Estaba recostado sobre mi cama, con un libro de derecho en mano y los oídos obstruidos por dos auriculares a todo volumen.

Ya había pasado cerca de una hora, así que alejé levemente uno de los auriculares para escuchar si ya habían parado.

— Ah, Mika... — volví a colocármelo de manera veloz antes de escuchar algo que quedaría gravado en mi memoria a largo plazo por mucho, mucho tiempo. No quería traumarme con sus alaridos.

Sí, mi compañero de departamento era muy ruidoso cada vez que lo visitaba su novio. Y no tenía ni el menor cuidado a pesar de que su amigo estaba en la habitación contigua.

Tuve que esperar como por media hora más hasta que mis oídos ya no sufrieron peligro alguno.

Cerré el libro, apagué la música y me dirigí a la cocina en busca de algo para tomar. Pues, no me había atrevido a salir de mi habitación, esos dos estaban tan locos que eran capaces de hacerlo en el pasillo, por no poder llegar a la habitación de Charly a tiempo.

Me encontré con Charly en la cocina, tenía puesto unos calzoncillos negros y nada más. No me sorprendí al verlo en paños menores, el chico aprovechaba cualquier excusa para andar casi desnudo por la casa.

Charly me sonrió y me mostró una jarra de jugo de naranja. Esa era su forma de preguntarme si me apetecía.

— Sí, gracias — le dije mientras me servía el jugo en un vaso que había tomado de la alacena —. Oh, eso es nuevo — le dije y le señalé el pecho con los ojos.

— ¿Estos? ¿No son lindos?, me los hice ayer. Todavía están algo sensibles — Charly se cubrió los pezones como si estos le ardieran un poco, pues, se veían algo hinchados.

— ¿Te dolió? — le pregunté.

— Como el demonio — dijo, pero a pesar de eso, jugueteó con los piercings nuevos. Yo miré en otra dirección a causa de la impresión que me causó al ver como los estiraba.

— No hagas eso... — le dije y lo escuché reírse.

— ¿Has pensado en lo que te dije?

— Charly, ya te lo expliqué. No soy esa clase de chico...

— Sí, sí, siempre me das la misma respuesta, pero si sigues así, nunca vas a superarlo.

Sí, parecía imposible, habían pasado dos años desde que no había vuelto a ver a David, pero dolía como el primer día. Y cualquier pequeña cosa era buena para traerlo a mi memoria. Siempre lo recordaba, incluso en los momentos más extraños.

— Tienes que relajarte, tener sexo te va a ayudar. Conozco varios chicos que están interesados en ti... no entiendo por qué los rechazas.

— Las relaciones casuales no son lo mío.

Charly me miró de manera aburrida.

— Sí, ya sé lo que vas a decir. Me lo ha dicho todo el mundo. ¡Qué soy un mojigato! ¿Eh?

— No, sólo iba a decir que te lo pierdes... yo ya me he acostado con algunos de ellos, claro, antes de salir con Mika... y son buenos. Tienes mi recomendación — y levantó el pulgar a modo de afirmación —. Yo no te diría que tengas sexo con ellos si no supiera que son buenos en la cama. Te lo aseguro, una sola noche y te harán olvidarte de ese idiota Daniel.

— David — lo corregí.

— Su nombre no merece ser recordado correctamente.

Reí.

— Prefiero olvidarme de él a mi manera — le dije. Charly me miró de manera desaprobatoria.

— Pues, tu manera no es muy eficiente, llevas dos años y contando llorando por ese imbécil.

Charly vació la jarra de naranja y la dejó sobre la encimera.

— No te entiendo. Cuando yo corté con mi anterior novio, ya me había acostado con diez tipos diferentes en la primera semana — Mikael justo salió de la habitación, se sorprendió por lo dicho por su novio y lo miró fijamente, Charly le envió un beso al aire y continuó con su relato, ignorando la mala cara de su novio al recibir esa información, que seguramente no quería conocer —. Al romper fue como recuperar mi libertad, pero tú lo haces ver como si estuvieras encerrado en una jaula de depresión.

Por lo menos alguien sí solía llevar ropa en la casa. Me alegré al verlo vestido, no como su novio.

— Charly, cada uno tiene su forma de superar los problemas. Y no todos lo hacen con sexo, como tú — dijo Mikael sentándose en el apoyabrazos del sillón, Charly rio de manera pícara a su comentario —. Aunque también es cierto que eres un poco extraño — esta vez se dirigió a mí — Eres el primer chico gay que conozco que no tiene sexo casual como loco.

— Talvez, soy demasiado romántico para ser gay — dije y lancé un suspiro.

— Que eso no te aflija. No hay un tipo de gay o algo así.

— Supongo que existen los gays mojigatos, también, aunque son los menos — dijo Charly a modo de chiste y yo lo golpeé con el cojín del sillón. Él sabía que odiaba que me llamaran así —. Auch — se quejó y luego lanzó una carcajada —. Auxilio, cariñito, Jeremy quiere matarme con un cojín — dijo y se echó sobre el regazo de su novio.

Charly se aferró al cuello de Mikael y luego lo vi hacer un gesto pensativo.

— Bien, si no te gusta el sexo casual, puedes salir a citas. ¿Qué dices?, puedes olvidarte de ese maldito cuando comiences a salir con un nuevo chico.

— Deja de presionarlo — dijo Mikael rodeándole la cintura.

Charly continuó discutiendo sobre el asunto, pues, no era la primera vez que intentaba hacerme gancho con alguien. Había organizado fiestas, salidas, viajes, cines, helados, paseos al parque, en el cual siempre nos acompañaba un nuevo chico, pero ninguno logró cautivarme lo suficiente, siempre los comparaba con David... y ninguno parecía mejor.

— ¿Cómo que no es mejor que David? ¡Cualquiera es mejor que ese idiota! — me dijo Charly una vez, y puede que tuviera razón, pero... no era tan simple. Mi cerebro entendía que era un patán, pero mi corazón todavía no podía deshacerse de él.

Unos toques en la puerta interrumpieron la discusión.

Fui hasta la puerta y la abrí. Una niña pequeña saltó hacia adelante y se aferró a mi cintura con fuerza.

— ¿Quién es esa niña? — preguntó Charly de manera extraña, todavía permaneciendo en el regazo de Mikael.

Iba a responderle que yo tampoco lo sabía, cuando ella lo respondió por mí.

— Hermano...