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Capitulo 3: El Dragón

Al día siguiente, con el corazón aún cargado de dolor, Savage llegó al palacio donde se encontraban los instructores y Lira. Sus pasos resonaban en el pasillo, marcando su deseo por obtener respuestas sobre el estado del Maestro Alude.

Al llegar al salón principal, se encontró con los instructores y Lira reunidos alrededor de una mesa. Su rostro reflejaba la preocupación y la tristeza por lo sucedido.

—¿Cómo está el Maestro MAlude? ¿Cómo se encuentra? —preguntó Savage, su voz llena de ansiedad y preocupación.

El instructor Albeo, uno de los más ancianos y sabios, observó a Savage con atención, percibiendo la ira que bullía en su interior.

—El Maestro MAlude está herido, pero está vivo. El veneno de energía de Volcan ha dejado secuelas en su cuerpo que necesitarán tiempo para sanar.

—Pero nunca mas usara el estilo bestia —agrego Lira.

—Entonces, ¿que pasara con su poder del maestro? —pregunto Diav.

—El estilo bestia, aun esta dentro del Maestro Malude. Tal vez alguien tenga que heredar su estilo bestia —Comento Lira.

—¡Maldito aliens! ¡La próxima vez los matare! —exclamó Savage, su voz temblorosa por la emoción.

—Ten cuidado, Savage. La ira puede nublar tu juicio y llevarte por un camino peligroso. No debemos actuar impulsivamente, sino con sabiduría y estrategia  —dijo el instructor Albeo.

—No puedo quedarme de brazos cruzados mientras nuestro mundo está en peligro. Haré lo que sea necesario para proteger a mi pueblo, incluso si eso significa enfrentarme a los alienígenas solo. No puedo perdonarlos por eso. ¡Debemos atacar primero! —declaró Savage, su determinación más fuerte que nunca.

—Tu corazón esta lleno de ira. No te dejes llevar por tus emociones. Hace tiempo, Hubo un luchador muy talentoso, pero fue expulsado por que no supo controlara sus emociones. Seguiremos entrenando para comprender tu verdadera fuerza —confirmo Albeo.

Savage asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de su mentor, pero sabiendo que su deseo de justicia y venganza seguía ardiendo en su interior.

Con un suspiro resignado, el Instructor Albeo sabía que no podía detener a Savage en su camino. Solo esperaba que el joven guerrero encontrara la claridad y la paz que necesitaba para enfrentar los desafíos que yacían por delante.

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Por la noche, Savage se adentró en la cueva tranquila y oscura, buscando un momento de paz y reflexión en medio del caos que había envuelto su mundo. Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, centrando su mente en sus pensamientos y emociones.

Mientras meditaba, una sensación de calma comenzó a inundar su ser, permitiéndole encontrar un breve respiro de la tragedia que había presenciado. Sin embargo, su paz se vio interrumpida por un sonido distante que rompió el silencio de la cueva: un rugido profundo y poderoso que resonaba a lo lejos, en lo más profundo de la selva.

Intrigado, Savage se puso de pie y salió de la cueva, siguiendo el sonido del rugido hasta llegar al borde de la selva. Allí, entre la densa vegetación, vio una figura majestuosa: una bestia de gran tamaño y pelaje brillante que se movía con gracia y poder entre los árboles.

El corazón de Savage se aceleró ante la visión de la bestia, cuya presencia irradiaba una sensación de fuerza y libertad. Era un recordatorio de la belleza y la ferocidad de la naturaleza, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, la vida y la esperanza seguían latiendo en el corazón de X60.

Impulsado por una curiosidad irresistible, Savage se adentró en la selva, siguiendo a la bestia mientras esta se alejaba entre los árboles. Sabía que este encuentro era más que una coincidencia; era un mensaje de que, incluso en medio de la desesperación, la fuerza y la belleza del mundo que defendían aún estaban presentes, listas para ser protegidas y preservadas.

Mientras exploraba las profundidades de la selva, Savage se encontró con unas ruinas antiguas que se alzaban majestuosas ante él. Eran los restos de un castillo, cubiertos de enredaderas y musgo, pero aún imponentes en su grandeza olvidada. La belleza y el misterio de las ruinas lo cautivaron, haciéndolo preguntarse sobre la civilización que una vez las construyó y el tiempo que las había cubierto en sombras.

—No sabia que existía este lugar así en este planeta —declaró Savage.

De repente, un rugido estruendoso rompió la tranquilidad de las ruinas, haciendo eco entre las paredes de piedra. Savage se giró instintivamente hacia el sonido, y sus ojos se encontraron con los de un dragón rojo de tres metros de altura, con escamas brillantes y ojos centelleantes de ira.

—¡Un dragón! —exclamó Savage, preparándose para la batalla mientras el dragón se abalanzaba sobre él con garras y colmillos afilados.

La lucha fue feroz y despiadada, con Savage y el dragón intercambiando golpes y esquivando ataques mortales con fuerza y agilidad. Savage se defendía con destreza, buscando cada oportunidad para contraatacar y encontrar un punto débil en la armadura natural del dragón.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, el dragón parecía imparable, su ferocidad y resistencia parecían infinitas. Savage comenzaba a sentir la fatiga en sus músculos, sabiendo que necesitaba encontrar una manera de derrotar al dragón antes de que fuera demasiado tarde.

Justo cuando parecía que el dragón ganaría la batalla, una voz resonó en el aire, llena de autoridad y poder.

—¡Detente, criatura de luz! —ordenó el Maestro Albeo, apareciendo en la entrada de las ruinas con una presencia imponente.

El dragón se detuvo en seco al escuchar la voz del Maestro Albeo, su ira reemplazada por una expresión de temor y respeto. Con un rugido de frustración, el dragón retrocedió y se alejó de las ruinas, desapareciendo entre la vegetación circundante.

Savage se acercó al Maestro Albeo con asombro y curiosidad, todavía sintiendo la adrenalina de la batalla que acababa de librar contra la bestia.

—¿Qué era eso? —preguntó Savage, con los ojos aún fijos en el lugar donde el dragón había desaparecido.

—Era una bestia sagrada y poderosa que ha despertado de su largo sueño. Estas tierras alguna vez estuvieron llenas de criaturas como esa, pero con el paso del tiempo, se han vuelto más raras —explicó el Maestro Albeo, su voz resonando con conocimiento y experiencia.

—¿Por qué atacó? —preguntó Savage, aún intrigado por las acciones del dragón.

—Creo que ha perdido su camino. Las bestias sagradas son guardianes de la naturaleza y suelen ser pacíficas, pero a veces, circunstancias como la guerra y la destrucción pueden alterar su equilibrio. Es nuestro deber encontrar la manera de devolverla a su estado de paz y protegerla de cualquier daño —explicó el Maestro Albeo, con una mirada compasiva en sus ojos.

—Si son bestias sagradas, entonces, ¿ellos nos dan el poder del estilo bestia? —pregunto Savage.

—Así es. También so conocidas como Suprenimales. Son criaturas que poseen una conexión única con la naturaleza y los elementos primordiales del universo. Nosotros, como practicantes del Beast Style, obtenemos nuestro poder al conectarnos con ellos y canalizar su energía a través de nuestro estilo de lucha —explicó el Maestro Albeo, su voz resonando con reverencia por estas criaturas místicas.

Savage escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra con fascinación y respeto. Sabía que el poder del Beast Style era formidable, pero no había comprendido completamente la profundidad de su conexión con las criaturas sagradas.

—Es hora de que regreses a tu hogar, Savage. En los próximos días, te entrenaré en el arte del estilo bestia del dragón. Necesitamos que estés preparado para enfrentar a los alien gamma cuando regresen —dijo el Maestro Albeo, su voz llena de urgencia.

Savage asintió, entendiendo la importancia de su entrenamiento y la amenaza inminente que representaban los alien gamma.

—Entiendo, Maestro. Haré todo lo posible para estar preparado —respondió Savage, su determinación ardiendo más fuerte que nunca.

Con una sonrisa de aprobación, el Maestro Albeo se despidió de Savage, instándolo a regresar a su hogar y descansar antes de comenzar su entrenamiento. Savage se despidió y se alejó, con la mente llena de pensamientos sobre el desafío que tenía por delante y la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.

Mientras se alejaba, Savage se juró a sí mismo que haría todo lo posible para dominar el poder del dragón y convertirse en el defensor que su mundo necesitaba desesperadamente. En aquel momento de promesa y propósito, se preparó para el viaje que lo llevaría a convertirse en el héroe que X-60 necesitaba.

Al llegar a su hogar, Savage se preparó para los días de entrenamiento que se avecinaban, sabiendo que cada momento de preparación era crucial para la batalla que se avecinaba. Con el poder del estilo bestia del dragón a su disposición, estaba seguro de que podría enfrentar cualquier desafío que los alien gamma pudieran presentar.

Próximo Capitulo: (CAPITULO 4: "Confrontación")

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