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PRESENTE

No entiendo lo que sucede. Pasé de estar parado sobre la baranda, mirando al vacío, a estar tirado en el suelo, con alguien aferrado a mi cintura con fuerza, temiendo, que, si me soltaba, yo volvería a correr hacia la baranda y saltar a la autopista.

— ¿Estás loco? — dice esta persona y se sienta sobre mí, como si de esa manera pudiera detenerme de hacer una locura.

— ¿Lea? — pregunto extrañado. Nunca me hubiera esperado que alguien me detuviera, y mucho menos, que ese alguien fuera Lea — ¿Por qué estás aquí? ¿Y Devon?

Lea tiene los ojos inyectados en sangre, y desparrama lágrimas a raudales. Me abraza con fuerza, mientras deja que sus lágrimas se adhieran a mi traje, el cual no había mudado desde que salí del trabajo.

— Está durmiendo — se separa para mirarme a los ojos y me contesta entre medio de su llanto —. Pero no pude quedarme tranquila, habías sonado tan extraño en el teléfono. Nunca te había escuchado así... — se arrastra fuera de mí y se sienta, apoyando la espalda en la baranda. La veo respirar de manera honda —. Fui a tu casa, y estaba sólo Charly, le pregunté por ti y dijo que no estabas cuando él llegó. Entramos a tu habitación y... — mete su mano en el bolsillo de su chaqueta, revuelve en su interior hasta sacar una hoja de papel arrugada que reconocí de inmediato — ¡Nos encontramos con esto en tu cama! — Lea me lo muestra, como buscando una explicación de mi parte, pero yo esquivo su mirada. No puedo ver esa cosa, me avergüenza. Como ve que no digo nada, y permanezco en silencio, ella desdobla la carta y la lee en voz alta — "He nacido en el infierno, mi padre era el propio diablo, puede que todo haya comenzado desde ese momento... desde el primer segundo en el que nací. Siempre he sido tan desgraciado..."

Basta... Lea, no quiero escucharla — digo, pero ella me ignora y continua con la lectura.

— "Nadie me quiere ni nunca me quiso, ni siquiera mi familia. He sido la más grande decepción para mi padre y el motivo de muerte de mi madre..."

Lea...

— "Estoy maldito. No tengo nada. Y lo que me falta hoy, lo que más anhelo, me faltará siempre. Ni siquiera podría formar mi propia familia, eso es algo que personas como yo nunca tendrán. Sólo sé que no hay nadie a mi lado..."

¡Lea! ¡Basta! — intento arrebatarle la nota, pero ella esquiva mis manos y se levanta para alejarse de mí.

— ¡No!, ¡basta tú! ¡Cállate y escucha! — sus labios tiemblan, tiene que tomar una larga inspiración para aclarar su voz y poder continuar leyendo claramente — "Sé que quedaré sólo para siempre... es posible que este sea mi castigo por ser gay, por alejarme del camino correcto. No quiero vivir así, no quiero envejecer sólo, acompañado nada más que por la soledad. Mis amigos cada vez se alejarán más de mí, tienen sus propios hijos, sus parejas, sus propias vidas... ni siquiera tengo relación con mi hermana. No tengo nada. ¿Qué sentido tiene vivir así?"

Lea presiona la hoja entre sus dedos con fuerza, arrugándola, mientras mancha el papel con algunas de sus lágrimas.

Yo quiero que se calle, que deje de leer esa nota, allí donde expuse todos mis sentimientos, mi alma más oscura y torturada. Creí que la encontrarían mucho después, después de que estuviera hecho, de que hubiera saltado.

— "Puede que del otro lado me espere el infierno, pues, creo en él, pero la verdad es, que ya he estado viviendo en él también. Talvez huya de un infierno a otro peor... no lo sé, lo descubriré después. Lo siento para el que encuentre esta carta, seguramente serás tú, Charly, ya que vives conmigo, y si alguien más la lee, quiero que sepan que esto no es culpa de nadie, sólo mía, por ser demasiado sentimental y débil, por ser un inútil y no poder encontrar ya motivos para seguir vivo. Lo siento, si Dios tiene un poco de misericordia conmigo, talvez nos veamos en la otra vida. Los amo, no lloren mi partida, no lo valgo. Continúen sus vidas como si yo nunca hubiera estado alguna vez, lo cual no será muy difícil. Adiós y lo siento".

Lea vuelve a doblar la carta, con dedos temblorosos, yo me mantengo en silencio, con un nudo de lágrimas en la boca. No puedo hablar, porque si lo hago me quebraré y expondré lo roto que estoy, sí, lo expondría aún más que en esa carta. Sería como mostrarme completamente desnudo.

— Charly, soy yo, ya lo encontré. Estamos en el puente de la autopista — dice a través de su teléfono. Corta la llamada y vuelve a mí.

— No lo llames — le ruego.

— Ya lo hice — dice de manera seria. Analiza la carta en silencio, unos segundos — ¿En serio crees que hubiera podido continuar con... — corta la pregunta una fracción de segundo, ya que su voz amenazó con quebrarse, pero su repuesta continua — con mi vida como si nunca hu-hubieras estado? ¡¿Cómo si nunca te hubiera conocido?! ¿En serio?

— Sí, no es muy difícil — le digo y me tapo el rostro con ambas manos, a causa de que ya no puedo contener el llanto.

— Si todavía, no puedo superar la muerte de mi madre... ¿cómo rayos voy a superar la tuya? ¡Dime! ¡¿En serio crees que podría continuar como si nada?! ¡Me matarías a mí también! — se arrodilla junto a mí e intenta apartar mis manos de mi rostro, pero yo hago fuerza para que no pueda moverlas del lugar —, no eres sólo un amigo más. Eres mucho más que eso. Eres un hermano... esto es increíble.

— Lo siento, pero no puedo más. Estoy muy solo — sollozo contra la palma de mis manos.

— No lo estás, abre los ojos y mira — insiste ella jalando mis manos con fuerza, esta vez teniendo éxito. Pero yo mantengo los párpados pegados, no quería verla a los ojos y sentirme un fracasado, más débil aún —. No seas cobarde y abre los ojos.

Al final, ella me convence. Abro los ojos lentamente y me percato que Lea no es la única a mi lado. También me rodean Charly, Mikael y Nicholas. Charly me mira con el rostro empapado de lágrimas, mientras su cuerpo tiembla de manera nerviosa. Nicholas tiene los ojos rojos, se refriega la vista un par de veces para luchar con el deseo de llorar. Mikael me mira entre sorprendido y consternado, sin saber muy bien cómo actuar, pero por su expresión, puedo ver que está sumamente preocupado por mí, y que quiere hacer algo para ayudarme, pero no sabe cómo.

— ¿Qué hacen aquí?

— ¿No lo ves? No tener pareja, no significa que estás sólo. Nos tienes a nosotros... siempre me tuviste a mí — Lea arrugó la carta mientras sus dedos temblaban — ¿Por qué si tenías problemas nunca dijiste nada? ¿Nunca pensaste cómo me sentiría yo con tu muerte? ¿Por no poder salvarte? — comienza a llorar con más fuerza y Nicholas se acerca a ella para reconfortarla —. No pude salvar a mi madre... si tampoco puedo salvarte a ti, eso me destruiría. ¡No seas egoísta! No has hecho más que centrarte en ti mismo, tanto que no te has percatado que estás rodeado de gente que te ama y que no podrían superar tu muerte, nunca.

Nicholas la abraza y ella llora en su hombro.

Intento pensar en sus palabras, pero me es difícil.

Lea dice que no estoy solo, entonces, ¿por qué me siento así?

Me sorprendo cuando Charly quema la distancia que nos separa y se tira sobre mí para abrazarme con fuerza. Me siento algo ahogado por su peso, pero no me importa. Yo correspondo su abrazo y ambos lloramos sobre el otro.

— Eres un tonto — me dice —. Creí que éramos amigos, pero tú no me dijiste nada. Qué tus amigos tengan pareja, no significa que se olviden de ti. Si tu saltabas de ese puente, nunca hubiera podido casarme — decía mirando a su anillo con ojos llenos de lágrimas—. Sólo pensar que iba a casarme y tú no ibas a estar ahí... no podría, no. Yo quiero que tú estés en la ceremonia, si tú no estás, no quiero boda. Nunca podría celebrarla, me pondría triste al pensar: Jeremy no está aquí conmigo en el día más importante de mi vida.

¿Mi muerte habría sido tan importante como para Charly y Mikael cancelaran su casamiento?

Lea se separa de Nicholas y camina hasta mí, se coloca en cuclillas frente a mi rostro lloroso. Se limpia las lágrimas con el dorso de su mano y me mira seriamente.

— ¿Ahora lo entiendes? — me pregunta.

Charly me abraza con más fuerza, como si quisiera soplarme la respuesta de aquella manera.

— Creo que sí...

Lea me mira algo enfadada. Mi respuesta, dubitativa, no la deja satisfecha. Ella esperaba un rotundo y seguro "sí", pero yo no puedo dárselo, por el momento no. Primero debía repararme.

Mi amiga se pone de pie y me mira de brazos cruzados.

— Vas a comenzar terapia — ordena Lea de manera tajante.

— Pero... — intento replicar, pero Lea no me da lugar.

— ¡Y sin peros! — me regaña. Me siento un niño pequeño, ahora mismo. ¿Será que el nacimiento de Devon despertó esta nueva faceta en ella?

— Sí, Jeremy, no quiero perderte — la apoya Charly, quien parece no tener ninguna intención de deshacer el abrazo.

Le sobo la espalda a Charly en un gesto tranquilizador. Ahora mismo, que estaba rodeado de ellos, ya no tenía esos pensamientos malos, ni intenciones de hacer una locura.

Sonreí levemente.

Lo entendí, sólo los necesitaba a ellos para ser feliz.

¿Qué importaba si nunca lograba enamorarme?, mientras los tuviera a ellos, no importaría.

— Lo haré — digo al final, después de pensarlo un poco. Verdaderamente necesitaba ayuda, no sólo de mis amigos, sino también profesional. Talvez, un psicólogo podría darme las herramientas para reparar las partes de mí —. Pero, con una condición.

— ¿Cuál? — pregunta Lea, con aire negociador.

— No le cuentes a nadie lo que he intentado hacer, ni a Diana, ni a Helen... ellos tienen sus propios problemas. Y no quiero preocuparlos y que vean lo patético que soy.

Lea relaja un poco su expresión.

— No eres patético — me asegura, pero yo no estoy tan seguro de ello —, ni un poco, sólo eres alguien que ha tenido muy mala suerte en la vida... — guarda silencio por un segundo, y luego continua —, pero es tu decisión, si no quieres, no le contaré a nadie, pero tienes que prometerme que no volverás a intentarlo nunca más — dice y mira en dirección a la autopista con una expresión de horror.

— Lo prometo — digo.

— No rompas tu palabra — me reta Charly, aún prendido a mí —. He escuchado como lo has prometido. 

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