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Sexo: qué es y qué no es.

—¡Hola, hola! Bienvenidos a este nuevo, nuevísimo programa, recién salido del horno, crocante y calentito, muuuy calentito. Y sí, porque estamos aquí para hablar sobre sexo. Mmm, ¿a quién no le gusta, no? Es un tema del que todos hablan pero del que hay tantas y tantas dudas aún. Y para eso tenemos aquí, nada más y nada menos, que a un doctor en Sexología. ¡Bienvenido Dr. Foster!

—Gracias —ríe levemente— es un placer estar aquí.

—¡Qué buena voz, doctor!

—¿Te parece?

—Sí —ríe—. Debe ser interesante tener sexo telefónico con usted.

—Por la voz, quizás. Pero, soy demasiado visual, no soy muy creativo hablando —ríe un poco—. Lamento decepcionarte —se escucha la diversión en su tono.

—Bueno, a lo que veníamos —se aclara la garganta—. Doctor, empecemos por el principio, ¿qué es sexo?

—Excelente pregunta, porque aunque no lo creas, la respuesta no es para nada sencilla ni obvia. Si lo buscamos en los libros y vamos al concepto más básico, la relación o acto sexual es el conjunto de comportamientos que realizan al menos dos personas con el objetivo de dar y recibir placer sexual. Pero es un concepto complejo que se puede estudiar desde el punto de vista biológico, en lo referente a la reproducción; desde el punto de vista social, con respecto a la relación de pareja; desde el punto de vista religioso, en lo que refiere al matrimonio; desde lo cultural, que incluye todo lo anterior atado a un contexto particular; y bueno, por supuesto, desde el punto de vista psicológico, más a nivel individual.

—A ver si entendí, que me parece que está usando un lenguaje muy de doctor. Yo pensaba que el concepto tiraba hacia lo biológico y bueno, la necesidad de reproducirnos, digo, por la evolución de la especie, y eso. Pero usted me está hablando de placer.

—Por eso dije que es complejo —se ríe—. Obvio que lo podemos enfocar por ahí, pero como humanos, seres evolucionados, no tenemos sexo para reproducirnos, tenemos sexo por placer. La reproducción viene agregada. Esto desde un punto de vista científico, claro, lo religioso es otra cosa.

—Qué interesante...

—Sí, y ¿sabes qué es más interesante aún? Que el sexo no es sólo la penetración, como se cree.

—¿Ah no?

—No, esos comportamientos de los que habla el concepto incluyen también la masturbación, el sexo oral, el anal, el magreo, el frot o tribadismo, e incluso los juegos. Todo eso es sexo.

—¿Todo eso?

—Todo eso.

—Guau. Pero vamos por partes porque hay algunas palabras que no sé que son.

—Bien. Empecemos por el que todos conocemos. El coito, es el nombre formal que recibe la penetración, bien sea en la vagina o en el ano.

—Perfecto. Coito.

—Masturbación es la práctica individual o con otras personas donde existe estimulación de los genitales, normalmente con las manos. No hay penetración.

—Toqueteos ahí, pues.

—Sí, pero no se debe confundir con el magreo, que son las caricias íntimas. Incluye besar, lamer, acariciar, mimar, rozar, con o sin ropa, cualquier parte del cuerpo que no sean los genitales.

—Ok. Normalmente eso es el juego previo.

—Sí, es lo más común. También es común en parejas que no quieren llegar al coito aún. Así que cuando una persona dice que llegó a segunda o tercera base con otra, implica que hubo magreo, e implica que tuvo un tipo de relación sexual.

—Ah, ¡eso es nuevo!

—No es nuevo, sólo no lo sabías —se ríe.

—Bueno, llegar a segunda base implica un tipo de sexo, pero tranquilas chicas, no implica perder la virginidad.

—Depende. Si para ti la virginidad significa vivir la primera penetración, estás en lo cierto, no cuenta. Pero si significa perder la inocencia propia de la infancia, creeme que cuenta. Si te hacen sexo oral o te masturban, ya eres sexualmente activa, por ende, no virgen.

—Es verdad, sino las lesbianas serían vírgenes por siempre. A menos que usen algún juguete, o... Bueno, me desvié —ríen ambos—. ¿Y cuáles eran las otras prácticas?

—Bueno, tenemos también todo lo que conlleva el sexo oral, que es una práctica bien compleja que podemos analizar otro día, pero es básicamente dar placer con la boca.

—Perfecto.

—También está el sexo genital con genital sin penetración, que cuando es pene con pene se llama frot y cuando es vulva con vulva se llama tribadismo.

—Ok, eso no lo conocía. ¿Y el sexo anal?

—Lo podemos considerar coito porque hay penetración.

—Ah, bien.

—Después están los juegos, que es un concepto amplísimo. Va desde la más leve insinuación mediante palabras, ya sea en vivo o por otros medios como el telefónico, videollamadas, etcétera; pasando por miradas o gestos con los ojos, los labios o las manos. Tipo roces por "equivocación", digamos, o besitos en las comisuras de los labios, abrazos donde el chico está atrás de la chica y apoya el pene en sus nalgas, o cuando las chicas acarician con el pie la pierna del chico por debajo de la mesa. Lo que llamamos coqueteo, pues. Eso es sexo, o conductas sexuales, mejor dicho. ¿Por qué? Porque son acciones que buscan despertar deseo en la otra persona, buscan dar placer.

—Estoy perpleja.

—Si quieres pensarlo en el orden como sucede para que no dejemos nada fuera, lo común entre parejas heterosexuales es que cuando alguien te gusta, se empiece con esos juegos o coqueteos, después se haga algo de magreo, posibilidad de sexo oral, y por último el coito. Los homosexuales suelen incluir, justo antes del coito, frot o tribadismo, según sea el caso.

—¿Pero todo eso es sexo? O sea, que esas protagonistas de novelas que se la tiran de inocentes porque el tipo las toqueteo todas pero no las ha penetrado aún, no son nada inocentes en realidad. Mosquitas muertas.

—Exacto, pero no sólo las protagonistas. Los protagonistas también suelen pintarse llenos de frustración por no llegar al coito como si no hubiesen ya obtenido placer cuando las chicas los tocan. Hay una creencia cultural extendida que establece que el coito es la práctica sexual más placentera, y la verdad es que no hay elementos biológicos que lo confirmen. Todo depende de gustos y preferencias. De hecho, es muy posible que para las mujeres no sea la más placentera directamente. Quizás una buena sesión de sexo oral supere horas de penetración.

—Claro.

—Entonces, ¿queda clara la diferencia del sexo con el coito?

—Sí, perfecto —se ríe— eso quiere decir que al principio de la entrevista, cuando estaba alabando su voz, ¿estábamos teniendo sexo?

—¿Estabas coqueteando conmigo? —pregunta en un tono seductor y la conductora carraspea.

—Bueno, continuemos —el doctor ríe levemente— Ya definimos qué es el sexo, ahora definamos cómo se experimenta. ¿Qué cosas son diferentes entre hombres y mujeres, y qué experimentamos igual?

—Perfecto. Lo primero que debemos saber es que en ambos géneros ocurre en cuatro etapas: la fase de excitación, la de meseta, la de orgasmo y la de resolución. La fase de excitación, como te imaginarás, puede desencadenarse por una enorme variedad de estímulos. Son infinitos. Puede ser algo tan explícito como un cuerpo desnudo o algo tan abstracto como un olor. Hay gente que se excita con la pronunciación de ciertas palabras, o la caricia en un punto particular del cuerpo como, no sé, la planta del pie. Cada ser humano es una caja receptora de estímulos.

—¿Hay cosas que sólo excitan a hombres y sólo a mujeres?

—No hay evidencia al respecto. Los estudios sugieren que los hombres somos más visuales y las mujeres tienen un espectro sensorial más amplio incluyendo el sentido del tacto y la audición. Pero como te digo, es demasiado variable como para establecer una norma.

—Las reacciones del cuerpo también varían, supongo.

—Sí, en los hombres se da la erección del pene y en las mujeres se produce la lubricación, pero además también se dilata la zona vulvar y se contraen los pezones. La respuesta fisiológica común a ambos es la irrigación sanguínea dirigida a esa zona y por lo tanto la vasocongestión de los genitales y, por lo tanto, un aumento en la sensibilidad.

—¿Y qué pasa en las otras fases de las que habló?

—Bien. En la fase de meseta pasan las típicas cosas que se describen en la literatura erótica. La respiración se entrecorta, el ritmo cardíaco aumenta, la tensión muscular aumenta, aparece el rubor sexual, o ese enrojecimiento en la zona del pecho y el rostro, el cual, cabe destacar, le ocurre tanto a hombres como mujeres. Y, bueno, psicológicamente, lo que sucede es que hay una especie de aislamiento de la mente, la atención está puesta casi exclusivamente en descargar la tensión sexual acumulada. Es por eso que si se interrumpe el acto, por cualquier motivo, se genera un sentimiento de frustración. Pero si todo fluye, todas estas manifestaciones se mantienen en un nivel al que llamamos meseta que es esa sensación de placer acumulado justo antes del orgasmo. Los hombres sentimos mucha presión y calor en la zona genital y los músculos muy tensos. En las mujeres, los pechos aumentan de tamaño, la aureola se dilata y la vagina se expande logrando que los labios mayores se separen un poco más de lo que ya estaban.

—Guau. Pero, estamos hablando de las cosas que pasan en pleno chucu-chucu, ¿cierto? —el doctor se ríe.

—No, no sólo en el coito, todo esto pasa también si sólo te están tocando, incluso si te estas tocando tú misma. Éstas reacciones ocurren en cualquier tipo de relación sexual, siempre que sea lo suficientemente intensa y prolongada en el tiempo como para llegar al orgasmo.

—Ah, perfecto. ¿Y cuánto tiempo más o menos dura la meseta?

—Bueno, si nos dejamos llevar por las escenas eróticas en algunos libros, vemos que el protagonista  hace sufrir a la chica deteniendo todo antes de llegar al orgasmo con el fin de alargar la meseta por horas. Eso, en realidad es así. Nos podemos entrenar para alargar esa fase por meras ganas de que dure más. Pero ojo, eso no quiere decir que el orgasmo vaya a ser más intenso. Así que no lo hagamos para torturar al otro, es muy feo quedarse con las ganas. Al contrario, es mejor si los chicos las conducen al orgasmo porque las mujeres tienen la capacidad de tener un segundo, tercero, cuarto orgasmo, uno tras otro. Eso es mucho más placentero.

—¿Los chicos no?

—Sí y no. Deja me explico. ¿Qué pasa en el orgasmo? El corazón se desboca generando un ritmo de pulsaciones rapidísimo, la pupila se dilata, por eso cerramos los ojos, los oídos colapsan por la vasodilatación y sólo se escucha un ruido blanco como un pitido leve, y también la respiración muchas veces se corta durante esos segundos. Depende de la intensidad, claro. En el cuerpo, lo que más se siente es una gran tensión muscular y una serie de contracciones involuntarias en el pene, en los músculos vaginales y en esfínter anal. Justo en ese momento se produce la eyaculación. Y bueno, todo eso va acompañado de una respuesta emocional que expresamos con sonidos como jadeos o suspiros o gritos o gruñidos. También hay gente que llora o se ríe. Hay gente que ni se mueve hasta que pasa.

—Doctor, con todo respeto, pero insisto que su voz es muy excitante —se ríen.

—Quizás, o quizás sólo te gusta cómo suena esa descripción que acabo de hacer.

—Puede ser.

—Bueno, y lo que me preguntaste va incluído en la siguiente fase, la resolución. Aquí es donde se reestablece lentamente la normalidad física y psíquica. En esto nos diferenciamos mucho hombres y mujeres. Las mujeres pueden volver a tener un orgasmo si se comienza nuevamente la estimulación en esta etapa. La excitación puede continuar o morir, dependiendo de lo que se quiera. En cambio, los hombres no tenemos eso. Nosotros entramos en lo que se llama Período Refractario, durante el cual somos incapaces de volver a excitarnos ni de conseguir una erección. Son unos diez o quince minutos. Nos podemos entrenar para que sea más corto, pero eso nos hace muy malos candidatos para ser multiorgásmicos. Sin embargo, hay un par de técnicas que nos permiten tener orgasmos múltiples antes de eyacular. Porque el problema está en la eyaculación. Es eso lo que desencadena en el período refractario.

—Me queda clarísimo. Ahora quiero que me cuente sobre esas técnicas, pero se nos acaba el tiempo. ¿Qué le parece, doctor, si dejamos el programa hasta aquí?

—¿Después de un orgasmo? Perfecto.

—Bueno amigos —se aclara la garganta—, esta ha sido nuestra primera entrega —se escucha la risa del doctor—. Espero que les haya quedado un poco más claro lo que es y lo que no es el sexo. Cualquier duda o comentario, no se cohiban. Estamos aquí para leerlos. Un abrazo apretado, pero sin magreo.


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