Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C8 || Revoltosa

— No señora, mi casa está chamusqueada. ¿Cómo vamos a sobrevivir? — gritó Haydeen al teléfono.

— ¡No! No puedo esperar un mes entero para que recuperen mi casa. — señaló con el dedo, como si aquella mujer pudiera verla. — No me cuelgue. ¡No! ¡Me! ¡Cuelgue! — lanzó el teléfono y gruñó.

— Ya veremos cómo salimos de esta Deen. — me miró de reojo.

— ¿A donde vamos Halley? ¿Qué pasará con todas nuestras cosas? Las cosas por las que mamá trabajó tanto.

— Hey, a mi me afecta igual que a ti. Pero ¿qué solucionas con ese enojo? — me levanté del columpio del jardín. — Es tarde, primero debemos encontrar donde pasar la noche. — asintió y tomó el teléfono.

— ¿Podemos pasar la noche con ustedes? — se mordió las uñas, odiaba que hiciera eso. — No. — giró los ojos. — Todo está bien. — asintió. — Solo se nos quemó la casa. — hizo una pausa. — No fue mi culpa. Halley dejó la máquina de lavado en marcha y explotó todo.

— Oye no exageres... solo fue la lavandería, la cocina y las habitaciones.

— Todo lo que estaba en el ala derecha de la casa. — me respondió y le saqué la lengua.

— Amja... sí... te esperamos. — colgó. — Vienen en diez minutos. Subamos a recuperar algo de ropa.

Me sentía muy mal, toda la noche estaba siendo una locura... quizás el vestido de la suerte no daba tanta suerte.

La cocina estaba completamente negra y el olor a plástico derretido asqueaba. Las escaleras, la sala de estar y el comedor mantenían su estado habitual.

Mi habitación... desde la puerta cerrada pude ver la mancha de tizne y al abrir una oleada de humo me hizo estornudar.

La cama destrozada junto a la ventana de cristales sucios... la tela chamusqueada de mi ropa y un único cajón salvado... el cajón donde guardaba la ropa que había usado en mi antiguo trabajo.

Tantos recuerdos me pasaron por la mente... recuerdos dolorosos y tristes.

Abrí y revisé lo que había dentro... de todo solo me quedé con una foto de mamá, papá y yo. La solía tener siempre en mi camerino.

Extrañaba tanto esos momentos, éramos sólo ellos y yo... todo el día hablando del universo, de las estrellas... y ahora eran una de ellas.

Salí con la foto. — ¿Solo eso? — asentí.

— Lo demás está perdido. — le sonreí con pesar.

— Río y los chicos están abajo. — la seguí por el corredor.

— ¿Recuperaste algo de ropa? — negó sutilmente.

— Ya estiraremos los ahorros para comprar ropa, y reparar la casa. No te preocupes. — bajó las escaleras y se aseguró de que todo estuviera cerrado.

Me adelanté un poco y salí al jardín delantero, frente a la casa estaba un auto grande, totalmente negro y los chicos dentro.

— Hola otra vez. — les dije.

Río fumaba frente al auto, parecía una chimenea últimamente.

Rey iba al volante y Riva estaba pegada a su brazo.

Rayo tenía las manos sobre el rostro y estaba recostado en el asiento.

Rojo miraba el móvil y Rizos se levantó cuando me vió llegar.

— ¿Cómo estás? — besé su mejilla.

— Bien, un poco cansada solamente. — me sonrió de lado y tocó mi cabello en forma de caricia.

— Vámonos ya. — Río pasó y golpeó su hombro.

— Hey, no seas tan brusco. — me miró de arriba a abajo y se subió al auto.

— Idiota. — entorné los ojos y esperé a que Haydeen subiera.

— Aquí ya no hay espacio. — habló Rojo.

— Ven, te hago un hueco. — dijo la rubia y me abrió la puerta con la misma tranquilidad que me había hablado aquella noche en la cafetería, cuando me encontró con su novio.

— Gracias. — le dije y traté de sonreír.

Rey me miró, esperando un saludo o algo por el estilo... pero no creo que pueda actuar como si nada después de lo que había pasado.

Me había mentido y yo odiaba eso.

El trayecto se me hizo más largo de lo habitual y un terrible silencio incómodo hizo acto de presencia.

Llegamos y fui directo hasta un sofá, me senté y analicé mi alrededor.

Haydeen buscaba algo en la nevera como si fuera su propio hogar. Río había ido hasta su habitación y había cerrado la puerta de un tirón. Riva sobre Rey todo el tiempo, pidiéndole besos que él daba con mal carácter. Rizos preparaba algo en la cocina y Rojo preparaba todo para jugar videojuegos. Desde el show no veía a Ritmo, y ahora también había desaparecido Rayo.

— ¿Donde está Ritmo? — dije y abracé mis piernas. Se miraron entre ellos.

— Tuvo un asunto que solucionar. — carraspeó Rey.

— ¿Donde dormirán chicas? — habló otra vez Riva.

— ¡Me pido dormir con Rojo! Sus sábanas siempre huelen bien. — gritó Haydeen y sacó una bandeja llena de emparedados.

— Bueno, yo... emm. ¿Rizos? — me sonrió y asintió. — Primero, ¿me puedo duchar?

— Ven, te llevo. — se brindó Rojo y lo seguí por el corredor.

— Rojo, ¿puedo preguntarte algo?

— Claro, ¿qué pasa?

— Bueno, la otra vez que me llevaste el auto a casa. — asintió. — Decías que habías disfrutado mucho lo que había pasado la noche anterior. — asintió y comprimió una sonrisa mordiendo su labio inferior. — ¿Te referías a algo en específico?

— A lo libre que eres cuando bebes. — sonrió otra vez. — Es como si la Halley rebelde que comprimes siempre, se siente en libertad de hacer lo que ha querido hacer todo el tiempo.

— Creí que había hecho algo... más.

— ¿Y qué si lo hubieras hecho? — curvó los labios hacia un lado y se marchó.

Abrí el grifo y dejé que el agua caliente recorriera mi cuerpo. El jabón deshizo mi maquillaje y el shampoo masculino fue la única opción para limpiar mi cabello.

Estiré la mano y cubrí mi cuerpo con una toalla blanca, miré mi reflejo en el espejo y solo ahí caí en cuenta que no tenía ropa.

Entreabrí la puerta y miré a ambos lados nerviosa, no había nadie, pero, ¿a donde iría?

Corrí y abrí la primera puerta que encontré. Era una habitación con la decoración totalmente rosa, algunos osos de peluche y un rincón preparado para estudiar. ¿Riva dormía ahí?

Tomé lo primero que encontré, que para mi sorpresa fue un top de mi talla y unos shorts ajustados. La ropa se veía intacta, como si nadie la hubiera usado en mucho tiempo.

— ¿Qué haces aquí? — me dijo Rey asomándose por la entreabierta puerta.

— Lo siento, no tenía ropa que ponerme y...

— Vámonos de aquí. — le obedecí y cerró la puerta con mucho cuidado.

Me apresuré y llegué a la sala de estar vacía... eran casi las dos de la madrugada, obviamente todos estarían durmiendo.

— Voy a dormir yo también, ya sabes donde están las habitaciones. — asentí y vi al chico de cabello largo marcharse escaleras arriba.

Tomé un poco de agua y me dirigí a la habitación de Rizos, di dos toques antes de pasar y lo encontré en la cama, cubierto por una sábana blanca hasta la mitad del torso desnudo y con el antebrazo cubría sus ojos.

— Hola. — alzó la cabeza y sonrió.

— Revoltosa. — dio dos toques en la cama a su lado, invitándome a acomodarme y lo hice.

Me dejé caer tensa sobre el colchón y lo sentí girarse hasta quedar de frente a mi, hice lo mismo y lo miré a los ojos... los tenía cerrados, pero no estaba durmiendo.

Estiró un brazo y peinó mi cabello. — No hagas eso. — dije y me miró fijamente a los ojos.

— ¿No hago qué? — sonreí.

— Esto qué haces. — sonrió.

— Pero no he hecho nada. — levanté una ceja y crucé los brazos. — Eres muy linda. — deslizó un dedo por mi frente, bajando por el puente de mi nariz, hospedándose en mi labio superior y recorriéndolo con el pulgar.

— Basta. — dije en un susurro que ignoró.

— Son solo caricias. — sonrió y se fue acercando más a mi.

Me inundó el olor a jabón y colonia masculina... olía tan fresco.

Acunó mi mejilla con la palma de su mano y mordió sus labios. Rizos era sexy, era guapo, era carismático, eso no lo podía negar, pero la amistad que habíamos creado, no valía la pena romperla por una tonta atracción.

— Tengo calor, creo... creo que iré a tomar el aire. — descalza fui hasta el corredor y lo sentí hablar antes de cerrar la puerta. — Te espero aquí.

El pasillo estaba en completo silencio y oscuridad. El reflejo de la luna entraba escaso por la ventana de cristales grande que había al final. A medida me fui acercando a las escaleras encontré una puerta entreabierta que dejaba escapar un rayo de luz.

— No entiendes Rayo, nadie quiere llenar el espacio de ella. — unos golpes secos sobre un saco de boxeo se hicieron espacio en el local.

— Pues dejen de actuar como si ella fuera el remplazo perfecto. — sentí unos pasos y lo próximo que vi fue a Rayo saliendo furioso y a Río entrenando con el torso desnudo.

— Se te da bien lo del chisme. — no me miró y siguió golpeando el saco.

— ¿Te pasa algo? — le pregunté.

— No. — dijo cortante.

— No me engañes, te conozco. — entorné los ojos.

— ¿Me conoces? ¿Por qué haces lo que sabes que me molesta entonces?

— Pero ¿qué hice ahora? — me acerqué hasta él y dejó las pesas en los soportes.

— Nada Halley. — gruñí.

— ¿Por qué te lo reservas todo siempre? ¿Qué te cuesta abrirte un poco?

— Tú no lo hiciste conmigo. ¿Te recuerdo quién tenía novio? ¿Te recuerdo quien tiene un supuesto pasado oscuro que nadie conoce?

— Entonces ¿se trata de eso? ¿Esto va de quién es más misterioso? Muy maduro de tu parte. — me giré para irme pero antes de salir me detuvo.

— Lo siento.

— Así no funcionan las cosas Río.

— Lo sé. — abrió los brazos y me acerqué hasta quedar dentro de él. — ¿Quieres entrenar? — lo miré extrañada.

— ¿Entrenar? — asintió y fue al estante en busca de unos guantes.

— Primero las vendas. — estiré ambos brazos y los envolvió en una tela blanca, colocó ambos guantes sobre mis manos y me sonrió.

— ¿Qué debo hacer?

— Golpear el saco. — entrecerré los ojos. — Imagina que es alguien que odies, y envía un puñetazo fuerte. — asentí.

Imaginé ese rostro y lancé un puñetazo fuerte. — ¡Wow! — sonrió. Lancé otro golpe, recordé todo lo que me hizo. Tres golpes seguidos... me dolía la muñeca y los dedos, pero no me detuve. Junté los guantes y le pegué, una y otra vez, dañando mis manos.

Grité con fuerza y Río solo me miraba, no me detuvo, quizás eso era algo que me gustaba mucho de él... siempre me dejaba actuar, dejaba que las cosas fluyeran y luego se acercaba.

Abracé el costal y comencé a llorar... hacía mucho tiempo que no me dejaba llevar de esa manera emocionalmente... sentí un desahogo increíble, mis rodillas flaquearon y me dejé caer al suelo.

Ahí se acercó y me abrazó, me hizo sentir segura, tranquila, feliz. — Todo está bien. — besó mi frente y frotó mi espalda. — Todo estará bien.

************************************************
N/A: los amo, solo eso. <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro