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Día 3


Participando en la Semana RadioHuskerDust 2024, organizado por ValentinaM_Art (twitter)

Día 3: Verano/Silly

Advertencias: No beteado (todavía), Ooc-ish (esto es más auto indulgente que otra cosa gente), fluff

El título, totalmente, viene de ''Girls in Bikini'' de Poppy

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Chicos en Bikini

La idea de la piscina había sido de Charlie, todo porque alguien había mencionado que echaba de menos poder remojarse en agua fresca durante el verano.

El infierno, en teoría, no tenía estaciones, sino cambios extremos de temperatura. Cambios que van de calor a, sorprendente, más calor a los que algunos llaman verano, o de calor a altas probabilidades de lluvias, considerada la época de primavera para muchos. Incluso para sorpresa de los demonios más nuevos, las temperaturas podían caer bruscamente a algo similar al invierno, sin aviso y en segundos que podían durar unas pocas horas o semanas completas. Más de un demonio había tenido la mala suerte de terminar congelado al estar caminando por las calles de Ciudad Pentagrama cuando sucedía.

Otra cosa del Infierno que es diferente es la definición humana de "agua fresca". Simplemente no existía, al menos no de forma natural y mucho menos en el Circulo del Orgullo, porque el supuesto líquido al que tenían acceso podía ser literalmente un lago de lava o un río de ácido.

Pero un día, simplemente, con tanta emoción como con la que se enfrenta a cada día, Charlie había anunciado que construyó una piscina y planeaba inaugurarla con una pequeña fiesta a la que todos los residentes del hotel estaban invitados. De un día para otro, puff, simplemente había una piscina instalada en el techo, llena del agua más clara que habían presenciado los pecadores en el infierno. De dónde Charlie había sacado agua fresca, pura y cristalina, sin embargo, es un misterio que nadie quería resolver; hay cosas que, a veces, es mejor no cuestionar.

Los pocos huéspedes del hotel simplemente aceptaron que ahora tienen un lugar donde refrescarse cuando las altas temperaturas del infierno aumentaran a niveles insospechados, gracias a ese comentario al aire que nadie parecía querer atribuirse.

Para sorpresa de nadie, el más emocionado con la noticia había sido Angel Dust, quién personalmente ayudó a la princesa a preparar la fiesta con la que la inaugurarían. Vaggie había sospechado en un principio de su disposición, pero Charlie había acallado cualquier preocupación, concentrada en la pura felicidad que irradiaba la araña y citando que era una buena distracción. Angel, por su parte, había comentado que simplemente estaba emocionado de estrenar su nuevo traje de baño y, con voz criptica, agregó que iría a juego con sus parejas.

Lo que lleva a la situación en la que Alastor y Husk están en este momento, que es total y absolutamente culpa de Angel Dust.

—No pienso ponerme eso —repite Alastor por lo que parece ser la milésima vez, mirando con tanto odio como le es posible el objeto ofensor.

—Al —Angel pasa una mano por su rostro, empezando a perder la paciencia—. Permíteme recordarte que perdiste una apuesta, contra mí, y esta es tu penitencia.

—¿Por eso insististe tanto en ayudar a Charlotte con su ridícula fiesta de piscina? —pregunta entrecerrando los ojos, a lo que la araña le regala una sonrisa tan inocente que, de tratarse de otra persona y no su caótica pareja, se la habría creído.

—No sé de que habla, Su Señoría —ríe moviendo ligeramente la tela en su mano—. Vamos Al, Husk no puso tanta oposición. ¡Incluso me aseguré de que fuera modesto! Te prometo que parecerás monja con él.

El ciervo gruñe bajo, su sonrisa torciéndose en un gesto para nada amable mientras lanza una mirada al gato alado, que simplemente los observa bebiendo de una botella.

—¿Cómo caíste tan bajo, Husker? —cuestiona, la estática a su alrededor aumentando a raudales poniendo de punta el pelaje de ambos demonios.

—Al, al final del día, terminaríamos haciendo lo que el chico quisiera —Husk se encoje de hombros bajando la vista a su traje de baño—. No es lo peor que pudo hacernos usar.

Angel sonríe ampliamente, mirándolo encantado por su, aunque renuente, apoyo.

Alastor debe conceder que, de hecho, no es lo peor que podrían haber terminado usando, considerando de que Angel Dust tenía la ventaja por haber ganado la apuesta doble contra ambos. Eso no quita que, de haber sabido que terminarían en esa situación, no le habría dejado guardar el favor que ganó para después. Debería estar más molesto, pero francamente le impresionó la capacidad de la araña de guardar el favor por tanto tiempo.

Mira nuevamente el pedazo de tela en manos de Angel, entrecerrando los ojos con irritación. Sí, es modesto comparado con los que había visto en la bolsa de compras de la araña, enterizo con la parte inferior similar a un pantalón corto, de un rosa pardo, con un bordado en el centro similar a un cinturón, y en el borde inferior como de escote, negro con puntitos blancos. Es un traje de baño claramente femenino, tratando de imitar el estilo de los 40 que había visto una o dos veces en la tienda de Rosie, y la razón por la que no entiende porque lo había escogido para él.

Lanza una mirada al de Husk, de dos piezas, pero con un estilo igualmente imitando algo más antiguo; la parte inferior estaba más cerca de ser unas pantaletas que un pantalón, sin importar que se extendiera hasta cubrir la mitad de su abdomen, rojo oscuro similar a la sangre, mientras que la parte superior es en toda regla un top de bikini blanco con rayas del mismo tono de rosa que el traje de baño destinado a ser usado por él. El de Angel se veía más moderno, igualmente de dos piezas, aunque cubriendo más piel de la que se imaginaba la araña aprovecharía para mostrar; a cuadros rojo y negro, con un pequeño lazo negro en el pecho que resaltaba el blanco de su pelaje, la pelusa de su pecho acomodada como siempre para imitar el escote de pechos.

—Pensé que la intención era que combinásemos —dice de pronto, en parte aun intentando zafarse de tener que usarlo y, en parte, curioso por la variedad en colores.

—Lo hacemos —asiente la araña—. Póntelo y te mostraré como —sugiere, extendiendo la tela nuevamente hacia él.

Mira de la tela, a la cara de Angel que empieza a decaer, su sonrisa tornándose sombría y ¿esas eran lágrimas en los bordes de sus ojos? Incluso sus seis ojos secundarios parecen brillar con lágrimas no derramadas. Se maldice por lo bajo mirando a Husk en busca de apoyo, pero el gato vuelve a encogerse de hombros con desinterés, probablemente disfrutando de la incomoda situación en que se había metido él solo. Bufa, resignado, arrebatándole el traje de baño a Angel para ir al baño a cambiarse.

No pasa por alto los cliqueos emocionados de la araña, prometiéndose cobrársela más adelante.

Se cambia tan rápido como le es posible, ignorando a toda costa la sensación de la tela contra su piel, o como la parte trasera tenía un espacio para su cola y no podría ocultarla. Maldice nuevamente a su pareja, toma una bocanada de aire y sale irguiéndose en toda su estatura contra el deseo de cubrirse con sus brazos. Indigno, no era un niño pequeño y no planea comportarse como tal en ese momento.

—Oh, Al, te queda perfecto —Angel se acerca dando una vuelta alrededor de él, cliqueando y siseando más fuerte, emocionado—. Ahora sí, ven, Husk tú también —palmeando suave su hombro lo guía hacia el espejo de cuerpo completo en su habitación, guiándolo a través del reflejo para que se pare en el centro, Husk a su derecha y él mismo a su izquierda, y por un segundo se relaja ante el limitado contacto físico.

Angel podría ser muchas cosas, pero no es nada menos que considerado y eso hace su pecho aletear, pero aplasta rápidamente esa sensación recordándose que está molesto por la situación.

Los segundos pasan sin que nadie diga nada y poco a poco frunce el ceño, mirar sus reflejos no le da la respuesta de en qué parte estaban combinando.

—¿Mon ange[1]? —pregunta mirando del uno al otro.

—¿No lo ves aún? —Angel sonríe con suavidad, una de sus manos inferiores posándose en su cadera y la otra señalando todo su cuerpo, las superiores acomodando su cabello—. Nuestros colores —dice finalmente riendo entre dientes.

Tanto Husk como Alastor parpadean, y al ciervo le alegra saber que no es el único que no había caído en cuenta. Mirándolo bien, puede entenderlo. El traje de baño de Angel tiene rojo y negro, como los colores característicos suyos y del gato, mientras que Husk y él tienen rosa en sus trajes, negro en el suyo y rojo en el del gato.

—Bueno —carraspea desviando la vista de su reflejo a la araña a su lado, ignorando olímpicamente como su traicionera cola se agita a su espalda—, debo admitir que es ingenioso.

—Es cursi —señala Husk con un gruñido, pero la ligera sonrisa en sus labios es suficiente para arrancarle pequeñas risitas histéricas a Angel, que se lanza a abrazarlo y plantar besos en todo su rostro pese a sus protestas.

Alastor se aparta un poco, dejando que lo ataque, pero pronto la atención de ambos se dirige a su persona, una pregunta muda en sus ojos. Resignado suspira y abre los brazos, recibiéndolos con un bajo gruñido cuando casi se caen por el peso combinado de ambos demonios cuando saltan sobre él. Obliga a su cuerpo a relajarse cuando lo único que recibe es un fuerte abrazo de ambos, Husk apoyando su cabeza en su hombro y Angel frotando su mejilla en su cabeza cuidando de no sacarse uno ojo con sus cuernos.

La estática a su alrededor vibra, cambiando rápidamente de estaciones hasta situarse en un suave jazz, los cliqueos de la araña imitando el sonido mientras Husk ronronea bajo contra él. Tal vez podría convencerlos de saltarse la fiesta de Charlie, piensa relajándose por completo bajo el afecto de sus parejas.

Sabe que Angel se va a negar rotundamente, especialmente luego de todo el empeño que puso para preparar gran parte de la celebración. Sabe también que van a recibir muchas miradas, pero confía en que la araña aceptará ser el centro de atención mientras estén en el agua.

Además, ¿quién se atreverá decirle algo al temible Demonio de la Radio? Si uno que otro demonio terminaba siendo su cena de esa noche... bueno, Charlie no tenía por qué enterarse.

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[1] Fránces: Mi ángel


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