𝟬𝟭. ❛ RETURN TO FORKS ❜
↷⋅⋅⋅ ♡! 🥀 ⌇CAPÍTULO 01. . .
❪ regreso a forks ❫
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❴ 𝔄𝔳𝔢𝔯𝔶 ❵
NO ESTOY NERVIOSA, DEFINITIVAMENTE NO ESTOY NERVIOSA.
¿A quien engaño? Me estoy muriendo de los nervios.
Pero ¿quién no lo estaría? Después de tres años de no ver a mis padres y hermano volveré con ellos. ¿Por qué dejé de visitarlos? No tengo la menor idea. Algo que si se es que seguramente lloraré en el momento que los vea.
Solté un suspiro mirando por la ventana del avión. Mi tía Renée nos había llevando a Bella y a mi al aeropuerto. Y, hablando de eso, Bella ya no se veía convencida, al menos no como antes.
En la península de Olympic, al noroeste del Estado de Washington, existe un pueblecito llamado Forks cuyo cielo casi siempre permanece encapotado. En esa localidad llueve más que en cualquier otro sitio, cosa que agradecía.
Desde que cumplí siete años he vivido con mi tía Renée y mi prima Bella en Phoenix, un lugar donde la temperatura era de veinticuatro grados y el cielo de un azul perfecto y despejado. Si, un lugar hermoso, pero un poco caluroso, no me gusta el calor, pero en realidad tampoco el frío. Creo que prefiero una combinación de ambos.
Para llegar a Forks teníamos por delante un vuelo de cuatro horas de Phoenix a Seattle, y desde allí a Port Angeles una hora más en avión y otra más en coche. Y he de decir que odio las alturas.
Lo cierto es que mis padres habían llevado bastante bien todo aquello. Parecían realmente contentos de que por primera vez fuera a vivir con ellos de forma permanente. Mi padre ya me había matriculado en el instituto y había insistido en comprarme un coche, pero le pedí que no lo hiciera ya que a mi hermano le habían comprado uno.
Mi padre, Carlos Kingsleigh, es un genio, millonario y dueño de una empresa en Nueva York, pero decidió trabajar desde casa ya que mi madre quería seguir en Forks, lugar donde nació y donde vive el tío Charlie, su hermano.
Estaba lloviendo cuando el avión aterrizó en Port Angeles. No lo consideré un presagio, simplemente era inevitable.
El tío Charlie nos esperaba en su patrulla, lo cual no me extrañaba pues él era el jefe de policía. Al lado de él estaba un chico pelirrojo un poco más alto que yo y a quien reconocería a un kilómetro de distancia (literalmente).
—¡Marcus! —grité con emoción bajando las escaleras del avión con algo de dificultad debido a que estaba arrastrando mi maleta.
—¡Hëna! —gritó Marcus caminando hacia mi. Cuando estuvimos frente a frente él me abrazó con fuerza alzandome un poco—. Bella —dijo con una sonrisa abrazando a mi prima por los hombros una vez que llegó a nuestro lado.
—Hola, Mark —Bella sonrió correspondiendo el abrazo.
Marcus nos ayudó a Bella y a mi con una maleta y nos acercamos al tío Charlie.
—Hola, tío —saludé alegremente dándole un abrazo.
—Avery —el tío Charlie dijo en forma de saludo—. Pero mírate, no has cambiado nada.
Yo sonreí alejándome de él al ver como Bella se acercaba lentamente para saludarlo.
El tío Charlie la abrazó torpemente con un solo brazo.
—Me alegro de verte, Bella —dijo con una sonrisa al mismo tiempo que la sostenía firmemente—. Apenas has cambiado. ¿Cómo está Renée?
—Mamá está bien. Yo también me alegro de verte, papá —dijo.
Traíamos pocas maletas. La mayoría de nuestra ropa de Arizona era demasiado ligera para llevarla en Washington. Todas cupieron fácilmente en el maletero del coche patrulla.
—He localizado un coche perfecto para ti, y muy barato —anunció el tío Charlie a Bella una vez que nos abrochamos los cinturones de seguridad.
—¿Qué tipo de coche?
Es obvio que Bella desconfío de la manera en que había dicho «un coche perfecto para ti» en lugar de simplemente «un coche perfecto».
—Bueno, es una camioneta, una Chevy para ser exactos.
—¿Dónde la encontraste? —preguntó mi prima.
—¿Te acuerdas de Billy Black, el que vivía en La Push?
La Push es una pequeña reserva india situada en la costa.
—No.
Yo si, digamos que tengo buena memoria.
—Solía venir de pesca con nosotros durante el verano —explicó—. Ahora está en una silla de ruedas —continuó el tío Charlie cuando Bella no respondió—, por lo que no puede conducir y me propuso venderme su camioneta por una ganga.
—¿De qué año es?
Rodé los ojos con una sonrisa y me incline hacia el asiento del copiloto para hablar con mi hermano.
Intercambiamos varios comentarios sobre lo que habíamos hecho en todo este tiempo, a diferencia de Bella y el tío Charlie, que solo se quedaron en silencio y no volvieron a hablar en lo que restaba del camino.
El paisaje era hermoso, por supuesto, no podía negarlo. Todo era de color verde: los árboles, los troncos cubiertos de musgo, el dosel de ramas que colgaba de los mismos, el suelo cubierto de helechos. Incluso el aire que se filtraba entre las hojas tenía un matiz de verdor.
Finalmente llegamos a casa de mis padres. Era, a diferencia de las demás, enorme. Por lo que recordaba tenía al menos cinco dormitorios y otro que padre había equipado como su taller. Las ventanas eran grandes y decoradas con cortinas color beige. La puerta era doble, de color cafe, y tenía escrito «Familia Kingsleigh Swan».
Mark y yo bajamos de la patrulla y el tío Charlie nos ayudó con las maletas. Me despedí de él y de Bella prometiendo ir a verla después.
Seguí a Mark dentro de la casa. Todo estaba tal y como lo recordaba. Las escaleras daban a ambos lados de la casa y en medio de estas había un cuadro grande con una pintura de los cuatro, había una pequeña mesa en el centro con varias fotos de Mark y mías, y también algunos dibujos míos. Recuerdo cuando los hice, tenía diez años y había venido a visitarlos durante las vacaciones de verano, mamá había llorando cuando le dí el dibujo de ellos, Mark y yo junto a un gatito.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me dí cuenta de que mis padres había bajado las escaleras y estaban frente a mi.
—Avery —mi madre no me dio tiempo de decir algo, pues enseguida me envolvió entre sus brazos.
Correspondi su abrazo con fuerza mientras sentía como mis ojos empezaban a pocar por las lágrimas que se estaban acumulando.
Si, tenía razón en la parte de llorar.
—Mírate —mamá me tomo de las mejillas dejando un beso en mi frente—, estas tan hermosa.
Solté una risita mientras limpiaba mis lágrimas. Mire detrás de mamá a mi padre, estaba mirandonos con una sonrisa y sus manos en los bolsillos de su pantalón.
—Papá —dije para ir a abrazarlo, el correspondió mi abrazo con fuerza.
—Mocosa —reí por su apodo—. Estás sudada, bañate y luego te sigo abrazando.
Mire a mi padre con una sonrisa divertida para después darle un beso en la mejilla y separarme del abrazo.
Era bueno estar en casa de nuevo.
❏ ▭ ❐ ▭ ❑ ▭ ❒
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