DIECISÉIS AÑOS
Al parecer a Lea no le caía muy bien David. Yo había intentado personalmente que se llevaran bien, pero no había caso. ¿Cómo podía confesarle que me gustaban los chicos y que estoy saliendo con David si le caía mal?
Sí, había sido un año algo movido y bueno para mí. Parecía que por fin la primavera había llegado a mi vida.
David era muy tierno, aunque algo rápido para mi gusto. Pues, no estaba acostumbrado a tener pareja. Nos besábamos bastante seguido y él quería siempre pasar al siguiente nivel, pero yo no me sentía preparado todavía.
— ¿Por qué no?
— Todavía no me siento preparado para dar ese paso.
David, me besaba y me abrazaba diciendo "está bien", pero yo sentía que no estaba nada bien. Sentía que él se estaba cansando de esperar... se estaba cansando de mí.
A veces era algo extraño conmigo, pero como no había tenido otras relaciones, no podía compararlo para saber si esa era la forma en la que debería actuar una pareja.
Solía decirme muy seguido cosas como: "eres lindo", "quiero besarte", "déjame hacerlo", pero nunca me había dicho: "te quiero" o "me gustas".
Talvez con una relación homosexual era distinto. Talvez había visto muchas películas y me había armado una idea errónea sobre las relaciones.
Nunca habíamos ido a citas, y cada vez que nos encontrábamos, parecía que sólo quería que nos besáramos y nos tocáramos.
Entendía que siendo dos hombres era difícil mostrarse al mundo tal cual uno era. Pero no pedía mucho, no necesitaba que nos tomáramos de las manos en la vía pública o que me besara delante de mis amigos. Con que saliéramos a comer fuera a veces, ir al cine, o simplemente hacer otra cosa que no fuera besarnos y acariciarnos. Aunque para los ojos ajenos sólo pareciera que se tratara de dos amigos pasando el rato, no me importaba. Ahora mismo, sentía que tal cómo estábamos, no podíamos avanzar y no podía conocer mucho sobre él. Prácticamente, no sabía nada sobre David.
David siquiera era muy charlador, nunca habíamos tenido una conversación más larga de diez minutos.
— No puedo ir más allá — yo lo paraba cuando veía que David no se sentía satisfecho con sólo besos y con tocarnos.
— ¿Por qué no quieres seguir? ¿Acaso no dijiste que me querías?, seguro que es mentira.
Mi corazón latió velozmente con susto. No quería que él me dejara. Yo me había enamorado de él y sufría por no poder demostrárselo como él necesitaba.
— No, no es eso. Yo de verdad te quiero. No, te amo.
Mis sentimientos eran algo más que un te quiero, había llegado a amarlo.
— ¿Entonces por qué me haces esto?
— No me entiendes, David. No es que no quiera hacerlo. Realmente quiero hacerlo, sólo que... — me dio vergüenza admitirlo.
— ¿Qué? — insistió David.
— Tengo miedo — confesé de manera tímida —. Ser el de... ser el de abajo — Dios, al fin lo dije — me da miedo. Dicen que duele y que me puedo lastimar. No me siento preparado todavía.
— ¿Crees que yo sería capaz de lastimarte?
Mi corazón latió con fuerza. David sonó enojado y yo no quería que pensara eso o que mis palabras lo hirieran, nunca pensaría eso de él.
— No, yo no quise decir eso.
— Eso sólo me confirma que no confías en mí — dijo y se levantó de la cama en la que ambos habíamos estado acostados. Él había venido a visitarme, aprovechando que no habría nadie en mi casa durante todo el día —. Creo que me equivoqué al ser el único que confiaba. ¿Sabes?, también es difícil para mí. Siempre tengo miedo de que nos descubran. ¿Qué pensarían mis amigos o familia si me ven contigo?, seguramente no volverían a hablarme, ¿y eso a ti no te interesa?
— David...
— Parece que el único que se sacrifica de nosotros dos soy yo.
Comencé a llorar. Sus palabras hicieron que me sintiera mal conmigo mismo. ¿Realmente era tan desconsiderado?, él estaba saliendo conmigo a pesar de todos los peligros y yo no podía darle una sola cosa a cambio.
— Bien, lo haré — dije mientras intentaba limpiarme las lágrimas del rostro.
— ¿En serio lo harás?
Respondí con un asentimiento de cabeza.
David cambió su expresión con una sonrisa alegre. Volvió a sentarse en la cama, pero esta vez más cerca de mí. Me rodeó con ambos brazos y coló sus labios por mi cuello.
— Prometo que lo haré lento para que no duela — me dijo mientras se deshacía de mi camisa.
El frío chocó contra mi piel desnuda, pero este fue reemplazado rápidamente al contacto con la piel de David, la cual me abrigó con su calor. Él buscó mis labios, mientras sus manos jugaban con el botón de mi pantalón. No tardó en deshacerse de este también.
Su mano aprisionó mi muñeca, sus dedos se cernieron con tanta fuerza que sentí mi piel hundirse a puntos dolorosos, hasta el hueso.
— Auch, espera, duele... — dije, pero él pareció no escucharme.
Tiró de mi mano hacia un lado, instándome a girar mi cuerpo. Yo lo miré entre asustado e incomprendido.
— Voltéate — ordenó. Y yo lo hice, pues, no quería volver a disgustarlo.
Confiaba en él. Él había prometido que me trataría bien, que sería amable. Él parecía un chico con más experiencia que yo, así que estaba seguro que podía confiar en él. O eso me repetía a mí mismo para darme valor.
Mi corazón se paralizó asustado cuando sentí que su pecho hacía presión contra mi espalda. Su rostro estaba al lado del mío. Me sonrió ladinamente, y buscó, momentáneamente, mis labios con los suyos. Interpreté ese gesto como uno que pretendía calmarme, ya que yo estaba temblando.
Dejé que me besara y que tomara mi cuerpo a su antojo.
Confié en él, pero al final no tuvo cuidado y sí dolió.
— Lo siento, es que eres tan lindo que no pude controlarme — dijo mientras me besaba la espalda, la cual dolía como el infierno.
Quise enfadarme con él, pero no pude, porque entendí que esta era su manera de demostrarme su amor.
Al final sonreí, y busqué sus labios para que me besara. Él tardó en responder, pero al final lo hizo secamente. Me dio un beso corto, que duró menos que un latido.
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