
43.
—Veo... algo que es de color azul con patas graciosas.
—Ese es el cartero, Harry.
Ambos soltaron una carcajada.
—Pero camina gracioso, solo míralo—ella negó dándole un leve empujón por el hombro. —Bueno... es tu turno.
—Veo algo que es verde y hermoso.
—¿Mis ojos? —respondió en tono de pregunta.
—No te creas tanto, es el helado de menta—señaló al señor que se lo estaba entregando a una niña.
—Oh vamos, pudiste haber dicho que era verde y cremoso, o verde y frío—Em se encogió de hombros.
—Hubiera sido sencillo—Harry gruñó en desacuerdo pero pasó uno de sus brazos por sobre los hombros de la chica. Emma sonrió con ternura recostando su cabeza en él.
Durante los últimos días, que habían pasado juntos, y después de ese momento épico en la cabina, se había podido percatar como el ojiverde se estaba acostumbrando a su compañía y cercanía ya que se le notaba más cómodo junto a ella, provocándola una emoción inaudita.
Y, ¿qué decir de ella? Cada vez lo sentía más como su hogar.
Luego de pasar la mayor parte de esa tarde dominguera juntos, Harry decidió acompañarla hasta su casa, no sin antes hacer una parada en una joyería donde Em quería ver varias piezas ya que se acercaba el cumpleaños de su madre.
—Mhm... ya regreso, Em—murmuró el rizado nervioso a lo que la chica, un poco extrañada, asintió con una suave sonrisa volviendo a prestar atención al vendedor que le mostraba diferentes pulseras de plata.
Harry caminó dos locales atrás y compró unos hermosos girasoles para su hermosa compañía.
—¿Quieres ser mi novia?... Muy directo—negó rápidamente. —Me preguntaba, si... tal vez... te gustaría... Ugh, muy indeciso—pasó una mano por su cabello. —¡Oye, Emma! Parece que lloverá, ¿serías mi novia? —el chico hizo una mueca para después soltar un pesado suspiro. —Tal vez debería preguntárselo mañana en la emi... ¡Emma!
La aludida soltó una risita al verlo brincar sobre su puesto mientras éste intentaba ocultar el ramo.
¿Por qué lo hacía? Él y sus nervios.
—¿Qué sucede contigo? ¿Qué tienes ahí atrás? —Harry sobó su nuca con una de sus manos.
—Bueno... Yo...
—Harry...
—Hace tiempo pensaba hacer esto...
—Harry hay una...
—Una traba en mi lengua, lo sé y lo siento, sabes como soy de nervioso.
—No, es que...
—Sé que eres muy dulce para decírmelo, pero...
—Dulce estás tú.
—¿Qué? —él subió la mirada y detectó humor en su rostro. —¿Qué sucede?
—Tienes dos abejas rondando alrededor de tu cabello—el chico comenzó a saltar para intentar deshacerse de ellas, pero parecía que mientras más se movía más aparecían. —¡Harry! —exclamó Em al borde de la risa. —¿Qué perfume te echaste?
—¿Perfu...?
Fue ahí cuando recordó que esa mañana había discutido con su pequeña hermana, y ella para vengarse, había rociado un poco del viejo y costoso perfume de su madre el cual tenía un delicioso aroma a...
—Miel—gruñó en voz baja.
—¿Qué?
—¡Corre, Em! ¡Corre!
Harry tomó su mano y comenzaron a correr tan rápido como podían mientras él intentaba matarlas con el ramo de Girasoles.
Emma estaba muerta de la risa por la atípica situación, ya que, curiosamente, la película de Forrest Gump apareció en su mente luego de que el chico a su lado hubiese pronunciado esa famosa frase.
De repente, llegaron a una de esas pequeñas plazas que tienen fuentes en el suelo las cuales disparan agua de forma vertical y pueden mojar a cualquiera que pase por ese lugar.
—Styles, ¿a dónde crees que...? —Harry la agarró fuertemente de la mano para que no se pudiera escapar de él y entraron a mojarse juntos. —¡Estás loco! —chilló intentando calmar su risa.
—¿Escuchas esa canción? —frunció el ceño y miró hacia un lado para observar a un chico con un gran reproductor de música, justo como sucedía en New York.
—¿Esto sucede en Londres? —él rodó los ojos y la hizo girar sobre su eje comenzando a bailar a lo loco.
—Songs I Can't Listen To—comentó Harry para luego disfrutar el momento entre risas y bailes, estando empapados y finalmente, sin abejas que estuvieran persiguiéndolos.
—Tengo frío—murmuró ella frotando sus brazos para intentar entrar en calor.
—Vamos, te llevaré a casa antes de que te enfermes por mi culpa—Emma negó.
—Vete a la tuya y yo a la mía, tampoco quiero que te enfermes.
—Emma, por favor—rodó los ojos nuevamente.
—Me enojaré si no haces esto, es por tu bien.
—Por favor, déjame ir contigo—el puchero que realizó provocó que la chica cediera.
—Bien—gruñó. —Pero entras un momento a mi casa a cambiarte esas prendas.
—Sí, señorita—hizo un saludo militar a lo que ella rió.
Antes de retirarse, Em observó los girasoles tirados en el suelo.
—Siento eso—murmuró Harry avergonzado. —Prometo comprarte otras y más bonitas que esas.
—Las guardaré—sentenció rescatando algunas que no habían quedado tan mal.
Al llegar a casa de Emma, y después de haberle prestado algo de ropa limpia de su hermano, decidieron esperar que la suya se secara y así él poder retornar a casa.
Aunque la pelirroja sabía que Eliot tardaría en regresar ese día, estaba atenta a cualquier llamada por si avisaba que llegaría más temprano.
—Dime Harry, ¿con quién vives? —Juliette, la madre de Emma, preguntó dulcemente mientras Elena halaba el cabello del pobre chico intentando hacerle algunas trenzas... Por supuesto que él no se quejaba al respecto (aun cuando fuera un poco molesto).
—Vivo con mi madre y mi hermana—ella asintió enfrascándose en una conversación banal.
Alrededor de las seis de la tarde, la ropa de Harry estuvo lista junto a su nuevo peinado, por supuesto.
—Adiós, chico perro.
—¡Elena! —regañó su hermana avergonzada por las palabras de la niña, viendo a ésta subir corriendo las escaleras.
—¿Chico perro? —preguntó Harry arqueando una ceja.
—Dice que te pareces al perro del vecino por tu cabello—suspiró. —Ven, te acompaño a la puerta.
—Gracias por salir conmigo hoy—susurró el rizado un poco sonrojado. Ella rió.
—Gracias a ti, y perdona por eso—mencionó señalando su cabello.
—Sophie hace peores peinados que este—ambos sonrieron, y se acercaron lo suficiente como para darse un corto beso.
Aunque sus labios no estuvieron conectados por mucho tiempo, eso no significó que no hubiera sido espectacular.
—¿Irás mañana a la emisora?
—Dile a Josh que prepare el dinero para pagarme esa apuesta.
Él asintió con una sonrisa y luego de besar nuevamente sus labios, se fue caminando por la acera con las manos dentro de sus bolsillos.
Justo en ese instante, Eliot terminaba de estacionar su carro y se bajaba de él. Se acercó a la pelirroja con el ceño fruncido luego de haber visto la escena en el porche.
—¿Ese quién era?
—A ti no te importa—gruñó mientras dejaba que su hermano cerrara la puerta de la entrada principal para ella poder encerrarse en su habitación.
Ya en la noche, Harry pensaba en lo torpe que había estado ese día y como no había podido declarársele proponiéndose hacerlo mejor para la próxima. Mientras que Emma pensaba en lo idiota que estaba siendo al darle larga a un encuentro y a una verdad inevitable.
**********
HOLA, SOY YO. AL MEJOR ESTILO DE ADELE EN ESPAÑOL. lol.
¡LAS PREGUNTAS!:
¿Por qué son tan bellas mis lectoras? Son tan tiernas todas que provoca estrujar sus cachetes cibernéticos.
¿Hay algún perfume que les guste así mucho, mucho? Yo tengo varios, pero el "Wonderstruck Enchanted" de Taylor Swift huele exquisito, me encanta.
Si tuvieran que elegir entre ser un zombie o un alien, ¿qué eligen? Yo sería un alien.
Las amo, byeee
pao, xx.
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