28.
—¡Emma! —la aludida bajó el libro que estaba leyendo justo en el momento en que su hermana menor se lanzó sobre ella.
—¡Elena! —exclamó luego de recuperar el aire que había perdido por el impacto. —No vuelvas a hacer eso, ¿qué pasa?
—Mamá dijo que me podías llevar a la dulcería—ella gimoteó en respuesta.
—Pues esa fue mamá, estoy muy ocupada leyendo mi libro sobre un ángel caído hermoso, no quiero.
—Pero... mamá dijo que...—un puchero se formó en los labios de Elena cuando sus ojos comenzaron a aguarse.
Emma rodó los ojos.
—No me convencen tus lágrimas de cocodrilo—la empujó por la frente para que se bajara de su cama. —Adiós.
—Mamá te obligará.
—Quiero ver que lo intente.
(...)
Centuries de Fall Out Boy inundó el local en el que estaba con su hermana.
—Al fin un poco de música buena—murmuró para luego soltar un suspiro.
Su hermana justo volvía a su lado en ese momento mostrando la gran bolsa de caramelos y gomitas que tenía.
—¡Fue divertido!
—Divertida mi lectura, ven vamos a pagar.
Ambas se colocaron en la fila que había para cancelar. Ella tarareaba la canción cuando un grito la dejó inmóvil en su puesto.
—¡Elena!
Rayos, rayos, rayos, mierda, mierda, mierda, ¿por qué el destino me odia?
—¿Por qué ese niño grita mi nombre, Emma?
—Shhh—Emma tapó la boca de su hermana pequeña y se agachó para estar a su altura. —Tienes que quedarte en silencio, no pronuncies ninguna palabra, déjame hablar a mí.
—Pero... ¿Y si quiero hacer pipí?
—¡Ninguna palabra! —recalcó en un susurro.
—¡Hola Elena! —Harry abrazó a la pelirroja justo cuando ella se levantaba, la cual sintió como sus mejillas se sonrojaban ya que no esperaba ese arrebato de su parte.
—Hola... Harry.
—¿Es tu hermana? —ella asintió viendo como la aludida se escondía detrás de sus piernas. —La mía está enferma, por eso vine a comprarle dulces, para que su humor mejore.
—¿Tienes una hermana? —preguntó con curiosidad. Harry sonrió mientras asentía con orgullo.
—Es menor que yo, tiene seis años, pero es muy inteligente.
—Oh, bueno—bajó la mirada hacia la pequeña escondida detrás de ella. —El... Elma tiene casi siete.
—¿Elma? —preguntaron Harry y su hermana al mismo tiempo. Emma le dirigió una mirada de advertencia a la pequeña quien se volvió a esconder. Luego encaró al ojiverde el cual portaba una sonrisa reluciente.
—¡Te llamas como mi loro! —exclamó señalando a la niña.
—¿Qué? —de repente, la pequeña comenzó a sollozar.
Harry se alarmó.
—Espera, no... no llores, por favor... El loro... Los loros son lindos como tú, claro cuando no te hacen popo encima, pero no digo que tú te hagas popo encima... Son adorables, y parlanchines, pero no creo que seas parlanchina porque, bueno tu hermana no lo es, pero eso no quiere decir que, ahm...—el chico rascó su nuca nervioso mientras la pelirroja reía y la pequeña calmaba sus sollozos confundida por las palabras de aquel joven tan alto.
—Creo que ya entendió.
—Mentirosa, yo no entendí, está loco, quiero irme—susurró la niña.
La cuestión era que los susurros de los niños se traducían en cero susurros. Por lo que Harry pudo escuchar todo y como no sabía si reírse o llorar, su cuerpo decidió por él y su cara comenzó a sonrojarse.
—Estás rojo, Harry—señaló Emma intentando aguantar una carcajada la cual amenazaba por brotar en cualquier momento.
El chico volvió a rascar su nuca.
—Será mejor que vaya por esos dulces, Sophie debe estar esperándolos—se despidió con la mano de ambas chicas, pero antes de alejarse por un largo pasillo, le extendió la mano a Emma con una tarjeta.
—¿Qué es?
—Espero escuches mi programa—le guiñó un ojo y ahora sí, se retiró por el pasillo.
Emma bajó la mirada y leyó.
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Conductor: Harry Styles. Panel: Joshua Devine.
Ella suspiró...
Si tan solo supiera.
El jalón en su pantalón la hizo volver a la realidad. Alzó una ceja expectante hacia la pequeña que requería su atención.
—¿Ya puedo hablar?
—Sí, dime.
—Quiero hacer pipí.
Emma no pudo evitar soltar una carcajada y asentir.
—Vámonos a casa.
Habían sido suficientes emociones para un día domingo.
*****
Chicas, a ustedes si le han pasado cosas vergonzosas, me ganaron. Jajajajajaja.
Las vergüenzas más generales son:
1. Decirle mamá o abuela a tu maestra.
2. Ser revolcada por una ola en la playa.
Digo, ¿a quién no le ha pasado? lol.
Preguntas: ¿Son supersticiosas? Yo no.
¿Cuál sería el mejor regalo de cumpleaños? Yo creo que sería un boleto para poder ver a los chicos antes de su separación. Pero apartando el hecho de que eso es imposible, mi cumpleaños ya pasó. Jajajajaja, pero probablemente amaría por siempre a la persona que hiciera eso.
Chau, pao.
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