C7 || Noche de chicas
Llega el punto en el que ya no interesa cuán rotos podamos terminar, solo queremos estar tranquilos sin importar lo que debamos dejar atrás para eso.
A veces es solo necesario soltar, dejar ir eso que nos comprime el pecho y continuar nuestras vidas con tranquilidad, uniendo lazos cuando aún tengan arreglo y terminando de romperlos cuando la avería no tiene solución.
Permanecí sentada en el suelo del cuarto de lavado, con el rostro pegado al cristal de la máquina que dentro tenía toda la ropa sucia acumulada. Me resultaba relajante ver como el agua y el detergente limpiaban a profundidad la mugre de las prendas... ojalá pudiera meterme ahí dentro, yo también me sentía sucia.
Abrieron la puerta. — Vendré más tarde.
— Deen. — se detuvo con la mano en el cerrojo de la puerta. — No podemos seguir así.
— ¿Por qué crees que estamos así? Porque eres una niña caprichosa, porque te gusta el peligro y hasta que no pasas grandes sustos no te alejas, porque no escuchas a nadie.
— Lo siento tanto. — rompí a llorar. — Soy todo eso que dijiste pero soy peor aún cuando estoy sola. Sin ti no funciono bien. — cerró los ojos con fuerza y tensó la mandíbula. — Nunca hemos estado así y menos por algún tercero.
— No tengo ganas de hablar ahora, todavía me molesta tu actitud.
—Después quizás no hay después. — negó.
— Tienes razón. — se sentó a mi lado en el suelo y dejó la cesta de ropa sucia a un costado. — Siento haberte dicho todas esas cosas feas, no soy así.
— Siento no escucharte, siento ser tan caprichosa... — me abrazó.
— Siento decirte que te alejes de los chicos, solo no quiero que sufras.
— Quisiera decirte que me voy a alejar de ellos, pero creé una conexión sin quererlo.
— Lo sé. Lo siento.
— Lo siento. — dijimos al unísono.
— ¿Noche de chicas? — asentí.
— Noche de chicas. — y ambas corrimos a prepararnos, dejando la máquina de lavado aún con la ropa dentro.
Me duché, apliqué tratamientos sobre mi piel y mi cabello, utilicé todos los frascos que siempre dejaba para ocasiones especiales y en media hora estaba frente al armario escogiendo la ropa.
— ¿Qué te vas a poner? — me preguntó Deen envuelta en un albornoz.
— Ni idea. ¿Sacamos los vestidos de la suerte? — le pregunté con coquetería y asintió repetidas veces.
— En cinco minutos te quiero lista.
Saqué el vestido dorado con tiras en la espalda y los tacones negros. Maquillé un poco mi rostro, más de lo habitual, y con prisa.
Salí al corredor para reunirme con Haydeen y confirmé que mi hermana era una diosa griega en peligro de extinción.
Llevaba el vestido con tonos celestes y azules oscuros. Dos tiras se entrecruzaban en su torso, cubriendo la parte de los pechos y dejando el resto descubierto hasta la cintura. Llegaba a la mitad de los muslos y se ceñía por completo a sus curvas.
Había alisado su corto cabello y cambiado los aros que llevaba a ambos costados de la nariz. ¿Cómo había tenido tiempo de maquillarse?
— Tengo la mejor hermana del mundo, la más guapa, la más hermosa, una diosa. — la abracé.
— ¿A donde crees que vas sin nuestro perfume de la suerte?
— Llevo tantas cosas de la suerte encima, que si la noche de hoy va mal entenderé que llevo al diablo en el cuerpo. — sonrió.
— Todo estará bien guapa. — me besó en la frente y fuimos a por su auto.
El "Aquamarine" nos esperaba con filas por todos lados, personas siendo expulsadas del local y otros protestando fuera.
Estacionamos cerca y caminamos hasta el final de la fila. No entraríamos ni al día siguiente.
— ¿Ya ves que no tengo suerte? — puse los ojos en blanco.
— Vamos, tengo una idea. — tomó mi mano y me llevo hasta la entrada del local.
— Hola, nuestros novios nos esperan dentro. — si, nuestros novios... espera ¿qué?
— Díganme los nombres de ellos, para buscarlos en la lista. — habló el seguridad.
— ¿Lista? Ellos no entran en esa lista. — me codeó. — ¿Verdad Halley? — asentí repetidas veces.
— Los nombres. — repitió el hombre.
— Río y Rizos. — hablé sin pensar. — Los muchachos de R6. — Haydeen me miró y sonrió.
El guardia abrió la cinta que prohibía el paso y sin mirar la lista nos dejó entrar.
— Ya están adentro y listos para la función.
— Sí, claro. — dijo mi hermana.
— ¿Que función? — le susurré.
— Ni idea, pero hay que sacarle provecho a esto. — me dijo y entramos a la discoteca.
Las luces me cegaron por un momento y la música alta evitó que escuchara lo que Haydeen platicaba. No habían muchas personas dentro, al parecer no cualquiera entraba. Algunos sentados en mesas VIP, con tragos raros, otros bailando en la pista, los camareros combinados entregando las bebidas, algunos bailarines sobre el escenario y un dj mezclando canciones.
Me dejé guiar en todo momento por mi hermana, nos acercamos a la barra y pidió los primeros shots de tequila de la noche.
— Por una noche de chicas inolvidable. — chocamos los vasos y los empinamos en nuestras bocas.
— Vamos a bailar. — la llevé del brazo hasta el centro del lugar.
Sujetó su cintura y comenzó a moverse al ritmo de la música. Revolví mi cabello y la imité, por inercia busqué a alguno de los chicos con los ojos.
No need to imagine. 'Cause I know it's true.
Levanté ambos brazos y cerré los ojos, abrí un poco más las piernas y continué moviendo las caderas.
They say, "All the good boys go to heaven"
Giré en el lugar e intercambié miradas con Haydeen. Sentí unos brazos rodearme el cuerpo. — No puedo estar enojado si te sigues moviendo de esa forma.
But bad boys bring heaven to you.
— Hola Río. — me volteé hasta quedar frente a él, pegué mi frente en su pecho y acarició mis cabellos.
— Hola Halley. — mordí la tela de su ropa y luego dejé caer la cabeza hacia atrás.
— Bailemos.
— Sigo enojado.
— Pues te bailo. — lo empujé hasta que quedó sentado en un taburete, se relamió los labios y comencé a bailarle.
Me coloqué sobre él y moví mis caderas.
Intentó sujetarme, pero tomé sus manos y las coloqué sobre mi cuello, las enredó a la perfección, como si estuvieran hechas para permanecer ahí.
— Tengo una presentación en cinco minutos. — me dijo al oído. — Tengo toda la noche para solucionar los problemas. — sonreí y me levanté.
— Te observaré mientras bailas e imaginaré diez tipos diferentes de perversidades. — sonrió.
Pedí otro tequila y lo bebí. — Dame otro para llevar. — el chico de la barra me miró con rareza, pero me trajo lo que le había pedido.
Las luces se apagaron cuando estuve frente al escenario... no hubo música tampoco y hasta que los murmullos no cesaron, todo se quedó a oscuras y en silencio.
Poco a poco los reflectores a cada lado del lugar comenzaron a parpadear con una luz color ámbar. La música se hizo intensa y cuando el escenario se llenó de humo, los chicos aparecieron.
Todos con el torso desnudo y unos vaqueros holgados que dejaban ver el comienzo de su ropa interior. Un pañuelo de cada color en la bolsillo trasero, el mismo color del cual vestían la primera vez que los vi.
Rojo. Se le veía concentrado. Las líneas de su frente se marcaban notoriamente.
Rizos. En su cuello se movía una delgada cadena de plata y su cabello le caía en los ojos.
Rey, llevaba el cabello más corto que la última vez, pero aún así le llegaba a la nariz. La sombra de una barba se dejaba ver, dándole un toque de madurez.
Ritmo. Mostraba su cuerpo atlético con seguridad. Estaba hecho para bailar.
Río, llevaba un gorro sobre el cabello oscuro y la mandíbula bien marcada por la concentración.
Rayo tenía una fila de lunares que iban desde su clavícula y por su cuello hasta terminar en la mejilla. Las cejas fruncidas todo el tiempo. Las mismas vibras misteriosas.
Rojo y Ritmo saltaron al unísono y dieron un giro en el aire. Río colocó ambas manos unidas frente a él para que Rayo lo utilizara de impulso para saltar e imitar a sus hermanos.
Por último todos se colocaron de frente y se deslizaron de rodillas por el suelo, quedando los seis frente a mi.
Sudorosos y agitados.
— ¡Una vez más la buena vibra de R6! — habló el anfitrión y cada uno de los chicos se levantó y se marchó de ahí.
Todo volvió a la normalidad y me sentí mareada, busqué aire libre y lo encontré en el piso de arriba. Por supuesto que el lugar tenía VIP, y yo estaba ahí colada... en el balcón con cortinas blancas, fumando de un cigarrillo que no era mío.
— Entonces, ¿cómo me dijiste que te llamabas? — me preguntó el chico de ojos marrones y cabello... ¿qué color era ese?
— No te he dicho, y no te diré. — toqué con mi dedo índice la punta de su nariz.
— Soy Pablo.
— Como la canción de Danna Paola. — sonreí y me miró confuso. — Olvídalo. — sujetó una de mis muñecas.
— Bailemos. — negué e intenté soltarme de su agarre.
— No quiero. — intenté irme de ahí, pero se pegó a mi cuerpo.
— Entonces te bailo. — me acorraló entre el balcón y su cuerpo, intenté alejarme todo lo que pude, pero la mitad de mi cuerpo quedaba fuera.
El chico comenzó a besar mi cuello y una arcada de vómito me recorrió la garganta y la expulsé frente a mi, en la camiseta de el tal Pablo.
— ¿Eres estúpida? — sujetó con fuerza la parte posterior de mi cabeza.
— No, ella no. Aquí el estúpido eres tú. — alguien lo tomó por los hombros y lo llevó lejos. — ¿No ves que está borracha? ¿A caso no puedes ligar con chicas sobrias? — le dijo Rojo pegándolo fuerte a la pared.
— No sabía... lo... lo siento. — cerró los ojos cuando el puño de Rizos estrelló en la pared justo a su lado.
— Te mereces que... — lo señaló con el dedo.
— Basta. — habló Rey. — Déjamelo a mi.
— No, nadie se mete con Halley con nosotros delante. — intervino Rayo.
— ¿Estás bien? — se acercó Rizos y tomó mis mejillas. Asentí y besó mi frente.
— ¿Intentó tocarte? — escuché a Rey desde lejos.
— No lo sé, me están agobiando. Quiero descansar y ver a...
— Halley, ¿estás bien? ¿dónde está el imbécil?
— Tranquila estoy bien. — abracé a Haydeen.
— Llamé al equipo de seguridad. No entras más a este lugar y espera una denuncia. Porque puedes apostar que esto no quedará aquí. — dijo Río y prendió un cigarrillo.
— Yo... lo-lo siento. Perdón chica, yo pensé que tú...
— Calla calla. Hasta hace unos minutos no eras tan miedoso. — le dijo Rey y se apoyó en la pared a su lado.
Yo estuve ahí inmóvil... tratando de entender que mierdas estaba pasando.
Rojo iba de un lado a otro. Rizos a mi lado izquierdo, Haydeen a mi lado derecho. Rey al lado del sujeto. Rayo frente a él con los brazos cruzados.
Río entre las cortinas blancas fumándose el cigarrillo.
— Chicos, me quiero ir. — todos se centraron en mi y comenzaron a abrirse paso para dejarme pasar.
Haydeen y yo fuimos hasta su auto, subimos y verifiqué que todas mis cosas estuvieran bien.
Revisé el móvil y habían dos mensajes de un número desconocido.
"No pienses que no me preocupé. Solo pude ver desde lejos que necesitabas tu espacio y respeto eso. Cuando estés lista ven a verme"
"Río"
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N/A: todas merecemos un R6 en nuestras vidas.
El corazoncito se me agitó al ver como cada uno de los seis defendió a capa y espada a Halley.
Tendré que fijar días para actualizar porque me parece que voy demasiado rápido... necesito dejarlos con ganas de más por un tiempo JAJAJAJ.
los amo. <3
se me olvidaba jajsjsjjssj... Rojo en fotoooooo❤️
agradézcanle a MuguerciaMellie que hace magia... y por si no sabían es quien hizo nuestras portadas hermosas. ❤️❤️
*yo hablando sola porque nunca me responden nada*
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