10. Choque entre mundos (Wes)
10. Choque entre mundos (Wes)
Fue una caída libre de diecinueve segundos y siete centésimas. Admito que grité (como para no hacerlo; que se oyera entre los alaridos circundantes es otra cosa). Me recordó a cuando llegamos a La Cadena Infinita; para nuestra mala suerte, no teníamos ningún fénix de tinta que nos salvara esta vez.
En el segundo 19,07 la gravedad se invirtió. No, en serio. Ya sé lo extraño que suena, pero eso no impidió que ocurriera. Sentí como el mundo se daba la vuelta y que empezaba a caer hacia arriba.
—¡Agárrate! —escuché la advertencia de Shauna por encima del pitido de mis oídos. Alargué ambas manos y me atrapó.
Mis alrededores tardaron un par de segundos más en dejar de emborronarse. Cuando lo hicieron, deseé que hubieran seguido siendo un manchurrón.
Ante mí tenía una pared rocosa de color oro mate, plagada de salientes. Encima, un cielo amarillento y debajo, nada; un vacío infinito (o, mejor dicho, eterno; después de todo, aquello era Raíces Eternas, ¿no?) por el que habría seguido cayendo de no ser por Shauna. Di gracias a no tener vértigo.
—¡Sujétate a la pared de una maldita vez, que pesas! —me instó ella, haciendo notorio su esfuerzo por impedir mi caída.
Sin decir nada, me apresuré a colocar las manos en los salientes. Ambos estábamos rojos; ella por el cansancio y yo por vergüenza.
No obstante, faltaba algo; más específicamente, alguien. Apenas tardé tres milésimas de segundo en darme cuenta de lo que era.
—¿Y Layla? —inquirí al percatarme de lo obvio; Shauna no podía habernos sujetado a los dos.
Ella miró a ambos lados, dando a entender que tampoco conocía su paradero.
Me alarmé. ¿Dónde estaría? ¿Precipitándose por aquella interminable caída? ¿Atrapada en algún lugar entre dimensiones? No podía dejar de sentirme culpable; después de todo, era mi hermana pequeña la que había desaparecido.
Por fortuna para mi ritmo cardíaco, una respuesta se hizo oír por encima de la voz acusadora de mi cerebro.
—¡Aquí arriba, par de cegatos! —llamó Layla mientras desenganchaba su bolso de una raíz sobresaliente. Fue fácil deducir como se había salvado de la caída.
Solté un suspiro de alivio; me habría dado algo si ella también hubiese desaparecido en combate.
Empezamos a trepar. Aunque mi gemela mencionó algo más, no conseguí prestarle atención a su voz; mi prioridad, como debería serlo la suya, era llegar arriba y no caerse al vacío en el intento. Tras un período de tiempo indefinido (más que nada, porque no quise definirlo), la dejé de oír.
Y así estuvimos todos, en silencio, concentrados en la pared, durante veintisiete largos minutos.
Cuando llegamos a la cima, estábamos al límite del desmayo; sudábamos a mares y luchábamos por que el oxígeno llegara a nuestros bronquios. Nuestras manos, sobre todo las de Shauna, poseían llagas bastante feas. El alpinismo no es lo nuestro, por lo que se ve.
—Os lo dije —habló Layla, sorprendiéndome; no tenía dificultades para respirar, ni mucho menos sudaba. Es más, estaba chequeando su teléfono móvil como si solo hubiera paseado un par de metros. Para lo vaga que era Layla, era una estampa extraña.
—¿Cómo... es... que... estás... tan... descansada...? —vocalizó Shauna con mucho trabajo.
Mi hermana se limitó a mirar hacia arriba.
—Os pasa por ignorarme. Si me hubieseis hecho caso, os habría transportado conmigo hasta arriba. Pero, no; como si yo no existiera, habéis seguido trepando como dos monitos. ¡Hasta me ha dado tiempo de conseguirme un mapa mientras esperaba! —nos mostró un mapa de diseño similar al de La Cadena Infinita; aunque nunca he estudiado cartografía, pude apreciar que el tamaño de la dimensión era menor que el de la anterior—. La próxima vez, acordaos de que Espazio manipula el espacio; os ahorraréis tonterías como ésta.
A pesar de su molestia, nos hizo el favor de dejarnos descansar. La suerte de ser aztis (o aztierdi en mi caso) es que la recuperación de energía es veloz, así que en cuarenta y tres minutos ya volvíamos a estar de pie y listos para continuar.
Saltó a la vista que Layla no había perdido el tiempo; ya había decidido el siguiente destino y calculado la distancia que tendríamos que recorrer.
—Estaremos en Sustrai, la capital, en unos dos días, si continuo haciendo saltos como el que hice en Erbestera. Si allí no está, empezaremos a buscar en los pueblos de los alrededores —expuso. No había nada que cuestionar, era un plan válido como cualquier otro, así que nos pusimos en marcha.
El viaje fue distinto a los anteriores. Y no lo digo solo por la velocidad (los poderes de Layla aceleraban nuestra marcha); se notaban las diferencias entre una dimensión y otra.
Los bosques eran mucho más abundantes aquí (varias veces habíamos acabado en la copa de un árbol por errores de cálculo). Su vegetación, incluso los pinos, era la viva imagen de un otoño perpetuo; nada que ver con la flora azulada que habíamos visto hasta el momento.
Además, el terreno cambiaba cada dos por tres; en un segundo podíamos estar pisando dura roca para al siguiente hundirnos en arenas movedizas y después aparecer en el barro. Vale, puede que esto último fuera cosa de mi hermana, pero era innegable la variedad geológica.
Pisamos la capital a las doce y siete minutos de la noche del segundo día.
El tartejale de Layla nos había dejado en mitad de una callejuela oscura y yo estaba un pelín mareado. Cuando logré enfocar la visión, me encontraba solo. ¿Dónde se habían metido?
Comencé a preocuparme. Estaba solo, en el núcleo de una tierra desconocida. Pensé en llamarlas pero, cuando iba a hacerlo, sentí un cuerpo impactar contra el mío.
El tiempo se detuvo. Lo digo de veras, soy el primer sorprendido; nunca me había ocurrido algo similar.
Las manecillas del reloj volvieron a correr en un corto lapso de tiempo, el mismo que usé para volver a estabilizarme. Aún así, fue suficiente para memorizar la chica que tenía en frente, la causante del golpe.
Parecía una niña, una pequeña asustada; sus ojos verdes irradiaban terror y su rostro de porcelana se deformaba en una mueca de pánico. Sin embargo, aunque la joven azabache pareciera indefensa, sentí que era importante y poderosa.
Permaneció estática unos segundos más, en pleno shock. Después, se levantó a trompicones y se fue.
—¿Qué acaba de ocurrir?— solté, sin esperar contestación.
—Ni idea —respondió Layla, pegándome un susto de muerte.
Había aparecido de improviso, ni la había visto llegar. Creo que grité, aunque no lo tengo del todo claro. Ella solo rió, yendo a recoger un libro de tapas marrones que se encontraba en el suelo.
—Wes, yo te aprecio, pero... ¿no es un poco cliché tirarle los libros a la chica? ¡Sé un poco original, hombre!
—¿Qué? ¡Sí me has puesto tú ahí! —contraataqué.
—Excusas... —murmuró, divertida. Decidí cambiar de tema.
—Entonces, ¿tú también has sentido la pausa temporal?
—Eso no —me corrigió—, solo un tirón desde muy dentro, como si una cuerda se tensara. Ni yo lo pillo, pero así ha sido.
—Bueno... supongo que debería felicitaros o algo, ¿no? —habló Shauna. ¿Qué pasa hoy con todo el mundo que aparece sin avisar? Me va a dar un ataque al corazón con estos sustos.
—¿Qué quieres decir? —inquirió Layla mientras yo recobraba el aliento.
—Al tener una mejor amiga giltz, investigué las leyendas —aclaró—. En ellas descubrí que, cuando se encuentran entre ellos, los giltz y Denborazioa que han alcanzado el nivel azti sufren una reacción extraña. Si es lo que creo, significa dos cosas: uno, ya no sois aztierdis, y dos, habéis encontrado a la giltz nativa.
Aquello ha era mucha noticia por un día; mi cerebro estaba sobrecargado. Decidimos descansar aquella noche, por el bien de todos, y usar el ejemplar para localizar a nuestra compañera a la luz de la mañana.
Dos mundos estaban por chocar. El pasado y el presente acababan de colisionar. No obstante, juro por el tiempo que lo mejor está por llegar.
¡Hola, aztierdis! ¿Qué os pareció? ¿Dudas disipadas? Encontrasteis la pista, pero la agarrasteis por el lado equivocado.
¿Alguien notó que Nathan también sintió algo similar a lo de Joshy, no solo Aura? ¡Sus arterias ardían, maldita sea! En serio creía que este punto estaba claro.
Según el esquema, la semana que viene volveremos a saber de un personaje. ¿Quién será? Misterio...
¡Os leo en los comentarios!
Mireia
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro