Capítulo O6
Capítulo 06
A varias millas de distancia, Ethan se preparaba para ir en su encuentro con Katheryn. Tenía en la cabeza que aquella visita era una completa estupidez pero no podía dejar de pensar en ella. Pero ciertamente sentía un desprecio absoluto hacia su persona por ser tan hipócrita con Sam, quién había accedido a retomar su romance de siglos atrás, cuando él, cuyo corazón aun no olvidaba a Katheryn.
Y más estúpido aun: Katheryn ya no lo amaba como antes y él lo sabía.
Con los labios apretados, salió en silencio de la casa y se trepó al Matiz. Le echó un último vistazo al porche y se puso en marcha hacia el aeropuerto. Antes de tomar la decisión de ir a buscar a Katheryn, mantuvo una charla seria con Sam, la cual no terminó muy bien.
-Oh claro. Hace unos días me dijiste que te hiciera olvidar a Katheryn haciéndote el amor, pero, ¿Qué pasa? Planeabas largarte a hurtadillas en medio de la noche para que cuando yo despertase, no tuviera ni la más remota idea de tu paradero. Pero no te salió bien tu estúpido truco, Ethan—le ladró Sam cuando descubrió el mensaje que él le había enviado a Katheryn—no hagas promesas que no cumplirás. No me ilusiones más, por favor.
-Le haré una visita de amigos—le respondió y haciendo una mueca de fastidio, le arrebató el teléfono de las manos.
-¿Sabes qué? Haz lo que se te venga en gana—se llevó ambas manos a la cabeza y ahogó un grito exasperante— ¡Estoy harta de tu manera de ser! Jamás seremos la misma pareja de antes.
-Oye, no voy a volver con ella, Sam—comenzó a caminar en su dirección pero ella retrocedió y él se detuvo en seco.
-Entonces, ¿Por qué vas a ir a visitarla?
-Porque necesito verla. Quiero saber como está y que ha hecho con su vida en estos meses.
-Pero podrías mandarle textos en vez de darle la vuelta al mundo solo para saber como le fue en el día—lo fulminó con la mirada y luego se dio la vuelta para irse lejos de él.
-Tú no entiendes absolutamente nada…-intentó seguirla pero ella se lo impidió, empujándolo deliberadamente hacia atrás.
-No me hables, no me sigas y lárgate.
-Volveré en unos días—alcanzó a decirle antes de que la rubia le cerrara la puerta de su habitación en la cara.
Luego de eso, esperó a que fuese de noche para poder partir.
Se acojonó en el auto y mantuvo la mirada fija en la ventana de la habitación donde descansaba Sam Blair. No era justo. No era justo para nadie, ni si quiera para él.
Sacudió la cabeza y se encaminó al aeropuerto sin mirar atrás.
**
Muy cerca de la casa de Ethan, se encontraba Heidi y Luke, ambos sentados en el porche; mirando como Brenton y Ben jugaban a la lucha libre. Aunque cada vez que caía uno sobre el otro, prácticamente terminaban besándose y Heidi rodaba los ojos a cada segundo.
-¡Eso no se vale!—les gritoneó Luke partiéndose de la risa al ver como sus amigos se besaban fogosamente en vez de golpearse.
-La lucha libre debería ser LUCHA DE BESOS—canturreó Ben incorporándose del suelo con la ayuda de su novio.
-Estoy seguro que ganaríamos limpiamente—agregó Brenton con una sonrisa picara.
-Cuando terminen de zorrearse, me dicen, ¿vale?—espetó Heidi de mal humor, los tres hombres se volvieron para verla con el ceño fruncido—les tengo que contar algo.
-¿A cerca de qué, cariño?—Luke se sentó inmediatamente a su lado, recargando una de sus manos en el regazo de su novia.
-¿Recuerdan que cuando nos mudamos, prometimos no volver a usar nuestros poderes a menos de ser necesario?
El trío de hombres asintió, con perplejidad. Aunque bien, el único que no tenía ningún poder era Brenton pero de todas maneras asintió mecánicamente.
-¿Qué hay con eso?—terció Ben.
-Bueno, pues hace unos minutos—comenzó a decir ella con los ojos puestos en Luke—sentí la mente de Ethan, bueno, siempre siento su mente pero por el trato, no he leído sus pensamientos, al igual que ustedes…
-Continua—le instó Brenton, ansioso.
-La cuestión es, que escuché lo que Ethan pensaba—se mordió los labios y apartó los ojos a otra parte para luego postrarlos al cielo—Ethan va a ir a visitar a Katheryn a Transilvania. Y va solo. Sam se quedó en casa.
Enseguida, el rostro de Luke se ensombreció y Heidi le vio apretar los puños y tensar la mandíbula.
-¿Estás segura de lo que has dicho?—Ben se acuclilló frente a ella con las pupilas dilatadas.
-Muy segura—aseguró— ¿Qué hacemos? ¿Le avisamos a Katheryn para que esté preparada? Thorsten sin lugar a dudas, fusilará al estúpido de Ethan.
-¿Y si Katheryn está al tanto y ambos quedaron de verse?—terció Brenton con la voz ahogada.
-Katheryn no es tonta—agregó Luke con los dientes apretados—no nos queda otra opción, muchachos, tenemos que ir a Transilvania y evitar una masacre.
Todos se quedaron paralizados. Lo que ellos menos querían era volver a ver a su creador y más para pelear contra él. Era una completa locura.
Por un minuto entero, todos se quedaron en silencio. Meditando la afirmación de Luke. ¿Ir a Transilvania?
-Podríamos llamarle…-sugirió Ben cogiendo la mano de Brenton.
-Si no quieren ir, entiendo. Pero yo si iré—musitó Luke y Heidi le apretó la mano.
-Voy contigo.
Luke asintió y le besó la frente con suavidad, después se volvió para ver a la pareja que parecían tener algún tipo de temblor interno.
-Ustedes dos se quedarán a cuidar la casa mientras que estemos fuera, ¿entendido?
-¿Cuándo regresarán?
-Cuando sea el momento. Ahora, Heidi, cariño, vamos dentro a guardar algunas prendas. En diez minutos nos iremos y en menos de un segundo, hablaremos seriamente con Katheryn.
**
Katheryn no pudo pegar el ojo en toda la noche. Se la pasó sentada en el comedor en plena oscuridad, con los ojos bien abiertos y puestos en las escaleras. Estaba un poco tranquila. Al menos Leonard le había dado una pizca de privacidad en sus pensamientos pero de todas maneras se sentía más insegura.
Por ratos tarareaba la canción que la noche anterior Thorsten cantó al preparar la cena y se estremeció.
La impotencia la estaba aniquilando poco a poco. Y no se sorprendería que al verse al espejo, una loca le devolviera la mirada.
Y con tanto aquelarre, ni si quiera había tenido noticias de sus hermanos pero sabía que estaban mejor que nunca.
Al cabo de unas horas, se quedó profundamente dormida. Su cabeza hundida entre sus brazos y en una posición poco cómoda.
De repente sintió que alguien la alzaba por los aires y sintió algo cálido y suave alrededor de su cuerpo. En el delirio del sueño, abrió un ojo y divisó el perfil de Thorsten muy cerca de su cara.
-No era necesario que me cargaras…—le susurró, presa del sueño.
-El comedor no es un lugar para dormir, Honey—le oyó decir pero un segundo después, se abandonó a la deriva del sueño.
Esa noche soñó con agua.
Soñó que nadaba en el océano, donde no había ninguna isla o ciudad alrededor. Estaba en medio del océano, sola y sentía que comenzaba a asfixiarse. Movía los brazos frenéticamente, intentando sin éxito, poder aferrarse a algo para poder salvar su vida.
Cuando pensó que iba a morir ahogada en su patético sueño, alguien la cogió de la mano desde algún lugar en el cielo. Sin pensarlo, se aferró a esa fuerte mano y fue impulsada hacia arriba. Tosió y vomitó el agua salada que amenazaba con broncoaspirarla. Y en ese momento se dio cuenta de que estaba en un bote salvavidas y que el dueño de la mano estaba detrás de ella.
Moribunda, se giró para verle el rostro y sintió que de nuevo se asfixiaba.
Leonard Shay la estaba visitando en sueños.
-Hola de nuevo, Katheryn—al escuchar de nuevo su voz, sintió ganas de vomitar.
-¿Qué haces metido en mi mente?—le preguntó cuándo por fin pudo articular palabra. La sal le quemaba la garganta.
-Lo que sucede es que hace unas horas, no pudimos hablar tranquilamente acerca de nuestro acuerdo—amenazadoramente, se acercó a ella y la empujó hacia atrás, haciéndola caer de trasero en el bote salvavidas. Él esbozó una sonrisa estúpida en los labios y se irguió con elegancia hasta llegar al punto de verla por encima del hombro, como si fuera tan poca cosa.
Esperando a que Katheryn hablase, frunció el ceño y su rostro se endureció.
-Quiero que me entregues la llave que Thorsten posee.
-¿La llave?
-Sí, la llave que abre un estúpido libro que Thor escribió hace muchísimo tiempo.
-¿La llave del libro de La Vida?—se sorprendió.
-Veo que nos estamos entendiendo—sonrió con malicia—quiero esa llave. Y sé qué sabes donde la tiene.
-Te equivocas. Sé dónde está el libro más no la llave.
-Entonces búscalo. Tienes una semana.
-No creo que…
-Lo harás o no querrás que mañana muera tu amiguito Elegido y…-se quedó en blanco por un momento—oh…-una sonrisa calculadora adornó su rostro y sus ojos amarillentos brillaron—mira que sorpresa. ¡Tus demás amigos Elegidos vienen a verte! Que lindura. Así que, si quieres que ellos estén a salvo, dame tu palabra. Promete que me entregarás esa llave, Levis.
-¿Qué? ¿Quiénes vienen?—se horrorizó.
-Mañana lo sabrás—rodó los ojos—prométemelo.
-Ya, ya. Te prometo conseguir esa llave. ¡Pero no les hagas daño, por favor!—se arrodilló, sintiéndose una basura.
-Thor nunca se va a enterar de que su queridísima Katheryn Levis fue quién lo vendió a mí—arqueó las cejas—te veré pronto, Katheryn. Fue un placer hacer negocios contigo.
Regocijada, se hizo un ovillo en el bote y cerró los ojos fuerza, deseosa por despertar de aquella pesadilla.
Despertó bañada en sudor helado. La luz del sol la aturdió y al intentar ponerse de pie, tropezó con algo y cayó de bruces al suelo.
Escuchó el gruñido de Thorsten dentro de la habitación.
-Ya has despertado—le dijo él, desde el pequeño sofá del rincón. Thorsten se miraba gigante durmiendo en aquella cosita.
-Tuve una pesadilla—al recordarlo, se le puso la piel de gallina.
-¿Sí?—ladeó la cabeza con confusión—uhm, que extraño. Según tus pensamientos, soñaste con tus hermanos.
-¿Eh?
-Sí. Bueno, tenía curiosidad sobre tu pesadilla pero no parece pesadilla.
-Era broma—se escandalizó y sonrió forzadamente—a ver, adivina que estoy pensando ahora.
Patatas fritas.
-Patatas fritas.
-Exacto. Tengo ganas de patatas fritas—bostezó, comprendiendo que Shay solamente le bloqueaba los pensamientos acerca de él y de Ethan, e incluso de sus sueños.
-Pero no hay patatas, Honey. ¿Quieres Hot cakes? Quedaron bastantes.
-Claro.
Media hora después, los dos se encontraban calentando algunos hot cakes en la sartén. Thorsten andaba puesto una piyama de rayitos y Katheryn ni si quiera se había percatado de ello hasta que él se inclinó a recoger una manta al suelo y su fabuloso trasero quedó suspendido a la vista.
-La canción de Enrique Iglesias está muy buena—dijo ella con una sonrisita pero con los ojos puestos en su retaguardia. Él rió y se incorporó.
-Hay otra canción que me gusta, también está en español—le informó mientras ponía los platos en la mesa—se llama Tu Mirada de un grupo mexicano llamado Reik. No sé si la canción sea antigua o reciente pero me ha gustado. ¿Quieres oírla?
-Por supuesto.
Con gracia, Thorsten se llevó una mano al bolsillo de su piyama y extrajo un teléfono nuevecito, le hizo una seña a Katheryn de que no hablase y puso la canción.
No buscaba nada, caminaba sin pensar pero cuando vi tu cara, no me pude alejar. No me lo esperaba, y no supe reaccionar. No encontraba las palabras y el momento para hablar…
Y tu mirada, me corta la respiración. Me quema el alma… y me acelera el corazón. Pierdo el control…
Tomo todo para arriesgar, siento que no puedo esperar, llévame en tus sueños y no me dejes hasta el final…
Tu mirada cae en mi piel y me va quemando otra vez. Cuando te desatas ya no sé qué viene después…
Siempre dices tanto, cuando vuelves a mirar, pero ver es como el aire, imposible de atrapar…
Es una estrategia, una intriga nada más. Voy haciendo que el misterio te descubra más y más…
Y tu mirada… me corta la respiración, me quema el alma y me acelera el corazón, pierdo el control…
Tomo todo para arriesgar, siento que no puedo esperar, llévame en tus sueños y no me dejes hasta el final…
Tu mirada cae en mi piel y me va quemando otra vez. Cuando te desatas ya no se que viene después…
Y tú mirada…
Me corta la respiración, me quema el alma y me acelera el corazón… pierdo el control…
Y tu mirada… me corta la respiración…
Me quema el alma… y me acelera el corazón…
Pierdo el control…
Y de pronto, ambos cruzaron las miradas. Se miraron fijamente al término de la canción. Gris con gris oscuro. Una explosión.
Katheryn se aclaró la garganta para hablar pero él se adelantó.
-Cuando la escuché, pensé en la primera vez que te vi. Al ver aquel rostro precioso e infantil, supe que no podía dejar de mirarte nunca más. Tú me viste, Honey, me viste cuando eras una niña. Y cuando vi tus preciosos ojos marrones, me dejaste claramente sin aliento.
Sonrojada, se cubrió el rostro con las manos y rió ahogadamente, tratando de tragarse las infinitas lagrimas acumulada en sus ojos. ¿De verdad iba a entregarle la llave a Leonard y traicionar a Thorsten?
-¿Te encuentras bien?—se acercó a ella en un impulso.
-Sí, es solo que…-balbuceó, sin verlo—no recuerdo haberte visto, pese a la vez que estuve en Chile y huí horrorizada de ti.
-Siéntate—le ordenó y ella obedeció—fue muy épico cuando me miraste. Tal vez recuerdes la vez que estabas jugando con Jack en el barro y él comenzó a llorar porque un escarabajo se le metió en la piel. Y tú por instinto, lo recogiste del suelo e intentaste abrirle la piel con tus uñas.
-Ya lo he recordado—se hundió en la silla y le dio un mordisco a su hot cake.
-Después de tu intento fallido de salvar a tu hermano, comenzaste a llorar también y yo, como buen chico, ayudé a Jack a sacarle el bicho—suspiró, llevándose un bocado a la boca—cuando me diste las gracias, me miraste fijamente a los ojos y literalmente me dio un espasmo de sorpresa. Ahí decidí cuidarte a ti y a tus hermanos. Hasta que cumpliste veinte.
-¡Santo cielo!—chilló ella— ¡Eras tú! ¡Eras tú!
Él solamente asintió sin dejar de sonreír.
Desayunaron en silencio por un largo rato.
-No sabía que tenías un teléfono.
-Lo que pasa es que no tenía. Apenas ayer lo conseguí, ¿te gusta?—se lo presumió. Era un iPhone 5 c.
-Está precioso. ¿Tienes canciones parecidas a la que me enseñaste?—se lo quitó de las manos y comenzó a fisgonearlo.
-No muchas. Solo algunas.
-Guau. Ninguna en inglés. Puras en español…
-Me gusta el español—se encogió de hombros y bebió de su taza de café.
-Ni si quiera una foto tuya, ¡Aburrido!—le sacó la lengua y comenzó a tomarle fotos desprevenido. Pero a pesar de estar distraído, salía hermoso.
-¡Alto!
-¡Sonríe!
Y sonrió.
La cabeza de Katheryn hizo cortos circuitos.
Continuó sacándole fotos durante dos minutos. Él sonreía avergonzado.
-Mi turno—le quitó el teléfono y comenzó a hacer lo mismo con ella.
-¡Salgo terrible!—intentó cubrir el lente pero él le cogió la mano—en serio, ¡Salgo terrible!
-Ay, yo salgo horroroso pero te hice el gusto. Ahora me toca a mí.
-Está bien. Tú ganas.
Dejó que le tomara un sinfín de fotografías y una que otra, juntos. Se tomaron con la cámara frontal y salían perfectos.
Desaliñados, adormilados pero perfectos.
-Si tan solo fuese un adolescente y tuviera Facebook, subiría estas fotos.
-Suerte que no lo eres y no lo tienes.
-Pero puedo crear uno.
-No lo harías…
-Cierto pero quizá algún día.
Y de pronto, alguien llamó a la puerta doble hoja, dejándolos desconcertados pero luego Thorsten se relajó y Katheryn no supo por qué.
**
Luke y Heidi yacían fuera de la casa de Thorsten, debatiéndose en llamar a la puerta o esperar a que Katheryn saliera por su propio pie.
Pero la incertidumbre era palpable.
-Yo lo haré—argumentó Heidi llena de firmeza. A zancadas, logró llegar a la puerta doble hoja y comenzó a tocar.
-Deberías tranquilizarte. Es probable que aun estén durmiendo…
Y cuando Heidi abría la boca para regañarlo, la puerta se abrió y ambos, fríos como un muerto, presenciaron a su creador Thorsten Staggs en piyama con Katheryn debajo de uno de sus brazos.
Sorprendida, Heidi ahogó un grito y saltó a los brazos de su amiga, empujando a Thorsten.
-¡KATHERYN!
-¡HEIDI!
-¿Qué ocurre aquí?—gruñó Thorsten con el ceño fruncido.
Luke quiso coger a su novia de la cintura para protegerla pero estaba tan ocupada abrazando a Katheryn, que al intentarlo, tendría que pasar junto a Thorsten.
-Eh, yo… Heidi…-balbuceó Luke. Tanto él como Thor, se miraron fijamente.
Luke sintió que el corazón se le había atorado en la garganta. Thorsten Staggs era sumamente aterrador y mirarlo a los ojos era como ver al sol directamente.
-Thor, no pasa nada—alardeó Katheryn un segundo después y su rostro se suavizó, dejando a Luke perplejo—andando, Luke, pasa.
-Los dejaré a solas.
Con recelo, Thor lo dejó pasar y estando dentro todos, él desapareció para darles privacidad.
Heidi no paraba de tocarle la cara a su amiga y Katheryn no paraba de dar saltos de felicidad.
Cuando estuvieron dentro, Luke fue el único que perdió la cabeza, en vez de correr a abrazarla, la cogió de los hombros y la zarandeó infinidades de veces.
-Ethan viene para acá—siseó lo más bajo posible, haciendo que el rostro de Katheryn perdiera todo color.
-¡Cállate! Aquí no es seguro hablar—lo empujó—síganme a mi habitación. Me voy a duchar y saldremos a hablar.
Subieron literalmente corriendo. Dándose en las espinillas con el filo de los peldaños pero haciendo caso omiso, llegaron a la habitación de Katheryn. Luke cerró la puerta con llave y se dejó caer a la suave cama. Heidi miraba con incertidumbre a Katheryn mientras que ella buscaba la manera de informarles de que ya estaba al tanto de la llegada de Ethan a Transilvania pero no sabía de qué manera; porque de algo era seguro: Si Thorsten lo llegaba a escuchar, todos estarían perdidos. Aunque bien, si Leonard cumplía su palabra de despistarlo, Thorsten nunca se daría cuenta y eso la desconcertó.
No podía ni si quiera asimilar el asqueroso trato que había hecho.
-Estoy al tanto de la visita que me hará Ethan—dijo por fin.
Sus amigos agrandaron los ojos y se llevaron las manos a la cabeza, señal de locura.
La primera en explotar fue Heidi.
-¡Ethan es un completo idiota!—bramó, echa una fiera—si ese sujeto se entera de lo que hará, definitivamente perderá la cabeza. Katheryn, Thorsten asesinará a Ethan.
Pero Katheryn, con los labios entre sus dientes, miraba el horizonte con aire pensativo.
-No lo hará—dijo en un susurro—alguien me hará el favor de entretener a Thorsten mientras voy con Ethan al pueblo.
Luke frunció el ceño.
-¿Quién?—quiso saber.
-No se los puedo decir. Es peligroso—meneó la cabeza y se acomodó el cabello detrás de las orejas—la vida de Thorsten está en juego. No puedo decirles nada. Y no debieron venir.
-Oh por favor—dijo Luke, exasperado—hablas como si una nueva Juno Weber hubiese venido a matar a Staggs. Él es el dios del trueno, ¿lo olvidas? Tiene mucho poder. Nos creó y no creo que haya alguien más fuerte que él.
-Escuchen—se sentó a los pies de la cama con las manos sobre su cara—voy a darme una ducha para que vayamos al pueblo. Estando allá, les contaré lo que está sucediendo pero necesito discreción.
-Me estás asustado—tartamudeó su amiga, con el rostro pálido.
-También necesitaré que pongan miles de barreras mentales para que Thor no los escuche.
-Por mi no hay problema. Haré lo que pueda—asintió Luke y Heidi también.
-Ahora entiendo. Ya ni si quiera siento las vibraciones de tu cabeza, Kath. Pareciera que solo Luke estuviese en la habitación conmigo.
-Meses de práctica, Heidi.
Minutos después, Katheryn se encontraba duchándose a la velocidad de la luz. No podía dejar de pensar en el absurdo trato con el de ojos amarillos. Estaba aterrada.
¿Y si la mataba al momento de coger la llave?
Lo tendría bien merecido por traicionar la confianza de Thorsten.
No puedo leer con claridad lo que estás pensando pero te siento tensa. ¿Qué te ocurre, Honey?
Pegó un salto cuando estaba enjabonándose el cuerpo. Y se tranquilizó al darse cuenta de que se trataba de Thorsten. Últimamente ya no habían hablado a través del pensamiento y eso la reconfortó pero también la sobresaltó.
No estoy pensando en nada. Es solo que estoy preocupada por mis amigos. Ya sabes…
¿Preocupada?
Sí. Por ese tal Leonard Shay. Me da la sensación de que puede venir y atacarnos a todos.
Honey, él no vendrá. Y si lo hace, sentiré su presencia y lo voy a echar. Leonard no te va a hacer daño, y tampoco a tus amigos.
¿Me lo prometes?
Se odió a sí misma. ¿Qué caso tenía actuar como una inocente chica? Ninguno. Pero tenía que hacerlo.
Te lo prometo. Ahora sigue duchándote.
¿Cómo sabes que me estoy duchando?
Desde mi habitación escucho el golpeteó del agua. Recuerda que mi oído es muy fino. Puedo escuchar incluso la respiración cansada de Luke.
De acuerdo. Te creo—se rió. Reírse a través de la mente era muy extraño—seguiré duchándome. Hablamos en un rato.
Cuando se cercioró de que Thorsten había salido de su cabeza, continuó enjabonándose.
Pero antes de ducharse, metió su ropa para no perder más tiempo. Como pudo, se enrolló la toalla en la cabeza y se vistió, algo incomoda.
Salió rechinando de limpia. Luke estaba recostado en la cama con la cara estampada en una almohada, estaba durmiendo. Y Heidi se encontraba parada en el balcón. Sus ojos estaba fijos en la lejanía que ni si quiera se percató de la presencia de Katheryn a sus espaldas y ahogó un grito.
-Me asustaste, Katheryn—la reprendió con la respiración acelerada.
-Solo iba a decirte que ya podemos salir de aquí.
Katheryn se había puesto la ropa más casual que tenía, o más bien, la ropa que Thorsten le había obsequiado cuando Tyler, el perro de sus hermanos, le destrozó su cama y como una pequeña recompensa, la llevó de compras a Nueva York. Fue una visita rápida, incluso sus hermanos fueron.
Heidi la escaneó de arriba abajo y luego esbozó una sonrisa.
-Pensé que no te gustaban los vestidos.
-No me gustan—replicó Katheryn con las mejillas sonrosadas y se colocó frente al espejo de cuerpo entero. Miró detenidamente su reflejo. Aquel vestido era gris, sin mangas y le llegaba más arriba de la rodilla. Y traía incluido un delgado suéter negro.
-¿Y ese que traes puesto?
-Me lo obsequió Thorsten.
Su amiga la miró con el ceño fruncido.
-Tienes que explicarme que es lo que te traes con él.
-Todo a su debido momento—alardeó, y se dio la vuelta, cogió su teléfono y miró a Luke— ¡Luke, levántate!
Desorientado por el sueño, se levantó y las fue siguiendo con los ojos entre abiertos hasta las escaleras.
En la puerta doble hoja, se encontraba Thorsten recién duchado. Y no vestía con sus típicas playeras negras apretadas ni jeans de mezclilla. En su lugar, vestía una camisa formal color gris oscuro, un pantalón de lino color negro y zapatos del mismo color. Incluso su cabello estaba recién recortado, haciéndole resaltar sus preciosos ojos grises que la miraban con un brillo siniestro y cautivador.
Katheryn retuvo el aliento y sintió la mano de Heidi enroscarse en la suya. Ella también había recibido un impacto.
Luke apenas lo notó y bostezó con pereza, arruinando casi el momento.
-¿Vas a salir, Thorsten?—Katheryn logró abrir la boca para hablar, pues, verlo vestido así, era delirante.
-Se puede decir que sí, ¿y tú, Honey?—le respondió, enviándole una mirada desafiante. Heidi ahogó un gemido y Luke gruñó.
-También. Vamos a ir al pueblo—tomó la iniciativa de acercarse un par de pasos hacia él, con Heidi y Luke pegados a sus espaldas.
-Estupendo—dijo y comenzó a caminar hacia ella—yo voy a ir a ver a tus hermanos, Honey. Creo que hay una junta de tutores y es importante que yo vaya.
Con los ojos desorbitados, Heidi miró a Katheryn y luego a Thorsten.
-¿Dónde están tus hermanos, Kath? Pensé que estarían durmiendo o algo así.
-Están en Londres, en un internado—le contestó Thorsten, mirándola por primera vez.
-¿Qué hacen allá?—terció Luke, ahora más despierto que nunca.
-Estudiando, es lo que hacen los chicos, ¿no?
-Pero ellos…
-Hice un trato con Katheryn, así que no quiero interrogatorios—graznó, enfadado y Katheryn se tensó.
-Está bien, Thor. Mándales muchos besos de mi parte, ¿sí?
-Por supuesto—sonrió ampliamente, dejando al descubierto una perfecta dentadura—y no te dije nada al respecto porque no quería preocuparte. Además, iré y regresaré pronto. Tus amigos llegaron en el momento perfecto.
Confundida, ella asintió.
-Entonces adiós. Los veo más tarde—y sin pensarlo dos veces, se inclinó a ella y le besó con suavidad la frente—diviértete.
Y se esfumó. Se esfumó como el humo, dejándolos atónitos.
No olvides nuestro trato. Ya cumplí con mi parte, te toca a ti cumplir la tuya. Cuando regreses de con tu amante, busca la llave. Tienes una semana, no lo olvides.
La piel se le puso de gallina al escuchar la terrible voz de Leonard en su cabeza. Y asintió mecánicamente.
Cuando estuvieron fuera de la casa, fue sucumbida por un interrogatorio.
-¿Qué te traes con Thorsten?—le espetó Heidi con los ojos achicados.
-Nada. ¿Qué podría traerme con él?
A toda costa evitó hacer contacto visual con su amiga para no delatar nada.
-Te ha tratado como Ethan te trató hace mucho tiempo.
-Es amabilidad.
-Si no los conociera, diría que ustedes son novios o algo más—le acusó Luke, cogiéndola del brazo y cogiéndole la mano a su novia.
-¿Sabían que Thorsten está vacío? No tiene alma ni corazón. Así que por lo mismo, él no puede amar y tampoco enamorarse de mí.
-Bueno. ¿Y qué hay de ti? ¿Te atrae?—Heidi la presionó.
Katheryn no sabía si responder o quedarse en silencio. Por supuesto que le gustaba Thorsten, incluso lo quería.
-Es muy atractivo—dijo simplemente.
-¿Crees que algún día lo amarás con la misma intensidad con la que amaste a Ethan?
-Tu interrogatorio no me agrada, Heidi.
-Es solo una simple pregunta.
-Una simple pregunta que no te responderé nunca—rodó los ojos—ahora apresurémonos, ya casi llegamos.
Descendieron la empinada colina y se fueron acercando al pueblo. El sol brillaba con intensidad y un aire cálido los abrazaba.
Al llegar al pueblo, las personas de inmediato postraron sus ojos en los recién llegados.
Los tres, con sus similitudes en apariencia, parecían sacados de un libro. Katheryn pensó que cuando de nuevo la vieran, disimularían un poco pero se equivocó. Ella fue la más vista de los tres.
Heidi y Luke eran idénticos en todas las formas, el mismo color blanco en sus cabellos negros azulados y el mismo azul en los ojos, pero Katheryn no. Sus cabellos plateados revueltos con negro azulado y sus ojos grises claros, la hacían lucir más hermosa, más por estar portando un vestido estupendo.
-¿Es normal que toda esta gente nos mire cómo fenómenos?—musitó Heidi de mal humor—sus pensamientos son acerca de que parecemos unos estúpidos maniquíes de terror. Aunque una que otra chica piensa que quizá salimos de algún tipo de libro fantástico y que estamos en proceso de grabar una película.
-Lo mismo sucedió cuando vine con Thorsten. Fue algo escalofriante.
-Deberían sentirse halagadas—terció Luke, con las cejas arqueadas.
-Debí haber utilizado mis poderes para pasar de desapercibidos—dijo Heidi con decepción.
-No a menos que sea muy necesario—le recordó Luke.
-Síganme. Hay una cafetería pequeña en la que podremos platicar a gusto sin que nadie nos observe.
-En la cafetería será peor—observó Heidi.
-Pero podremos ignorarlos—sentenció Katheryn—vamos.
Sentados en la mesa más apartada, los tres amigos se encontraban cómodamente sentados y esperando su café americano.
-A ver, ¿Cómo está eso de que ya sabes de la llegada de Ethan?—con las manos entrelazadas sobre la mesa, Heidi fue al grano.
-Nos hemos estado mandando mensajes de texto y me ha llamado un par de veces—respondió con vaguedad.
-¿Qué? ¿Pero cómo tiene tu número?—el rostro de Heidi se mostró horrorizado y Luke por poco se atraganta con un panecillo—ninguno de nosotros le dimos tu teléfono, ¿verdad, amor?
-Es cierto. Nadie se lo ha dado por lo mismo de que de seguro te llamaría y sí, lo hizo el muy bruto.
-Me dijo que te lo robó cuando se emborracharon, Luke—se mordió los labios—Sam también tiene mi número.
-Esto es el colmo, en serio.
-Cuando vea al desgraciado, lo voy a tele transportar al polo norte—masculló su amigo.
-Es solo una visita de amigos. Le insistí que era una locura pero bueno, me tomó a loca y creo que en unas horas estará aquí.
Frotándose las sienes, Luke la miró con arrogancia.
-Ajá—dijo—dejemos a un lado a Ethan. Ahora explícanos que es todo ese disturbio acerca de esa persona que te va a ayudar a distraer a Thorsten cuando veas a Ethan y que es peligroso. En serio que estoy muy perplejo con lo que dijiste.
El mesero les entregó sus cafés y se retiró casi de inmediato, pero Katheryn aprovechó a aclarar su mente antes de comenzar a hablar.
-Leonard Shay es un sujeto de Krosper, del mismo mundo de Thorsten. Él ha logrado venir a la tierra con el propósito de llevar a Thor de vuelta pero no sin antes aniquilar a los Elegidos que quedan. Pero Thor no quiere que ninguno de nosotros salga ileso y piensa que la mejor manera de acabar con toda esa estupidez es irse con Shay. Pero irse con él significa que será entregado a su padre, Nelid y morirá en sus manos. El plazo que Shay le ha dado para que tome una decisión es de dos meses. Y para que ese plazo existiera, la hermana de Thorsten, Terry, tuvo que morir en un acto de valentía. ¡Y yo no pienso dejar que Thorsten se entregue a Leonard sin luchar!
Atónitos, pasmados, confundidos y horrorizados, sus amigos ahogaron un grito. Apenas y respiraban con normalidad.
Katheryn temió en que les diera un ataque respiratorio a causa de la noticia.
Por un largo rato, ninguno dijo nada. Solo se limitaron a darle pequeños tragos a sus tazas humeantes de café.
Katheryn no estaba segura si había sido buena idea contárselos. Pensó en decirles acerca del trato pero lo omitió. Aquello resultaría ser algo complicado.
-Si dices que ese tal Shay es un asesino, entonces, ¿Por qué te ayudará a distraer a Thorsten mientras estés con Ethan?—a Heidi nada se le escapaba. De seguro debió haber reunido fuerzas para poder hablar después de aquella confesión.
Pero Katheryn no sabía que responderle.
Repite lo que te diga.
Se asustó de nuevo cuando Leonard le susurró en su cabeza.
“Yo no sé por qué lo está haciendo. Tendrá sus razones”. Dile eso a esa idiota y también esto: “Ahora, si me disculpan, tengo que usar el sanitario”. Y no dejes que de nuevo vuelva a interrogarte. Te dejé pasar que le hayas contado sobre lo que tengo en mente hacer pero si abres la boca y les dices de nuestro trato, los mato. Los mataré frente a tus ojos.
En shock, asintió y repitió mecánicamente las palabras.
-Yo no sé por qué lo está haciendo. Tendrá sus razones—tragó saliva y aferró su teléfono en su mano izquierda—ahora si me disculpan, tengo que usar el sanitario.
Retiró su silla y se escabulló apresuradamente al sanitario, dejando boquiabiertos a sus amigos.
Frente al espejo del sanitario, el reflejo de una chica demacrada y aterrorizada le devolvió la mirada.
Hablar con Leonard Shay parecía estar hablando con el mismísimo diablo. Sintió un escalofrío deslizarse por toda su columna vertebral y se persignó.
-Si hay algún Dios en los cielos, por favor, ayúdame—clamó.
Miró la hora en su teléfono, era la una de la tarde y se sentía muy mal. Le temblaba las piernas de miedo y se sentía desprotegida.
No quería ver a Ethan.
No quería ver a nadie. Solo quería hacerse un ovillo y morir en el piso de un sanitario sucio para que sus amigos o el personal de la cafetería la encontraran y se deshicieran de su cuerpo. Eso era lo menos que esperaba que le sucediera.
La idea de dejarse morir en un sanitario se esfumó en un segundo. Pues, Heidi, estaba parada en el umbral de la puerta mirándola con severidad. Algo en sus ojos azules delataban curiosidad e incertidumbre.
-¿Ocurre algo, Kath? Llevas aquí dentro más de quince minutos. Luke está impaciente, incluso estuvo a punto de entrar a verte.
-Tengo jaqueca—se quejó y ciertamente era verdad. Le dolía la cabeza de tanto pensar.
-Entonces sal de aquí. Este no es un lugar adecuado para intentar apaciguar una migraña—se acercó a ella y la cogió del brazo—vamos.
Salieron del baño con pasos firmes y lentos. Katheryn deseaba que la conversación anterior hubiera quedado terminada. Al sentarse de nuevo a la mesa, Luke levantó una ceja y resopló.
-Vagamente pensé que quizá el inodoro te había tragado.
-El inodoro se hubiera llevado un gran banquete—bromeó dándole un sorbo a su café, que ya estaba muy frío.
Heidi y Luke sonrieron.
-Entonces… ¿a qué hora asomará las narices Ethan?—preguntó Heidi con la cabeza ladeada.
-Supongo que más tarde. Voy a esperarlo.
-No. Querrás decir vamos a esperarlo—la corrigió Luke con las cejas juntas.
-Oye—interpuso Heidi de repente— ¿Cómo está eso de que tus hermanitos están en Londres estudiando?
-Ellos anhelaban estar rodeados con chicos de su edad corporal y pues… tanto Thorsten y yo decidimos enviarlos al internado Haventoor.
-¡Yo quería conocerlos!—su amiga hizo pucheros.
-Algún día.
-¿Y de qué trato hablaba Staggs cuando le pregunté del internado?—quiso saber su amigo.
Katheryn elevó los ojos al techo.
-Les va a quitar la inmortalidad por un tiempo. Los dejará crecer normalmente y cuando tengan unos veinte años, les devolverá la inmortalidad. Creo que lo hará para que puedan sentirse unos verdaderos hombres…
-¿Qué? ¿Les quitará la inmortalidad?—gritó Luke con sorpresa— ¿Puede hacer eso? ¿Puedo revertir lo que nos hizo?
Ella asintió.
-Oh Dios… yo sueño con poder envejecer y poder tener hijos—añadió Heidi con tristeza y Luke se apresuró a abrazarla—Katheryn, ¿crees que Thorsten acceda a quitarnos la inmortalidad?
-No. Yo se lo pedí y negó mi petición—respondió con tristeza—dice que no quiere verme morir de anciana y supongo que a ustedes tampoco.
-Pero, ¿Cómo a tus hermanos sí?
-Porque ellos han vivido dentro de cuerpos infantiles—aclaró—es frustrante seguir siendo un niño cuando llevas más de un siglo en el mundo.
Siguieron charlando, debatiendo y casi discutiendo acerca de los poderes extraordinarios de Thorsten para con los Elegidos y sus familiares.
Dos horas después tuvieron que ordenar comida.
Las personas que entraban y salían no perdían la oportunidad de volver el rostro y observarlos con fascinación.
Luke fue motivo de un gran alboroto de adolescentes. Y Heidi, echa una fiera, tuvo que fingir sonreír con dulzura cuando muchas chicas se paraban a hablar con su novio. Katheryn solamente se reía entre dientes.
-Tienes un aspecto terriblemente atractivo—chilló una chica con una sonrisa de oreja a oreja. Heidi bufó y Luke ensanchó su sonrisa— ¿de dónde eres?
-Soy de Canberra, Australia pero siempre he vivido en los Estados Unidos—le respondió con un alto grado de coquetería.
-Oh, ¡Eres un australiano muy dulce!—alargó una de sus manos y la colocó en su hombro— ¿Cuál es tu nombre?
-Luke Greenwood, ¿y el tuyo?
-Cassie Muller.
-Hola, Cassie Muller, yo me llamo Heidi Delorme, soy de París, Francia y soy la esposa de Luke Greenwood—interrumpió Heidi con un alto veneno en su voz.
La chica abrió los ojos como platos y Katheryn estuvo a punto de escupir de tanta risa. Luke sonrió avergonzado y le regaló un beso en la mejilla a Heidi como muestra de cariño. La pobre Cassie, con la boca abierta, parpadeó con perplejidad.
-Oh, lo siento. No pensé que estabas casado—se levantó de un salto de una de las sillas de la mesa y sonrió con ironía—pero eso no quita que seas muy guapo y ardiente.
Y sin previo aviso, Cassie le robó un beso en los labios a Luke, dejando petrificada a Katheryn.
Si el tiempo se hubiese detenido y se hubiera puesto en cámara lenta, absolutamente todas las personas del lugar sin lugar a dudas, sus ojos hubiesen presenciado la rapidez de Heidi al empujar a la pobre Cassie hasta el techo y luego cogerla de las solapas de su blusa y arrinconarla a la pared.
La chica, con los ojos casi saliéndole de sus orbitas, intentó gritar pero Heidi le cubrió la boca con violencia.
Todas las personas observaban la escena con horror.
Y Luke estaba lívido en su asiento sin saber qué hacer. Tanto Katheryn y él se miraron con sorpresa. Estaban en blanco.
-¡Besaste a mi pareja!—se sobresaltaron con la voz de Heidi y reaccionaron al instante.
-¡Solo fue un beso!—se quejó la chica.
Varias personas intentaron acercarse para auxiliarla pero la mirada furtiva de Heidi los hizo retroceder.
-Princesa, déjala en paz. No te enfades.
-Luke, por favor, no te metas—musitó ella en respuesta.
-Estás armando un escándalo, cariño. Esa chica es una molécula de polvo en mi corazón y ojos. Tú eres a la que amo. Tú, princesa, eres mi corazón entero, ¿lo sabías?
Katheryn se acercó sigilosamente a su amiga y esperó a que ella soltara a la chica pero no sucedió. Heidi miraba fijamente a Luke sin soltarla.
-¿Por qué seguiste coqueteándole? ¡Le coqueteaste en mi maldita cara!
-Fue por cortesía. ¿Crees que me ha gustado su beso? Pues no—se limpió la boca con el dorso de su mano y escupió con asco—me dio repugnancia. Mis labios solo aman a los tuyos. Ahora suéltala y deja que se vaya.
-¿Y si intenta besarte una vez más?
-¡No lo haré! ¡Lo juro!—gimoteó la chica.
-No, no lo harás de nuevo porque voy a matarte. Puedo leer tu mente y sé lo que planeas—le siseó en la oreja.
¿Qué le estaba pasando a su amiga? Definitivamente no era ella. Heidi nunca actuaría de esa manera, ¿o sí?
Con los nervios de punta, Katheryn echó al infierno cualquier modo de apaciguar la tensión y corrió en dirección de su amiga, haciéndola caer al suelo y haciendo que la chica escapara. Cassie echó a correr de inmediato mientras que Katheryn sometía a Heidi, quién estaba furiosa intentando soltarse.
-¡Detente ya!—le rugió Katheryn.
-¡Besó a Luke!
-¿Y eso qué? solo fue un beso.
-¡Quiero asesinarla!
-Pues no lo harás en mi presencia.
Y enviándole una mirada severa, añadió:
-Te soltaré si te tranquilizas. Si no lo haces, nos quedaremos en esta posición todo el día.
La respuesta llegó a los labios de Heidi minutos después. Puesto a que ella se rehusaba a tranquilizarse, a pesar de que la susodicha chica ya llevaba casi diez minutos de haberse largado y Katheryn todavía la tenía estampada en el suelo con un sinfín de espectadores estupefactos.
-Ya. Suficiente. Suéltame. De todas maneras la zorra se ha largado.
-Me huele a mentira.
-En serio, Kath. Estoy bien.
Luke dio unos pasos hasta plantarse frente a ellas.
-Ya Katheryn, suéltala. Hablaremos seriamente, ¿verdad, cariño?
Heidi, sin decir una palabra, asintió con recelo y Katheryn la liberó.
Se incorporaron de un salto y cuando Luke comenzaba a suspirar de alivio, Heidi lo sorprendió dandole una fuerte bofetada en el rostro.
Katheryn retuvo el aliento entre sus dientes. Y todos dejaron de respirar.
Pero Luke apenas y se inmutó.
-Lo tengo merecido—alargó un brazo y la cogió de la mano—vamos fuera.
Y se inclinó a besarle la mano.
Después de todo, Luke era muy inteligente. Los vio salir de la cafetería y decidió volver a sentarse y terminar lo que quedaba de comida en su plato.
Comió en silencio y muy incómoda, pues, aun las personas la miraban con espanto, esperando a que hubiese otro show.
Estaba terminando de beber un sorbo de su café, cuando recibió un mensaje de texto de Ojiverdesensual. De Ethan.
Abrió el mensaje enseguida:
Un sujeto muy amable me ha traído con rapidez a Transilvania. Ya estoy aquí, Florecilla. ¿Dónde estás? Al parecer este pueblo es muy pequeño. Estoy cerca de una cafetería; aunque creo que es la única que hay aquí.
Y cuando todo parecía ir bien, Ethan había llegado antes de lo esperado y Katheryn sospechaba que Leonard había tenido mucho que ver.
Bebió hasta la última gota y de nuevo comenzó a vibrar su teléfono, anunciando otro mensaje de Ethan:
¡Por todos los cielos! ¡Acabo de ver a Heidi y a Luke discutiendo a dos manzanas de donde estoy! Voy a entrar a la cafetería. Ven pronto.
Volteó la cara mecánicamente en dirección a la puerta y lo vio.
Y sintió que su respiración se aceleraba y sus pensamientos volvían a ser confusos.
Se miraba muy guapo. Incluso divino. Parpadeó aturdida. Tanto Thorsten y Ethan le provocaban un sinfín de mariposas en el estómago y hacían que su garganta se secara de la impresión.
Él iba vestido con unos jeans escarlatas, una playera azul manga larga y zapatos negros. Esa ropa era parecida a la que él usó los primeros días en el departamento cuando apenas y se saludaban. Y su cabello estaba brevemente despeinado y sus mechones dorados le tapaban casi un ojo.
En uno de sus hombros llevaba una mochila y en una mano su teléfono.
Katheryn se mantuvo inmóvil sin saber qué hacer.
De repente, él colocó el teléfono en su oreja y el teléfono de Katheryn comenzó a sonar como loco.
Y un segundo después, los ojos de Ethan estaban puestos en los suyos.
-Estás aquí—le oyó decir desde el otro extremo del lugar. Y todas las personas pusieron su atención en él.
-Hola—lo saludó con timidez.
Él ya estaba caminando hacia ella cuando el dueño del lugar lo interceptó con el ceño fruncido.
-¿Eres amigo de esta chica rara?—le preguntó. Ethan ladeó la cabeza.
-¿A qué se refiere con “rara”?
-Tanto su apariencia y su personalidad es rara. Ahora respóndeme, ¿eres su amigo? Porque dos amigos suyos hicieron un terrible escándalo en mi cafetería y no quiero que se repita algo similar.
Perplejo, Ethan miró a Katheryn y luego al sujeto.
-Es mi amiga y vengo por ella—su voz sonó más dura de lo que Katheryn pensó escuchar.
-Entonces llévatela cuanto antes—lo soltó de manera violenta y Katheryn temió que Ethan le diera un fuerte golpe al sujeto. Ya que Ethan también era muy temperamental cuando se trataba de protegerla.
No aguardó a que él se acerca, sino que dejó una buena cantidad de dinero en la mesa y se encaminó en su dirección. Ambos salieron de ahí en silencio.
De pronto, Ethan la cogió de la cintura y la abrazó con fuerza, apretujándola a su cuerpo y sintiendo la calidez de su pequeña figura.
Ella le correspondió al abrazo y aspiró su aroma.
Tardaron unos minutos en deshacer el magnífico momento.
-Que ironías de la vida. Pensé que resultaría difícil encontrarte.
-Tienes suerte de que Thorsten no está aquí.
La expresión de Ethan se ensombreció.
-Él no es tu dueño. Tienes derecho a salir con quién se te dé la gana. Aunque sean novios, no le da el derecho de darte órdenes.
-Dejemos a Thorsten a un lado—agregó, ruborizada. No podía desmentirle aquella mentira, era por el bien de todos—mejor vayamos por Luke y Heidi. Hace unos minutos tuvieron una riña muy peligrosa.
-Entonces ellos también están aquí—dijo con decepción— ¿Por qué no me dijiste que vendrían?
-De hecho no lo sabía. Heidi leyó tu mente y decidieron venir antes que tú a prevenirme de tu inesperada llegada. Ellos temen mucho por tu vida al igual que yo. Thorsten te fusilaría si te viera.
-Ya te dije que si ese es el precio por verte una vez más, aceptaría morir por ti. Ya lo he hecho antes y puedo hacerlo otra vez.
-No digas tonterías, Ethan. No es gracioso.
-No son tonterías. Es la verdad—se aventuró a verla de arriba abajo y una sonrisa pícara asomó en sus labios—ese vestido te queda estupendo.
-Odio los vestidos—comenzaron a andar en busca de sus amigos.
-¿Te lo has puesto para mí?—había esperanza e ilusión en su voz y Katheryn no tuvo corazón para decirle la verdad. Ya que había optado por ponerse el vestido para Thorsten, no para Ethan.
-Uhm—dijo—supongo que sí. ¿Te gusta?
-¡Me encanta, Florecilla!—la abrazó por encima de los hombros y le plantó un beso en la sien derecha.
Katheryn aprovechó a echarle un vistazo mientras caminaban. Él miraba al frente y sus ojos verdes esmeraldas brillaban como el mismo sol. Y una leve sonrisa le acompaña, viéndose adorable y tierno.
No tardó mucho en que él se diera cuenta de su escrutinio. Pues, le sonrió con galantería y ella se sonrojó, sintiéndose como boba. Cuando lo conoció por primera vez en el balcón de su departamento; jamás pensó que se convertiría en una persona muy especial en su vida. Le dolía saber que el brazalete que él le había obsequiado había sido un amuleto de amor y al haberse despojado de él, aquel amor se marchitó, dejando solo un cariño inmenso en su lugar.
-¿Tengo algo en el rostro, Florecilla?—le preguntó.
-Solo estoy observándote. No pensé que de verdad te atreverías a venir hasta aquí.
-Cuando prometo algo, lo cumplo. Más si se trata de ti.
-¿Qué hay de Sam? ¿Le dijiste que vendrías a verme?
-Sí, y se enfureció—ahogó un suspiro de agobio—pero no quiero hablar de ella. Quiero hablar de ti.
-De acuerdo pero ya estamos a unos pasos de estos tortolos, ¿les decimos que iremos a dar un paseo?
Él asintió.
Heidi y Luke al principio discutieron, como toda pareja normal, luego de cinco minutos se tranquilizaron.
Se habían sentado en la acera como si nada les hubiera ocurrido. Ella tenía recargada la cabeza en el hombro de Luke y él había pasado uno de sus brazos por encima de sus hombros.
Una escena muy conmovedora.
-Hola—dijo Katheryn, tratando de no sonar enfadada. Porque si estaba enfadada con ellos.
Tanto Luke como Heidi alzaron la mirada y agrandaron los ojos. Ethan tenía abrazada a Katheryn y tenía las cejas arqueadas.
-Ethan Quin—espetó Heidi poniéndose pie bruscamente, pasando a traer a Luke, quién se puso de pie segundos después.
-Es una sorpresa encontrarlos aquí—contraatacó él a la defensiva, sin soltar a Katheryn.
-Lo mismo pensamos—añadió Luke con los ojos achicados.
-Bueno, les comunico que Ethan y yo daremos un paseo por el pueblo—agregó Katheryn alejándose un poco de Ethan—los veo después, ¿vale?
-¿Dónde nos encontraremos?
-En la casa de Thorsten.
Ethan apretó la mandíbula pero permaneció en silencio.
-De acuerdo—dijo Luke con sarcasmo—nos veremos en la casa del magnífico Thorsten. Diviértanse.
Poniendo los ojos en blanco, Katheryn tiró del brazo de Ethan y comenzaron a caminar en dirección opuesta a sus amigos.
Ethan, por su parte, no dejó de ver a la parejita por encima del hombro. Lo hizo solo para cerciorarse de no ser víctima de un acoso por su parte. Él quería estar a solas con Katheryn y no estaba dispuesto a soportar miradas cotillas.
Avanzaron casi trotando aproximadamente seis calles y se detuvieron frente a la librería donde Thorsten le había obsequiado su precioso libro.
Ethan no dejaba de verla y ella se iba poniendo cada vez más nerviosa. No sabía con exactitud por cuando tiempo Leonard Shay despistaría a Thorsten.
-¿A dónde quieres ir, Ethan?
-Cualquier sitio es favorable si estás a mi lado.
-En serio, Ethan, ¿A dónde? Este pueblo no tiene casi nada impresionante, podemos ir a caminar al bosque o…
-Es una idea estupenda, Florecilla—se acomodó las correas de su mochila en cada hombro y se apresuró a cogerle una mano.
El camino hacia el bosque—no de la parte del bosque que colindaba con la casa, sino el extremo más espeso que estaba muy apartado del pueblo—se encontraba retirado, pero cruzando un pequeño arroyo detrás de la tienda de abarrotes de un anciano, podías encontrar el camino con facilidad.
Y comenzaron a andar. Rodearon la tienda y se toparon con el majestuoso arroyo de agua helada que recorría gran parte de la colina.
-¿No sería más fácil subir que bajar, Florecilla? A simple vista se ve que el agua está helada y no he venido preparado—hizo una mueca de fastidio.
Katheryn se tensó.
-Arriba no hay nada interesante. Ya he ido un sinfín de veces con mis hermanos y los árboles están casi secos. En cambio en esta parte—señaló un punto más allá del arroyo con un dedo—es impresionante.
Estaba mintiendo como nunca antes. Se sentía una embustera. Ni si quiera había ido más allá del arroyo pero era preferible explorarlo con Ethan a que Thorsten lo fusilara en su propia casa.
-Si tú dices que está mejor por este lado, pues debe estar mejor—esbozó una sonrisita—entonces crucemos este cauce.
Y Katheryn no contaba con que Ethan la cargaría en sus brazos y cruzaría con ella el arroyó de agua helada. Él tuvo que arremangar sus jeans a la altura de sus rodillas y quitarse los zapatos para poder cruzar.
-Tengo piernas en perfecto estado—le riñó ella al cabo de un segundo. Ya estaban en la otra orilla y él se estaba acomodando los zapatos.
-Estás usando un vestido bellísimo y jamás permitiría que te ensuciaras o que te hicieras daño al cruzar este cauce, además—hizo una pausa y se irguió, y la vio a los ojos—dentro de esa agua helada, hay rocas filosas que me rayaron el pie como queso.
-¿Te hiciste mucho daño?—le preguntó ella con preocupación. Ethan nunca dejaría de ser sobreprotector con ella.
-Solo fueron rasguños. Estoy bien—le aseguró y escudriñó a su alrededor— ¿Y bien? ¿Ahora a dónde?
**
Thorsten había llegado muy puntual a la citación en el internado Haventoor. Buscó a los hermanos Levis con la mirada y los vio muy alegres con sus respectivos amigos y cuando lo vieron, se aventuraron a llegar hasta él, con la esperanza de ver a su hermana también.
-¡DORIAN!—gritó Charlie y lo abrazó con fuerza. Gesto que Thorsten no esperaba pero le dio palmaditas en la espalda como respuesta.
-Dorian, has venido—añadió Jack sin abrazarlo, solo le sonrió a medias— ¿y Katheryn dónde está?
-Katheryn se ha quedado en la casa. Unos amigos llegaron a visitarla—respondió él.
-¿Qué? pero se supone que ella debería haber venido. Ya van a comenzar las clases—bufó Jack.
-Les envía muchos abrazos y besos—objetó, algo perplejo. Nunca había estado a solas con ellos y se sentía aturdido. No quería enfadarse.
-Da igual—espetó el mayor—ve a la junta de tutores. La directora te espera.
Thorsten se encaminó a la sala de audiovisual donde un sinfín de padres de familia aguardaba sentados en sus asientos. Todos tenían alrededor de 35 años para arriba y él era el único muchacho joven que formaba parte de ellos.
Cuando entró a la sala, todos volvieron la cabeza en su dirección, quedándose algo asombrados por su presencia. Thorsten leyó cada una de las mentes y todas pensaban lo mismo: “¿Quién es este niño? ¿Será acaso el hermano mayor o tío de algún niño? Es imposible que sea el padre de alguien.”
Cohibido y algo perturbado, tomó asiento hasta el final; donde apenas y podía verle la cara a la directora Beatrice Jones.
Apretó la mandíbula cuando un señor robusto pasó pisándole los zapatos con todo el dolo posible y ni si quiera le pidió disculpas. Tuvo que abstenerse las ganas de hacerlo polvo ahí mismo.
Pensó en Katheryn y por arte de magia, la ira se disipó de su cuerpo.
Cuando la voz cansada de la directora Jones se hizo presente, un silencio infinito abarcó todo el lugar. Thorsten miró a la directora que a duras penas lograba hablar. Pero cuando ella postró sus ojos en él, ensanchó su sonrisa y reunió fuerzas.
Thorsten ocultó una sonrisa maléfica y prestó atención. Si de algo servía su apariencia, era para hacer que la anciana más anciana recuperara sus fuerzas para poder al menos sentirse hermosa frente a él. A lo largo de los años aprendió a no jugar con las ancianas porque terminó provocándoles un paro cardiaco a cientos.
La junta fue algo aburrida y tediosa. El único tema que abarcaba era sobre los útiles escolares y la conducta que esperaban tener por parte de los alumnos.
Pensativo, alcanzó a ver por el rabillo del ojo una sombra fugaz fuera de la ventana. Sintió un repentino cosquilleo detrás del cuello e aspiró profundamente con el fin de captar el olor de aquella sombra y por un nanosegundo quedó lívido. Thorsten Staggs, el dios del trueno quedó lívido y petrificado en la silla. El miedo comenzó a apoderarse de él.
Sentía claramente la presencia de Leonard Shay fuera del edificio.
Apretó los puños y a regañadientes se obligó a ponerse de pie y salir corriendo del aula, con todos los padres de familia presentes. Echó a correr fuera del edificio en busca de los niños.
Recorrió todo el perímetro y cuando pensó que solo había sido su imaginación, lo vio.
Vio a su antiguo mejor amigo, Leonard Shay, hablando animadamente con los hermanos de Katheryn.
Lo primero que le pasó por la cabeza fue que Katheryn había muerto y había llegado para deshacerse también de sus hermanos.
Pero luego cuando su mirada grisácea tropezó con la amarillenta de Leonard, supo que las cosas aún estaban en su sitio pero no por mucho tiempo.
Se fue acercando sigilosamente a grandes zancadas. Los niños sonreían ampliamente y toqueteaban la ropa de Shay.
Leonard andaba vestido ridículamente. Pantalones cortos, una chaqueta color amarillo canario y debajo una playera negra. Andaba sandalias abiertas y de su cuello colgaba un sinfín de collares con dijes de diferentes formas.
-Niños, aléjense de ese sujeto—les gritó enfurecido.
Ambos chicos dieron un salto y retrocedieron de inmediato.
-Solo estamos charlando, Dorian—dijo Jack de malhumor.
-¿Dorian? ¿Así te llamas?—terció Leonard esbozando una sonrisa lobuna.
-Vayan a sus habitaciones—les ordenó pero ellos no se movieron, solo se quedaron mirándole sin entender— ¡Ahora!
Parpadearon y se echaron a correr al edificio sin mirar atrás.
Cuando desaparecieron de la vista, Thorsten giró la cara hacia Leonard y apretó los puños.
-¿Qué es lo que quieres? Hay un trato vigente.
-¿Por qué te llamaron Dorian, querido amigo?
-¿Qué es lo que quieres?—repitió, con los dientes apretados.
-Estoy aburrido. Este estúpido planeta es una mierda y heme aquí, conociendo a los hermanitos de esa estúpida Elegida tuya, ¿Cómo se llama? Ah, sí, Katheryn Levis.
-Mataste a Terry, imbécil. Pero ella logró poner un plazo de dos meses—carraspeó Thorsten con las venas del cuello sobresaliéndole—ahora quiero que te largues.
-Quisiera hablar contigo, querido amigo—dio un paso adelante y Thorsten retrocedió—no temas. No muerdo.
Soltó una carcajada sin humor y Thorsten tuvo el impulso de azotarle una ola de truenos hasta matarlo.
-Todos los poderes que tu posees, los tengo yo—le dijo Leonard—así que si intentas matarme con tus rayitos, puedo matarte con el doble de rayos y de paso matar a tu Elegida.
-No entiendo por qué viniste por mí, ¿Qué te he hecho yo?
-Aquí no es un buen lugar para hablar, Thor—se rascó el cuello—sígueme.
-No voy a ir a ningún lado contigo.
-¿Ni si quiera quieres saber las razones?
-Sí quiero pero no iré contigo.
-De todas maneras lo harás.
Y cuando intentó dar un paso atrás, Leonard lo cogió del brazo y lo tele transportó a otra parte. Por primera vez en su vida, sintió nauseas.
Su cuerpo salió despedido por los aires hasta caer sobre algo suave y cálido. Sobresaltado, tambaleándose y a la defensiva, se puso de pie y busco a Leonard con la mirada. Lo encontró postrado sobre una palma a dos metros de distancia. Y ahí se dio cuenta que estaban en una playa desierta.
-Leonard, siento ganas de partirte el cuello con mis propias manos—rugió.
-Comenzaré a decirte lo básico—lo interrumpió Leonard sonriendo—estoy aquí porque tu queridísima Katheryn abrió de nuevo la puerta de Krosper. Y como tu padre ansiaba poder aniquilarte, encontró la manera de darme parte de su poder y darme el honor de llevarte de vuelta.
-¿Qué? ¿Qué infiernos estás diciendo? Katheryn no ha abierto nada, además, esa estúpida puerta fue sellada cuando yo entré a la tierra.
-¿Y crees que hubiera podido entrar por esa puerta sellada?—se burló—Katheryn Levis abrió la estúpida puerta de Krosper con la llave de tu asqueroso libro de La Vida.
Estupefacto, Thorsten sintió de nuevo nauseas.
-Esa llave me la dio mi madre un segundo antes de morir…
-Esa llave es la llave de Krosper, idiota—soltó una carcajada—y pronto la tendré en mis manos para abrir de nuevo la puerta y dejar que tu padre pueda venir también a saludarte.
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