21. El plan está en marcha (Aura)
21. El plan está en marcha (Aura)
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al escucharlo marcharse. Y no, no era una sonrisa de felicidad; era un gesto de orgullo. ¿Quién engañaba a quién ahora, Itzal?
Bueno, quizá tenga que explicar que acaba de pasar, que aquí hay más confusión que otra cosa.
—¿Has entendido de qué va el plan? —pregunté a Nath. Se notaba a la legua que no le agradaba para nada lo que acababa de proponer, pero no estaba en su mano cambiarlo—. Lo voy a llevar a cabo aunque te niegues; lo sabes, ¿no?
—¿En serio? —dudó, alzando una ceja. No sabía que pudiera hacer eso; es un gesto complicado de realizar—. ¿Y cómo vas a herirte hasta ese punto de gravedad que necesitas sin mí?
Le lancé una mirada de superioridad ante esa pregunta; por lo visto, estaba subestimando mi capacidad de autolesionarme (no es que lo hiciera a menudo, aclaro; sin embargo, saqué sobresaliente en "Víctima sin agresor" en mi época de estudiante).
Sin dirigirle más palabras, estampé mi cara contra la pétrea pared. La sangre manaba a borbotones; el impacto había roto mi nariz. Os juro por todo lo infinito que jamás había sentido tanto dolor en la zona nasal.
—¡¿Qué diablos haces?! —gritó Nathan, tardando lo suyo en reaccionar a lo ocurrido.
—Contigo o sin ti; es tu decisión, pero el resultado va a ser el mismo —le desafié. Él gruñó, en un signo de resignación.
—Esta va a ser la única forma de asegurarse de que no te pases con la golpiza, ¿me equivoco? —Le di la razón con un gesto—. Vale, intenta defenderte al menos; que sirva como entrenamiento.
La verdad es que sí, fue como un entrenamiento a escala titánica; quedé echa puré.
Cuando Nath lo consideró suficiente (aunque yo creo que podría haberse esmerado mucho más con los puñetazos), cogí un frasco de color rojizo del bolsillo de mi chaleco. Buen detalle lo de la poción de amor, Entrenador; Gabriel nunca se esperará que usen su propia arma contra él.
Después, solo faltó esperar a que los guardias vinieran a "salvarme la vida" (ya veis, muertos no valemos nada para ellos; que... considerados). El resto, como se dice por ahí, es historia.
Mi nariz ya había dejado de gotear hacía mucho; el rastro de sangre seca se extendía hasta mi barbilla. Aún así, aquello era una victoria. Así lo percibió Nathan cuando atravesó la puerta metálica al menos.
—Al final ha venido, ¿no? —interrogó.
—Sí; ese hechizo de pesadillas ha funcionado a las mil maravillas —recuerdo cuando hablé con el Entrenador de mi idea, que él mismo se ofreció a poner la pastilla amesgaizto en la bebida de Itzal la noche señalada; había sido una muy buena jugada por nuestra.
—Y bien, ¿ha colado? —preguntó para comprobar las sospechas, bastante fundamentadas, de lo que había ocurrido.
—¿Tú qué crees? —contesté, usando otra interrogante. Eso me hacía rabiar si iba dirigido a mí, pero he de admitir que usarlas tiene su gracia—. El maitasun usain ese sí que tiene un efecto fuerte.
—Ya, la verdad es que sí; yo hasta tuve el impulso de besarte cuando te lo echaste antes... —admitió por lo bajo.
—¿Qué? —no me podía creer lo que acababa de decir; mis mejillas se encendieron bajo la costra rojiza.
—¿Qué? —desvió la mirada, como si hubiera confesado un secreto oculto y quisiera hacer como si no hubiese ocurrido. Poco faltó para que se pusiera a silbar.
Nuestras miradas se encontraron y, sin poder evitarlo, rompimos a reír. ¿Qué? La situación estaba resultando demasiado seria para un asunto tan irrelevante como un instinto romántico que no se realizó; más, teniendo en cuenta que había sido ideado bajo los efectos de una poción de amor. Hasta yo había tenido ocurrencias de esa índole estando hechizada de esa manera; es cosa de la magia, así de simple.
—Bueno... ¿y qué has descubierto? —inquirió, adoptando una pose curiosa.
—No mucho —le quité importancia con un movimiento de muñeca—, tan solo que estamos en el piso subterráneo número once y que la señal wifi está bloqueada.
—Eso te lo podríamos haber dicho tu "contacto" y yo —todavía no le había revelado el nombre del topo, ni intenciones tenía; total, al no conocerle, se quedaría igual al recibir esa información. Igual, si tuviera mis fotografías familiares, le señalaría quien era y ya, pero un nombre a secas sería más peligroso para el Entrenador que beneficioso para Nathan. ¿Ulertu?
—Lo sé —suspiré ante lo obvio—. No hubiese sido muy inteligente bombardearlo a preguntas, ¿no te parece? Incluso a través del olor de la poción, el hedor a trola se filtraría por su nariz, creándole sospechas. Es mejor ir paso a paso, tratando de recobrar esa relación de confianza que creía tener con él.
—Cierto, perdón por ser tan lento —se disculpó.
—Nah, por lo menos lo has entendido al final —reí; la verdad es que era una chorrada pedir perdón por algo así de tonto.
El sonido de un ladrillo cayendo señaló que Jazz quería comunicarse conmigo. Supongo que, teniendo en cuenta el horario, el dolor la habría desvelado. Me sentía muy impotente al no poder hacer nada más que poner parches temporales; no obstante, menos es nada, ¿no?
De hecho, la mano de Jazmín Runes sobresalía de la abertura. La calcomanía avanzaba su borrado a una velocidad de vértigo. Su piel, antes lisa y con pequitas, como le correspondía a alguien de su edad, estaba repleta de grietas en forma de telaraña.
—La fase de resquebrajamiento... —murmuré. Por fortuna, Jazz no escuchó lo que dije; los gritos de su sistema nervioso eran demasiado agudos como para concentrarse en los sonidos del exterior. Era consciente de lo mal que "fase de resquebrajamiento" sonaba, y preocuparse de más solo aceleraría el proceso que intentábamos ralentizar; era mejor para ella creer que no era para tanto.
Sin demorarme un segundo más, volví visible mi chaleco y metí la mano en el bolsillo. Tardé cero coma en encontrar un repuesto. No obstante, eso no duraría siempre; daba auténtico pavor pensar en qué ocurriría cuando las reservas se terminaran.
No; no debía pensar en aquello en ese instante. Coloqué el tatuaje temporal encima de los restos del otro, con propósito de rescatar algún resto del antiguo sello y que el presente durara más. A carencia de agua, tuve que fijarlo a escupitajos (tan asqueroso como suena).
Levanté el papel sobrante, cruzando los dedos de los pies, al estar las manos ocupadas en el proceso. Solté un suspiro de alivio al comprobar que la imagen se había fijado bien en la mano derecha de Jazmín.
—¡Tachan! —proclamé con una sonrisa. La niña se rió.
—Que hagas eso cada vez que me pones uno no significa que me sorprenda; te he visto hacer cosas más impresionantes, Aura.
Si supiera... No lo hacía por eso, sino por animarla, por que dejase de pensar en que está en una celda sufriendo de una "enfermedad". Era lo único que podía hacer, al menos desde mi posición.
Ella era una de las razones por las que quería que el plan saliera bien. Si tuviera que elegir, haría que Jazz se salvase. Ella tenía toda la vida por delante y era la que corría riesgo de muerte de los tres; a nosotros, para bien o para mal, nos necesitaban con vida.
Aún así, espero no tener que elegir. Cuento con que mi plan salga bien, que sea Gabe el que caiga esta vez.
Todo está en marcha.
Ok, ahora ya sí. ¿Más calmados? Eso espero.
¿Preguntas? ¿Teorías? ¿Cualquier cosa que queráis comentar? ¡Os leo allí, en la cajita de comentarios!
Mireia
2/2
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