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Capítulo 12

-¿Necesitas esto, Levis?

Katheryn se volvió hacia Leonard sin esperar su visita inesperada. Lo encontró de pie en el balcón al día siguiente, en sus manos sostenía el cargador de su teléfono.

-Tardaste un poco, ¿no?—le respondió en tono juguetón. Leonard esbozó una diminuta sonrisa y le lanzo el artefacto.

-¿Aun tienes tu roca?

-Sí—le dijo mientras guardaba el cargador en su sudadera y extraía la roca desde su bolsillo del pantalón— ¿Cómo se usa?

-Tienes que pisarla y pensar en adonde quieres ir. Y listo—se encogió de hombros—pero sé que tú quieres ir en busca de Thor. Pero creo que te será imposible.

-¿Por qué?—se sobresaltó.

-Ya te expliqué que ha estado de país en país y yo no tengo ganas de seguirle la pista—rodó los ojos—necesito estar al pendiente de Emma.

-¿Emma?—Katheryn le sonrió maliciosamente.

Las mejillas de Leonard se tornaron rojas y suspiró.

-Se llama Emma Lester la chica de la que estoy enamorado.

-Bien, bien. Vete ya—poniendo los ojos en blanco, Katheryn se despidió de él con la mano y regresó a la sala.

Owen apenas acababa de despertar, tenía el cabello despeinado y en su rostro había marcas de la almohada. Bostezó perezosamente y sonrió ampliamente al verla de pie junto al balcón.

-Es demasiado temprano, ¿no crees?—le dijo mientras se sentaba a observarla.

-Son las nueve de la mañana. No es temprano, de hecho es tardísimo—soltó una risita.

-Para Clara y para mí no lo es—refunfuñó, presa del sueño.

-Eventualmente, ¿Cuál es tú horario de levantarse los fines de semana?—Katheryn se sentó a su lado con una expresión de sorpresa en el rostro.

Owen sacudió la cabeza y se mordió los labios. Katheryn fijó la mirada en su peculiar lunar que se movía cada que él abría la boca o sonreía.

-No tengo idea. Nos levantamos cuando nuestros ojos quieren.

-Debiste haber dormido deliciosamente.

-Te ofrecí tu propia cama y no quisiste—estrechó los ojos—yo quería dormir en este sofá pero la nena no quiso.

-De hecho la nena que no quiso fue Clara—replicó Katheryn con los ojos en llamas.

-Ella estuvo de acuerdo, no lo niegues.

-No. Por supuesto que lo niego—rodó los ojos—recuerdo absolutamente sus palabras “Quédate si quieres, pero yo no dormiré en el suelo.” Y a eso súmale la mirada aterradora que me envió al recitar esas palabras.

-¡Ay! No te lo tomes a personal…

-A mi ciertamente no me importa si Clara me odia, yo estoy aquí por ti.

Katheryn se levantó de inmediato y puso su teléfono a cargar, mientras tanto, Owen la observaba con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Por qué sonríes como bobo?

Tanto Katheryn y Owen saltaron del susto al escuchar la voz cargada de veneno de Clara.

-A ver—le contestó Katheryn tajantemente. Ya se había hartado de la estupidez de su amiga y no estaba dispuesta a seguir soportando tanta antipatía— ¿Ahora es un crimen sonreír o qué? Si Owen quiere sonreír, quiere reír, llorar o gritar, está en todo su maldito derecho, idiota.

-¡Pues esta es mi casa!—le gritó Clara a modo de respuesta.

En una esquina estaba Owen de pie, pálido y petrificado, observándolas.

-Tiempo atrás había dicho que te pertenecía pero he cambiado de opinión—sonrió con arrogancia, pero solo lo hacía para ponerla en su lugar—y no me parece que trates a mi amigo como un animal. O lo tratas bien o te echo de mi departamento y me llevo a Owen lejos.

Los ojos de Clara se abrieron como platos y buscó la mirada de su novio, pero este no la miraba a ella, sino a Katheryn. Él estaba boquiabierto.

-¿Vas a dejar que me ofenda de esa manera?—balbuceó Clara.

-Ella tiene razón, cielo—susurró Owen.

-Owen no iría conmigo a ningún sitio si tú no vas—agregó Katheryn, un poco más tranquila—pero eso no quita que te hayas convertido en una bruja.

-Viniste solo a estropearlo. Vete de aquí—le espetó su vieja amiga.

Y Owen perdió la cabeza.

-¡Ya fue suficiente, Clara Alexa Ponce!—aulló él con el rostro rojo—lo mejor será que me vaya por un tiempo. Eso servirá para que rectifiques tus errores.

-¿De qué estás hablando?—ella lo miró horrorizada.

-Estoy diciéndote que me iré por un tiempo. Lejos de ti y de aquí. Necesito tranquilidad y tú no puedes dármela.

Katheryn quería reírse a carcajadas, zapatear, bailar y gritarle en la cara a su amiga: ¡In Your Face, Bitch!

-¿Te irás con Katheryn?—las palabras de Clara apenas eran audibles.

-Por el momento sí. Después voy a pensar en lo que haré.

-Entonces vete ya. No quiero verte—le gritó, y de sus ojos empezaron a salir lágrimas y su expresión se ensombreció—y si regresas, espero que no me encuentres nunca más.

Se dio la vuelta y regresó a la habitación.

Owen se dejó caer en el sofá y ahogó un suspiro abrumador.

-No quería causar problemas, Owen—se disculpó Katheryn—pero no podía soportar oír cómo te trata. No es justo.

-Ella no es así. Se pone de ese humor cuando escucha tu nombre y pues… al verte en persona, creo que eso ha derramado el vaso de su locura interior.

-Lo siento.

-No lo sientas—le sonrió el rubio cálidamente.

-¿En verdad piensas irte?

-Sí—se mordió el interior de las mejillas y se pasó una mano por el pelo— ¿Irás a alguna parte? Es que… me preguntaba sí…

-¿Quieres venir conmigo y ayudarme a buscar a Thorsten?—le preguntó enseguida con las cejas arqueadas. Él sonrió.

-Voy por mis cosas. No tardaré.

De un salto, el rubio echó a correr a la habitación en donde Clara se había ido.

Y Katheryn se percató de un detalle: ¿Y si no encontraba a Thorsten? Solo tenía una estúpida roca.

Se aproximó de nuevo al balcón y se sorprendió ver a Shay del otro lado de la calle, sonriéndole burlonamente.

-¿Desde cuando estás ahí?—le gritó ella.

Él rodó los ojos y cruzó la calle hasta colocarse debajo del balcón.

-Llevo un buen rato escuchando las riñas que tuviste con esa chica—chasqueó la lengua—es más desagradable que tú, eh.

-Oh, vaya. El chico más perfecto ha hablado.

-Soy perfecto—alzó las cejas y ahogó una risa nasal—oye, ¿piensas ir a buscar a Thor con ese rubio?

-Se llama Owen—musitó.

-Lo que sea. ¿En serio irás con él?—arrugó la frente.

-Sí, ¿Por qué?

-Entonces necesitarás dos rocas en vez de una.

-Ah.

-Ahora entiendo por qué Thorsten perdía la cabeza ante tus tonterías—dijo, y buscó algo en sus bolsillos—toma, en esta bolsa hay cinco rocas más. Podrías necesitarlas. Y ahora sí, no hagas ninguna estupidez. Porque no quiero que Thor me dé una paliza si te ve en malas condiciones.

Ella quiso mostrarle el dedo corazón pero él ya se había ido.

Guardó la primera roca en esa bolsa y esperó en el balcón media hora más.

Su teléfono apenas tenía pila pero luego buscaría donde cargarlo. Mientras tanto, dejó que se llenara un poco más en lo que Owen salía.

-Bueno, ya estoy listo.

Se volvió para ver a su amigo bien vestido; jeans negros, tenis de color rojo y una sudadera verde que tenía escrito: Lo sé, soy sexy, ¿y qué? Y su gorro rosa que ella le había visto en Oslo. En sus hombros llevaba una mochila que a leguas se notaba que era pesada.

-¿Aun conservas ese gorro?

-Sí, ya que jamás cumpliste tu promesa de obsequiarme un gorro de otro color.

-Estás en lo correcto pero esta vez es un juramento—hizo bizcos con los ojos y sonrió ampliamente— ¿Ya llevas lo necesario?

-Eso creo. Tuve que usar mi espalda como escudo ante los diferentes golpes que Clara deseaba darme en la cabeza—hizo una mueca—si quieres salir ilesa de aquí, hay que irnos ya.

Katheryn se apresuró a desconectar su teléfono, guardó el cargador en sus bolsillos y junto con Owen, salieron del departamento casi corriendo. Ella ni si quiera había llevado ropa extra pero no le importó.

-Toma—dijo Katheryn, entregándole a Owen una de las rocas. Él frunció el ceño mientras miraba lo que tenía en las manos—es una roca para tele transportarnos. Solo tienes que pisarla.

-De acuerdo, pero, ¿adónde vamos?

-No tengo idea. Solo repite en tu mente lo mismo que yo: Deseo estar en el lugar donde se encuentra Thorsten Staggs.

-Bien—titubeó.

Ambos colocaron las rocas debajo de sus pies y cerraron los ojos. Owen se aventuró a cogerle la mano por si algo salía mal.

Repitieron las palabras al mismo tiempo y desaparecieron.

Y lo que ellos no contaban era que Clara logró mirar absolutamente todo.

Reaparecieron dando traspiés por separado.

Owen profirió un grito de terror a lo lejos y Katheryn giró en torno en busca de su amigo.

Se había echado a correr pero se detuvo en seco al darse cuenta donde estaban.

Hawái. No tenía ninguna duda.

-¡Owen!—gritó segundos después.

-¡Aquí! ¡Auxilio!

Buscó el sonido de su voz y lo encontró enterrado en la arena hasta el cuello.

Era de tarde y casi no había personas en toda la isla.

-Ayúdame a salir de aquí.

Intentó con todas sus fuerzas sacarlo de aquel agujero pero fue inútil. Ya no tenía la misma fuerza de antes y eso la estresó.

-Aguarda aquí. Voy a buscar ayuda—le dijo.

-Oh, claro. Descuida, no voy a irme—replicó el rubio con sarcasmo—date prisa porque siento que me asfixio.

La vio alejarse corriendo por toda la isla en busca de alguien. Aturdido y enfadado, cerró los ojos para no desesperarse.

-¿En dónde demonios estoy?—se preguntó en un susurro.

-Estás en Hawái, Kennedy.

Una voz amenazante le respondió a su pregunta. Owen abrió los ojos repentinamente y se encontró con unos ojos verdaderamente grises casi oscuros que le miraban amenazadoramente. El sujeto, dueño de los ojos grises, estaba prácticamente sobre él. Y era enorme. Vestía de bermudas y una camiseta gris que le marcaba todo su musculoso cuerpo. Pero lo que a Owen le causó curiosidad fue la cicatriz que adornaba su rostro, el cual era más espeluznante que su apariencia.

-¿Cómo es que has llegado hasta aquí?—le preguntó en tono violento. Owen se encogió más en su agujero.

-¿Quién eres tú?—se atrevió a preguntarle.

-Soy Thorsten Staggs.

El rubio palideció y estuvo a punto de desmayarse pero Thorsten lo evitó.

-¡Hey!—le gritó de repente y Owen dio un salto—no te desmayes. Respóndeme.

-He venido con Katheryn. Ella quiere verte y saber si estás bien—balbuceó.

-¿Katheryn está aquí?—apretó la mandíbula y Owen notó que sus manos estaban empuñadas. Sintió un terror inmenso.

-S-Sí.

-¿Qué hace aquí? ¿Cómo se enteró dónde estaba?—Thorsten se preguntó para sí con la mirada perdida.

-Ya te lo he dicho…-la mirada gélida de Thorsten le hizo cerrar la boca.

-¿Cómo lograron venir?—miró a Owen y este apartó la mirada inmediatamente—no voy a matarte. Habla.

-Al menos ayúdame a salir de aquí. No puedo respirar.

A regañadientes, Thorsten se vio obligado a sacarlo sin ningún esfuerzo.

Owen tosió y se sacudió la ropa. Su mochila estaba en perfecto estado y miró a Thorsten, quién no le apartaba los ojos de encima.

-Katheryn me hizo pisar una roca y ¡ZAZ! Aparecimos aquí.

Thorsten se metió en la cabeza del rubio en busca de más detalles pero no había más. El chico decía la verdad y se suavizó.

-¿Y dónde está ella?—quiso saber.

-Fue por ayuda. Ya sabes, yo aparecí enterrado en un agujero.

Pero Thorsten no objetó nada al respecto. Estaba concentrado en sentir las vibraciones del pensamiento de Katheryn.

-Cuando ella vuelva, no le dirás nada de mí, ¿okey?

-¿Por qué?

-Porque es una orden—lo fulminó con la mirada.

-Bien. No diré nada. Pero, ¿y si intenta buscarte?

-Deja que lo haga. Yo me iré justo ahora.

-Entonces hemos venido en vano—chasqueó la lengua, haciendo que su lunar se contrajera—no entiendo por qué huyes de Katheryn. Ella te ama.

-Y eso por eso que estoy alejándome de ella. Yo también la amo pero no quiero que salga herida cuando sea la hora de que yo me vaya.

-Deberías despedirte como es debido.

-¡Y lo haré!—gruñó, enfadado. Owen se intimidó—en una semana iré a buscarla. Pero ella debe esperar.

Y como apareció, se fue, dejándolo completamente solo.

A los pocos minutos llegó Katheryn acompañada de un señor que frunció el ceño al ver al rubio de pie, esperándolos. Katheryn ladeó la cabeza y le pidió disculpas al señor, quien se dio la vuelta sin terminar de oírla.

-¿Cómo infiernos saliste del agujero?—le preguntó, incrédula.

-Reuní fuerzas—se encogió de hombros— ¿y ahora qué?

-Ahora a buscar a Thorsten.

-Él no está aquí. Además, ¿Por qué no esperas un poco? En una semana te buscará. Dale tiempo.

-La roca nos trajo hasta acá y es porque él está aquí. No me iré de aquí hasta encontrarlo.

-Hazme caso. Él no está aquí—insistió.

-¿Por qué lo dices con tanta seguridad? ¿Lo has visto?—un brillo apareció en sus ojos.

-No. Ni si quiera lo conozco en persona.

-Entonces no digas nada y ayúdame a buscarlo.

Recorrieron toda la isla en su búsqueda pero no había rastro de él. Katheryn les preguntó a varias personas y todas dijeron que habían visto a un sujeto con las mismas características pero que tenía horas de que se había marchado.

-En efecto, el señor Staggs estuvo hospedado aquí durante dos días—le había dicho el recepcionista. En aquel hotel se hospedaron cuando fueron unos días y se sintió nostálgica al recordarlo—pero hace aproximadamente un par de horas que se fue.

Devastada, asintió y salieron a la playa.

-¿Lo ves? Thorsten no se iba a quedar aquí todo el día—le dijo su amigo.

-Supongo que debemos seguirlo. No puede huir de mí tan fácilmente.

Sacó otras dos piedras, una para ella y otra para su amigo.

-Ya sabes que decir—le recordó y el rubio asintió a regañadientes.

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