𝟬𝟳. ❛ FRIENDS ❜
↷⋅⋅⋅ ♡! 🥀 ⌇CAPÍTULO 07. . .
❪ amigos ❫
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❴ 𝔄𝔳𝔢𝔯𝔶 ❵
SEGÚN MIS CUENTAS, HABÍA PASADO AL MENOS UN MES DESDE EL ACCIDENTE.
Edward Cullen y yo no habíamos vuelto a cruzar palabra más que para la clase de biología, pero eso no había evitado que él apareciera todas las noches en mis sueños.
El lunes, cuando llegué al aula de biología, él ya estaba sentado mirando al frente como de costumbre. Me senté, esperando que se girara hacia mí. No dio señales de haberse percatado de mi presencia, pero tampoco puse demasiada atención a eso.
—Hola —saludé como habitualmente lo hacía, girándome para verlo.
Ladeó la cabeza levemente hacia mí sin mirarme, asintió una vez y miró en la dirección opuesta.
Y ése fue el último contacto que tuve con él. A veces, incapaz de contenerme, le miraba a cierta distancia, en la cafetería o en el aparcamiento. Contemplaba cómo sus ojos dorados se oscurecían de forma evidente día a día, pero en clase no daba más muestras de saber de su existencia que las que él me mostraba a mí.
Estaba confundida. Habíamos estado bien. Yo cumplía con mi parte del trato y él con la suya. Sin embargo, de un momento para otro dejó de hablarme. Aquello me molestó, pero me obligué a mi misma a dejar de hacerlo. No éramos amigos, no tenía porque molestarle el hecho de que Edward no quisiera hablarme, era su decisión después de todo.
Una semana y media después, estaba apoyada en el coche de Mark, observando aburrida como el señor Banner organizaba a todos en los autobuses.
—¿Avery?
Di un salto en mi lugar al escuchar una voz a mi lado. Me giré lentamente. No quería sentir lo que sabía que iba a sentir cuando contemplase aquel rostro tan perfecto. Tenía una expresión cauta cuando al fin me giré hacia él. La suya era inescrutable. No dijo nada.
—Mande —respondí después de un par de segundos en silencio, tratando de sonar desinteresada. Sus labios se curvaron tratando de ocultar una sonrisa.
—Lo siento —dijo al fin, con tono sincero—. He estado siendo muy grosero, lo sé, pero es mejor así.
—¿De que hablas? —pregunté confundida—. No se que quieres decir.
En ese momento el señor Banner nos llamó, por lo que ambos nos separamos ya que yo iría en el autobús donde estaba Mark y él iría en otro con sus hermanos.
—¡Andando! El verde es bueno —dijo el profesor mientras pasaba por su lado.
Hice un falso sonido de emoción mientras subía al autobús.
🥀
CAMINABA AL LADO DE TYLER Y MARK ESCUCHANDO AL PROFESOR HABLAR.
Para mi era un alivio que el chico haya dejado de disculparse, pues aún una semana después de accidente se disculpaba desesperado por lo que había pasado que incluso parecía que se echaría a llorar en cualquier momento.
—Cáscaras de huevo, zanahoria. ¡El abono es bueno! —exclamó el señor Banner—. Ahora, haremos una rica tasa de té de abono para ti —dijo, entregándole dicha cosa a Tyler, quien lo tomó con gusto y lo olfateó.
—Oye, ¿a que sabe eso? —le dije fingiendo curiosidad y tratando de ocultar mi sonrisa mientras nos alejábamos del profesor.
Tyler encogió los hombros y olfateó nuevamente la taza, para después acercarla a su boca.
—¡No te lo tomes! —dijo el señor Banner al instante, deteniendo a Tyler. Mark y yo reímos.
Me detuve frente a una mesa viendo las macetas con flores rojas, apartándome de los chicos que pasaban para no hacer estorbo.
—¿Irás al baile?
Di un salto. Fruncí el ceño y me giré, viendo a Edward parado a mi lado.
«¿De donde salió?»
—Podrías dejar de hacer eso —dije, mirándolo mal.
Sus labios se curvaron y me miró casi con burla.
—¿Hacer que?
—Eso —señalé—. Apareces así de la nada. Un día me darás un infarto.
Él se puso serio de inmediato, lo que me confundió. No esperaba que se lo tomara literal.
—De todas maneras. ¿Qué decías hace rato?
—No has contestado mi pregunta —dijo él al contrario.
—Ya —chasqueé la lengua—. Uno "Hola" al menos, ¿no?
Edward me miró en silencio, después encogió los hombros.
—Hola.
Lo miré con incredulidad. Sin embargo, no pude evitar reír.
—Si, iré al baile —respondí su anterior pregunta, continuando mi camino.
—¿Con quien? —preguntó nuevamente siguiéndome de cerca.
—¿Acaso importa?
—Si no lo hiciera no te habría preguntado —lo miré mal, él sonrió divertido.
—Iré sola —dije.
—¿Por que?
—Muchas preguntas —me quejé, pasando a un lado de Mark, quien me miró seriamente al notar con quien hablaba.
—Pocas respuestas —dijo Edward de la misma manera. Lo miré con cara de "¿Enserio?".
—De todas maneras, no veo por qué haya de interesarte —murmuré mientras salía hacia el patio exterior con él a mi lado.
Fuera estaba un grupo de chicos amontonados en una caja con arena y gusanos. Y Eric, el amigo de Bella, tenía uno en una rama mientras lo acercaba a la cara de mi prima.
—No debemos ser amigos —dijo Edward de la nada, mientras ambos nos deteníamos frente a un autobús.
—Ajá... Estas, ¿rechazando una propuesta que no te hice o es un consejo? —dije fingiendo dudar.
—¡Hola! —dijo una tercera voz.
Ambos nos giramos, y vi a Alice, la hermana de Edward, deteniéndose a lado nuestro con una sonrisa. Detrás de ella estaba Jasper.
—Eh, hola —dije confundida, pues no había cruzado palabras con ella nunca, y el que ahora de repente me hablara me dejaba confusa.
—¿Vendrás con nosotros? —preguntó sonriendo. Dude un poco, mirando de reojo a Jasper, quien me observaba en silencio y con un porte firme.
—Uhm. Si, claro —me encogí de hombro, y Alice sonrió encantada y me hizo una seña para que la siguiera dentro del autobús.
Antes de que diera dos pasos, Edward me tomó del brazo y me miró seriamente.
—¿Acaso olvidaste lo que acabo de decirte? —preguntó tenso.
—No. Pero dijiste que nosotros no podíamos ser amigos. No te preocupes, Eddie —dije con una sonrisa burlona, dándole una palmaditas en la mejilla. Edward frunció el ceño y me soltó—, iré con Alice, no contigo.
Le sonreí de manera inocente, y luego subí al autobús detrás de Alice y Jasper.
🥀
—ESTUVISTE CON EDWARD CULLEN.
La repentina aparición de mi padre en mi habitación me sobresaltó. Levanté la vista de mis libros y lo miré con el ceño fruncido.
—Si, ¿por qué?
—¿Cómo que "por qué"? Avery, los Cullen no son buenos —dijo mi padre acercándose a mi.
—¿Cómo puedes saber eso? Hasta donde yo sé ustedes no son amigos —dije al contrario.
—No, no lo somos. Pero se lo suficiente sobre ellos y puedo decir con seguridad que no es bueno que te hagas amiga de Edward Cullen —aseguró.
Resoplé rodando los ojos mientras cerraba mis libros y guardaba los lápices en el estuche.
—Avery, escucha —mi padre suspiró—. No puedes estará cerca de los Cullen.
—¿Y por qué? —dije a la defensiva—. ¿Solo porque no te agradan?
—No se trata de quien me agrada y quien no. Se trata de-
—¿De que? —dije cuando él no continuó—. Papá, ¿de que?
Pero no respondió, y me sentí aún más frustrada por eso. Estaba cansada de todo este rollo. Mis padres creían que no me había dado cuenta de que me están ocultando cosas. Cosas que están relacionadas con los Cullen.
—No puedes estar cerca de los Cullen, eso es todo —dijo, caminando a la puerta.
—¿Y pretendes que los ignore nada más? —pregunté enojada—. No soy amiga de los Cullen, papá, pero creo que ya soy lo suficientemente mayor para poder decidir con quien me relaciono y con quien no.
Mi padre no respondió, solo abrió la puerta. Pero antes de irse se giró a verme.
—Es por tu propio bien —dijo firmemente—. Los Cullen son... son monstruos.
Me sorprendí por sus palabras y su forma de dirigirse a los Cullen, quienes, hasta dónde yo sabía, nunca se habían metido con mi familia.
—¿En enserio? —dije incrédula, levantándome de la cama y caminando hacia él—. No creí que fueras de esas personas que juzgan a los demás, papá —dije, poniendo una mano en la puerta—. Y no te preocupes, que se cuidarme sola. Buenas noches.
Cerré la puerta y luego escuché el suspiro de mi padre, seguido de sus pasos alejándose.
Decidí que lo mejor sería acostarme temprano esa noche. No quería bajar a cenar y recibir también un sermón de mi madre y Mark.
Seguía sin entender su rencor hacia los Cullen, pero tampoco iba a meterme. Son sus problemas, no los míos.
Terminé de guardar las cosas en mi mochila cuando sentí una presencia detrás de mi. Me giré, dando un salto. Ahogue un grito de la sorpresa al ver a Edward en una esquina de mi habitación. Sin embargo, en un parpadeo ya no había nadie.
Con el corazón latiéndome a mil por hora, me acerqué a esa esquina, y luego sentí la brisa fresca entrar a mi habitación. La ventana estaba abierta de par en par y la cortina bailaba con el viento.
Pase saliva nerviosa y me dirigí a cerrar la ventana, pero antes de hacerlo revisé el oscuro patio exterior, pero no había nada raro.
«Bien, respira», pensé, cerrando la ventana con seguro y corriendo las cortinas. «Fue solo mi imaginación».
Porque era eso, ¿no? Solo mi imaginación. Solo mi mente que, por alguna extraña razón, decidió molestarme con la imagen de Edward Cullen en mi habitación.
🥀
EL BULLICIO DEL COMEDOR HACIA QUE ME DOLIERA LA CABEZA.
La noche anterior no había podido dormir, por lo que, según las palabras de Mark, había despertado más amargada de lo normal. Quería creer que sólo me molestaba, pero sabía que era verdad.
Mientras me dirigía a la fila para comprar la comida, Bella se detuvo frente a mi ya con su bandeja en sus manos.
—La Push —dijo, mordiendo una uva.
—¿La que?
—La Push, es una playa en la reserva —informó, y yo asentí recordando, haciendo una seña para que continuara—. Los chicos me invitaron, ¿vamos?
—No me invitaron a mi —dije con obviedad mientras continuaba mi camino.
—Yo lo estoy haciendo —Bella dijo siguiéndome—. Ellos no se molestarán. Y si lo hacen entonces ambas nos vamos a ver una película o hacer cualquier otra cosa.
La miré de reojo con una pequeña sonrisa. Después suspiré derrotada: —Bien.
—Bien —repitió Bella sonriendo—. Nos vemos —se despidió, yéndose a la mesa donde sus amigos la esperaban.
Continué mi camino y tomé una bandeja. Compré una hamburguesa y unas papas fritas junto a una lata de refresco. Luego fui al área donde estaban las frutas.
—No sabía que te gustaban las manzanas —dijo una voz que reconocí al instante, pero aún así me hizo dar un salto y la manzana cayó de mis manos.
—¿Cómo lo sabrías? —murmuré, siguiendo sus movimientos. Edward golpeó la manzana con la punta del pie haciendo que se elevara nuevamente y después la tomó entre sus manos—. Eres aterrador —dije, quitándole la manzana.
Edward sonrió de lado.
—Pienso lo mismo de ti —dijo con burla. Me giré a él, mirándolo mal—. Ahí lo tienes. Todo el tiempo me miras con esos ojos que... —hizo una seña con las manos, después suspiró y sonrió nuevamente— que me dejan sin aliento —añadió en voz baja.
Desvíe la mirada a mi bandeja, sintiendo mis mejillas arder. No sabía si aquello había sido un halago o no, pero aún así me había hecho sonrojar.
—¿Qué necesitas? —pregunté después, haciendo el mayor esfuerzo para no verlo a los ojos—. Creí que habías dicho que no querías ser mi amigo, y ahora estás aquí hablándome como si me conocieras de toda la vida.
—Dije que sería mejor no ser amigos, no que no quiero serlo.
—No te sigo —dije, levantando la cabeza debido a la diferencia de altura—. ¿Qué significa eso?
—Que deberías usar la cabeza y alejarte de mi —respondió. Alcé una ceja sin entenderlo—. Quiero oír tu teoría.
—¿Cuál teoría? —pregunté confusa.
—Tú teoría —repitió—, sobre lo qué pasó la vez pasada.
—No tengo una —admití, comienzo una de mis papas fritas. Acerqué la cajita hacía él, pero negó con una media sonrisa—. Simplemente pasó y ya. Pero, si quieres una teoría. No lo sé, ¿súper velocidad?
—Eso es cosa de superhéroes, ¿no? —dijo divertido.
—Puede ser —asentí solemne—. ¿Te golpeó un rayo y obtuviste súper velocidad?
—Supongamos que no soy el héroe sino en villano —sugirió.
—Oh, ya veo —dije, mirándolo con una ceja alzada—. ¿Lo eres?
De pronto, su rostro se había vuelto adusto, como si temiera haber revelado demasiado sin querer.
—No existen los héroes ni los villanos, Edward —respondí suavemente, buscando su mirada.
—Pero si los monstruos.
Su voz apenas era audible. Bajó la vista al tiempo que me arrebataba la manzana y la lanzaba atrapándola en el aire. Lo contemplé fijamente mientras me preguntaba por qué decía todo aquello.
—Y tú no eres uno —dije. Él no respondió, así que decidí cambiar de tema—. Hay que salir. Mañana.
Edward me miró, dejando nuevamente la manzana en la bandeja, y sonrió de lado.
—¿A donde? —inquirió.
—La playa. Eh, la... no recuerdo cómo se llama —admití avergonzada—. Está en la reserva.
Odiaba siempre olvidar el nombre aunque sabía perfectamente donde estaba.
—¿La Push? —preguntó. Yo asentí y entonces cambió su sonrisa por una mueca—. No sé. Es que- No —dijo negando.
—Oh, está bien. Entiendo —dije, sonrojándome avergonzada por el rechazo. Pero no insistí más.
«Eso fue tonto».
—No es que no quiera —dijo rápidamente al darse cuenta de mi vergüenza—. Es qué hay mucha gente. No me gustan las multitudes.
—Seguro —dije, para nada convencida por su excusa.
—¿Qué tal el domingo? —dijo, mientras yo tomaba nuevamente mi charola—. ¿Qué te parece ir a... —se detuvo, pensando en cualquier cosa—. ¿Hacer algo?
Reí negando ante sus palabras. Pero después lo miré y sonreí.
—A las cuatro, en Carver Cafe —dije con una sonrisa, dándome la vuelta para seguir mi camino.
❏ ▭ ❐ ▭ ❑ ▭ ❒
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