BRUCE
En días como este él lo recuerda todo, en especial la primera vez que vio ese hermoso libro blanco
La nieve caía ligeramente y tal vez eran los primeros días de invierno, la fría brisa les rozaba el rostro al punto de que sus mejillas ya estaban rojas pero no les importaba, ansiosos esperaban en la entrada mirando el camino, él frotó su entumecida mejilla en la solapa de su nuevo, tibio y fragante abrigo azul, tan encantado con esa felposa sensación que lo que menos le importaba era sacarse el frío, a su lado Ashley le sonrió apretando tiernamente su mano con un calor reconfortante y amoroso al que él se había acostumbrado
Aun cuando era invierno y debían usar sus guantes ellos los guardaban en sus bolsillos sujetándose fuertemente las manos, sintiendo su piel, compartiendo su cálido afecto en el tacto, él le sonrió a ella y a cada uno de sus hermanos con seguridad, tal vez estaba siendo ingenuo pero desde ese momento se aseguraría de su bienestar, estaba convencido de ello y por eso cuando la lujosa limusina negra paró frente ellos solo pudo alentarlos a ir a ella
Sin embargo, la puerta de esta se abrió antes que lograran salir de su estupor, asombrados vieron a la elegante y delgada rubia salir, el chofer mismo se sorprendió pues ella bajó antes que él llegara a abrirle la puerta
Fina y perfectamente vestida de blanco les señaló que pasarán con una educada pose, magnífica, Lenny, Constance y David no lo dudaron e incluso soltaron sus manos para correr dentro, él la miró y asintió suavemente notando al grueso tomo en sus manos, ella lo portaba refinadamente como si fuera parte de su cartera
Desde muy chico tuvo interés en los libros, fue el primero de su grupo en aprender a leer y de hecho había leído cualquier libro o periódico que encontrara o le permitieran, pero nunca había visto uno de ese tipo, no, ni siquiera los viejos libros en la oficina del director tenían cubiertas de ese tipo, era tan blanco y bello que parecía intacto o inclusive divino
Todos los trámites estaban finalizados pero aun así el director salió a despedirlos, o al menos esa era su excusa, les sonrió tan adulador e hipócrita como siempre pero él sonrió sinceramente alegre de no tener que volver a verlo, desde ese día en adelante ese sitio y ese hombre solo serían borrosas memorias de un internado cualquiera
Llevó a Ashley dentro de la limusina para esperar calmados a su Madre, el interior del auto estaba tibio y confortable, los asientos eran mucho más esponjosos o cómodos que cualquiera que hubieran sentido antes, pero aun cuando sus hermanos miraban asombrados todo el interior él observaba a su Madre, el sutil movimiento que hacía al pasar su dorado cabello tras su oído le parecía tan de Ashley, cuando se disculpaba despidiéndose y apartándose a la vez era muy de Constance
No obstante al darle la espalda al viejo director e ir al auto adquirió una seriedad casi de David — Qué hombre más pesado — exclamó su Madre al tomar asiento frente ellos, el chofer ya había cerrado la puerta pero ella se cubrió la boca, tan prudente como Lenny — Por suerte no lo volveremos a ver — les sonrió reforzando su esperanza, esa alegre sonrisa y el avance del auto les llenó de ánimo
Pero sin duda la atención de él estaba en ese desconocido libro — ¿No están muy apretados ahí? — preguntó su Madre inclinándose dulcemente hacia ellos, que estaban todos juntos en el asiento a espaldas del chofer, aunque el viejo hombre había subido la separación — Ven Ashley, siéntate a mi lado, tú también Constance — indico ella rápidamente, sin darles tiempo de responder y aun cuando era claro que tenían suficiente espacio
El auto seguía en movimiento pero eso no detuvo a sus hermanas, ambas fueron con cuidado junto a su sonriente Madre, ella las abrazó cariñosamente pasando sus dedos por el suelto cabello de las encantadoras menores — Quiero enseñarles algo — dijo su Madre tomando el blanco libro de hermosos grabados dorados
Para él esos resplandecientes bordes le daban un toque religioso o algo así, los únicos libros que había visto con tal acabado eran las gastadas biblias que les daban para recibir la misa los domingos, pero esos días habían terminado y ahora ese increíble libro se abría ante ellos — Yo aprendí a leer con este libro — dijo su Madre — Mi padre me lo dio cuando era muy chica — pasando las ligeras hojas para ellos, sus preciosas ilustraciones casi de acuarela le marcaron, y fascinado o absorto quiso tomarlo
Y ella se lo pasó — Está un poco maltratado porque de niña lo llevaba a todos lados — dijo al entregárselo, gentil e increíblemente considerada a su anhelo, él lo miró tomándolo con cuidado pero no vio el supuesto desgaste, sus hojas limpias y las cubiertas sin manchas o daños hablaban mucho de su Madre
— Desde muy pequeña quería leerlos con ustedes, soñaba enseñarles como yo aprendí — dijo su Madre acariciando el cabello de Ashley, ellos se miraron entre sí, ya eran algo grandes para los cuentos y siendo los más adelantados de su clase ya sabían leer, además, él en particular odiaba los cuentos infantiles, — Oh dios — rio su Madre, ellos se distrajeron de sus dudas viendo como las cuidadas uñas de la adulta se enredaban en el cabello de Constance
Él admiró esa excesiva paciencia al sacar el cabello de la pequeña castaña del enredijo que le atrapaba los dedos a su Madre, sonrió tranquilo viendo lo opuesta que era de sus viejas cuidadoras, verdaderamente maternal — Tendremos que peinarlo — decidió su Madre al soltarse, busco su delgada cartera tomando un pequeño peine dorado y gentilmente le quitó su moño a su hermana, pasándole el fino peine por todo el voluminoso cabello de la menor
— ¿Puedo leer un cuento en voz alta? — preguntó él suavemente — Soy muy bueno — agrego rápidamente al verla sorprendida o algo así
— Sí, por favor Bruce — sonrió su Madre, atenta mientras Constance se dejaba peinar en las gruesas trenzas que ella le hacía.
Todo el camino leyó cuentos, eran interesantes por lo inusuales, no eran de un solo país pero claramente el libro era viejo, porque el inglés era antiguo aunque él siempre fue bueno leyendo libros anticuados, mientras leía fue varias veces interrumpido por los comentarios de sus hermanos, sin embargo, por primera vez no se molestó, ellos estaban ansiosos de contarle sus experiencias a su Madre y de oír las suyas así que él hizo las pausas necesarias para oírlos, corregirlos e inspeccionar cada imagen.
El camino fue largo pero cuando la vieron bajar la polarizada ventana lo supieron, estaban cerca de casa — Este es nuestro vecindario — anuncio su Madre y asombrados vieron el conjunto de enormes y coloridas casas de los suburbios, se emocionaron mucho e incluso intentaron adivinar cuál era la suya — No — respondía ella cada vez que ellos señalaban una casa esperando atinar, divertida o algo así, pero cuando el auto dio una rara vuelta ellos se alarmaron, viendo como pasaban unas enormes verjas doradas, entrando en un enorme jardín
Su Madre se arregló retomando su cuidada postura y ellos también lo hicieron, él cerró el libro e intentó devolverlo pero ella negó — Ahora es suyo, leamos diario — sonrió al momento que el auto se detuvo, ellos asintieron anhelando ese momento, el chófer bajó para abrirles la puerta, por supuesto su Madre salió primero y después sus hermanas
Ellos les siguieron arreglando sus abrigos mientras admiraban no sólo lo increíble que lucía ese enorme jardín nevado o la cantidad de sirvientas que salieron a recibirlos — El señor está en su despacho — dijo el anciano de rígida postura y esquiva mirada, él supuso que sería el mayordomo pero su Madre solo asintió y le entregó sus guantes a la sirvienta al entrar
La casa era gigantesca y aun cuando vio a ambos lados no distinguió donde terminaban esos intimidantes muros, sus hermanos también lucían cohibidos y como siempre se ordenaron para caminar tras él — Vamos — indicó su Madre guiándolos tranquilamente, los sirvientes entraron y al parecer volvieron a sus obligaciones pero ella no explicó nada al guiarlos por la lujosa mansión
Todos los muebles, cuadros y demás adornos están repartidos cual museo, poniéndolos nerviosos por lo costosos o delicados que pueden ser estos, su Madre lucía tranquila pero a él le preocupaba ese "El señor está en el despacho" suponía que sería su Padre pero ella habló de su abuelo y pensar que está ahí un adulto mayor al que verán por primera vez y tendrán que darle una buena impresión le preocupa
Ashley toma su mano suave y temblorosamente pero él la afirma seguro, derecho y decidido, no, "No tienen que temer" les sonríe a sus hermanos, su Madre está con ellos y los está guiando orgullosa, así que no importa lo que pase y no importa quién sea al que deban conocer ellos se comportarán a la altura de las expectativas de su Madre.
La puerta se abrió de repente frente a ellos, fue tan sorpresivo y brusco que incluso su Madre paró, deteniéndoles, su mano los contuvo tras ella, protegiéndolos, él lo notó encontrándola aún más loable pero sus hermanos permanecieron tras ellos ofuscados ante la presencia de su Padre
Anteriormente ya lo habían visto un par de veces, sin embargo, en ese momento dirigía una estricta mirada a los papeles que traía en la mano, su arreglado cabello castaño oscuro casi negro o aquel rostro serio junto con su perfecta postura recta eran justo como él le recordaba, e incluso admiro desde el primer momento — Ya llegamos — sonrió su Madre sumisamente, casi dulce o inocente
A sus espaldas ellos se acomodaron educada y correctamente — Buenas tardes Padre — lo saludaron clara y cortésmente, entonces su frío rostro cambio, de la leve sorpresa paso a una amplia sonrisa
— Bienvenidos mis niños — dijo Padre tan altivo y orgulloso como su Madre, él mismo sonrió alegre y satisfecho, al fin estaban en casa, sus hermanos y él no debían preocuparse más, jamás serian separados y nunca más volverían a ese sitio porque ahora estaban juntos con sus padres, sus nuevos padres y su nueva casa donde serían verdaderamente una familia feliz.
Los cuentos de hadas pueden volverse realidad.
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