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Capítulo I

—Muy buenas tardes. ¿Cómo están el día de hoy, estudiantes? —Se mordió el labio inferior, emocionado. Dejó que la música sonara de fondo y jugueteó con el cable del micrófono antes de volver a hablar—: De seguro muchos de ustedes se estarán preguntando qué actividad haremos aquí en la radio durante la próxima semana.

Vio cómo del otro lado del vidrio su compañero de audio se encargaba de reproducir un redoble de tambores para darle más emoción a la situación.

—En las redes ya han hecho sus apuestas. Sin embargo, el centro de estudiantes ya pensó en lo que haremos para este San Valentín. ¿Creen que alguno de ustedes habrá acertado con sus suposiciones? —Volvió a guardar silencio—. Sí, mucho dedujeron que haríamos una semana de celebración como lo hicimos el año pasado, aunque en esta ocasión la radio del instituto también participará y tendrá abierta sus puertas para ser un vehículo de emociones, así como la definió nuestro lírico de susurros. —Miró hacia la tablet que le entregaron antes de empezar el show y leyó—: Así como tú y yo despertamos cada día, bebemos café durante las mañanas y escuchamos música en algún momento de la tarde, también somos receptores de lo único y leal, portadores del alma que se sincera sin vergüenza y que llega lejos, tanto así que cala profundo en distintos corazones y hace temblar nuestro cuerpos. Así como lunes, martes y miércoles, las palabras vuelan, danzan por entre las personas e ingresan por los oídos correctos para arrebatar mentes y estremecernos por completo. Ábrete y deja que tus sentimientos hagan maravillar a otros, así como lo hago yo.

Se tragó el suspiro que tenía por soltar y optó por morderse el labio inferior nuevamente al sentir que las palabras atravesaban profundo dentro de él, haciéndolo sentir extraño, pero pleno a la vez. Sabía que detrás de esas palabras no había mucho más que una chica o un chico demasiado enamorado o sentimental, sin embargo, con el paso de los meses llamó por completo su atención aquella forma de escribir.

Fue a mediados del año pasado cuando JongIn comenzó a trabajar con el lírico de susurros, quien llegó a través de cartas de forma totalmente anónima a la radio del instituto, donde ya estaba cursando último año. En un inicio nadie le prestó suficiente atención a su escritura, pero uno de sus profesores de literatura a cargo no pudo evitar maravillarse con semejante poesía y se esmeró en buscar a la persona detrás de tales palabras. No consiguió mucho según escuchó, pero de algún modo se estableció una especie de acuerdo con el o la escritora, quien prefirió quedarse bajo el anonimato.

—Para esta ocasión abriremos un chat especial para que puedan ponerse en contacto con nosotros de forma totalmente privada y secreta —continuó con la explicación luego de darle un vistazo al PDF con las indicaciones—. Paralelo a esto estaremos desarrollando una serie de juegos durante esta semana. Pueden encontrar más información en nuestra página web. —Guardó silencio y dejó que se escuchara la musiquita que daba realce a la situación—. ¡Nos escuchamos pronto! Se despide con cariño, JongIn.

Apretó el botón para apagar el micrófono, dando por terminado su trabajo durante aquel día. Luego de hacerle unos cuantos gestos de despedida a sus compañeros de la radio tomó sus cosas y se dirigió hacia la salida para así ir en camino hacia su próxima clase.

JongIn estaba ya por cumplir los tres años trabajando en la radio estudiantil de su instituto a pesar de que en un inicio su interés era prácticamente nulo, pero en su momento requerían de un comentarista y él necesitaba puntos en actividades extracurriculares, por lo que terminó metido en un pequeño cuarto con paredes insonorizadas todos los días durante el último receso antes de que llegara el horario de salida.

—Sabes perfectamente que el que te hayas librado el año pasado no fue nada más que por suerte —comentó su amigo de forma burlona mientras ambos se dirigían hacia la parada de bus más cercana para emprender rumbo a sus hogares.

Chasqueó la lengua—. JongDae, sabes que no me gustan ese tipo de cosas. Me niego a participar.

—Te lo soportaron el año pasado porque estabas amenazando con retirarte.

—Pues aún puedo retirarme si deseo. —Se cruzó de brazos y su amigo rio.

—Veo bastante difícil que te lo perdonen esta vez. —El tipo pareció muy divertido con su estado de miseria—. Así que espero verte participando en los juegos durante este año.

El canturreo de JongDae lo dejó con una mueca en los labios incluso después de que este se haya subido al autobús para dirigirse hacia su hogar. Mientras tanto JongIn se quedó ahí, debajo del pequeño techo que era lo único que evitaba que el fuerte sol lo terminara achicharrando.

A pesar de que muchos compañeros se acercaban a hablarle debido a que trabajaba en la radio y se hizo algo así como un chico popular debido a esa mierda tuvo que aguantarse el estar como mínimo cuarenta minutos parado en el mismo sitio en espera de que se acercara el bus que lo llevaría hasta su hogar, el cual era el que más se tardaba en llegar debido a lo alejado que se encontraba el lugar donde vivía.

Generalmente eran muy pocos los estudiantes que tomaban la misma locomoción, pero JongIn siempre consiguió hacerse algunas amistades, aunque con estudiantes de cursos menores. Sin embargo, en aquel momento identificó a un compañero de su generación con el que compartía algunas clases que no eran de mucha relevancia. Era un chico pequeño, de cabello negro bien corto y con lentes ópticos de marco negro que no se sacaba ni para ducharse luego de las clases de deportes obligatorias. JongIn lo había visto muy de lejos y nunca tuvo contacto directo con él, aunque se podría decir que nadie realmente lo tenía; el chico solo se juntaba con un tipo castaño que pasaba concentrado en sus estudios y hablaba tan poco como el chico de lentes.

De igual forma durante los últimos dos años su mirada más de una vez se dirigió hacia su compañero durante las clases porque llamaba su atención a pesar de que el chico se esforzaba por no hacerlo con nadie. JongIn siempre pensó que era curiosidad, pero en cuanto lo vio sentado en un asiento a lo lejos no pudo evitar que su corazón latiera de una forma incómoda.

Ante aquella concepción que tenía de su compañero nunca se hubiese imaginado que este se levantaría de su asiento —el cual se encontraba al inicio del autobús— al mismo tiempo que lo haría él para luego bajarse de la locomoción. JongIn nunca lo vio bajar junto a él; de hecho, por lo general era el único que se bajaba en ese punto y se le hizo sumamente extraño ver al chico pequeño bajar con una gran cantidad de libros en sus manos, llevando la mochila llena de cosas sobre su espalda mientras encogía la nariz reiteradas veces, al parecer con la intención de que los lentes no terminaran cayendo de su rostro.

—Hey —llamó con suavidad al notar que el pelinegro parecía estar haciendo malabares para afirmar todas las cosas y ver si la luz del semáforo estaba en verde—. Aún no debes...

Dejó su frase a medio acabar y avanzó con paso rápido hacia el más pequeño al ver que este tenía intenciones de cruzar la calle concurrida, al parecer ignorando que la luz verdosa empezó a parpadear en indicación de que esta estaría por cambiar.

No le importó que al chico no lo conociera directamente ni que este estuviese todo cargado y simplemente tiró de él hacia la acera, provocando que chocara contra su pecho y que todas las cosas que tenía en las manos se cayeran, pero a JongIn no le interesó porque los vehículos comenzaron a avanzar con rapidez, pisoteando con las llantas algunos de los libros que cayeron sobre el asfalto.

Este chico me matará, pensó sin atreverse aún a soltarlo por miedo a que este mirara por sobre su hombro y se diera cuenta del desastre que provocó, aunque de seguro se tomó mucho más tiempo del necesario sujetando al otro contra su cuerpo.

—¡Perdón! —agregó con rapidez cuando el chico lo empujó por los hombros para alejarlo.

La expresión del más pequeño era de una palpable molestia, juntando las cejas con enfado y aflojando los labios. Se veía claramente enfadado, pero JongIn por un momento se perdió entre sus labios pomposos, ligeramente extrañado de que el chico no tuviese que fruncir estos para dejar en claro lo disgustado que estaba.

—Lamento mucho esto —habló al notar que el contrario se acuclilló para recoger los libros que quedaron dispersos por la calle, donde los vehículos se detuvieron ante el semáforo en rojo—. Te los pagaré.

Con rapidez se agachó para ayudar a recoger lo que quedó regado sobre el asfalto, pero el contrario fue más rápido y terminó recogiendo todos los libros antes de que él siquiera pudiese llegar a alcanzar alguno.

—Hey —lo volvió a llamar al notar que este ya estaba a mitad de la calle con todos los libros entre los brazos, alejándose de él—. Déjame pagarte.

Se quedó quieto en espera que de que el contrario se girara a mirarlo o algo, pero el chico solo siguió de largo, ignorándolo deliberadamente e impresionándolo a la vez, después de todo no era muy normal para JongIn que alguien lo ignorara, mucho menos teniendo en cuenta que había tanta gente que se acercaba para intentar hablar con él. Además, la sensación agobiante en su pecho no había desaparecido aún.

El bocinazo sonó fuertemente a su izquierda, desorientándolo por completo y obligándolo a volver a la realidad, dándose cuenta entonces que el semáforo ya cambió de color y él seguía parado en medio de la calle. Con grandes zancadas terminó de cruzar. De primeras se movió con la intención de ir detrás de su compañero, al cual vio caminando a unos cuantos metros por delante de él, pero al cabo de un rato terminó dándose cuenta que se dirigía hacia el mismo edificio donde estaba su departamento. Se trataba de una pequeña construcción de unos cinco pisos, donde los apartamentos eran pequeños, pero cómodos, ideales para una familia pequeña, como era el caso de JongIn. Vivía exclusivamente con su madre, una mujer de treinta y ocho años que trabajaba como contadora en uno de los bancos más reconocidos de la ciudad; su sueldo era más bien promedio y entre tantos gastos constantes no podían llegar a permitirse muchos gustos.

—¿Vives en este complejo de departamentos? —se atrevió a preguntar al ver que su compañero ingresó por la puerta principal donde se encontraban las pequeñas edificaciones.

No pudo evitar morderse el labio inferior con frustración al notar que el chiquillo no le prestó absolutamente nada de atención y llegó a pensar seriamente que era un irrespetuoso. Si bien fue JongIn quien le causó un perjuicio este intentó solucionarlo ofreciendo su preciado dinero para comprar un montón de hojas impresas, pero el chico ese solo lo ignoró. Sin embargo, luego llegó a pensarse seriamente si el contrario pudiese llegar a tener alguna dificultad para oír y ver cuando observó que pasaba de largo sin responderle el saludo al guardia del edificio, aunque JongIn recordaba perfectamente que sus profesores nunca hicieron algún comentario respecto a eso y el pelinegro normalmente hacía presentaciones escolares sin mayor dificultad.

Curiosamente la edificación en la que ingresó su compañero era la misma donde vivía JongIn desde que tenía uso de razón, aunque no recordaba a ese chico de ningún lado. Tampoco sabía de alguien que se hubiese cambiado de departamento, por lo que se le hizo muy curioso que el pelinegro estuviese subiendo las escaleras por delante de él hacia el cuarto piso.

—¡Oye! —intentó llamarlo con más fuerza, llenándose de energía positiva por si el otro le respondía.

Pero no, no pasó. El tipo solo entró por la puerta que estaba frente a la suya, cerrando posteriormente el trozo de madera para dejarlo solo a mitad del pasillo.

De seguro fue en ese exacto momento que su atención en el chico pasó a convertirse en algo recurrente —mucho más de lo que era antes—, tanto así que incluso lo buscaba durante las clases y ya descubrió que se llama Do KyungSoo, que tiene su edad y que es un chico callado por naturaleza, cosa medianamente buena porque aquello quería decir que no tenía ningún tipo de odio específico contra JongIn, por suerte.

—Desde hoy empezará el espectáculo que se llevará a cabo durante la semana. —Suspiró cuando escuchó al profesor en práctica hablar, aunque no dijo nada para acallarlo y dejó que este continuara—: Necesitamos definir a los diez participantes.

—O sea, los diez objetos de burla —acotó LuHan con sorna, el presidente estudiantil de último año.

—¿Diez? —mencionó JongIn con impacto. Esa era su primera vez siendo un posible candidato para ser el centro de atención durante la estúpida festividad de San Valentín—. ¿No creen que son muchos?

—Siempre ha sido así. —MinSeok, el profesor en jefe, se encogió de hombros—. Son varios. Tenemos que escoger a diez personas entre ustedes, ya sean parte de la banda de música, los equipos deportivos, el centro de alumnos, la radio o cualquier otra organización mínimamente identificable en el instituto.

El chico encargado de sonido levantó la mano—. ¿Eso los incluye a ustedes como profesores?

—No, ChanYeol. No nos incluye.

Vale. JongIn se podía sentir algo más tranquilo al saber que había que escoger entre tanta gente. ¿Cuántas personas jugaban en baloncesto, en el club de ajedrez y en el equipo de porristas?

—El primero será JongIn.

—¡¿Qué?! —Se puso de pie, alterado, caminando rápidamente hacia el profesor Kim que puso su nombre en la pizarra con tiza blanca—. Pero hay más de cincuenta personas que pueden escoger. ¿Por qué yo?

—Has sido el más votado.

Con desinterés el hombre alzó su teléfono celular, dejando en vista una encuesta bastante colorida que hicieron en Google y que enviaron por correo.

—¿Por qué yo no sabía de ello?

—Los candidatos no pueden votar —acotó YiXing, el profesor de música en práctica.

—¿Y por qué soy candidato?

—Tranquilízate, JongIn —pidió su profesor con una sonrisa, invitándolo con un gesto de manos a que se volviera a sentar—. Será algo sumamente sencillo de hacer.

Y le creyó, joder. De verdad lo hizo.

Durante el año anterior a JongIn le importó absolutamente poco lo que se hiciera en San Valentín. Desde que supo que no tenía ningún compromiso más que asistir a la radio y leer unas cuantas cosas le dio completamente igual la cantidad de chocolates que recibió para la fecha y solo se dedicó en darle la mitad de lo obtenido a JongDae.

—¿Qué harán este año? —preguntó su amigo con emoción mientras tiraba de uno de los cordeles de su mochila, claramente queriendo molestarlo—. Escuché de ZiTao que harán algo así como una competencia de conquista.

Dejó caer el culo con pesadez en una de las sillas del comedor al sentir que su cuerpo perdía total energía. JongDae a su lado soltó el tirante de la mochila y se sentó junto a él con diversión.

—Estoy jodido —se lamentó.

—¿Quién te tocó?

—¡Aún no lo sé! —Se llevó las manos hasta la cabeza y tiró un poco de su cabello castaño, exasperado—. Los estudiantes escogerán durante esta noche mediante votación.

—¿O sea que puedo escoger? —Frunció el ceño al escuchar el comentario tan alegre por parte de su amigo y este al ver su reacción rio—. No lo veas por el lado negativo, JongIn. Solo es una actividad que tienes que hacer. Saldrá bien.

—¿Cómo esperas que me pase la semana conquistando a una chica que no conozco de nada?

—¿Cómo sabes que no la conoces? —Gimoteó y echó la cabeza hacia atrás, dándose por vencido—. De igual forma, ¿no avisaste que eres bisexual?

—Si se enteran que soy bisexual tengo más posibilidades de que me toque alguien raro.

—No te preocupes. La gente vota por las personas que conoce, así que es normal que salga alguien que practique algún deporte o sea del centro de alumnos.

—Pues sigue siendo una mierda.

El castaño a su lado chasqueó la lengua y sacó de su mochila dos emparedados, uno de ellos para JongIn porque su amigo era la mejor persona del mundo cuando se lo proponía y como supo que tendría que participar en la semana de San Valentín optó por llevarle algo preparado para que no se hundiera más en su miseria con la comida de la cafetería.

—¿Por quién crees que voten? —Ignoró el que JongDae hablara con la boca llena, pero aun así su interrogante fue suficiente para que creara en él una mueca de disgusto—. No me mires así. Yo no fui quien te puso en esta situación.

—Yo tampoco escogí.

—Entonces quéjate con los compañeros que te votaron.

Hizo una línea con sus labios al ver a su amigo darle otro bocado a su sándwich. Después de todo tenía razón, él no podía ir quejándose con cada alumno que apretó sobre el circulito que estaba al lado de su nombre durante la encuesta.

—¿Cuándo te enterarás de los resultados?

—Mañana en la mañana.

Mañana en la mañana fue el peor momento de su vida, lo jura. Apenas era martes, pero él se sentía tan machado como si fuese un día jueves en la tarde mientras se estuviera muriendo de calor durante la clase de educación física.

—Byun BaekHyun.

Frunció el ceño al escuchar el nombre, aunque no por él, sino por la mirada que puso ChanYeol a su lado cuando escuchó el nombre del chico y es que este ya quedó bastante consternado cuando el día lunes se enteró de que sería uno de los chicos conquista, como definió el profesor Zhang. Una verdadera mierda, si le preguntan a él.

—Y para JongIn el lírico de susurro.

Ladeó la cabeza, sin entender—. ¿Cómo?

—Te toca el chico que hace los escritos para la radio —volvió a hablar el profesor Kim con sencillez, como si no se hubiese dado cuenta de la cara que tenía JongIn.

—¿Chico? —preguntó y recibió un asentimiento de cabeza por parte de los dos hombres que estaban a cargo de la organización—. ¿Siquiera saben si me gustan los chicos? ¿No se supone que esto debe hacerse con la intención de direccionarlo a un ámbito romántico?

—Kim JongDae nos dijo que no tenías ningún inconveniente con los chicos y que tu mayor preferencia estaba hacia ellos, así que no pusimos limitaciones en la encuesta. —El profesor Kim miró a su colega, recibiendo un asentimiento de su parte—. Con todos hicimos lo mismo para así no faltarles el respeto de ningún modo.

Hijo de puta, gruñó en su propia mente, sabiendo que no podía decir eso en voz alta o sino recibiría una hojita que lo invitaría a inspectoría y luego un llamado a su madre que le avisaría lo de una sanción.

—¿Cómo se supone que me pondré en contacto con él si no sé quién es? —espetó con molestia. Si ya de por ende el jueguito ese no le gustaba era muchísimo peor si consideraba que tendría que andar buscando al chiquillo por allí.

—Es trabajo de cada uno de ustedes encontrar el modo para ponerse en contacto. Después de todo esa es la finalidad de la actividad. —El profesor Zhang se encogió de hombros con desinterés—. Sin embargo, en tu caso te facilitaremos la información de alguna red social para que te pongas en contacto con él sin la necesidad de exponerlo. En caso de que decida revelar su identidad dependerá netamente de él.

—¿Pero no se supone que debo tener una cita presencial con él este sábado?

—Exactamente. —El profesor Kim le asintió sin perder la sonrisa—. Muchos están apostando por que serás el ganador, JongIn. ¡Suerte!

Suerte mis cojones, se quejó a modo de pensamiento y dejó que ChanYeol se pusiese a hablar con LuHan a su lado, al parecer todos quejándose por la persona a la cual debían conquistar. JongIn tenía mucho por lo que estar disgustado, pero de seguro estaba mucho mejor que Irene, quien se quejaba de que no podía ir a conquistar a una chica cuando ya tenía novio.

—¿Esto no se considera como pedofilia?

Bufó al escuchar el comentario de LuHan, el cual parecía estar muy ensimismado viendo el correo con el PDF que le adjuntaron con la información de Oh SeHun, el chico de unos tres cursos menores que debía conquistar.

Por otro lado, JongIn solo tenía información relacionada a los gustos del chico, especialmente enfocados en la literatura y la música; una mierda tan aburrida que cada vez se sentía peor respecto a su idea de sobrellevar todo aquello sin pasar mucha vergüenza y sobrevivir en el intento. Junto a esto estaban enlazadas sus redes sociales como escritor —o lo que fuese— y sus plantas favoritas, porque lo que más le gustaban eran las suculentas y aquello aparentemente era digno de saber.

Sin muchas ganas se metió al Instagram del chico una vez que se dirigió hacia la parada de autobuses, ya dando por finalizada la sesión que hizo después de clases donde se enteraron de la persona que tenían que llegar a conquistar.

Como había tanta gente quejándose JongIn prefirió rendirse ante la idea de intentar cambiar de conquista o algo. En vez de eso agarró todas sus cosas y simplemente se marchó, sabiendo que no tenía que preocuparse por nadie porque JongDae se fue cuarenta minutos antes, cuando acabaron las clases obligatorias para todos, y que en ese momento estaba enviándole mensajes de forma insoportable para saber a quién tenía que conquistar. La información oficial iba a estar publicándose para esa noche de igual modo, por lo que no se tomó el tiempo para responder, ni siquiera quería sacar el celular y aquello se le olvidó completamente cuando volvió a ver a aquel chico —KyungSoo— de pie ya en la parada de autobuses, al parecer saliendo de clases tan tarde como él.

—Hola —saludó con una sonrisa mientras se ponía a su lado y miraba hacia el frente, fingiendo estar tan desinteresado como lo parecía el chico.

Desde su primer encuentro directo JongIn estuvo intentando acercarse al chico lo suficiente como para llegar a sacarle una palabra. Ni siquiera había podido escuchar su voz, independientemente de que hubiese visto a KyungSoo hablar con JunMyeon, el chico con el que siempre andaba y aparentemente su único amigo.

—¿Cómo estás?

Como no obtuvo ningún tipo de respuesta volvió a fijar la vista en el pelinegro, buscando qué tipo de cosa llevaba aquella vez que pudiese llamar su atención, notando entonces el libro delgado y pequeño posicionado en la cima de dos enciclopedias que llevaba entre las manos.

—¿Lo conseguiste en la biblioteca del instituto?

JongIn se atrevió a tomar el libro que estaba en la cima, consiguiendo en el proceso por fin la mirada del más bajo, quien lo inspeccionó con ojos abiertos y parecía estar exigiéndole con la mirada que volviese a dejar el libro donde estaba, pero a JongIn no le importaba absolutamente nada, mucho menos teniendo en cuenta que aquel ya fue un día lo suficientemente mierda como para que las cosas se pusieran peor.

—¿Te molesta si le saco una foto para recordar el nombre y el autor? Me gustaría leerlo.

JongIn no era muy fanático de la lectura, pero el color rojizo de la portada llamó su atención junto al título y de repente le nació un extraño interés, el cual de seguro no tenía nada que ver con el libro en sí, sino más bien con el chico que era dueño de este. No sabía por qué le parecía curioso, pero alguien que no hablaba ni por cortesía sí que llamaba la atención.

—¿Puedo? —insistió al notar que KyungSoo relajó su expresión, pero que seguía mirándolo con esos ojos tan grandes.

Cuando puso su atención en el más bajo pensó que este llevaba aquella expresión con la intención de verse más intimidante o algo por el estilo, pero al tenerlo así de cerca logró darse cuenta que el chico simplemente era así y eso le pareció extrañamente encantador.

Para su sorpresa el contrario en respuesta solo hizo un pequeño asentimiento de cabeza y volvió la mirada hacia el frente, viendo los vehículos pasar velozmente por la avenida.

JongIn no alcanzó a dejar el libro de donde lo sacó, pero sí hizo cierto ademán para dejarlo en su lugar luego de ver la mirada amenazante de su compañero, por lo que volvió a dirigir rápidamente sus ojos a la serie de papeles que tenía entre las manos. Abrió el libro y le dio un vistazo, encontrándose entretenido con las primeras páginas escritas como probablemente no lo estuvo ni con El león, la bruja y el ropero que le regaló su abuela cuando tenía como diez años.

Hubiese quedado detenido en cada palabra armonizada junto a la otra si no fuese por el bocinazo que dio el autobús que incluso lo hizo saltar y dirigir de inmediato la mirada hacia el frente, encontrándose así a KyungSoo mirándolo por sobre su hombro mientras estaba en lo alto de los tres escalones que lo invitaban a subirse al trasporte público, al parecer en espera de que se moviera de una vez porque no estaba dispuesto a dejar su libro con él.

—¿Por qué las hojas están tan desgastadas? —preguntó con verdadera curiosidad mientras tomaba asiento a un lado del pelinegro, descolocándolo—. ¿Es tuyo y no de la biblioteca? —Fijó entonces su mirada en el contrario, quien le frunció nuevamente el ceño como si hubiese visto que le salió un cuerno en medio de la frente—. ¿KyungSoo?

La expresión del aludido cambió, abriendo mucho más los ojos y suavizando las arrugas que se generaron entre sus cejas. Parecía claramente sorprendido y a JongIn le costó unos segundos entender por qué, después de todo su nombre le salió tan normal, como si fuesen amigos desde hace años, aunque puede que simplemente haya sido porque JongIn se vio unas cuantas veces pronunciando el nombre del chico sin siquiera darse cuenta, aparentemente cautivado por su misticismo.

—¿Cómo sabes mi nombre?

Las palabras fueron pronunciadas con un volumen de voz muy bajo, semejante al sonido que deja una brisa al mover las hojas de los árboles. Se oía aterciopelado, como cuando despliegas una tela suave, pero a la vez rasposa o abres un libro viejo, voz de quien de seguro no habla desde hace mucho y tampoco parecía preparado para hacerlo.

—Wow. —Fue lo primero que se le ocurrió soltar. Se asomó entre sus labios una sonrisa de forma inevitable—. Pensé que nunca me hablarías.

KyungSoo volvió a dirigir la mirada hacia el frente, como si tan solo ese pequeño comentario lo hubiese molestado lo suficiente como para aparentar nuevamente que no existía.

—Somos compañeros —prefirió continuar al notar que perdió la atención del contrario—. Por supuesto que sé tu nombre.

Mentiroso, se reprochó a sí mismo porque si no hubiese sido por que le botó los libros al chico el verdaderamente nunca se hubiese interesado tanto en él.

El pelinegro le dio una rápida mirada y dirigió la atención hacia la ventana, dándole a entender de forma definitiva que no tenía ningún interés en seguirle la conversación. Las acciones del otro le hicieron soltar un suspiro con cierto deje de frustración, pero finalmente optó por guardar silencio y volver su atención al libro para así tomarle una foto con su celular, asegurándose de guardar aquella información antes de que el contrario le quitara el montón de hojas de un manotazo.

A pesar de que su vista estaba fija en lo que decían aquellas páginas su atención estaba por otro lado, donde la voz de KyungSoo se reproducía una y otra vez dentro de su cabeza, recordando entonces que sonó tan suave y baja que incluso llegó a preguntarse si escuchó algo mal, aunque terminó deduciendo que no era nada de eso y que el chico simplemente le dio un pequeño susurro, le regaló un par de palabras. El solo pensamiento lo invitó a sonreír, cosa que lo hizo sentirse infinitamente extraño, después de todo no es como que JongIn fuese una persona fácil de cautivar; por lo general su interés en los demás era bastante poco y la mayoría de las veces estaba más preocupado de sí mismo que del resto, cosa que más de una vez lo hizo terminar entre altercados con comentarios de "se te subió la fama a la cabeza" o "eres un desagradable de mierda". La verdad es que a JongIn le daba igual, no anduvo conversando con todos apenas llegó al instituto y no estaría haciéndolo después de tantos años solo porque lo escucharan un poco en la radio.

Sin siquiera darse cuenta su ceño estaba empezando a fruncirse ante el pensamiento de aquello, pero eso lo dejó rápidamente de lado cuando sintió un ligero toque en lo alto de su brazo, cosa que lo hizo sobresaltarse y estremecer porque, si bien podía hacerse a la idea de que KyungSoo le hubiese hablado, ya era demasiado para él llegar a la posibilidad de que el chico pudiese tocarlo.

A pesar de que KyungSoo llamó su atención con ese simple gesto el chico no le dijo absolutamente nada y solo estiró la mano hacia él. A JongIn se le vino la tonta idea a la cabeza de que quería que entrelazaran sus manos y aquello lo hizo sentir inmensamente extraño e incluso tonto porque no era propio de él tener ese tipo de pensamientos con absolutamente nadie.

Sintió que como mucho pasaron unos segundos cuando su compañero comenzó a hacerle gestos de manos para que le pasara el libro porque ya se tenía que bajar; y claro, JongIn también tenía que hacerlo, así que no dudó en quitarle las dos enciclopedias de los brazos para ponerse de pie y acercarse a la puerta de salida, teniendo por detrás de él a un alterado chico de cabello negro que parecía querer sacarle los ojos con una cuchara.

Una vez que logró identificar la parada que estaba más cercana a su casa apretó el botón con la finalidad de que el chofer se detuviera. Apenas el vehículo estuvo inmóvil se bajó con alegría y sintió a KyungSoo seguirle el paso de cerca, de seguro para tener bien vigilado a sus libros.

Se detuvo un momento al escuchar cierto tono raro a sus espaldas, el cual se le hizo desconocido y hasta un poco atemorizante, ante lo cual se dio vuelta sobre sus propios talones para encontrarse a KyungSoo a unos pocos metros de él, nuevamente estirando la mano en su dirección. Lo vio mover la boca, pero no escuchó absolutamente nada, por lo que parecía estar haciendo mímica.

Se acercó hasta el chico, notando que con sus movimientos el ceño contrario se iba frunciendo cada vez más.

—¿Estás hablando? —soltó sin siquiera percatarse de lo desubicado que pudiese llegar a sonar porque seguía viendo a KyungSoo mover las manos y los labios, como si estuviese hablando, pero nada salía por entre sus labios.

Aquella imagen lo hizo sentir extraño y hasta le dio un poco de miedo. Por un momento pensó que se quedó sordo o algo por el estilo, pero podía escuchar perfectamente cómo pasaban los autos por su costado derecho a gran velocidad, junto con los bocinazos y el bullicio que hacían las pocas personas que transitaban a esas horas.

Para su sorpresa logró apreciar que KyungSoo, luego de hacer una mueca de desagrado, se acercó hasta él de forma decidida y apoyó una mano sobre su hombro izquierdo para impulsarse y llegar hasta su oído.

—Te estoy hablando, idiota. Que tú no sepas escuchar es otra cosa.

JongIn juraría que la voz sonaba mucho más fuerte de lo que la escuchó la primera vez, cosa que era probable porque tenía al chico muchísimo más cerca, aunque aquello también conllevaba que pudiese identificar de mejor forma la voz de KyungSoo, tratándose de una voz suave pero masculina, armoniosa incluso porque a JongIn llegó a darle un estremecimiento extraño cuando la escuchó y nuevamente su corazón latió como loco, generando en sus mejillas un calor inusual.

De igual forma salió rápidamente de su estupor cuando se percató que KyungSoo seguía en la misma posición, cosa que hizo que su mirada se fuera hacia el chico y así pudiese darse cuenta de lo increíblemente cerca que se encontraba, apoyado ligeramente sobre su hombro mientras ladeaba la cabeza para estar más cerca de su oído. Tenía un aroma suave, como de quien se echa perfume una sola vez en el día.

—Dame tu número de teléfono. —Las palabras le salieron con un cierto tono urgente, lo cual dejó a KyungSoo con la boca abierta, claramente sorprendido por su valentía y quizás también por lo inesperado de sus palabras.

El pelinegro se hizo hacia atrás de un sopetón, empujando su hombro en el proceso y dejándolo desorientado durante unos cuantos segundos, en los cuales el contrario aprovechó de tomar sus dos enciclopedias junto con su libro para encaminarse hasta el cruce sin decirle ninguna otra palabra.

JongIn se quedó plantado en el lugar porque todo fue demasiado como para que pudiese llegar a soportarlo, sin embargo, se obligó a sí mismo a salir de su estupor al darse cuenta que efectivamente su compañero se fue y que ya estaba cruzando la calle —esta vez sí con el semáforo de peatones en verde— probablemente en dirección hacia su hogar, el cual aparentemente se encontraba frente a la jodida puerta que daba de entrada al departamento de JongIn.

—¡KyungSoo! —gritó desesperado al verse al otro lado de la avenida, recién saliendo del impacto en que lo dejó el contrario.

El ya mencionado no hizo absolutamente nada como para darle algún indicio de que lo hubiera escuchado. De hecho, este no hizo nada más que caminar hasta perderse por una de las calles que llevaban hasta su complejo de departamentos, provocando que algo se instaurara de forma extraña en el pecho de JongIn, como si el nivel de curiosidad se hubiese elevado a mil en aquel momento, al verlo con el uniforme del instituto algo suelto, el cabello negro y corto junto con aquellas gafas redondas que siempre llevaba encima, las cuales no se detuvo a mirar con tanta atención hasta ese momento.

Nuevamente sintió a su corazón latir intensamente dentro de su pecho.

| ••• |

Aquí está la historia en la que estuve trabajando a principios de este mes para KaiSoo Fest 2021: 13 elementos del KaiSoo. El elemento que me tocó fue Pareja de susurros e intenté hacerlo lo mejor posible, así que espero que no haya quedado tan desastroso. 🙊

Así como dice en la descripción, este será un mini-fin, por lo que tendrá alrededor de cuatro a cinco capítulos, los cuales probablemente se publiquen cada tres días. 🧚🏻‍♀️

A todos muchísimas gracias por leer, votar y comentar. 💖

Como anexo agregó que el libro rojo al que se refiere JongIn es el siguiente:

Lamento mucho lo feito del libro, pero imaginemos que es así como lo tiene KyungSoo. 🤣

Saludos y besos, Ary. ♥️

Ediciones por LabbraRosseEditorial.

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