28. Castillo de naipes (Shauna)
28. Castillo de naipes (Shauna)
¿En serio acaba de contaros Wes que entendía "el motivo de mi consternación"? ¡Ni de lejos! Había demasiado bullendo bajo la superficie de mi piel como para comprenderlo a simple vista. ¡Ni que fuera adivino! Él no lo sabía, en absoluto.
No podía ni moverme. Y no, no era que aquel chico me hubiera lanzado un hechizo paralizante. ¿Para qué? Su sola presencia había bastado para descolocarme y no iba a gastar fuerzas en vano, no era su estilo.
Tuve que reunir mucha fuerza de voluntad para despegar los labios de nuevo.
—Wes —susurré—, ¿tienes suficiente energía ya? Es hora de tu redención.
No podía escapar, no de nuevo; tenía demasiadas preguntas para formular.
La atmósfera se volvió espesa, como si al aire le costara circular. Sonreí; lo había entendido. Solo esperaba que lo mantuviese, no como la otra vez (¿se nota el enfado? ¡Casi morimos por su despiste!).
Haciendo acopio de valor, salí de mi ensimismamiento y corrí escaleras arriba. Nuestra magia volvía a encontrarse en niveles normales (nota para la próxima: pedir la receta de aquellas galletas, no quiero tener que pasar por el período de recuperación si puedo evitarlo), así que le lancé un hechizo burbuil cuando tuve trayectoria limpia; lo había cazado.
—Vale, ya puedes desactivarlo —pedí. El reloj continuó con su tic tac como si nada hubiera ocurrido. Bueno, casi nada.
—¿Va a explicarnos el motivo de esta puesta en escena? —preguntó Pietro, pero yo no escuchaba; mi vista estaba fija en unos ojos almendrados.
El chico en cuestión esbozó una sonrisa ladeada, riéndose de la situación para sus adentros.
—Esto ya es otra cosa, Shauware; buena captura —afirmó, adoptando un tono burlón. Después, haciendo una señal a mi atuendo, añadió—. Sin embargo, lo del rollo princesa no te pega.
—¿Qué rayos haces aquí, Alex? —no me dejé amilanar; era la hora del interrogatorio y nada me iba a apartar de mi objetivo principal. Empujé la burbuja entre los árboles para mayor privacidad e invoqué un Optivi4 para la vigilancia; no quería arriesgarme a ser capturada de nuevo.
Mientras tanto, a mis espaldas, Wes y Pietro trataban de encontrar la razón por la que el nombre mencionado se les hacía conocido. Debo felicitarles por su labor detectivesca; para habérselo mencionado solo una vez a cada uno, habían resuelto el rompecabezas en tiempo record.
—¡¿El del hospital?! —gritaron ambos a la vez. Traté de que bajaran el volumen (por lo de "territorio enemigo" y demás), pero ni caso—. ¡¿El que estaba en coma?!
—Conque les has hablado de mí... —se llevó la mano a la barbilla, en un gesto tan exagerado como mecánico—. Interesante. ¿Podemos presentarnos formalmente? Hola, yo soy Alexander Blake, ¿y vosotros?
No les permití hablar; me aseguré de que no contestaran con un gesto y una mirada.
—Wesley Runes y Pietro Tocci, se nota cuál es cuál. ¿Podrías concentrarte en responder mi pregunta? Hay una larga lista y no saldrás de ahí hasta que todas las incógnitas tengan sentido. ¿Cómo es que estás vivo? —repetí, marcando cada palabra.
—Así que tú eres el que no debe morir... está bien saberlo —murmuró, con la mirada fija en Wes. Fruncí el ceño y crucé los brazos, haciéndole ver que estaba perdiendo la paciencia y que patearía su globo muy lejos como siguiera enrollándose cuál persiana. Para fortuna de su integridad física, captó la indirecta—. Vale, vale; sin distracciones, lo pillo. ¿Prefieres la versión corta o la larga?
—Corta —contesté al instante—; estoy empezando a aburrirme.
—Técnicamente, nunca estuve muerto —comenzó, por fin, su narración—; mi cerebro seguía en funcionamiento, pero las conexiones estaban destrozadas. ¿Adivina quienes las arreglaron y ahora controlan mi magia y parte de mis actos? —mis ojos se agrandaron cuando comprendí que hablaba de los sombríos. Admito que eso fue lo último que entendí de su discurso—. Exacto, Shauware; chica lista. Me usaron para meter en un portal rojo a... mira, no recuerdo el nombre; se referían a ella como "la niña de las cuatro fases". Vaya, que bien sienta soltarlo. Era una cría, ni idea del porqué de ese interés en ella. Luego me dejaron un poco a mi bola, así que decidí seguirte para contarte esto; te conozco, sé que las teorías conspiratorias son tu fuerte. El caso es que se dieron cuenta, así que su decisión fue hacer que me derritiera en un charco cada vez que estuviera a punto de hablar contigo —paró un segundo para añadir—. Gracias por la burbuja, por cierto, parece que bloquea las señales. Ahora, ¿podrías hacer el favor de matarme?
Diez segundos. Todo aquello apenas había durado diez segundos de reloj. Negar que mi cabeza zumbara sería mentir a lo grande; mi cráneo lo habitaban avispas furiosas.
Me giré hacia mis compañeros, rogando por que alguno hubiera captado aunque sea el significado general de aquello.
—¿Alguien entiende "farfullense"? —inquirí—. No te ofendas, Alex, pero es que no he comprendido ni media palabra después de lo del control.
—Es lo que tiene estar en silencio más de media década —murmuró, molesto consigo mismo, mientras yo esperaba respuestas.
Wes, aunque suene inverosímil, parecía haber descifrado lo restante. ¿Cómo? Según él, la amiga de Layla, Maia, hablaba así y tuvo que aprender su lenguaje para que no difundieran rumores falsos sobre él o algún compañero. No obstante, eso no importa en este instante; esa información parecía haberlo enfurecido.
—¿Fuiste tú? —interrogó a voz de grito, provocando varios botes de sorpresa—. ¿Fuiste tú el que se llevó a Jazz?
—¿Así se llamaba la niña? —Alex se encogió de hombros—. No lo sabía. ¿De qué la conoces?
—¡Es mi prima, desgraciado! ¡Por tu culpa está en manos de ellos! —su respiración se encontraba agitada; sus puños, apretados. Nunca lo había visto tan enojado.
Alexander parpadeó, impresionado; seguía haciendo lo mismo que de niño... ¡Céntrate, Shauna! ¡Estamos hablando de una confesión de rapto! Lo dicho; el zumbido continúa, mezclando mis pensamientos para sumirme en una nube de aturdimiento.
—¿También de vuestra familia? Tío, ¿es que acaso tener vuestra sangre es requisito para no mataros? Todos los que quedáis vivos de los Grace-Runes estáis en la lista de intocables —repuso, para luego añadir—. Además, ¿se te ha olvidado la parte de que no controlo mis actos y quiero morir?
Quería creer que lo último era una broma de mal gusto, pero no; me miró a los ojos con seriedad y negó vocalizó una disculpa muda.
No os imagináis cuánto me dolió aquello. Llevaba desde los diez cargando con la pesada losa de haber matado a mi mejor amigo, mi flechazo de la época, justo encima de la de mi madre. Ahora el mismo nombre de aquella lápida me pedía que le quitara la vida de forma definitiva. ¿Cómo se encaja eso? ¿Cómo? Lo peor: ya me había hecho ilusiones, había creado un castillo de naipes que el viento de sus palabras se habían encargado de derrumbar.
—Shauna... —era la primera vez que lo escuchaba pronunciar mi nombre; temía que fuera la última.
—¿Y por qué no te has suicidado solito, eh? —las lágrimas sabían amargas, justo como mi estado de ánimo—. ¿Por qué no dejaste una nota anónima con la información y te tiraste de un precipicio? ¿Qué necesidad de reaparecer en mi vida y traerme dolorosas memorias?
Él se limitó a negar con la cabeza.
—Te acabo de decir que soy una mera marioneta —repitió—; las cartas acababan tachadas y no me permitían dar el último paso al vacío. ¿Te crees que soy un insensible? Era la única manera, solo tú podrías capturarme y liberarme; sin embargo, la burbuja se romperá en algún punto y os atacaré. O huiré, no tengo claros sus planes conmigo. El caso es que necesito algo permanente, dejar de ser una amenaza. Esto no es natural, ni seguro para el resto; debe acabar. Es lo que quiero, Shauna, en serio.
Wes me agarró de la mano, a modo de apoyo moral; él confiaba en que mi decisión sería la correcta. Cuánta fe, ¡ni que fuera una autoridad suprema! La vida no entra en mis competencias.
Deshice la burbuja. ¿Fui egoísta? Quizá, no lo sé; después de todo, los aztis y los humanos compartimos muchos aspectos, era de esperar que los defectos entrasen en el pack.
—¡Arroka! —no había terminado de caer cuando ese hechizo le alcanzó. Una estalagmita surgida de la nada acabó con su vida, justo delante de mis ojos.
Miré a Pietro, conmocionada. ¿En serio acababa de asesinarlo a sangre fría? No cabía en mi cabeza que el educado chico que me escribía estuviera impasible ante un cadáver que seguiría vivo de no ser por su intervención.
—¿Qué rayos has hecho? —sollocé. La sangre me empezaba a hervir. Hice intentos de librarme del agarré, pero Wes se esforzó en contenerme; tampoco me quedaban ganas de luchar. Se había vuelto a ir.
—Su dios decidió que su hora había llegado, pero otros no lo permitieron. Iba contra natura. Era peligroso. Él mismo se consideraba digno de la muerte. Que usted lo conociera no es motivo suficiente para perdonarle la vida —no era capaz de ver sentimiento alguno en su mirada. Les juro que, si Wes no me hubiera estado aferrando el brazo, lo estrangulaba—. Mire por donde lo mire, he hecho lo correcto.
Y partió, dejándome con las palabras (para que engañaros, los insultos) en la boca. Wes me abrazó, en una tentativa de consolarme. Le insistí en que me dejara en paz; sin embargo, su obstinación no le permitió apartarse. Siendo sincera, fue mejor; a solas me hubiese partido en pedazos, tal y como aquellas cartas del castillo.
No vi que Alex llevaba un collar en el bolsillo hasta que me lo comentaron tiempo después. No leí el mensajito de "el desequilibrio de los neutros es arriesgado para el universo". No. Solo me quedé allí, a las afueras de las mazmorras, llorando por la muerte de un ser querido mientras uno de los pocos vivos que se merecía ese título evitaba que cayera en el vacio de mi propia existencia.
¡Hola, aztierdis! Primero, pensaba que era más obvio quién era, pero nadie mencionó a Alex; es agradable saber que no soy taaan predecible (últimamente me parece que sabéis lo que voy a decir antes de que lo diga, y es frustrante).
Segundo, ¿alguien más se quedó en plan "qué acaba de pasar" con lo de Pietro? Sigo sin saber que ha sucedido ahí con exactitud.
Tercero... juro que tenía más que decir, pero se me ha olvidado. ¡Nos leemos en los comentarios!
Mireia
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