Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. ¡No nos parecemos! (Layla)

8. ¡No nos parecemos! (Layla)

No podía dormir. Va en serio; cada vez que mis párpados se unían, mis ojos se volvían a abrir como si se hubiera activado un resorte.

A ver, no es que sea experta en patrones del sueño, pero hasta yo soy capaz de deducir que, tras cuarenta y ocho horas (aproximadas, ni que fuera Wes) de descanso, no iba a poder pegar ojo.

En fin, que se le iba a hacer; quedarse en la cama no iba a cambiar nada, así que me levanté.

Con cuidado de no despertar a nadie más, posé mis pies sobre el suelo de madera. Los tablones crujieron, lo que me puso alerta; por suerte, la parejita no pareció escucharlo, puesto que continuaron igual de amodorrados. Soltando un suspiro, abandoné el cuarto.

Ya en el pasillo, pude apreciar una luz proveniente de la cocina. Me extrañó, ya que era de noche (según de reloj de la pared, las dos y media de la madrugada, pero a saber si estaba averiado o de acuerdo con la hora). La curiosidad me pudo, por lo que en pocos segundos ya tenía el ojo pegado al hueco de la puerta. Gran error.

Por prevención, mejor no describo lo que vi; podría haber menores leyendo y, lo siento, pero no quiero denuncias a mi nombre. Vale, tampoco es que yo sea una santa ni fuera la primera vez que presenciaba una escena de esa índole (hasta había estado en el otro lado en alguna ocasión, allá cuando mi vida era normal); sin embargo, me gustaría proteger las pocas mentes puras que quedan por el mundo. ¿Me entendéis o tengo que deletrearlo?

Retrocedí con lentitud, intentando alejarme. No obstante, en mi mente seguía grabado el sonido de los gemidos, que continuaban unos metros más allá. Desde luego, si antes sufría de insomnio, ahora estaba segura de que no podría ni parpadear.

Mi mente persistía activa cuando el pasillo se iluminó. Se escuchó un cuerpo colisionando contra las paredes en repetidas ocasiones, el quejido de una puerta y, después, el silencio.

Visualicé lo que acababa de ocurrir. Era obvio que Dalia no se marcharía de su propia morada, por lo que el jaleo debió de ser ocasionado por el hombre que estaba con ella en la situación anterior. Él, supongo que borracho, drogado o ambas cosas, habría quedado satisfecho, así que se vistió y se fue al lugar del que salió, arrasando con las paredes de paso.

Sí, una estampa encantadora, sin lugar a dudas.

Aquella calma repentina me ponía los nervios de punta; demasiada tranquilidad. Como respuesta a esos pensamientos, mi estómago se dedicó romper la quietud.

Estaba visto que tendría que renunciar a dormir aquella noche (tampoco es que fuera el sacrificio del siglo), así que volví a incorporarme; esta vez, con la meta fija en la nevera.

El aire frío del frigorífico fue bienvenido; no me había dado cuenta de que se me habían subido los colores hasta que sentí el contraste entre mi piel y su frescor.

Ya estaba un tanto familiarizada con la comida encadenada, al contrario que cuando llegué, por lo que no me costó elegir un yogur de fresa (sé de sobra que no se llama así; creo que se llamaba marrubi algo, pero los nombres seguían sin encajar en mi puzle mental); de lo que había, era lo más apetitoso. Aun así, casi eché a perder tan sabroso postre cuando me giré y me encontré con Dalia taladrándome con la mirada.

No me esperaba que estuviera allí, de veras; pensaba que se había ido a dormir después de su "actividad". Pero no, para mi mala suerte, estaba allí, observando cada uno de mis movimientos. Maldita sea.

—¿Te vas a quedar ahí parada? —no sé cuánto tiempo estuve sin reaccionar, pero fue suficiente como para que ella tomara el martillo que rompiera el hielo (de la peor manera, he de añadir)—. No sé que vio mi hijo en alguien que no sabe ni cerrar la puerta de la nevera.

—¿Perdona? —interrogué, esperando haber oído mal. ¿En serio estaba cuestionándome como pareja de Seth? ¿Ahora? ¡Ni qué tuviera derecho a opinar sobre una vida de la que se desentendió hace tanto!

Sin embargo, pese a la inverosimilitud de la situación, continuó en sus trece.

—Digo que no le convenías a Sergio, ¿te enteras? Él seguiría vivo si no te hubiese seguido como un ciego enamorado.

Aquello fue una puñalada trapera, un golpe bajo. ¿Culparme de su muerte? Como si mi conciencia no se encargara de ello todos y cada uno de los días de mi existencia.

Contuve las lágrimas. No era el momento, no era la persona que se merecía verme en un estado de debilidad.

—Mira, te equivocas en tantas cosas que no sé ni por dónde empezar —repliqué, usando el mismo tono ácido que ella usó conmigo—. ¡Ya sé! Quizá por el hecho de que nunca usaba ese nombre, porque lo odiaba. ¿Sabes por qué? Pues porque le recordaba a ti y, por si no te ha quedado claro, te odiaba. Es más, la única que le llamaba así era su hermana para hacerlo rabiar. ¿Sabías que el hombre con el que te acostaste para que Seth naciera tenía familia? Pues sí, tenía mujer e hija esperándolo en casa. Además, aunque yo no hubiese aparecido, él hubiera acompañado a su hermana en la misma misión en la que murió ya que, al contrario que a ti, la quería y la consideraba parte importante de su vida. ¡Así que no me vengas con acusaciones! ¡No conocías a tu propio hijo, no sabías que era lo mejor para él! ¡¿Te enteras tú, o tengo que repetírselo a esas neuronas ahogadas?!

Vale, lo admito, me desahogué de lo lindo gritándole, pero ¿me vais a decir que no lo tenía merecido? Cuentos a otra parte, por favor.

Una persona normal, alguien con un mínimo de coherencia, se ofendería o entristecería por lo dicho, ¿no? Pues bueno, su reacción demostró que a Dalia le faltaba un hervor; sonrió.

—Te pareces a mí —afirmó, como si fuera algo obvio—, eso fue lo que Sergio vio en ti. Él no se daba cuenta, tú no te dabas cuenta, nadie se daba cuenta... pero así fue: mi hijo buscaba reemplazarme y, mira por donde, te encontró. Eres como una versión más joven de su madre, solo que un poco más maquillada.

—¡Vuelves a errar! —volvió a detonar mi bomba interior, con más fuerza que antes—. ¡No nos parecemos! ¡Yo no soy como tú!

—Sigue insistiendo, pero seguirá sin ser verdad. ¿O crees que a tu edad no iba a fiestas, vestía vestidos por encima de las rodillas y bebía alcohol? Mírate, lo llevas escrito en la cara; vas por mi mismo camino, acabarás como yo...

—¡Cállate de una maldita vez! —rugí, ya fuera de mí al completo—. ¡No soy tú, ni sigo tu senda! ¡Todo lo que has mencionado solo es una pequeña parte de lo que soy! ¡Si fuera como tú en mi totalidad, Seth ni se hubiera acercado! ¡Te odiaba, y con razón! ¡Disfrutas con jugar con la mente de las personas, hacerlas dudar o enojar! ¡Si yo hubiera sido él, habría escapado nada más aprender a caminar! ¡Estoy harta de ti, y eso que no llevo ni un día consciente!

Estaba soltando todos los sentimientos negativos acumulados desde que tenía memoria; cada pequeño recuerdo, cada diminuta vivencia amarga, concentrada en esas palabras. Mientras, ella seguía sonriendo. ¡Seguía con esa maldita sonrisa de suficiencia plasmada en la cara, riéndose de mi arranque de ira!

Me había dolido, mucho. Y lo peor es que había dado en el clavo; me había leído como a un libro, había encontrado argumentos reales para respaldar su hipótesis falsa. Porque era falsa, ¿verdad? A esas alturas, ni yo lo sabía con certeza.

Afuera clareaba. El día estaba comenzando; aquella horrible noche había terminado, aunque dejaría secuelas. La parejita ingresaba en la cocina, en busca del desayuno.

No les di ni un segundo para preguntar por el alboroto. Le eché una última mirada de odio a mi supuesta suegra y nos transporté al borde de la Falla en un pestañeo.

—¿Y eso? —preguntó Shauna nada más su cerebro asumió el brusco cambio de ubicación.

—No podía estar en esa casa ni un minuto más —expliqué—. Además, hemos perdido demasiado tiempo por mi culpa.

No les fue difícil notar que no quería hablar del tema. Es que, vamos, se veía a la legua que no era el momento de un tercer grado.

—Entonces, ¿qué? ¿Saltamos? —propuso Wes.

Como respuesta, agarré su mano, quien a su vez asió la de Shauna. Noté que aún llevaba el yogur en la otra mano, así que lo tiré lejos; a pesar de lo que dijera mi estómago, no necesitaba nada de esa malnacida que se autodenominaba madre, ni su comida.

Después, nos miramos a los ojos, contamos una cuenta atrás silenciosa y saltamos al vacío. Solo espero que el suelo esté blando.

¡Hola! Traigo el capítulo nuevo de esta semana. Siento los traumas.

Esta iba a ser una conversación civilizada, pero me enfadé con Dalia en el momento en el que abrió la boca. Que decir, quedó mejor que lo que había en el esquema/borrador.

¡Pronto pisaremos Raíces Eternas! ¿Alguien tan emocionado como yo? Siete de ocho capítulos narrados en tierras encadenadas, mientras que en LCI tardamos siete capítulos en salir de la Tierra... ¡Cualquiera diría que tengo algo con los siete capítulos! 

Ok, bromas aparte, quizá a cierto tipo de persona no le guste lo que voy a insinuar en el siguiente capítulo, así que pido por favor que se abstenga de cualquier comentario hiriente. ¿Que qué voy a insinuar? Es secreto de estado (te estoy dando ideas para preguntas, Meli).

¡Nos leemos en los comentarios!

Mireia

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro