Antes, era diferente. Antes, mi arco iris no se veía tan apagado.

A los doce años, vivía con mis padres en EUA (ahora, propiedad de Trump). Vivíamos solamente mi padre, Charles. Mi madre, Miranda. Y por último yo, aunque por poco y éramos cuatro.

Cuando nací, el doctor que los atendió (un Dr. sullivan, creo que así me dijeron que era), les notificó de último momento que había otro bebé adentro, y que si no seguía pujando podían perderlo. Así que, mi mamá, continuó en la labor de parto. Pero, creo que lo que sucedió después se explica por si sólo.

A veces me pregunto qué habría pasado si hubiera nacido solamente mi hermano y no yo. ¿Hubiera pasado por algo peor que yo? ¿Hubiera tenido una vida mejor que la mía? Algunas me parecen preguntas capciosas, otras me parecen muy intrigantes.

Mis padres deciden no pensar en lo que pudo haber sido mi hermano, ya que ni siquiera habían sabido de su existencia hasta el momento en el que yo apenas acababa de existir. Y con eso, voy a lo siguiente. Como fui y he sido la única en sus vidas, han dedicado toda su atención en mí.

Parece algo agradable, pero cuando piensas en el hecho de que pudieron haber tenido otro que probablemente no los tendría gastando mucho dinero en quimioterapias, tratamientos y todo eso, te cuesta trabajo pensar que lo que hacen es agradable para ti.

No sé si los demás que pasan por lo que yo piensen lo mismo, y tal vez sí estoy exagerando las cosas, pero hay algo de verdad en lo que digo.

Me gusta pensar que, a pesar del trágico tiempo que he pasado con mi familia, toda mi vida hasta este punto fue primero como una nube blanca: tranquila, calmada y que parecía que no iba a cambiar jamás, y de la que luego terminó como una tormenta gris e incesante y, que finalmente volvería a ser una nube, pero no una blanca ni una de tormenta, sino una que parecía ser discreta pero a la vez impredecible ante los ojos de los demás.