Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟬𝟮. ❛ THE CULLEN'S ❜






↷⋅⋅⋅ ♡! 🥀 ⌇CAPÍTULO 02. . .
❪ los cullen ❫

𖤐𖤐

❴ 𝔄𝔳𝔢𝔯𝔶 ❵

A LA MAÑANA SIGUIENTE, LO ÚNICO QUE VEÍA A TRAVÉS DE LA VENTANA ERA UNA DENSA NIEBLA Y CUANDO LA ABRÍ, LA BRISA FRESCA NO SE HIZO ESPERAR.

El desayuno con mis padres y hermano se desarrolló entre platicas de cómo había sido mi vida en los tres años que no estuve con ellos. Nos desearon suerte en la escuela y les dimos las gracias, aun sabiendo que sus esperanzas para mi eran vanas. La buena suerte solía esquivarme.

Al salir de casa el coche de Mark estaba frente a la banqueta, un Mercedes. Estacionado atras del auto de mi hermano estaba una camioneta. El vehículo era de un rojo desvaído, con guardabarros grandes y redondos y una cabina de aspecto bulboso. Y dentro de el, estaba Bella.

—Avery —llamó Bella una vez que se bajó del coche.

Acomodé la correa de mi mochila y me encaminé hacia mi prima con una sonrisa.

—Bella, hola.

—Hola, y ¡Hola Mark! —saludó a mi hermano que estaba saliendo de la casa.

—Hola Isabella.

Solté una risa viendo como Bella arrufaba la nariz cuando mi hermano la llamó por su nombre completo.

—Venía por ti —dijo llamando mi atención—, ya sabes, para ir a la escuela juntas. No me agrada la idea de llegar sola.

La miré con diversión pero asentí: —Claro —me giré hacia Mark que estaba subiendo a su auto—. ¡Mark, ire con Bella!.

—¡Como quieras! —gritó de vuelta, encendiendo su auto y yéndose del lugar.

Dentro de la camioneta estaba cómoda y a cubierto. Era obvio que el tío Charlie debió de haberla limpiado, pero la tapicería marrón de los asientos aún olía tenuemente a tabaco, gasolina y menta. El coche arrancó a la primera, aunque en medio de un gran estruendo, y luego hizo mucho ruido mientras avanzaba. Bueno, una camioneta tan antigua debía de tener algún defecto. Al menos la radio funcionaba.

Fue fácil localizar el instituto pese a no haber estado antes. El edificio se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. No resultaba obvio que fuera una escuela, Bella sólo se detuvo gracias al cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks. Se parecía a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillos de color granate. Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía verlo en su totalidad.

Bella aparcó frente al primer edificio, encima de cuya entrada había un cartelito que decía «Oficina principal». No vi otros coches aparcados allí, por lo que estuve segura de que estábamos en zona prohibida, pero Bella decidió que iba a pedir indicaciones en lugar de dar vueltas bajo la lluvia. Salimos de la cabina calentita de la camioneta y recorrimos un sendero de piedra flanqueado por setos oscuros. Bella respiró hondo antes de abrir la puerta.

En el interior había más luz y se estaba más caliente de lo que esperaba. La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una basta alfombra con motas anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj que hacía tictac de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de plástico, por si no hubiera suficiente vegetación fuera.

Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del mostrador había tres escritorios. Una pelirroja con gafas se sentaba en uno de ellos. Llevaba una camiseta de color púrpura que, de inmediato, me hizo sentir que yo iba demasiado elegante, pues tenía puesto un vestido negro con unas medias grises, chaqueta roja y botas también negras.

La mujer pelirroja alzó la vista.

—¿Les puedo ayudar en algo?

—Soy Avery Kingsleigh —le informé—, ella es Isabella Swan.

De inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento. Nos esperaban. Sin duda, habíamos sido el centro de los chismes. La hija del millonario de Forks al fin regresaba a casa.

Si, ya me lo imaginaba.

—Por supuesto —dijo rebuscando entre los documentos apilados hasta encontrar los que buscaba—. Precisamente aquí tengo el horario de sus clases y unos planos de la escuela.

Trajo varias cuartillas al mostrador para enseñarnos. Repasó todas nuestras clases y marcó el camino más idóneo para cada una en el plano; luego, nos entregó el comprobante de asistencia para que lo firmara cada profesor y se lo devolviera al finalizar las clases. Nos dedicó una sonrisa y nos dijo que esperaba que nos gustara Forks.



🥀




ENTREGUÉ EL COMPROBANTE AL PROFESOR, UN HOMBRE ALTO Y CALVO AL QUE LA PLACA QUE DESCANSABA EN SU ESCRITORIO LO IDENTIFICABA COMO EL SR. MASON.

Se quedó mirándome embobado al leer mi nombre, pero no me dedicó ninguna palabra de aliento, y yo, por supuesto, no hize nada, al contrario de Bella que se puso como un tomate. Al menos nos envió a un pupitre vacío al fondo de la clase sin presentarnos al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil mirarnos al estar sentadas en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en la lista de lecturas que me había entregado el profesor. Era bastante básica: Brontë, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído a todos, lo cual era cómodo... y aburrido.

Cuando sonó el timbre, un chico flacucho, con acné y pelo grasiento, se ladeó desde un pupitre al otro lado del pasillo para hablar con nosotras.

—Ustedes deben ser Isabella Swan y Avery Kingsleigh, ¿Verdad?

Parecía demasiado amable, el típico miembro de un club de ajedrez.

—Bella —le corrigió mi prima. Todos se volvieron para mirarnos.

—¿Dónde tienen la siguiente clase? —preguntó.

—Historia, con Jefferson, en el edificio seis —respondí mirando a los chismosos con una ceja alzada.

—Voy al edificio cuatro, podría mostrarles el camino —demasiado amable, sin duda—. Me llamo Eric —añadió.

Bella sonrió con timidez: —Gracias.

—No, gracias —dije tratando de no sonar muy grosera, porque no quería serlo. Bella me miró con el ceño fruncido y yo solo me escogí de hombros.

Me levanté de mi asiento, recogí mi abrigo y salí del aula no sin antes darle una mala mirada a los chismosos y sonreírle a mi prima y su acompañante.

El resto de la mañana transcurrió de forma similar. Mi profesor de Trigonometría, el señor Varner, a quien habría odiado de todos modos por la asignatura que enseñaba, fue el único que me obligó a permanecer delante de toda la clase para presentarme a mis compañeros.

Algo bueno de esa clase fue que no me tropecé ni ocurrió un desastre como suele pasarme siempre. También Mark compartía esa clase conmigo, por lo que si yo me ponía en vergüenza, él también.

Cuando terminó la clase de Trigonometría Mark y yo fuimos a la cafetería y nos sentamos en una mesa que estaba un poco apartada de las demás. Justo cuando puse un pie dentro de la cafetería, un montón de sentimientos abrumadores comenzaron a hostigarme.

Estuve por sentarme con Bella, pero ella fue con unos chicos y bueno, no quise ir, porque sabía que si lo hacía eso implicaba muchas presentaciones y realmente no me interesaban sus nombres ni sus vidas, si fuera así ya lo sabría tan solo con una mirada.

Sentí una intensa mirada puesta en mi, por lo que me giré, encontrándome a un grupo de chicos sentados en una mesa no tan lejos de la nuestra.

—¿Quienes son ellos?

Mark levantó la mirada de su comida y se giro a ver donde yo lo hacía.

—Los Cullen —respondió desinteresado regresando a su comida—. Hijos adoptivos del doctor Cullen.

Yo asentí y volví a darles otra mirada. Eran cinco. No se parecían lo más mínimo a ningún otro estudiante. De los tres chicos, uno era fuerte, tan musculoso que parecía un verdadero levantador de pesas, y de pelo oscuro y rizado. Otro, más alto y delgado, era igualmente musculoso y tenía el cabello del color de la miel. El último era desgarbado, menos corpulento, y llevaba despeinado el pelo castaño dorado. Tenía un aspecto más juvenil que los otros dos, que podrían estar en la universidad o incluso ser profesores aquí en vez de estudiantes.

Las chicas eran dos polos opuestos. La más alta era escultural. Tenía una figura preciosa, del tipo que se ve en la portada del número dedicado a trajes de baño de la revista Sports Illustrated, y con el que todas las chicas pierden buena parte de su autoestima sólo por estar cerca. Su pelo rubio caía en cascada hasta la mitad de la espalda. La chica baja tenía aspecto de duendecillo de facciones finas. Su pelo corto era rebelde, con cada punta señalando en una dirección, y de un negro intenso.

Aun así, todos se parecían muchísimo. Eran blancos como la cal, los estudiantes más pálidos de cuantos vivían en aquel pueblo sin sol. Todos tenían ojos muy oscuros, a pesar de la diferente gama de colores de los cabellos, y ojeras malvas, similares al morado de los hematomas.

Sin darle tanta importancia me volví hacia el frente y seguí comiendo. O hasta que nuevamente sentí esa mirada puesta en mi, por lo que me gire a la mesa de los Cullen una vez más. Uno de los chicos, el que se ve más joven para ser exactos, estaba mirandome atentamente. Y vaya que era incómodo.

—¿Quién es el de pelo cobrizo? —pregunté regresando mi vista a mi hermano.

—Edward Cullen —respondió Marcus de la misma manera que antes—. ¿Por qué?, ¿Te gusta? —me miró entrecerrando los ojos.

—Claro que no —respondí con una sonrisa divertida—. Es solo que no deja de verme, y es incómodo.

Marcus lo miró durante unos segundos y después rodó los ojos.

—Tu solo ignóralo —dijo simplemente.

Que gran consejo.

Volví mirar al chico y nuestras miradas se conectaron. Alcé una ceja y movi mis labios formulando un «¿Se te ofrece algo?». Él soltó una pequeña risa que obviamente no pude escuchar y, negando levemente con la cabeza volvió su atención a los otro que estaban sentados con él.

❏ ▭ ❐ ▭ ❑ ▭ ❒

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro