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34 - La segunda primera vez

Marina está sentada a mi lado, hojeando por enésima vez algunos tatuajes hechos en este estudio. Es el mismo lugar en que me hice los otros dos y confío en el resultado.

Esta vez no será un corazón sino una palabra en bella caligrafía cursiva que dirá: "esperanza" y se ubicará bajo mis costillas derechas.

Es una palabra con mucha carga emocional y significativa tanto para Rafe como para mí, a pesar de que él quiera usar ese nombre para una futura hija.

¡Es tan adorable!

―No sé cómo soportás ese dolor. De solo escuchar el piiiiiiiiipiiiiiiii de la agua, me dan ganas de vomitar ―Marina es exagerada por naturaleza; bien podría ser hija del hipocondríaco de mi papá.

―Che, ¿y como tomó tu viejo el tema de tu casamiento con Pablo?

―Ni fu ni fa. Le importó una mierda. ¿Y todo sabés por qué? Porque la forra de su noviecita le dijo que tenía un atraso. ¿Te la imaginás teniendo un bebé con mi papá?¡Es para matarlo al viejo verde! ―Hace un gesto nauseoso y evito reírme para que el pulso del tatuador no se vaya de foco.

―¿No te imaginás teniendo un hermanito a los 30?―La provoco, sabiendo que de no ser porque estamos en un lugar público y con agujas a nuestro alrededor, me arrojaría la carpeta con dibujos.

―Todavía ni siquiera puedo creer que voy a tenerlo yo... ―resopla por lo bajo y me asombra su respuesta. Es la primera vez que insinúa algo al respecto o lo comenta a las perdidas.

Miro al tatuador mientras pasa el algodón por mi piel por última vez y agradezco que haya terminado. La posición en que contorsioné mi cuerpo es demasiado incómoda.

―Listo. Fijáte cómo quedó y decime qué te parece―El chico con mucha tinta encima y piercings por todos lados señala el enorme espejo del cubículo.

Me levanto de la camilla y no puedo quitar la sonrisa de mi rostro.

Cualquiera diría que es una palabra ordinaria, con una caligrafía común, pero para mí es más que eso y es lo importarte.

―¡Me encanta! ―le respondo con entusiasmo. Ni mis dos tatuajes anteriores sumados a este nuevo cubren una milésima parte de todo lo que él tiene ocupado.

Contenta, me visto con cuidado protegiendo la venda plástica y paso hacia la sala de recepción, donde abono por el trabajo terminado.

―No sé cómo te animás a hacerte esas cosas en la piel.

―No me interesa tatuarme toda, pero me siento bien haciéndome cositas por aquí y por allá que representen algo importante en mi vida.

Caminamos por la avenida sin pasar por alto el comentario que quedó flotando en el cuarto de tatuajes. Apenas entramos a la tienda de ropa interior a la cual me imploró ir a cambio de su compañía en la Bond Street, la detengo.

―¿Hablaron con Pablo sobre ser padres?

―Pufff...todo el tiempo.

―¿Y?

―Y ¿qué? ―pregunta pasando percha a pecha con toda clase de enteritos de encaje muy sexis.

―Que si quieren ser padres.

―Sí, pero no sé. Ahora yo estoy con mucho laburo, él también. Estamos bien así...

―¿Por qué creo que hay algo que no me estás diciendo? ―la aparto de la enorme estantería colgante de lencería y la llevo hacia un probador apartado de la entrada del público.

―Nah...no pasa nada...―No me mira.

Primer indicio de ocultamiento a la vista.

―Marina, nos conocemos desde que tenemos 3 años y me robaste las hebillas de Hello Kitty.

―¿Nunca vas a dejar de recordármelo?¡Qué rencorosa! ―chilla exageradamente y lleva la mano a su corazón.

―Dale, dejá a la actriz del Maipo para otro día, yo sé que algo te pasa...¡aunque sea, reconocéme eso! No hace falta que hablemos acá y...

―¡Estoy embarazada! ―ruge entre dientes ―. ¿Estás feliz ahora, agente de Cipol?

―¿¡Qué!? ―grito, conmocionada. Algunas cabezas giran en nuestra dirección, pero prontamente regresan a sus cosas.

―No te escucharon en China, boluda.

―P-pero ¿cuánto tiempo más ibas a esperar para decírmelo?

―No sé...ayer me hice un test...mañana tengo médico, ¡todavía estoy en shock!

Tomo la decisión por ella de irnos de la tienda con las manos vacías y meternos en un cafetín a pocos metros. Necesitamos recuperar el tiempo perdido y ponernos al día con semejante bomba.

―Marina, amiga, ¡voy a ser tía! ¿Cómo se te ocurre ocultármelo? ―Lloriqueo y me abanico los ojos. Estos últimos días, con la operación de Rafe, han sido un total descontrol.

―¡Y yo voy a ser madre y no sé siquiera cómo carajos se agarra un bebé! La última vez que alcé uno a upa se llamaba Johnny Bell. ―me arranca una carcajada, como siempre.

―¿Pablo lo sabe?

―Sí, tuve que amordazarlo para que no vaya corriendo a contarle a la chusma de su madre ―Pedimos dos té, uno con limón para mí y uno con leche para ella ―. Le dije que al menos quiero llegar al tercer mes para hacerlo público.

La tomo de las manos y la miro con gran amor; ella es como la hermana mujer que no tuve y yo significo lo mismo para ella.

―Estoy hecha una hormona andante: lloro todo el día, tengo asco por cualquier pelotudez.―Ahora mismo se seca una lágrima.

―Es una hermosa noticia y Pablo es el amor de tu vida. ¿Qué mejor que eso?

―Sí, lo sé. Es medio colgado y se fue a recoger kiwis a Nueva Zelanda, pero lo re amo. ―Reímos recordando, además, que para ese entonces nos fuimos de vacaciones juntas a Río ―. ¿Cómo está Rafe? ―Esnifa sus mocos.

―Muy bien, recuperándose. Es un toro ―le digo sin segundas intenciones a pesar de que Marina eleva las cejas con intención―. ¡Sos una tonta! Pobrecito tu bebé. ¡La madre que le espera!

―¿Se van a quedar en el departamento? Es muy chico para lo que él está acostumbrado.

― Tiene que hacerse controles periódicos y necesitamos estar completamente seguros de que su cuerpo no rechazó la válvula ni de que no se hayan formado coágulos. Así que de momento, no tenemos otros planes.

―¿Tu suegra se va a instalar con ustedes?

―Es divina, pero no. Rafe le alquiló un depto cerquita así que va a estar yendo y viniendo a cuidarlo mientras yo esté haciendo trámites o trabajando en el hospital ―. Tomo el celular recordando que sería una excelente idea ir a lo de mi ginecólogo para hacerme una revisión de control y retirar el resultado de mi biopsia. Le escribo un rápido mensaje y él me responde que me dé una vuelta en unas dos semanas si aún estoy por acá. Está de viaje por un Congreso médico en Chicago y tiene muchos turnos pendientes ―. Perfecto, ya acordé pasar por lo del doctor Lozano. ―digo en voz alta.

―Me alegra mucho que haya resultado todo bien con eso ―nos tomamos de las manos simultáneamente, contentas por las buenas noticias ―. Y decime, ahora que supuestamente tenés el útero diez puntos, ¿ustedes ya pensaron en tener bebés? Si son varones van a salir muy bien dotados.

―¡Dejá de hablar de su tamaño, nena! Aparte, ¡es mío! ―me sonrojo y disfruto esta salida con Marina. De no ser porque Rafe quiso operarse aquí, yo estaría en Brasil extrañándola horrores.

―Eso no responde mi pregunta ―cuando la camarera deja las galletitas de cortesía junto a las tazas, Marina se abalanza al plato ―. ¿Qué? Soy una mujer embarazada y con antojo de dulces. ¿Acaso querés que tu sobrino o sobrina salga con cara de estrellita de manteca? ―me muestra la galleta y estoy a punto de hacerme pis encima ―. Respondéme vos ahora: ¿quieren tener hijos?

Me relamo y miro la taza. Finalmente, asiento con la cabeza.

―Rafe está encantado con la idea, pero yo le dije que tiene que ocurrir un milagro. ―Debería pensar en positivo, pero no puedo. Tantas desilusiones, tantos intentos infructuosos, que me da pena esperanzarme con más.

―Palomita, no digas eso. Tu doctor dijo que está todo bien, ¿no? Simplemente...con Fede no tenía que darse.

―Rafe dijo lo mismo: que quizás era solo cuestión de tiempo y de persona.

―Este chico está muerto con vos.

―Y yo muerta con él ―suspiro, enamorada.

Una hora después, estamos fuera de la cafetería, despidiéndonos.

Ya debo regresar al departamento, darme una ducha y volver al hospital; echo de menos a Rafe.

***

Cuatro días más tarde, estamos de regreso en mi casa.

Rafe se ha recuperado según lo planeado y el living es un caos: Levi ha inflado una pelota de pilates, algunas pesas están sobre la mesa baja desafiando la rigidez del cristal que las soporta y una bolsa de boxeo cuelga junto al ventilador de techo.

Wowo, pará un poco, Rocky Balboa. ¿Qué significa todo esto?

―Me parecía bien armar un mini gimnasio. Rafe necesitará rehabilitarse.―su naturalidad es pasmosa.

―Estoy de acuerdo, pero su rehabilitación debe estar supervisada por un profesional y ser progresiva. ¡No vas a hacerlo pelear por un cinturón de la OMB en una semana! ―Despotrico y Rafe no contiene su carcajada. Se sienta en el sofá con la ayuda de su madre y le exijo a Levi que se haga cargo de todo el desorden ―. Ya me contacté con un kinesiólogo especialista en pacientes cardiológicos. No te preocupes, sé lo que hago. ―Establezco los límites sin que me tiemble el pulso. Tanto él como Grazia María han estado volviéndome loca con la recuperación de Rafe.

―Está bien, doctora. Su casa, su paciente, sus reglas. ―eleva las manos, pero no es lo último―. Ah, Rafe: el presidente del club te espera en tres semanas.

―¡Tres semanas! ―grito.

―Necesita que firme el deslinde oficial del club. Cristina estuvo de acuerdo con los plazos.

―Sí, es lógico. ―Rafe se frota las sienes a disgusto ―. Dile que iremos. ¿Estaré en condiciones de viajar, doc?

―Los tiempos son acotados, pero tu pronóstico es bueno. En un par de días te sacaremos los puntos y ya podrás salir a caminar. Intervalos cortos y tranquilos. Nada de correr maratones, así que sí, podrías viajar ―Ruedo los ojos, no del todo conforme.

Levi se muestra gratificado con el plan y se marcha.

¡Aleluya!

Grazia María lo secunda y agradezco estar a solas con Rafe después de tantos días, tanto nervio y preocupación.

Doble Aleluya.

―Ven aquí, minha beleza ―Rafe me invita a su regazo cuando su familia se va. Me acomodo con cuidado, ya que no quiero tensar ninguna parte de su piel.

―¿Como te sentís?

―Ahora que estos dos pesados se fueron, muy bien ―dice divertido y me da un beso de película, jugoso, intenso y sexi.

Muy, muy sexi.

―Te he echado de menos ―Su tonito español con "sh" mezclado con su portugués natal me vuela los sesos.

―Yo también, pero hay que esperar unos días para otra clase de...actividades...

―¿No podemos tener un adelanto?

―No, tenemos que esperar ―me alejo dejándolo con una importante erección. Es un buen síntoma, aunque las bolas azules no son recomendadas en ningún caso.

***

Los días pasan en un chasquido y Grazia María regresa a Río con Levi.

Rafe está mucho mejor, sin puntos de sutura y con los resultados de los análisis que provocan envidia. Mi jefe lo ha felicitado y yo también.

Contra todo pronóstico, ha sido un excelente paciente.

Cuando vuelvo al departamento después de hacer un par de compras en el supermercado chino de la vuelta, la notebook de Rafe está abierta sobre la mesa. Es extraño, ya que suele ser bastante meticuloso y ordenado con sus cosas.

―¡Rafe! ¡Amooor!―Lo llamo esperando a que responda. El departamento no es muy grande así que cuando dejo las verduras y la carne en el frío, lo busco en nuestra habitación y en el baño, sin éxito.

En la heladera, veo adherida una gran nota que me pasó desapercibida.

"Mi ángel, iré a caminar al parque. Enseguida regreso".

Más tranquila, pongo la nota bajo el mouse cuando la pantalla se enciende mostrando la última de sus búsquedas. No pretendía leer, pero...

―Casa en Belgrano. Cuatro ambientes. Gran patio, pileta y quincho. ―Replico en voz alta.

¿Pretende mudarse?

Pensando fríamente, tiene sentido; en este departamento apenas podemos caminar sin chocarnos con cuanto elemento de ejercicio hay. Sin embargo, ¿para qué trasladarse faltando tan poquito para nuestro regreso a Brasil?

Me decepciona que no me haya hecho parte de sus planes y que en su mente esté anidando la idea de separarnos hasta volver a Río.

Cenar pizza es un buen plan para sacarme la tristeza de encima.

Lo decreto.

***

En la cama, me abraza como todas las noches.

Sospecha que me siento un tanto extraña porque hace unos días le conté que Marina estaba embarazada sin dejar de llorar mientras lo decía. Lo que ignora es que esa noticia me alegra un montón y que es su reciente búsqueda de casa lo que me puso mal.

―Mañana tienes cita con el médico, ¿cierto?

―Sí, algo de rutina. Como me fui apenas me sacó los puntos de la operación y los resultados de la biopsia me los dio por teléfono, está bueno que regrese por control, nada más.

―¿Quieres que vaya contigo?

―No, Rafe, no hace falta.

Me acurruca más contra su cuerpo y lo que dice me sorprende.

―¿Sabes? Confío en que nuestras almas siempre estarán unidas, que nuestros cuerpos siempre se pertenecerán y que nuestros corazones siempre latirán a la par. En esta y en todas las vidas que vivamos.

Giro para enfrentarlo y me tiembla el labio por su apreciación.

―No esperaba menos de vos: romántico, un potro y con un corazón de oro.

―Oro y titanio ―apunta con certeza el material de su válvula y me rio de que se haya tomado con liviandad todo este proceso.

―Oro, titanio y tinta ―agrego.

―Oro, titanio y tinta. ―Repite. Toca mi pecho desnudo, traza las letras que me he tatuado bajo las costillas y si bien no se lo he permitido explícitamente, tampoco le impedí que mordisquee mi pezón erecto.

―Rafe...―el sonido gutural que sale de mi garganta es elocuente.

―Este tatuaje es hermoso. Simple, rotundo.

―Como vos ―rastrillo su cabello ensortijado y en un santiamén, se desliza entre mis piernas sin oposición. Es un movimiento suave, continuo, como las olas del mar en un día calmo ―. Mi amor...cuidado...―controla sus movimientos, es consciente de sus limitaciones, pero se lo recuerdo.

―Solo una probadita. Te eché muuucho de menos ―mi pierna se contorsiona sobre su cadera, permitiendo que el ángulo de penetración mejore y el esfuerzo de Rafe sea menor.

Nos consume el deseo, nos consume la pasión y en menos de cinco minutos, Rafe está pulsando dentro de mí con fuerza y yo, derramándome sobre él. Ha sido un acto gentil, puramente erótico. ¿Quién dijo que hay que hacer todo de modo salvaje para que importe y sea placentero?

―¿Como te sentís? ―Es lo primero que le pregunto. Es nuestra segunda primera vez.

―Bien, un poco agitado, pero nada se compara a los días previos a la operación ―me tranquiliza y se acomoda detrás de mí, su pecho contra mi espalda y su respiración descansando sobre mi oído.

Sin dudas, mejor que cualquier sinfónica del mundo.

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La Bond Street: nombre de una galería comercial ubicada sobre avenida Santa Fe.

Maipo: reconocido teatro de la avenida Corrientes.

Johnny Bell: muñeco infantil de goma.

Pelotudez: tontera.

Depto: abreviatura de departamento.

Quincho: Cobertizo consistente en un techo sostenido por columnas de madera u otro material; se suele construir en el jardín de una casa o en su parte posterior, y se utiliza como resguardo contra la lluvia o del sol en comidas al aire libre. Suele ubicarse la parrilla para hacer asados.

Potro: atractivo.

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