba con suavidad.
Acto seguido, Raine se puso en pie, apagó la televisión y dejó el mando en la mesita que había frente al sofá. Confiaba en que unas horas de sueño les ayudaran a ver las cosas desde una perspectiva diferente.
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· INFORMACIÓN ·
— ೖ୭ Fecha de publicación: 11/02/2023
— ೖ୭ Número de palabras: 2528
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· NOTA DE LA AUTORA ·
¡Hola, hijos e hijas de la anarquía!
Cuánto tiempo, ¿verdad? Lamento haberme demorado tanto en actualizar, pero, como bien sabréis los que me seguís, me pasé casi todo el mes de enero sin ordenador :') Estuve unas tres semanas sin poder escribir, de ahí que no haya habido capítulo nuevo hasta ahora. Aunque también es cierto que mi desmotivación con Wattpad ha tenido algo que ver en este pequeño descanso que me he tomado. Pero bueno, ya estoy de vuelta :3
He querido actualizar hoy porque es una fecha muy especial para Ramé... ¡Es su primer aniversario en la plataforma! Sí, sí, como lo leéis. Hoy, 11 de febrero de 2023, hace un añito en Wattpad. Si bien no empecé a subir caps. hasta mayo, publiqué el primer apartado hace justo un año. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, en serio. No me puedo creer que Catriona y Raine lleven ya doce meses con nosotros ToT De manera que esta es mi forma de celebrarlo =)
Respecto al capítulo, creo que ya os comenté que la relación de Jax y Raine va a tener mucho protagonismo. Me encanta escribir sus escenas y no puedo desaprovechar ese vínculo tan especial que tienen, así que este tipo de momentos van a ser muy comunes a lo largo de la historia. Espero que a vosotros también os guste la complicidad que tienen, porque Wattpad necesita más relaciones no amorosas entre personajes u.u
Y, bueno, poco más tengo que decir. Es un cap. que nos permite conocer un poquito mejor a Raine (que ya habéis visto que es una mujer de armas tomar xP) y explorar más a fondo su relación con Jax. No sé qué os estará pareciendo el ritmo de la historia hasta ahora, pero ya os aviso que las cosas llevarán su tiempo. Son muchos personajes y tramas que abordar, y quiero hacerlo bien y sin prisas. De modo que paciencia, querubines míos, que la espera merecerá la pena uwu
Por cierto, hace unos días publiqué un nuevo apartado de gráficos. Si aún no lo habéis visto, pasaos por allí, que hay edits muy variados y suculentos (͡° ͜ʖ ͡°)
Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo y que hayáis disfrutado la lectura. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)
Besos ^3^
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