Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo IV

Tipo de la música: ¿Si le regalo chocolates a BaekHyun pensará que me parece gordo?

Frunció el ceño ante el mensaje de ChanYeol y prefirió no responder porque pudo ver que KiHyun estaba escribiendo, probablemente a toda velocidad, para tirarle un poquito de mierda al chico encargado de la consola de mix.

Estaba en la parada de autobuses esperando por si se dignaba a llegar la única locomoción que podía llevarlo a casa sin la necesidad de tener que tomar tres transportes distintos. JongDae se fue hace unos minutos en su bus correspondiente y él tuvo tiempo para pensarse las preguntas que le haría al lírico de susurros durante esa tarde. Anotó todo pulcramente en las notitas de su celular, así que estaba preparado para lo que sea que se le presentara. Sin embargo, no estaba preparado para afrontar lo que sucedería horas después.

Al cabo de unos veinte minutos luego de que se fuera JongDae apareció KyungSoo en la parada. El chico parecía muy entretenido leyendo un libro delgado y pequeño, por lo que no lo quiso molestar y simplemente se puso de pie a su lado para así mirar por el hombro del más bajo y seguirle la lectura. El autobús llegó poco después y el pelinegro se subió primero, optando por sentarse junto a la ventana. JongIn pasó de largo y se sentó en el asiento que el contrario tenía por detrás, el cual estaba un poco más arriba que el resto y le permitía continuar leyendo.

Para su sorpresa KyungSoo miró sobre su propio hombro para fijar los ojos en él—. ¿Qué haces?

Nuevamente las palabras fueron pronunciadas en un tono suave, como si solo le estuviera susurrando y eso lo hizo sonreír de medio lado porque aquel chico definitivamente era único en su clase.

—Quiero leer —le mencionó en el mismo tono, importándole poco que ni él se pudiese escuchar bien debido al sonido del tráfico.

KyungSoo le sonrió—. Puedo prestártelo.

—¿En serio?

El pelinegro solo asintió con lentitud y él se apresuró en sentarse a un lado del más bajo, el cual cerró el libro y se lo ofreció—. No está demás decirte que si le llegas a hacer algo te perforaré el cráneo.

Rio y asintió, recibiendo finalmente el libro de tapa azul para darle un vistazo a la portada. Inconscientemente llevó las manos hasta la figura femenina que se posaba sobre el cartón. Se preguntó entonces cuáles serían los gustos de KyungSoo más allá de los básicos, es decir, ¿le gustarían las mujeres o preferiría a los hombres como él? De ser posible esta última opción ¿el contrario lo vería como algo más que un compañero de clases molestoso?

Como solo eran ellos dos los únicos que se conocían dentro de aquel gran vehículo su compañero se sintió cómodo para hablarle como lo estuvo haciendo durante ese mismo día en la mañana. Tampoco es que KyungSoo fuese una persona muy habladora, pero sí que consiguió sacarle muchas más cosas. JongIn no era de esos que nunca se callaban, también le gustaba disfrutar del silencio y no consideraba necesario que en todo momento estuviesen hablando —como notó en otras personas—, por lo que el contrario pareció acoplarse bien a él.

Quizás fue porque el pelinegro llevaba la mochila muy pesada o porque JongIn estaba demasiado animado contándole una historia cómica de su infancia, pero en algún momento, a la hora de bajarse, KyungSoo perdió la estabilidad y cayó de la escalera más alta del autobús. En cuanto lo vio en el suelo y lo escuchó quejarse su corazón se apretó de una manera impresionante y prácticamente de un salto estuvo acuclillado a su lado mientras sostenía fuertemente el teléfono contra su oreja para pedir un taxi, ya que su compañero le dijo que no era necesario pedir una ambulancia a pesar de todo lo que insistió JongIn. Por lo tanto, fue así como terminó paseándose por el pasillo de la sala de emergencia de un lado a otro mientras apretaba fuertemente el libro que le entregó KyungSoo ese mismo día en la tarde. Ya para ese momento eran las once de la noche y se olvidó completamente del lírico de susurros; con suerte tuvo cabeza para avisarle a su madre que estaba en el hospital.

—Hijo. —Se dio vuelta al escuchar el llamado de su madre, quien venía junto a un hombre más alto que ella, pero no más que JongIn—. Este es el padre de tu compañero. Me lo topé a la entrada del hospital.

Se sorprendió porque el parecido con KyungSoo era impresionante, aunque el hombre tenía el pelo canoso y las arrugas adornaban tiernamente su rostro por debajo de sus ojos. Se inclinó con respeto y luego le extendió la mano al hombre, quien respondió imitándolo.

—¿Cómo está KyungSoo?

Rápidamente se puso a un lado del señor para direccionarlo hacia la sección donde estaba el pelinegro, prácticamente olvidándose de su madre, pero el momento lo requería.

—¿KyungSoo?

—Papá, ¿qué haces aquí? —se quejó el aludido apenas hizo a un lado las cortinas, dejando ver al chico acostado en la camilla con la pierna izquierda en alto.

Y dijo que no era necesario, pensó ya más tranquilo al ver que el chico estaba conversando con su padre y posteriormente con el médico que lo atendió de forma urgente. Como sabía que él no tenía nada que hacer ahí simplemente pasó por entre las cortinas, encontrándose a su madre con los brazos cruzados a un costado de la hilera de sillas, esperando por él. Cuando se acercó hasta la mujer notó que esta tenía el ceño fruncido.

—Kim JongIn...

—¡Yo no fui! —Se mordió el labio inferior, nervioso porque era verdad y su madre parecía totalmente agotada con el traje de oficina ciñéndosele al cuerpo y la falda tubo incomodándole al caminar.

—¿Me puedes explicar qué está pasando?

Su madre no alzó la voz, pero sus gestos sí eran un tanto llamativos, así que JongIn la invitó a que se sentara y le dijo que esperara que le trajera un té caliente de máquina con la intención de hacerla sentir cómoda y tranquilizarla. Como madre soltera era difícil cuidar de él y JongIn estaba consciente de aquello.

—Él es KyungSoo —murmuró, desconfiado—. Es mi compañero en el instituto.

—Ujum... —La mujer alargó la última consonante, pidiendo por más detalles.

—Vivimos en el mismo edificio, entonces empezamos a tomar el bus juntos. Por accidente KyungSoo se cayó de las escaleras del autobús.

—¿Así que vive en el mismo edificio? —Asintió—. ¿Dónde?

—El departamento frente al nuestro.

—¿Qué ahí no vive la señora Do?

—Disculpen.

Ambos elevaron la mirada y se alejaron, ya que se habían acercado para cuchichear entre ellos. En frente se encontraba el padre de KyungSoo con las mangas de la chaqueta del traje arremangadas hasta por debajo de los codos, llevaba jeans y zapatos de cuero. JongIn pensó que tenía un estilo extraño y casual, pero a la vez deseó vestirse como él cuando tuviese que trabajar.

—JongIn, muchas gracias por cuidar de KyungSoo. —Rápidamente se puso de pie para agradecer con una venia el comentario—. Lamento mucho que te hayas visto envuelto en esta situación.

—Estábamos juntos y KyungSoo es mi amigo —aseguró porque como mínimo lo consideraba como tal—. Debo cuidar de él.

Vale. Con el último comentario puede que se haya pasado y de seguro sus sentimientos por el pelinegro quedaron ligeramente expuestos. Lo notó especialmente cuando vio de reojo que su madre giró toda la cabeza para mirarlo y JongIn por un segundo pensó que a la mujer se le partiría el cuello.

—¿Todo está bien con su hijo? —consultó la mujer.

El hombre asintió—. Sí. Por suerte solo es una luxación de rodilla que se produjo debido al impacto de la caída. Únicamente necesitará de reposo.

—¿En su casa? —se apresuró a preguntar y el hombre asintió.

Su madre pareció algo confundida y luego de enviarle una mirada interrogante decidió hablar—:  Disculpe. Mi hijo dice que el suyo vive frente a nuestra puerta, pero tengo entendido que ese es el departamento de la señora Do.

—Oh, sí. Es mi madre. —El hombre sonrió y él le envió una rápida mirada a su mamá, quien sonrió, al parecer más tranquila al saber que no estaba mintiendo—. Debido al fallecimiento de mi esposa hemos decidido quedarnos con ella para hacer las cosas más apacibles para KyungSoo.

Se quedó estático y sintió que su cuerpo se convertía en un trozo de hielo inmóvil que le impedía respirar. Puede que siempre haya estado mirando a KyungSoo desde lejos y de la forma más disimulada que se le permitiese, enfocándose en él exclusivamente en situaciones aleatorias durante los años anteriores e incluso en los diplomados. Pero siempre le pareció que el chico tenía una personalidad muy plana, casi como si no fuese un ser humano que estuviese pasando por altos y bajos. Se maldijo a sí mismo por ello, por su ignorancia.

Puede que JongIn no haya vivido nunca en una familia biparental —ni monoparental tampoco—, pero su madre era lo más preciado que tenía y el solo pensamiento de quedarse sin ella lo hizo sentir un profundo dolor en el pecho que le dieron ganas de correr hasta la camilla donde estaba KyungSoo para apretujarlo lo más fuerte que pudiera. Y claro, puede llegar a sonar muy infantil y todo, pero ahora es consciente de que estuvo molestando al chico durante aquella semana mientras este debía de estar pasando por un momento sumamente difícil y quizás lo que más quería es que nadie le hablara, pero JongIn estuvo ahí haciéndolo.

—Oh, lo lamento mucho —se apresuró en agregar su madre, ya botando la careta de mujer fuerte y dejando que sus hombros cayeran cansados—. No debí haber preguntado.

—No se preocupe. No hay problema. —La próxima vez que habló el hombre se dirigió directamente a él—: Me alegra saber que KyungSoo ha hecho un buen amigo.

Sonrió por cortesía porque el sentimiento aún seguía pesándole y luego de que el hombre les dijera que fueran a descansar él pidió permiso para despedirse de su compañero, el cual se lo encontró con la mirada en el techo y los lentes ópticos sobre la mesilla que estaba a su lado. Lo encontró excesivamente guapo con el raspón en la frente y el cabello desordenado.

—¿Cómo estás? —preguntó suavemente y el chico le envió una mirada de reojo.

—Ya no me duele por los medicamentos, pero me siento adormilado.

Rio suavemente porque se escuchaba bastante aletargado—. Sabes que tienes mi número, ¿cierto? —El pelinegro frunció el ceño—. Puedes hablarme todo lo que quieras. Mañana iré a la biblioteca a buscar nuevos libros. ¿Hay alguno en especial que quieras?

JongIn sabía que su apariencia no era la mejor. Entre tanto ajetreo terminó con KyungSoo sobre su espalda, por lo que su camisa ya estaba por fuera de sus pantalones y la corbata la tenía aflojada debido al inmenso calor que sintió moviéndose de un lado a otro. El sudor nació en lo alto de su frente e hizo que sus cabellos se pegaran ligeramente sobre la piel.

—Mañana tienes clases.

—Me las arreglaré para llevarte los libros. —Lo apuntó con una sonrisa y KyungSoo soltó una suave risa.

—Gracias, JongIn.

Sonrió ampliamente al ver los ojos brillantes mirarlo desde la camilla—. Gracias a ti por permitirme escucharte, KyungSoo.

Se despidió del chico con un gesto de mano antes de pasar por las cortinas para llegar hasta donde estaba su madre, la cual se soltó el tomate que llevaba, viéndose mucho más joven con el pelo suelto.

—¿Estás coqueteando con alguien? —se burló.

Su madre frunció el ceño—. Eso debería preguntarte yo a ti.

Abrió la boca, primero ofendido, pero luego empezó a preocuparse porque durante los últimos días estuvo haciendo muchísimas cosas relacionadas con el coqueteo, aunque verdaderamente no esperaba que su madre se hubiese enterado de que estaba intentando conquistar a un chiquillo inexistente mientras había apuestas de si llegaba a tener relaciones con él o no.

—Camino a casa hablaremos de esto —sentenció ella y dio los primeros pasos para acercarse hasta las puertas automáticas del ala de emergencia.

—¿Y el señor Do?

Su madre relajó su expresión—. Está haciendo papeleo. Me dijo que lo despidiera.

Asintió y optó por caminar junto a su madre hacia la salida para dirigirse hacia la calle principal. Ya era bastante tarde, pero el hospital estaba en un lugar mucho más céntrico, por lo que las calles estaban atestadas de vehículos y peatones. De igual forma sabían que para esa hora no habría locomoción pública hasta su departamento, así que su madre pidió un taxi. Una vez en el interior del auto ella lo interceptó.

—¿Ahora si me puedes decir qué esta pasando con el hijo del señor Do?

—¿A qué te refieres? —Soltó una risita nerviosa—. No está pasando nada.

—¿Nada? —Desvió la mirada hacia la ventana—. Kim JongIn, primero quiero saber por qué me mentiste ayer. Segundo, necesito que me digas qué está pasando con KyungSoo realmente. Y tercero, ¿por qué JongDae me llamó preguntándome por ti mientras me lloriqueaba de que no contestabas el teléfono? ¿Pasó algo en el instituto?

Vale. Estaba jodido.

—¿Podemos hablar en casa?

—Queda harto por llegar a casa y no creo que el chofer le cuente tu historia de adolescente promedio a todo el mundo.

—Ujum... —concordó el hombre, haciendo que él hiciera una línea con los labios.

—Entonces... —insistió su madre y él suspiró.

—Lo primero. ¿Cómo es eso de que te mentí?

—Dijiste que te ibas a quedar con LuHan.

—Y así fue —mintió, sacándole una mueca a su madre.

—JongIn, no mientas de una forma tan descarada. Hablé con la madre de LuHan y me dijo que no te ve por su casa desde hace tiempo.

Abrió la boca, entre sorprendido e indignado porque no podía creer que su madre estuviera haciendo ese tipo de cosas como si se tratara de un crío de trece años.

—¿Y tú cómo hablaste con la madre de LuHan?

La mujer sin problema encendió su teléfono, mostrando su aplicación de mensajería—. Tenemos un grupo de chat.

Las más lindas, leyó como nombre del grupo junto con muchos emojis de flores y corazones. Hizo una mueca.

—Bien. No me quedé con LuHan.

—Eso ya lo sé —espetó la mujer y él bufó.

—Me quedé con KyungSoo —susurró, quizás utilizando el mismo volumen de voz con el que le hablaba el pelinegro.

—¿Cómo?

—Ya llegamos.

Claramente su madre estaba muy preocupada por él o directamente era una chismosa porque le pagó al chofer lo más rápido que pudo y luego ambos se pusieron en marcha hasta su departamento. Una vez ahí la mujer se sacó sus zapatos de tacón bajo y lo volvió a observar con esos ojos interrogantes.

—¿KyungSoo es tu novio?

—¡Mamá! —se quejó y botó aire con fuerza.

Pasó por un lado de la mujer para dirigirse hacia su habitación, optando por huir como un cobarde antes que morir como un valiente que no solo sería expuesto, sino también avergonzado como un chiquillo.

—¿Ya han tenido relaciones? —preguntó la mujer mientras se asomaba por la puerta de su habitación.

—¡Mamá! —chilló con más fuerza y ella se echó el cabello hacia atrás.

—Hijo, ya hemos hablado del respeto y el cuidado, tanto tuyo como de otros. Si vas a estar con KyungSoo...

—Mamá —la llamó con voz seria, ya suponiendo por donde iban los tiros—. KyungSoo no es mi novio.

—¿Por qué no si te gusta?

Frunció el ceño, confundido y la mujer se vio igual de desorientada que él, pero luego de unos breves segundo pareció ser consciente de lo que dijo porque su expresión cambió a una de asombro y salió de la habitación con rapidez para dirigirse hacia la cocina. JongIn la siguió de cerca.

—¿Por qué dices eso?

Ella fingió toser y buscó entre los gabinetes—. ¿Qué cosa?

—Mamá, por favor —se quejó, esta vez hablando en serio porque el comentario que hizo la mujer de verdad lo descolocó.

—Pensé que te gustaba —soltó ella con simpleza, sin dirigirle la mirada porque parecía muy entretenida preparándose un té.

—¿Que me gusta? —dijo casi sin aire, provocando que los ojos de la mujer rápidamente se enfocaran en él—. ¿Por qué pensaste eso?

—Por tu forma de actuar y hablarle, JongIn. Eres cuidadoso y te preocupas por él. —La mujer le regaló una sonrisa—. ¿E ir a la biblioteca? ¿Desde cuándo tú vas a la biblioteca? ¿Siquiera has entrado a una por voluntad propia?

La mujer rio divertida y hasta enternecida, pero a JongIn no le hizo nada de gracia porque su corazón empezó a latir demasiado rápido y de repente sentía una incomodidad en la garganta. ¿Había sido tan obvio todo ese tiempo? ¿Era por eso que KyungSoo quiso alejarlo? ¿Eso quiere decir que no le gusta? ¿Le gustarán entonces las mujeres?

—Lo conozco desde hace poco —dijo porque era verdad en cierta medida—. No puede gustarme alguien tan rápido.

El que no se hayan relacionado antes directamente no quiere decir que le gustaba, ¿cierto? Porque JongIn lo vio durante mucho tiempo, pero nunca planeó hablarle hasta que se lo encontró en el autobús.

—¿Cómo que lo conoces desde hace poco? —Frunció el ceño ante el comentario de la mujer, pero esta parecía muy divertida—. Es Soo, el niñito con el que jugabas desde pequeño. ¿Se te olvidó? —Su madre se giró a sonreírle—. Se venía a quedar todos los años durante el verano con su abuela. Te la pasabas jugando con él que hasta JongDae se molestó contigo. ¿No lo recuerdas?

—¿Es ese niño? —preguntó sorprendido y su madre asintió sin perder la sonrisa.

—¡Claro! Decías que te casarías con él porque era el niño más precioso que existía en el planeta tierra y según tú él te enseñó los dinosaurios. —Ella revolvió su té y la siguiente vez que habló lo hizo de forma suave—: No tuve la oportunidad de ver a KyungSoo, pero cuando el señor Do comentó lo de su esposa lo recordé de inmediato. Pensé que tú ya lo sabías.

Rápidamente se dirigió hacia el mueble que estaba empotrado en la pared del pasillo—. ¿Me saqué fotos con él?

—Sí. Prácticamente lo conociste antes de cumplir el año y KyungSoo dejó de quedarse tan seguido donde su abuela a los... ¿catorce años? —Rebuscó en el mueble con rapidez, agachándose para sacar la caja de mimbre donde su madre tenía guardado los álbumes de fotos—. La última vez que lo vi tenía los lentes de marco cuadrado. Se sacaron una foto en la entrada del edificio, pero ya habían pasado unos años desde que no hablaban porque estuviste de novio con una chiquilla, ¿la recuerdas?

La imagen cayó justo frente a él, mostrándose ligeramente torcida y opaca debido a la falta de luz que había en el lugar. JongIn ni siquiera encendió el interruptor cuando se puso a buscar las fotos.

—¿Qué haces? —escuchó la voz de su madre mucho más cerca—. ¿Sigue pareciéndose al KyungSoo actual?

Sintió el cuerpo adormecido y por un momento creyó que no podría pasar saliva, pero no se detuvo a pensar en eso porque su impresión era inmensa y su única finalidad era tomar la fotografía con firmeza para fijarse atentamente en los dos chicos que estaban en la imagen. Se reconoció a sí mismo rápidamente y no le sorprendió verse todo desordenado y sucio, probablemente porque volvía de jugar fútbol. Por contraste, su acompañante era más bajo, parecía mucho menor y su piel era tan blanca que JongIn estuvo seguro de que ese chiquillo se la pasaba encerrado en su habitación. Probablemente leyendo, pensó y se fijó entonces en sus lentes, teniendo unos muchísimos más grandes de los que usaba en la actualidad y, así como dijo su madre, con marco cuadrado.

—Sí —susurró aún sin quitar la mirada de la fotografía—. Sigue siendo el mismo.

Aquella noche fue horrible y no pudo dormir absolutamente nada, mayormente porque se entretuvo revisando los álbumes de fotos y recolectando todas aquellas donde apareciera KyungSoo. Una vez terminado eso se acostó, pero se sintió incómodo entre las sábanas, un poco afiebrado incluso, aunque aun así se levantó al día siguiente para ir al instituto a pesar de que su madre le dijo que podía faltar durante la mañana para que le bajara la fiebre.

Se preparó una limonada caliente en un pequeño termo y con eso se subió al autobús, donde se encontró nuevamente solo. Sacó su celular, al cual le quedaba un veinte porciento porque se le olvidó que tenía que cargarlo. Recién entonces recordó que quedó de acuerdo con el lírico de susurros para hacer una entrevista y él, entre tantas cosas que pasaron el día anterior, ni se le vino a la cabeza, por lo que no pudo hacer nada más que disculparse y dejar un mensaje diciendo que le ocurrió una emergencia. Pensó que con eso sería suficiente, pero sabía que aquel día llegaría al instituto y que todos estarían hablándole para saber qué estaba pasando con el lírico de susurros y si tendrían la cita mañana o no.

El día anterior hizo un aviso en la radio de la información que recolectó HyunAh para darle emoción al asunto, según dijo el profesor Zhang, así que se pasó la tarde anterior comentando la vergüenza que vivió JiWon —rapero principal del grupo musical del instituto— cuando llegó en moto con flores, globos y un peluche muy enorme porque debía jugársela, como él dijo. Al final su conquistado, HanBin, no hizo nada más que sonreírle con incomodidad y decirle que escribió mal su nombre en el ostentoso cartel que preparó para él.

En ese momento JongIn se rio y disfrutó de la desgracia ajena, pero ese día le tocaría hablar de sí mismo —si no decidía hacerlo el profesor Min— y de cómo iba su relación con el lírico de susurros. Sabía que no estaba obligado a absolutamente nada y que creía ser muy bueno controlando la presión social, sin embargo, se sintió totalmente bombardeado cuando HyunAh lo increpó en la entrada y posteriormente se le unió otra seguidilla de compañeros que querían saber todo lo que estaba sucediendo entre ellos dos.

—¿Cómo estás, conquistador? —se burló JongDae apenas dejó caer el culo en la silla.

—Me siento mal —soltó sin ganas y dejó el termo ya vacío sobre la mesa—. Creo que me enfermé.

—No jodas. —El castaño rápidamente lo tomó por los hombros y lo meneó un poco—. Debes estar bien para mañana.

—¿Cómo que para mañana?

—¡Sí! —El chico parecía bastante emocionado—. Mañana es sábado, el día de las citas. Ya sabes... Los encargados de la escenografía de teatro adornaran el patio con las mierdas reciclables que hicieron durante el semestre pasado. —Frunció el ceño, sin entender y sintiendo su cabeza tumbar por la fuerte voz de su amigo—. Se supone que ustedes tienen que llevar a sus parejas, ¿recuerdas? Mediante eso definirán cuáles son los ganadores.

Gruñó y dejó caer con suavidad la cabeza sobre la mesa porque si la dejaba caer con fuerza de seguro partiría el trozo de madera de lo molesto que estaba.

La semana estaba siendo una mierda. Su vida de repente cambió completamente en cosa de cinco días y no es como que realmente la festividad de San Valentín hubiese tenido gran relevancia, la verdad es que aquello le importaba bien poco, lo que realmente le interesaba es lo que estaba pasando con KyungSoo, quien debería estar en su cama leyendo libros o comiendo las cositas ricas que le prepara su abuela.

—JongDae —lo llamó con suavidad mientras se alzaba.

Era recién de mañana y todo estaba sumamente bullicioso, especialmente con LuHan porque este parecía estar discutiendo con HyunAh por haber ofendido a BaekHyun no sabe cómo, pero JongIn no tenía cabeza para pensar en el tonto de la música y su fanático número uno, mucho menos del presidente estudiantil con complejo de pedófilo.

—¿Qué pasa?

—¿Recuerdas el chico con el que jugaba de niño? —Su amigo frunció el ceño, pensando—. Venía a visitar a su abuela que vivía frente a mi departamento.

—¡Ah! Sí recuerdo. Lo odiaba. Que malo era con el pobre chiquillo. —El castaño rio suavemente y luego lo miró con las cejas alzadas—. ¿Por qué? ¿Lo viste de nuevo? —Abrió la boca con la intención de decir algo, de soltarlo todo como debió de haberlo hecho con JongDae desde un inicio, pero su amigo lo interrumpió—: Recuerdo que te gustaba mucho y que tuviste tu primera paja pensando en él.

Abrió ampliamente los ojos y ese fue su momento para tomar al contrario por los hombros y hacer que lo mirara, aunque JongDae seguía siendo todo sonrisas y ojos achinados mientras hablaba y hablaba.

—También tuviste tu primera novia en ese momento y recuerdo que llegaste llorando a mi casa porque dijiste que no podías tocarle los pechos sin que ese niño se te viniera a la cabeza.

—¿Entonces me gustaba? —soltó con suavidad, impactado por la información.

—¡Por supuesto que sí! Estabas totalmente loco por él. —El chico soltó una suave risa—. Es una pena que nunca le hayas dicho tus sentimientos, quizás qué hubiese pasado entre ustedes si eso hubiese sucedido.

—¿Si tanto me gustaba cómo pude olvidarme de él?

JongDae frunció el ceño y terminó escogiéndose de hombros—. Dejaste de verlo cuando entramos a las clases superiores. Tuvimos muchas más cosas que hacer, entre ello el compromiso social. ¿Recuerdas cuando nos esforzábamos para que los chicos de cursos mayores nos invitaran a sus fiestas?

—JongDae —lo llamó—, ¿qué crees que pase si me vuelvo a encontrar con él?

—No lo sé, JongIn. —El chico soltó una suave risa, como si su pregunta fuese estúpida.

—¿Crees que me llegue a gustar si lo veo de nuevo?

Ante aquella interrogante su amigo pareció mucho más serio, no moviéndose incluso después de que el profesor haya ingresado a la sala de clases—. ¿Lo viste?

—JongDae —volvió a nombrarlo y en aquella oportunidad la voz le salió sin mucho volumen—. Durante estos días me llamó la atención alguien que conocí por casualidad. Empecé a sentirme extraño, pero no me imaginé que sería algo relevante hasta que mi mamá me lo dijo, o sea, mi madre —recalcó lo último—. Ayer me enteré que este chico es el mismo que conocí cuando era niño. ¿Crees que esa sea razón suficiente como para que me guste con tanta intensidad?

—Ehh... —El castaño se tomó un tiempo para continuar, como si no quisiese decir algo equivocado—. Si te gustó con tanta magnitud de pequeño puede que su persona, su forma de ser y su físico, vuelvan a provocar algo en ti años después, ¿no? ¿O suena muy extraño?

Vale. JongDae no tenía ni puta idea de lo que hablaba y, contrario a como esperaba, no consiguió la respuesta que hubiese deseado, por lo que apoyó los codos sobre la mesa y con las manos sostuvo su cabeza, la cual parecía pesarle más de lo normal.

—¿KyungSoo es ese chico? —preguntó bajito su amigo, acercándose hasta él para que nadie más los escuchara.

Se tragó el chillido que tenía por soltar porque el profesor pidió a los estudiantes que guardaran silencio, así que estos se situaron en sus puestos para dar inicio a la clase. Si bien JongIn estaba ahí en cuerpo su mente se dirigió directo al espacio para estrellarse con una supernova y perderse así por completo.

¿Y si es así?, pensó. ¿Y si de verdad me gusta KyungSoo y mi interés constante hacia él es debido a ese recuerdo que quedó olvidado en lo más profundo de mi mente? ¿Qué debería hacer de ser así, correr hasta su casa para darle un beso? ¿No lo demandarían por ello?

Sin embargo, estaba claro que JongIn no podía hacer nada de eso. Así mismo como el resto de sus compañeros debía esperar a que pasara el horario escolar para largarse a su preciada casa, aunque le sirvió el haber estado unas horas más en el instituto porque pudo permitirse soltarle todo a JongDae y junto con esos sus miedos, especialmente los que rondaban a KyungSoo —porque lo correspondiente al lírico de susurros le importaba bien poco—. No obstante, con el paso de las horas llegó el momento de meterse a la cabina para ponerse detrás del micrófono y decir todo lo que salía en la pantalla digital de la tablet que le ofrecían. Fue camino hacia el sitio cuando sintió su celular vibrar.

KyungSoo: ¿Puedes traerme el libro "Cartas a una mujer"? No lo encuentro por ningún lado dentro de mi habitación.

Se tragó el suspiro que quería soltar debido a la emoción y solo le contestó con un sticker de un perrito bailando a modo de respuesta afirmativa.

—¡Buenas tardes, compañeros! —saludó frente al micrófono con alegría, aunque esta fuese fingida—. Sé que todos ustedes están ansiosos por saber qué pasará el día de mañana. Así como se avisó en las redes sociales nuestra compañera HyunAh estará haciendo un en vivo para que no solo puedan escuchar las opiniones de los conquistados y sus experiencias al verse involucrados en este tipo de actividad.

Estuvo tentado a gruñir porque la idea no le gustaba para nada, pero se esforzó por mantenerse en su postura porque podía sentir perfectamente los ojos del profesor Kim por detrás del vidrio.

—Dentro de esta tarde empezarán las votaciones para que puedan escoger a su pareja favorita. A la vez, aprovecho de recordarles que las parejas pueden darse a conocer en las redes sociales si así lo desean. De esta forma tendrán mayor probabilidad de voto para conseguir el primer premio de elección popular que es... un viaje a Seúl por una semana con todos los gastos pagados y con acceso a recintos exclusivos del hotel junto con recorridos especiales a lugares turísticos —susurró, impactado por la información porque, distinto a como lo hacía otras veces, con todo lo que estaba sucediendo no se tomó el tiempo para sentarse a leer previamente a salir al aire.

Se quedó callado durante unos segundos, impactado especialmente por la información que venía a continuación. En ese momento sonó una música de suspenso que lo hizo sobresaltarse y no supo si ChanYeol la puso para darle más tensión al momento o para matarlo del susto.

—Dentro de estos recorridos especiales se encuentra un concierto con artistas mundiales del kpop, entradas para el parque de atracciones más grande de Corea y la firma de escritores donde se encontrará un reconocido poeta americano. —Se mordió el labio inferior, ansioso ante la información y continuó leyendo—: Junto a esto tendremos una serie de otros premios, tanto para segundo y tercer lugar, incluyendo otros ganadores pertenecientes al mejor estilo, la pareja más tierna, más sexy, entre otros. Porque no deberíamos de esforzarnos tanto si no fuéramos a conseguir semejantes premios a cambio, ¿cierto?

Una canción comenzó a sonar, esta vez tratándose de algo mucho más movido y entretenido. JongIn se dio el tiempo para beber un trago de agua de la botella que solía llevar cuando hacia las emisiones para no quedar sin garganta.

—¡Así que no se pierdan estas votaciones! Quizás los mejores votantes también puedan llegar a conseguir un premio —mencionó ya mucho más emocionado, como si la nueva información lo hubiese revitalizado—. ¡Nos escuchamos pronto! Se despide con cariño, JongIn.

De fondo se escuchó la típica musiquita característica de la radio estudiantil y él se apresuró en ponerse de pie para asistir a su última clase y luego ir directo hacia su hogar porque aún recordaba que KyungSoo le pidió un libro. Además, encontró algo que sería mucho mejor que le podría ofrecer al chico —y ahora lo tenía claro— que le gustaba, por eso mismo esperó a que el hombre saliera de la pequeña habitación para ir detrás de él.

—Profesor Kim —lo llamó y este se volteó a mirarlo con las cejas alzadas, esperando a que continuara—, si mañana consigo que venga el lírico de susurros necesito que me ayude a asistir a la firma de escritores.

Ediciones por LabbraRosseEditorial.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro