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Capítulo Cuatro: La hamburguesería

No se notaba si era de noche, o de día. Por lo tanto, Liliana jamás se percató de cuánto tiempo estuvo dentro de esa aplicación. El cansancio tampoco era un buen indicador, porque la chica estaba tan concentrada en lo que estaba experimentando, que no tenía espacio para reparar en el hambre o en el cansancio de su cuerpo.

Lo que había presenciado hacía unos minutos, u horas, era simplemente hermoso.

Con la nueva aplicación, el sueño ideal que se pintó frente a ella con el teatro, ahora era una realidad que la estaba llenando por todos los sentidos.

Decidió elegir el escenario que se encontraba encabezando las opciones: una playa. Ella jamás había sido una fanática de las playas, porque le provocaban demasiada incomodidad y su cabello siempre se encrespaba y llenaba de arena. Sin embargo, esta playa tenía el equilibrio que siempre deseó.

La preciosa vista no era opacada por un clima tan extremo que no le permitiera disfrutar de las actividades. Por el contrario, estaba rodeada del agradable departamento templado, pero con un inmenso y azul mar frente a su corazón. Observó a sus costados, para notar si la imagen se terminaba en algún lugar. Pero no encontró más que arena, mar y preciosos cielos.

También habían colocado gaviotas, pequeños animalitos de playa y lindos delfines que saltaban de vez en cuando a la distancia. La aplicación le fue soltando pequeños anuncios de funciones interactivas. Así, ella pudo construir un pequeño castillo de arena, que los desarrolladores prometían, podría ser mucho más detallado cuando estuvieran listas todas las innovaciones que tenían en mente.

El sonido de las olas la relajaba. Se preguntó si allí atardecería también, pero su reflexión fue interrumpida por una notificación de recordatorio. Era su amiga Connie que le recordaba de la cita virtual que habían concretado.

Liliana sonrió, porque no podía esperar para poder contarle a alguien sobre esta locura. Necesitaba sacar su emoción, y quién mejor que la persona que compartía su mismo mundo.

Abrió la aplicación social y buscó los compromisos agendados. Ambas habían colocado el lugar del encuentro como la cafetería, así que la pantalla no tardó demasiado en cargar el sitio.

Sonrió cuando notó que, de un momento a otro, ya no se encontraba en esa playa abierta, sino en una preciosa cafetería que mostraba un montón de mesas alineadas.

Tal como si fuera real, a los costados se podían observar puestos de comida, opciones para comprar souvenirs y pequeños carteles con ofertas. Las conversaciones volaban de un lugar a otro dentro de ese lugar. Liliana se preguntó cuántos amigos estarían ahí en ese momento.

A pesar de que las conversaciones se escuchaban como murmullos, en realidad no era posible diferenciar lo que cada una decía. La chica esperó para pensar cómo podía encontrar a su amiga, cuando un símbolo verde apareció por encima de una mesa.

Ella comprendió lo que significaba y caminó hacia la mesa asignada. Mientras los hacía, notó cómo sus manos virtuales se movían a los costados. Tenían el mismo esmalte de uñas que había configurado para su avatar, así como las pulseras que seleccionó en la parte de adornos.

Ahí, sentada y moviendo la mano para ser ubicada, estaba el avatar de Connie con su nombre de usuario en la cabeza.

Liliana no estaba segura de lo que sucedería ahora, así que esperó a ver si la aplicación enviaba algún tipo de guía. Afortunadamente, así fue. En la pantalla del frente, aparecieron las opciones de "iniciar chat con voz" o "iniciar chat escrito".

La chica se quedó dudando unos segundos. En realidad no estaba segura de lo que sería bueno seleccionar. Finalmente, Connie estaba mirando su avatar, que ya no estaba tan segura se pareciera a ella, así que no tenía idea si aquel correspondería a su voz. Sin embargo, en verdad quería hablar con alguien sobre las cosas que había vivido en la playa, así que sin más, seleccionó la opción "iniciar chat con voz".

Por un momento se colocó una pantalla de carga, mientras se esperaba la respuesta de Connie, y al final todo el ambiente se tiñó de verde para dar paso a la sala privada.

Ahora, su nueva amiga y ella se habían convertido en parte del fondo. La conversación estaba apagada para todos los demás, pero para ellas, estaba más viva que nunca.

—Hola —dijo Liliana, finalmente. Le dolía el estómago por los nervios, no recordaba la última vez que intentó ser amiga deliberadamente de alguien.

—Liliana, ¡estoy tan emocionada! Tenía miedo de que fueras un bot.

El avatar se movía de una forma tan realista que a la chica solo le tomó unos segundos acostumbrarse y sentir que en verdad estaba hablando en una cafetería con otro ser humano.

—Yo también —soltó una risa de complicidad. Finalmente, unas cuantas palabras y se sintió por más tiempo en su hogar que durante toda su vida.

La plática empezó a fluir. Las voces que sonaban un poco robóticas, por la conexión a internet, se iban mezclando con la sinfonía de realidad casi perfecta que estaba en todos lados.

Liliana le contó todo sobre su visita a la playa. Connie se mostró tan emocionada que le pidió que buscaran una forma de ir juntas a la ubicación. Mientras realizaban la búsqueda, el navegador vio interrumpida su vista por una notificación.

Aquella fue rechazada tan rápido que ni siquiera se pudo leer de qué se trataba. Liliana estaba concentrada, tan entretenida con la búsqueda que no quería ninguna interrupción. Fue entonces una terrible molestia, cuando toda la vista de los lentes fue interrumpida para mostrarle que tenía una llamada: era su madre.

—Connie, tengo que irme. Pero, vamos a encontrarnos mañana para hacer el viaje a la playa, ¿de acuerdo?

No alcanzaba a ver a su amiga, por la notificación, pero escuchó su voz diciendo:

—¡Claro! Mientras seguiré investigando.

Liliana presionó el botón de la llamada, pero cuando lo hizo, esta desapareció.

La joven giró los ojos con fastidio. Ahora que había sido interrumpida en todo aquello, sintió, como una avalancha de nieve, que sus necesidades volvían de una sola vez.

Estiró los brazos para quitarse los lentes, pero aquellos le pesaban como si trajera amarradas piedras a las extremidades. Sujetó los lentes con pesar y al separarlos de su piel percibió un ardor indescriptible.

No pudo evitar soltar un pequeño grito de dolor, parecía que con los lentes se le estuvieran yendo pedazos de piel. Sin embargo, cuando los revisó, no fue así. Los anteojos estaban intactos, así como las almohadillas que venían integradas para evitar que el usuario se lastimara.

Quiso levantarse más rápido para observarse en el espejo, pero las piernas no se lo permitían. También se encontraban dormidas, apenas hormigueaban al tiempo que hacía su mejor esfuerzo por indicarles que se movieran.

Jamás se había sentido así, por lo que sus ojos se pusieron llorosos por la desesperación. Finalmente, tuvo que ser paciente hasta que todas sus extremidades volvieran a la normalidad y ella pudiera ponerse en pie para alcanzar el espejo del baño.

El contorno de sus ojos ya tenía un tono morado. La piel, si bien no estaba escarapelada, brillaba en unos tonos morados terribles.

Apenas levantaba una de sus temblorosas manos al rostro, cuando su celular comenzó a sonar de nuevo. Los lentes estaban enlazados al mismo, pero esta vez quiso contestar desde el celular, porque su cuerpo le suplicaba descanso.

—¿Hola? —su voz sonaba seca. Se preguntó por qué no había sonado así mientras hablaba con Connie. Ahora era claro que su garganta y labios estaban tan deshidratados que la melodía que pasara por entre ellos no podía se menos que acartonada.

—¡Liliana! ¿Estás bien hija?

La muchacha volvió a caminar con cuidado hacia el baño para observarse. No podía ni siquiera estirarse bien para tener una postura adecuada, y las ganas de orinar eran tan grandes que sentía un ardor recorriendo todo su cuerpo.

—Estoy bien, mamá. Oye, tengo que colgar.

—Lili, espera... Te llamé porque los de tu trabajo se preocuparon. Nunca faltas y ahora llevas dos días de ausencia injustificada. Me dijeron que no contestabas y yo...

—Estoy bien —respondió Liliana con hartazgo. En realidad necesitaba cubrir sus necesidades con urgencia—. Mamá, es solo que estaba cansada. Quiero seguir durmiendo para mañana presentarme. Adiós.

No permitió ni si quiera una palabra más de su madre. De inmediato terminó la llamada y después se dirigió al baño. Salió con el cuerpo temblando, seguramente le había dado algún tipo de infección, porque sentía frío.

Como pudo, se arrastró hasta la cocina para beber un vaso de agua, que se convirtió en otro y otro. El líquido le escurría por las comisuras, debido a la rapidez con la que tomaba.

Cuando finalmente terminó, se fue hasta el refrigerador, para intentar encontrar lo que fuera que pudiera morder para quitarse el hambre.

Aún no estaba muy segura de por qué, pero comenzó a llorar desconsoladamente. Sentía por todo el cuerpo el escalofrío descontrolado. Las lágrimas, se colaban empapadas de miedo mientras se deslizaba hasta el piso.

Al terminar la única rebanada de pan que había encontrado, se levantó del suelo para regresar al sillón. ¿Cuánto tiempo dijo su madre que había pasado? Tomó su celular, aunque los ojos le ardieron al volver a tener un contacto tan cercano con la luz azul.

Era verdad, había pasado día y medio. ¿Era eso posible? No, en realidad no... seguro algo estaba mal. ¿Cómo pudo aguantar tanto tiempo sin comer? Negó con la cabeza. Era una locura total. Empezó a hacer memoria... Aunque le costara creerlo, pensándolo bien, tan solo se había levantado un par de veces al baño, no había probado bocado y en todo ese tiempo bebió del mismo pequeño vaso de agua que tenía al lado del sillón.

Siguió negando que aquello fuera real, hasta que volvió a mirarse, a sentirse. Realmente estaba muy mal. Se cuestionó si era prudente llamar a un médico, pero le pareció un poco tonto confesar que se quedó tanto tiempo con los lentes.

Volvió a ponerse de pie como pudo, y pensó que lo mejor era hacerse cargo ella misma. Tomó los lentes y los puso a cargar, al final del día, necesitarían estar listos para encontrarse en la siguiente ocasión con Connie. Después tomó su toalla de baño y se fue directo a la ducha.

El agua caliente le ayudaba mucho a relajar los músculos, pero al mismo tiempo, aquella provocaba que su cara le ardiera por las heridas.

Salió del baño sintiéndose un poco mejor, y después buscó una pomada que su madre le había dado. La colocó alrededor de sus ojos, después se alistó para ir a comer.

Sentía tremendamente extraño salir sin los lentes. Entró a un restaurante de comida rápida que se encontraba en la contraesquina de su casa, y ordenó el paquete más económico.

Mientras se sentaba a esperar, observó a todas las personas. La gente se le quedaba mirando por las marcas tan obvias alrededor de sus ojos, pero ella prefería enfocarse en esperar su comida.

Cuando la llamaron y le entregaron la hamburguesa, todo su mundo se redujo a ese instante. Las sensación de las papas fritas, tan crujientes, caliente y deliciosas. Saladas, enviadas por el cielo. La hamburguesa que explotaba de sabores dentro de su boca. La acidez del tomate, la lechuga llenándola de frescura. Ese refresco burbujeante, acariciando su paladar. No había nada ni nadie que la distrajera de ese momento.

Esos minutos, para ella, fueron como volver a nacer. Algo que se tornaba invaluable. Pero de alguna forma, no podía dejar de pensar:  "¿Habrá una hamburguesería en Virtual Realities?"

Nota: 

¡Mil gracias por estar leyendo esta historia! ¿Vieron que clasificamos para la segunda ronda del ONC?

¡Agradezco un montón la retroalimentación y comentarios que han dejado! Me han ayudado un montón :3

Les mando un abachototototototoote <3

Me da la curiosidad: ¿Ustedes usarían estos lentes? Por cierto, perdón por el retraso en esta actualización :P

-Sweet

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