Capítulo 7
Al cruzar la puerta de su hogar sintió que una calidez la embriagaba completamente, se quedó quieta interfiriendo el paso de cualquiera que quisiera entrar, con sus ojos cerrados respiraba rítmicamente. Estaba aturdida por el día lleno de emociones que había experimentado. Rachel se sentía emocionada aún con las mariposas revoloteando en su estomago.
Ya imaginaba su primer baile y hasta su primer beso, sonrió aún con sus dos ojos cerrados pero entonces un carraspeo la interrumpió de sus lindas escenas imaginarias.
─¿Te sucede algo Rachel? ─la voz de su madre era dura y cuando abrió sus ojos la miro notando tensión en su semblante, apretaba y retorcía el trapo que llevaba en las manos.
La observo confundida mientras que su madre nerviosa miraba a todos lados menos a ella.
─Al parecer es a ti a la que le sucede algo mamá.
─No ─se limito a decir una simple palabra pero para Rachel fue una señal clara de que algo pasaba.
Dicho eso dio media vuelta y se dirigió a la cocina. Rachel la siguió para darle las buenas noticias, quería explicarle lo sucedido con Dylan, quería contarle lo que sentía en esos momentos, al final quería un consejo de ella.
─Mamá tengo algo que contarte ─declaró con una gran sonrisa.
Su madre que picaba unos tomatillos en la mesa de almuerzo ni siquiera volteó a mirarla solo asintió. Rachel continuo contándole todo lo que había vivido ese día por la mañana en el colegio, no le tomo importancia esta vez a la extraña actitud de su madre que solo miraba la tablilla de picar.
Al terminar pregunto:
─¿Podrías diseñarme y hacerme el vestido? ─ilusionada se dirigió a ella con una sonrisa de oreja a oreja.
La madre de Rachel dejó lo que estaba haciendo, el cuchillo que sostenía lo soltó a un lado de la tablilla que momentos antes miraba, respiro profundo y al fin miro a su hija. Pero no con la reacción que Rachel esperaba sino que con una muy diferente, sus ojos se achicaron, su rostro se torno en una mueca de enfado, dolor y hasta resentimiento, a Rachel se le borro la sonrisa inmediatamente.
─¿No te quejaste con tu padre que era muy entrometida en tus asuntos? ─preguntó con voz gélida y semblante neutro.
─¿De qué hablas mamá? ─el cuerpo de Rachel se tenso al escuchar aquella pregunta proveniente de la mujer que tenía enfrente.
─¡Tu padre me dio un sermón y ahora vienes a pedirme eso! ─contestó la pregunta de su hija con enojo, mientras la joven miraba sin saber que pensar sobre el comportamiento de su progenitora ─. Me quieres poner en contra de tu padre, ahora vienes y me pides esas cosas como si nada. ¿No querías que no me metiera en tus asuntos?
─¡Pero mamá!...
─¡Pero mamá nada, Rachel! ─sentenció arisca.
Rachel miró por ultima vez en ese día a su madre y salió por donde había entrado arrepintiéndose duramente por haberla seguido momentos antes, dejando a aquella mujer emitiendo un leve sollozo.
La chica se traslado a su habitación, jamás se le paso por la mente que su madre reaccionaría así ante la platica con su padre, pensaba que su actitud sería diferente pero claramente se equivoco de nuevo. Pero lo que más le dolía o mas bien lo que más le molestaba era que su madre pensara y comentara sobre ponerla en contra de su padre, ¡era totalmente ridículo!
No volvió a salir de su habitación en lo que paso de la tarde, ni cuando su madre gritó fuertemente llamándola por su nombre para que bajara a comer, la ignoró molesta, murmurando cosas incoherentes.
El tiempo iba pasando se esfumaba tanto como la felicidad con la que había llegado a casa.
Su madre le había quitado la alegría, la emoción de aquella primera cita. Rachel pensaba que al fin la iba a poner contenta, tanto que la había juzgado pero se equivoco de nuevo.
Y así llegó la noche con un hueco en su alma, un nuevo sentimiento...
¿Un rencor? ¿Confusión?
¿Qué era lo que ahora Rachel estaba manifestando?
¿Se podría odiar a una madre?
¿A su madre le enojaba que su propio padre la defendiera?
¿Qué era lo que le pasaba a esa familia?
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