𝟬𝟲. ❛ AGREEMENT ❜
↷⋅⋅⋅ ♡! 🥀 ⌇CAPÍTULO 06. . .
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❴ 𝔄𝔳𝔢𝔯𝔶 ❵
HACE POCO HABÍA DESCUBIERTO QUE LAS CENAS "FAMILIARES" ME INCOMODABAN.
En Phoenix, cuando solo vivía con la tía Renée y Bella, era muy raro que cenáramos juntas. La mayoría de las veces yo desayunaba en el sofá viendo televisión o en mi habitación, y cuando estábamos las cuatro las charlas no paraban.
Sin embargo, aquí era muy diferente. Lo único que se escuchaba durante el desayuno era el tintineo de los cubiertos y los golpes que daba mi pie en el piso.
—Entonces, eres amiga de Edward Cullen —dijo Mark acabando con el silencio.
Inmediatamente mis padres dejaron de comer, como si de repente hubiesen recibido un golpe en el rostro que los hizo levantar la mirada hacia mi.
—No —contesté, incómoda por las extrañas miradas de mi familia, en especial la de mi padre—. Solo hablamos.
—Y él fue amable —añadió mi hermano.
Fruncí el ceño ante su raro comportamiento.
—Si, lo fue —respondí. Ni siquiera me molesté en preguntar cómo lo sabía pues era obvio que aquí los chismes corrían rápido.
—¿Eres amiga de los Cullen? —preguntó mi padre por primera vez. Su voz se escuchaba tensa.
—Cariño, no sería bueno que te relacionaras con ellos —dijo mi madre, lo cual me confundió aún más pues ella no era una persona que juzgara a alguien sin conocerlo. Digo, si es que no los conocía.
—Los Cullen son raros —siguió Mark, mirándome con una ceja alzada.
—¡Merlin! ¿Qué pasa con ustedes? —exclamé, confundida y enojada—. Primero, no soy amiga de los Cullen, solo he hablado con dos de ellos y una fue porque me caí. Segundo, Edward es mi compañero en Biología y no creo que quiera que pasemos las clases sin hablarnos e incómodos. Y tercero, ¿que se supone que significa "No es bueno que te relaciones con ellos"?
Parecía que mi madre iba a decir algo, pero en ese momento se escuchó el claxon de una camioneta. Bella, pensé, y me levanté de la mesa tomando mi mochila que estaba colgada en el respaldar de la silla.
—Ya me voy, Bella llegó por mi —dije, tomando mi plato y llevándolo hasta la cocina. Regresé y me despedí de mis padre con un beso en la mejilla.
Salí de casa cerrando mi abrigo rojo, y enseguida el aire fresco de la mañana golpeó mi rostro. Me sorprendí con el paisaje. Una fina capa de nieve cubría el césped y blanqueaba el camino. Toda la lluvia del día anterior se había congelado, recubriendo las agujas de los pinos con diseños fantásticos y hermosísimos, pero convirtiendo la calzada en una superficie resbaladiza y mortífera.
Con toda mi concentración, avancé lentamente para caminar sin matarme por la acera cubierta de hielo en dirección a la camioneta de Bella; aun así, estuve a punto de perder el equilibro cuando al fin llegué al coche, pero conseguí agarrarme al espejo y me salvé. Estaba claro, el día iba a ser una pesadilla.
—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que pregunté al entrar a la camioneta y ser recibida por la calidez de la calefacción encendida.
—Vine por ti —Bella dijo con obviedad, mientras encendía el coche—. Es mi forma de agradecerte por cambiarme el asiento ayer.
—Oh, si, no fue un problema.
Enserio, no lo fue.
—Entonces, ¿ahora eres amiga de Edward Cullen?
Ay no, ella no.
—No, Bella, no soy amiga de Edward —mascullé, suspirando—. ¿Por qué todos piensan eso?
—Bueno, él fue amable ayer —dijo Bella, como si aquello fuese algo tan poco creíble que era motivo de chisme—. Y Jessica dice que los Cullen nunca hablan con nadie ni son amables.
—¿Y Jessica los conoce? —pregunté. Bella mordió su labio inferior y negó, sin despegar su vista del frente—. Ahí lo tienes. No se porqué todos piensan que eso es maravilloso o poco creíble. Mis padres también estuvieron raros con eso. Dijeron que no era bueno que me acercara a los Cullen.
—¿Por qué? —preguntó, desviando la mirada del frente para verme a mi solo por una fracción de segundos.
—No lo sé. Tal vez tuvieron un problema con el señor Cullen o algo así —respondí no muy segura.
—Lo dudo —Bella negó—. Charlie dice que el doctor Cullen es una persona muy amable que raramente ha tenido problemas con alguien. Más bien, nunca los ha tenido.
No respondí, y después de eso ninguna de las dos dijo nada.
Probablemente Bella tenía razón. No conocía al doctor Cullen ni a sus hijos, pero sólo era cuestión de verlos para notar que no eran el tipo de personas que se metieran en problemas o que tuvieran conflictos con los demás. Probablemente era cosa de mis padres o simplemente Mark a quien no le agradaban los Cullen y mi padre le seguía el juego.
Cuando llegamos al instituto ambas salimos de coche. Sin embargo, Bella se dirigió a la parte trasera de la camioneta, mirando algo.
—Hey, ¿que haces? —pregunté siguiéndola y recargándome en la parte trasera.
Bella señaló las llantas recubiertas por unas finas cadenas entrecruzadas. No entendí que tenían de especial, pero tampoco quise preguntar.
Bella puso su mochila sobre la camioneta y sacó un libro poniéndose sus audífonos. Yo me quedé a su lado, aunque sin hacer nada más que mirar con aburrimiento a mis pies. Aún faltaban varios minutos para el comienzo de las clases, pero no quería entrar al edificio y ser la única en el aula.
Sentí una intensa mirada puesta en mi, y al girarme me encontré con Edward Cullen parado en su coche al otro lado del estacionamiento, mirándome con su expresión seria e imperturbable.
Ni siquiera tuve tiempo de saludarlo o simplemente alzar la cabeza, cuando un fuerte chirrido llegó a mis oídos, al tiempo que sentí la mano de Bella apretar fuerte mi brazo que de no ser porque llevaba mi abrigo me habría enterrado las uñas.
Pero en aquel momento tenía más importancia una furgoneta azul oscuro que patinaba con las llantas bloqueadas chirriando contra los frenos, y que dio un brutal trompo sobre el hielo del estacionamiento. Iba a chocar contra la parte posterior de la camioneta, y nosotras estábamos en medio de los dos vehículos.
Para mi, todos se movía a cámara lenta, como sucede en las películas. Pero no estaba segura de que pasara lo mismo con Bella. El flujo de adrenalina hizo que mi mente trabajara con mayor rapidez, y pudiera asimilar al mismo tiempo varias escenas con todo lujo de detalles.
Miré entre todo el mar de caras, todas con expresiones horrorizadas, pero ninguna en todos sus sentidos como para poner más atención de la que deberían. Así que, en un arranque de desesperación, mis ojos comenzaron a brillar de un color escarlata al igual que las llantas de la furgoneta fuera de control. Mi mano fue cubierta por un aura escarlata que espero que nadie haya notado, y al moverla a un lado la furgoneta hizo lo mismo.
Sin embargo, para mi mala suerte aquello no fue suficiente. Bella chilló aterrorizada, y yo casi como un instinto giré en dirección a Edward, como si estuviese esperando a que el llegara a salvarnos o algo por el estilo.
Grande fue mi sorpresa al ver que fue así.
Algo me golpeó con fuerza, aunque no desde la dirección que esperaba, inmediatamente antes de que escuchara el terrible crujido que se produjo cuando la furgoneta golpeó contra la base de la camioneta de Bella y se plegó como un acordeón. Resbalé y abracé a Bella como pude para jalarla y que no se golpeaba contra la furgoneta, pero aún así ambas caímos y yo me golpeé la cabeza contra el asfalto helado. Sentí que algo frío y compacto me sujetaba a mi contra el suelo. Pero no tuve oportunidad de ver nada más porque la furgoneta seguía acercándose. Después de raspar la parte trasera de la camioneta, había dado la vuelta y estaba a punto de aplastarnos de nuevo.
—Lo siento —dije a Bella, antes de que una bruma escarlata la rodeara y la empujara fuera del alcance de los dos coches.
Me percaté de que había alguien a mi lado al oír una maldición en voz baja, y era imposible no reconocerla. Estuve aterrorizada no solo por lo que estaba pasando sino por el hecho de que él pudiera haber visto lo que hice. Pero no pensé más en eso cuando dos grandes manos blancas se extendieron delante de mí para protegerme y la furgoneta se detuvo vacilante a treinta centímetros de mi cabeza, sin embargo, eso no evitó del todo el golpe. De forma providencial, ambas manos cabían en la profunda abolladura del lateral de la carrocería de la furgoneta.
Entonces, aquellas manos se movieron con tal rapidez que se volvieron borrosas. De repente, una sostuvo la carrocería de la furgoneta por debajo mientras algo me arrastraba. Con un seco crujido metálico que estuvo a punto de perforarme los tímpanos, la furgoneta cayó pesadamente en el asfalto entre el estrépito de las ventanas al hacerse añicos.
Reinó un silencio absoluto durante un prolongado segundo antes de que todo el mundo se pusiera a chillar. Oí a más de un persona que me llamaba en la repentina locura que se desató a continuación. Sin embargo, yo solo levanté la cabeza aturdida, encontrándome con los ojos de Edward.
—¿Qué demo- —me interrumpí a mi misma con una tos falsa, y después llevé una mano a mi frente, sintiendo un líquido caer de esta.
Edward quitó la mano que me sostenía de la cintura y se alejó del lugar lo más rápido posible, saltando sobre ambos coches. Ni siquiera tuve tiempo de levantarme —aunque tampoco es como que pidiera por el golpe de mi cabeza— cuando un montón de personas rodearon ambos coches y se acercaron a mi, desesperados.
—¡Llamen a una ambulancia! —gritaron dos voces al unísono.
—No te muevas —ordenó alguien cuando intenté levantarme. Lo ignoré y como pude me puse de pie, mareada.
—¡Avy! —gritó Bella, corriendo hacia mi, intacta como esperaba—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Cuantos dedos ves? —preguntó desesperada, poniendo su mano frente a mi.
—Veinte —murmuré llevando una mano a mi frente. Bella me miró horrorizada y yo reí un poco—. Estoy bien, solo bromeo. ¿Tú estás bien?
Antes de que Bella pudiera continuar, el chico de la furgoneta, Tyler, quien si mal no recordaba era amigo de Bella, salió de esta y se acercó a mi.
—¡Avery, lo siento mucho! —dijo con desesperación, parecía más asustado que yo.
—Estoy bien, no te preocupes —balbuceé aún aturdida, mientras me apoyaba de Bella, quien me abrazó de la cintura.
Pero él me ignoró y siguió con sus disculpas.
—¡Pensé que te iba a matar! ¡Lo siento, de verdad!
—A un lado —dijo una voz que reconocí al instante, y pronto Mark se abrió paso entre todos y literalmente me arrebató de los brazos de Bella—. ¿Qué carajos paso? ¿Estás bien? ¿Qué te duele? —dijo desesperado, tomando mi rostro con ambas manos y revisando el gran golpe y el corte que tenía en mi frente—. Maldición, ¿quien fue el idiota que-
—Estoy bien —interrumpí, mirando de reojo a Tyler qué pasó saliva nervioso y retrocedió un paso.
Mark me ignoró y siguió maldiciendo mientras me guiaba hasta su coche, hablando sobre que iba a poner una demanda o algo así.
Sin embargo, yo solo podía pensar en Edward Cullen y en como había aparecido de un momento a otro a mi lado y había parado la furgoneta con un simple movimiento.
🥀
UNA VEZ QUE LLEGUÉ AL HOSPITAL, ME CONDUJERON A LA SALA DE EMERGENCIA.
—Enserio, esto es exagerado —dije cuando la enfermera se fue dejándome con Mark y Bella, desabrochando el feo collarín que me habían puesto.
—No te lo- —Mark dijo, pero suspiró cuando yo me quite el collarín y lo tiré debajo de la camilla.
—¿Cómo hiciste eso? —Bella preguntó lo que más temía, y yo pase saliva nerviosa al sentir la intensa mirada de mi hermano puesta en mi—. Esa... esa luz en tus manos. Tus ojos. Y luego yo estaba lejos.
—Fue tu imaginación —dije desviando la mirada, pero Bella negó.
—No, hubo algo. No fue mi imaginación. Lo vi —insistió—. También vi como Edward corría hacia ti —dijo, y Mark giró hacia mi tan rápido que temí que se torciera el cuello—, así de la nada. Fue raro, él estaba al otro lado del estacionamiento.
Entonces no estaba loca.
Abrí la boca para decir algo, pero no se me ocurrió nada. Por suerte —o no—, la puerta de la sala se abrió de golpe sobresaltando a todos, y mi padre entró al lugar seguido del tío Charlie en su uniforme de policía.
—Niñas, ¿están bien? —preguntó dirigiéndose a nosotras mientras mi padre venía directamente hacia mi examinando la venda en mi frente—. Tú y yo vamos a hablar —señaló a Tyler.
—Avery, Bella, lo siento. Enserio trate de parar —dijo Tyler desde dos camillas de distancia.
—Está bien, no te preocupes.
—No, no esta bien. Y si, preocúpate —interrumpió mi padre, dándole la peor de sus miradas que hicieron que el pobre chico se pusiera pálido.
—Despídete de tu licencia —añadió el tío Charlie.
—No exageren. Estoy bien —insistí.
—Pudo haberte matado, Avery —dijo mi padre seriamente.
—Pero no fue así —dije negando—. Es solo un golpe.
Entonces entró un doctor y me quedé boquiabierta. Era joven, rubio y más guapo que cualquier estrella de cine, aunque estaba pálido y ojeroso; se le notaba cansado, pero eso no reducía ni un poco su belleza. Era obvio que aquel era el doctor Cullen, el padre de Edward.
—Ay por mi madre —susurré embelesada.
—¿Y que tenemos aquí? —dijo con voz angelical.
Sentí a mi lado como Mark y mi padre se tensaban, pero ignoré aquello pues tenía mis ojos fijos en el guapo doctor que se estaba acercando.
En momentos como estos es cuando me preguntó, ¿el padre o el hijo?
—Ah, doctor Cullen —dijo el tío Charlie como saludó.
El doctor asintió parándose al lado de él frente a mi: —Charlie.
Vi de reojo a Bella, quien estaba igual que yo, mirando al doctor Cullen con la boca abierta.
—Bueno, señorita Le- Kingsleigh —dijo el doctor Cullen con una voz marcadamente seductora que podría jurará que me hizo suspirar—. Esa caída fue fuerte, ¿cómo te sientes?
—Estoy bien —repetí en un murmullo, ojalá que por última vez.
—Okey, mira aquí —dijo, poniendo un dedo frente a mi y encendiendo una lamparita. Parpadeé varias veces aturdida por la luz—. Podrías experimentar estrés postraumático o desorientación —dijo guardando la lamparita—. Tus signos vitales están bien, y no hay lesión en la cabeza. Creo que vas a estar bien.
—Eso es bueno —murmuré mirándolo con una sonrisita.
—Avery de verdad lo siento. Perdón- —dijo Tyler, solo para ser interrumpido cuando el tío Charlie corrió la cortina.
—Pudo ser peor si Edward no hubiera estado ahí —dijo Bella después de unos segundos de silencio—. Él la salvó.
Giré inmediatamente mi rostro hacia ella viéndola con los ojos bien abiertos.
—¿Edward? ¿Tú muchacho? —preguntó el tío Charlie viendo al doctor Cullen, quien se mantenía escribiendo en una tabla.
—Si, fue muy impresionante. ¿Cómo llegó tan rápido? No estaba cerca de nosotras —Bella continuó.
Bella, enserio te quiero pero a veces debes aprender a guardar silencio.
—¿Por que lo haría? —mi padre preguntó, levantándose. Yo lo miré confundida.
—Creo que tuviste suerte —dijo el doctor Cullen sonriéndome—. Charlie, Arthur —asintió en despedida, dándole una rápida mirada a mi padre y se fue.
Un par de minutos después mi padre y el tío Charlie salieron de la sala, y nuevamente me quedé a solas con Bella y Mark.
Mark me miró de reojo y señaló disimuladamente a Bella con la mirada. Yo asentí entendiendo, y me puse de pie para luego acercarme a ella.
—Bella —dije en voz baja, y ella me miró confundida—. Lo siento —murmuré, antes de darle un pequeño golpe en la frente. Sus ojos se pusieron de color escarlata y ella pareció ida. Solo para después volver a la normalidad y parpadear varias veces, confundida.
—¿Qué decías? —preguntó ladeando la cabeza.
Suspiré y miré a Mark, quien solo negó para luego levantarse. Los tres salimos de la sala y Mark fue con mi padre, mientras que Bella se alejó un poco para llamar a la tía Renée, ya que el tío Charlie le había contado lo que pasó.
Caminé hacia la salida, y en un pasillo me encontré nuevamente con el doctor Cullen, pero no estaba solo, pues a su lado estaban Edward y Rosalie. Parecían estar hablando, o más bien discutiendo.
—¿Qué querían que hiciera? No iba a dejarla morir —debatió Edward, y enseguida supe que hablaban de mi.
—Esto no se trata solo de ti —Rosalie hablo, con una voz casi tan angelical como la de el doctor Cullen—. Se trata de todos nosotros. Estás rompiendo el tratado.
«¿Cual tratado?»
Fue como si hubiese hablado en voz alta, pues enseguida Edward se giró hacia mi, al igual que el doctor Cullen y Rosalie.
—Lo siento —dije avergonzada, no queriendo que creyeran que los había estado espiando—. ¿Puedo hablar contigo un momento? —pregunté a Edward.
El doctor Cullen tomó a Rosalie del hombro y se la llevó del lugar, mientras Edward se acercaba a mi.
—¿Qué? —preguntó bruscamente. Abrí y cerré la boca varías veces sin ser capaz de decir algo, sintiéndome intimidada por su mirada—. Escucha, antes de que preguntes, estaba al lado de ti —dijo sin siquiera darme oportunidad de hablar.
—Definitivamente no lo estabas.
El titubeó. Me miró tenso, parecía a la defensiva.
—Te golpeaste fuerte la cabeza, eso es lo qué pasa —aseguró.
—Si, bueno. Me golpeé, pero se lo que vi —dije negando—. Pero... Escucha, no me importa, ¿bien? No me importa lo que hayas hecho o como lo hayas hecho —dije, y él pareció sorprendido—. Ambos vimos... cosas. Y no lo niegues.
—¿Te refieres a...? —hizo una seña con las manos y yo rodé los ojos.
—Si, a eso —bufé—. Así que, mira, hagamos un trato. Tú no le dices a nadie lo que viste y yo tampoco lo haré.
—De todas maneras nadie va a creerte —desafío. Reí con burla y lo miré con una ceja alzada.
—A ti tampoco —dije sonriendo de lado mientras cruzaba los brazos—. Una persona que corrió rápido y salvo a alguien, y otra que sacó luz de sus manos y movió a alguien con la mente. Tú dime, ¿cuál suena más creíble?
Él me miró a los ojos, como si no creyera lo que había dicho. Negó riendo.
—¿Qué hay de tu prima?
—¿Bella? Ya me encargué de ella —dije, aunque sonara feo—. No recuerda nada. Nada fuera de lo normal, al menos.
Sabía que también podía borrarle la memoria a Edward para que olvidara lo que vio. Pero no quería. No podía. Algo me decía que él era diferente, lo cual era más que obvio por lo que había pasado hoy, sin embargo, había algo más. La forma en que mi familia se dirigía a ellos, la forma en que me miraban. Como actuaba mi padre con la sola mención de los Cullen. Había algo más, y yo necesitaba saber que era.
Pero no iba a entrometerme, iba a dejar que todo siguiera su curso y pasara lo que tenía que pasar. No iba a hacerla de detective y meterme en cosas que no eran de mi incumbencia.
Edward me miró, después asintió y se dio la vuelta.
—Gracias, por cierto —añadí antes de que se alejara completamente.
Se detuvo, giró un poco hacia mi y asintió, sonriendo.
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