La época de Navidad había llegado, y en cada rincón de la ciudad podía sentirse el frío de diciembre mientras los copos de nieve se posaban suavemente sobre las ramas de los árboles. En estas fechas, la familia Han se sumergía en sus queridas tradiciones, honrando costumbres que habían pasado de generación en generación.

Para ellos, la Navidad era más que una celebración; era una reafirmación de su unidad familiar y sus valores, una época de encuentros y nostalgia.

Han Ji Sung, el hijo menor y único omega, era una presencia discreta pero destacada en la familia. Aunque era el más joven, su carácter serio y calmado lo diferenciaba de los demás. Junto a su madre, compartía una actitud madura que resaltaba aún más su estatus privilegiado en el hogar, donde el cariño y los mimos nunca le faltaban.

A diario recibía regalos y atenciones, lo que lo hacía ser aún más querido entre los suyos.

La familia Han era de las más ricas en toda Asia, dueña de un conglomerado de empresas prestigiosas y conocida por su influencia en diversos sectores. Sin embargo, en la intimidad de su hogar, la dinámica familiar era menos ostentosa de lo que cualquiera podría imaginar.

Después del fallecimiento del abuelo de Ji Sung, las finanzas se dividieron entre los hermanos, y el padre de Ji Sung se quedó con una considerable herencia, aunque rara vez tocaba esos fondos. La fortuna seguía siendo un símbolo de estatus, pero la familia prefería conservar su legado en lugar de derrocharlo.

Ji Sung, sin embargo, veía en esas tradiciones algo que le inspiraba seguridad. Tal vez, en el fondo, sentía que mientras estuvieran juntos, el dinero o las apariencias no serían lo más importante. O al menos, eso era lo que creía... hasta aquel día.

Mientras revisaba su teléfono, Ji Sung decidió marcarle a su amigo Yang Jeongin. Aunque era un beta, Jeongin tenía un espíritu atrevido, y una de sus mayores obsesiones era el mundo de las carreras de motos ilegales.

Al escucharlo mencionar que se sentía aburrido, Jeongin le propuso un plan inesperado: llevarlo a una de esas carreras de las que tanto hablaba, prometiéndo que sería una experiencia inolvidable.

Lo que Ji Sung no sabía era que esa noche, entre el rugir de los motores y las luces de neón, conocería a alguien que cambiaría por completo el rumbo de su vida.

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-Aly