Hay momentos en los que quisiéramos estar en cualquier otro lugar del mundo excepto el nuestro; ocasiones que por tal de escapar nuestro latir se detiene ante la impotencia de no saber dónde refugiarnos. Corre, dicen corre como si nuestras piernas fuesen más fuertes que la pesadilla que nos persigue. La soledad es grande, aplastante y poderosa aquí en mi cabeza. La cama es fría cuando solo está mi cuerpo arropándola. La almohada entre mis brazos como si ella fuese a devolver el abrazo que tanto necesito.

No hay mayor ausencia que la de alguien que nunca estuvo.

Siempre se dispara, el escalofrío recorre mi espalda como garras abriéndome la piel. Y soy libre, tan libre que soy presa.

Presa del tiempo y la distancia.

Las caminadoras son mi único suplente, algo para no volverme loca. Pero es tan triste, mover los pies sobre esa superficie por no poder recorrer la dirección que quiero.

Entonces atravieso un túnel y ella está del otro lado. La sonrisa que nunca ha estado al alcance de mi mano me llama como el corazón delator. El túnel es oscuro y largo, tan largo que no sé cuántas semanas, meses o años me tomará alcanzar la luz del otro lado.

A través del túnel es tan frío, sola me calaría los huesos... Pero no estoy sola.

Alrededor de mi cintura hay una manos que me sostienen, susurros alentadores que me impulsan a dar un paso más. La sonrisa que no logro tocar se mantiene parpadeando en mi corazón, en el diminuto espacio vivo en él... Y late.

Y cuando late es un paso más.

Tan débiles mis piernas y tan fuerte mi deseo de controlarlas.

Sonrío.

El camino no es de espinas sino alarmantemente vacío. No hay compañía en el lugar a donde nadie ha llegado.

Ahora camino cuando antes estaba postrada en la cama a la espera de la llegada de un alguien que siempre ha resultado ser nadie, un humo que llega con la ilusión de la esperanza. Pero ahora de pie quiero recorrer el túnel.

No es tan lejos, su ausencia no existe. Dedos entrelazados que con suerte es un destello del futuro.

Tan lejos pero tan cerca.

Mi caricia sobre sus labios es tan débil como la magia de un sueño; pobre de mí que en su momento subestimé esa magia. Ahora camino entre flores guiada por las estrellas que forman este sueño.

Pero no importa porque la realidad supera a la ficción.

Busco mi realidad, ella está del otro lado de este túnel. Acercándose a mi par.

Se siente la soledad hasta que regresa la esperanza de intercambiar un abrazo. Entonces la soledad se opaca y las sonrisas son sinceras en lugar del difuso esbozo del humo, el pequeño elefante se queda sobre la cama y, por primera vez, se ve feliz. Así que cierro la puerta y me camino con los ojos cerrados guiada por el rastro de sus palabras de amor.

Se desvanecen esas pesadillas y ahora corro con ganas, no ganas de huir, ganas de descansar. Con la cabeza sobre su regazo y el fondo de su voz acariciando mi audición.

Tan lejos, tan lejos, pero tan cerca
Como una estrella en el cosmos
No puedo tocar la belleza que veo

Pero ya dejaré de sentarme a esperar, haré lo que pueda para recorrer la relativa distancia que nos vuelve una en alma y dos en cuerpo.

No me esperes... Corre conmigo.

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Nota de autor:

Estoy en la playita a pleno mediodía, bajo una sombrilla de hojas secas disfrutando de la absoluta soledad (por la situación de la enfermedad)

Me siento tan libre y sola como lo que acabo de escribir, este arte de canción de Alec Benjamín me ha hecho llorar... Pero ahora sonrío ^^ Sonrío por la esperanza de sentir esta libertad en su compañía.

Los amo a todos, me despido <3