Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14: Adiós mi sabia

Dicen que la comprensión de uno mismo y de nuestra yoidad interna es el primer paso para ser capaces de comprender el mundo que nos rodea. Sin embargo, existe un plano tan inmenso y complejo que no podría alcanzarnos la vida para entenderlo plenamente, pero Anastasia sabía que lo que fuera que pudiera aprender y comprender, podría ser transmitido a las futuras generaciones, pues así era como funcionaba la inmortalidad de los mortales.

—¿Sabes por qué la danza es tan importante para los seres de la naturaleza? —preguntó Brigitte mientras comían su ración del día, sentadas sobre el suelo de terciopelo.

—Lo recuerdo —respondió Anastasia con serenidad—, la danza es un ritual sagrado que nos permite conectar con la naturaleza. Con ella equilibramos el cuerpo con los cuatro elementos.

—Cinco elementos —respondió Brigitte, confundiendo a Anastasia y al percibir su confusión, Brigitte sonrió—. Tierra, agua, viento, fuego y luz...

—¿Luz?

—Es el elemento de la vida —explicó Brigitte—, gracias a ella existimos y cuando los cinco elementos se encuentran en armonía, se abren las puertas del cosmos. Es la energía del universo que alimenta el poder de la creación.

—Así que, el poder de la creación... —Anastasia mordió su bollo mientras meditaba sobre eso—. Debe ser un poder que sólo los espíritus pueden usar, supongo.

—No. —Brigitte la sorprendió con su respuesta—. En el universo los espíritus sólo pueden usar a lo mucho dos elementos, pero no existe ninguno que pueda usar los cinco elementos, por lo que, ningún espíritu sería capaz de acceder al poder del cosmos.

—Entonces, ¿quién puede?

—La naturaleza, princesa. La naturaleza está viva y respira, por eso la veneramos. Nunca debe olvidar el inmenso poder de la naturaleza, la cual, supera por mucho, el poder de los espíritus.

«Impresionante —pensó Anastasia».

Por un breve momento, se preguntó sí existiría alguien más capaz de superar a la naturaleza y quizá, fuera aquella interrogante la pauta de su destino.

Antes de irse a dormir, contó las envolturas de jabón y suspiró con desaliento al percatarse de que ya había pasado otro año.

—Princesa Fayrel, debes hacer de la paciencia una virtud —comentó Brigitte tras de ella.

—Irónico que le pidas algo así a una mortal —respondió Anastasia, mientras devolvía las envolturas a su lugar-. Nuestras vidas son cortas, por eso, no hay quien espere dos años por un amor no correspondido...

—Ojitos de plata, ¿eh? —Brigitte sonrió y Anastasia se ruborizó.

—No es sólo por él...

—Estoy segura de que él todavía te ama y piensa en ti. —La alentó Brigitte—. Ya que su luz sigue ligada a ti...

Anastasia ya le había contado un poco sobre los poderes de Darién y como su ilusión solía sacarla de sus pesadillas.

—No lo sabré con certeza hasta que lo vea...

—Bueno, tal vez ya vaya siendo hora. Como ya te enseñé todo lo que tenía por enseñarte, lo próximo por aprender no lo aprenderás dentro de una prisión.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Anastasia, volviéndose para mirar a Brigitte, cuyos ojos enternecidos la miraron con una cristalina nostalgia.

—Ve a descansar y mañana hablaremos bien.

Así que Anastasia se fue a dormir y al despertar, tuvo un mal presentimiento cuando vio a todas las hadas reunidas con las caras alargadas.

Salió de la cama y se acercó a ver a Brigitte quien meditaba en el centro de la habitación.

—¿Qué sucede? —preguntó en un susurro a las otras hadas.

—Que sea ella quién te lo diga...

Anastasia esperó con angustia hasta que Brigitte acabó de meditar y abrió los ojos con un inmenso sosiego.

—Princesa Fayrel. —Sonrió al percatarse de su presencia y con unas palmaditas en el suelo la invitó a sentarse frente a ella, por lo que Anastasia obedeció.

—¿Qué está pasando, Brigitte?

—El día ha llegado, princesa —anunció Brigitte—, las hadas y las sílfides no fuimos hechas para permanecer en cautiverio. Todas merecemos volar hacia la libertad.

—¿Tienes un plan de escape? —preguntó Anastasia, mientras arrugaba la nariz con extrañeza.

—Siempre lo he tenido —confesó Brigitte—, pero jamás fue posible ejecutar dicho plan porque faltaba un ingrediente. Querida princesa, tú eres lo que necesitamos para alcanzar el éxito.

—¿Yo?, ¿cómo?

—Siendo tal cual eres, princesa, una guerrera implacable o mejor dicho... —Brigitte puso su mano en la rodilla de Anastasia y la miró fijamente a los ojos—. Una Ráfaga Guerrera.

—Sólo cuéntame de qué se trata y juro que colaboraré —respondió Anastasia empuñando la mano a la altura de su pecho.

—Calma. —Brigitte exhaló y Anastasia asintió, haciendo lo mismo que Brigitte con la respiración. Brigitte volvió a mirarla—. Primero que nada, princesa Fayrel, necesito decirte que, considero que deberías regresar al bosque sagrado una vez obtengas tu libertad y no a través de un viaje astral.

—Sí voy ahí mi familia me mataría —replicó Anastasia.

—Eras muy pequeña cuando aquello ocurrió, por eso, no fuiste capaz de percatarte de algunas cosas importantes...

—¿De qué hablas?

—Justo por eso debes volver, así lograrás entenderlo.

—¿Tú no me lo puedes decir?

—No, princesa. —Brigitte negó con la cabeza—. Son cosas que sólo le conciernen a tu familia y a ti.

—Entiendo... —Anastasia bajó la mirada acongojada, deseando que no tuviera que existir una razón para que tuviera que regresar, pues ella ya se había convencido de que se quedaría junto a Darién y a Des.

—En cuanto al escape —Brigitte recuperó su atención—. Vas a combinar tu magia de viento con la magia de plantas de las hadas. Te ruego que te lleves a cuantos puedas rumbo a su libertad.

—Lo haremos juntas —respondió Anastasia y al ver esa inusual sonrisa de Brigitte, el mal presentimiento volvió a retumbar sobre su corazón— ¿Verdad?

—No, mi princesa. Regresaré mi cuerpo a la naturaleza que me dio vida y mi alma seguirá su curso hacia la segunda dimensión, pues sólo así, todas podrán tener la oportunidad de escapar...

—¡No! —Anastasia agitó la cabeza con desesperación— ¿Por qué tendría que ser de esta manera?

—Porque sólo así funcionará —respondió Brigitte, colocando la mano sobre la de Anastasia para calmarla-. Confía en mí.

—¡No, Brigitte!

—Tú las llevarás a su libertad y sobrevivirás.

La serenidad de su voz al decir esas palabras, su amable sonrisa y sus ojos penetrando en los de Anastasia, hicieron que la sílfide llorara, sintiendo que de verdad, no la haría cambiar de parecer.

—Sobrevive, princesa Fayrel.

—Dime, Anastasia —imploró la sílfide con la voz entrecortada por el llanto.

—Sé muy bien cuál es mí lugar —respondió Brigitte con una sonrisa.

Así que, comenzaron a preparar todo. Las hadas volaron alrededor de Anastasia y Brigitte, quienes se situaron en el centro de la prisión tomadas de las manos.

—Nuestros mundos han colisionado, cayéndose a pedazos a causa del triste deterioro de nuestro universo. Ni los de la OCI, ni los ocultos tendríamos que ser enemigos, pero hemos caído prisioneros del miedo, el dolor y la angustia.

»Todo lo que te enseñé, es mi legado, pues sólo así, los mortales somos capaces de inmortalizarnos, a través de lo que les transmitimos a los que nos preceden.

Anastasia no dejó de llorar ni un segundo mientras Brigitte emitía su discurso y cuando éste dio por terminado, las dos se dieron un abrazo. Brigitte era tan pequeña que, aunque Anastasia quería estrecharla, se resistió porque no quería aplastarla.

—Desde hoy y por siempre. —Brigitte rompió el abrazo para mirar a Anastasia a los ojos—. Tú serás la sabia Anastasia Fayrel, hija de la matriarca Azure y el señor Feghim Fayrel. Primera elementalista de viento que tomó una espada y enfrentó un poseído. Por tu hazaña, eres la Ráfaga Guerrera. —Brigitte besó su frente—. No olvides quién eres jamás.

Luego de decir esto último, Brigitte se dio la vuelta y voló hacia los muros de la prisión. Y mientras la veía hacerlo, Anastasia recordó una de sus muchas enseñanzas.

«¿Sabes por qué el hierro nos quema?

No, ¿por qué?

Porque, históricamente, el hierro se ha usado para matar y torturar, de tal forma que, nuestra naturaleza protectora de la vida desarrolló una incompatibilidad con este mineral. Es una forma de las hadas, ninfas y sílfides de manifestar que no estamos a favor del dolor y la tortura».

Brigitte se chocó intencionadamente con el muro y Anastasia se llevó las manos al pecho donde sintió aquel dolor. El hada se apartó gritando ante el tortuoso ardor que le recorrió cada rincón de su pequeño cuerpo y luego se desplomó sobre el suelo, donde se hizo un ovillo.

Anastasia cayó de rodillas junto a ella y observó entre lágrimas cómo se iba calcinando lentamente.

—Mi princesa... —gimió Brigitte—. Cánteme por favor...

—Yo no me sé ninguna canción —sollozó Anastasia.

—Claro que sí, hay una canción que siempre llevas en el corazón. Por favor, no me quiero ir sin haberte oído cantar...

Llena de pena y dolor, Anastasia se llevó las manos al pecho, intentando conectar con aquella melodía que alguna vez se juró nunca emitir con su propia voz. No obstante, aquel día, rompió dicho juramento y cantó la nana de su madre:

Somos aire.

Somos Tierra.

Somos parte

de la naturaleza...

Al compás de su canción, el resto de las hadas danzaron alrededor de Anastasia y del cuerpo de Brigitte, quien se arrullaba con la melodiosa voz de la sílfide:

Mi luz, mi amor,

oye el clamor...

Y duerme ya. Y duerme ya

—Gracias. —Brigitte sonrió, mientras su cuerpo empezaba a echar raíces al compás de la danza de las hadas—. Gracias, princesa Anastasia...

—¡Cante más! —Le imploraron las hadas.

Anastasia se incorporó, secó sus lágrimas y contempló la puerta de hierro con desición, por lo que, agarró aire y siguió cantando, mientras el cuerpo de Brigitte se transformaba:

La madre ha de descansar.

La madre ha de descansar.

El viento es. El viento es.

Saber y amor. Saber y amor.

Con esto, finalmente, el cuerpo de Brigitte se convirtió en una hermosa planta cuyas raíces se abalanzaron sobre la puerta de hierro y la derribó.

Así pues, los soldados de la OCI ingresaron por la otra habitación y se abalanzaron sobre ellas con las armas listas para derribarlas.

«Todo este tiempo —pensó Anastasia, mientras desplegaba las alas y se alzaba en el vuelo—, estuve usando la ira para librar mis batallas y debido a eso, me volví incapaz de volar».

Levantó las manos para mecerlas con gracia y elegancia.

«A partir de ahora y por siempre, a cada inhalación que haga, abrazaré todo lo que siento: dolor, ira, miedo, amor y esperanza; ¡Y lo dejaré salir de una sola exhalación!».

Exhaló y agitó las manos hacia los soldados emitiendo una poderosa ráfaga de viento que los mandó de regreso por dónde habían entrado.

Así pues, Anastasia encabezó a las pequeñas hadas que la siguieron por detrás y todas juntas, volaron hacia el exterior de esa tortuosa prisión.

«Ya voy por ti, ojitos de plata».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro